domingo, 29 de marzo de 2009

EL TROPEZÓN DE KOSOVO


La política exterior del gobierno español es uno de los puntos sensibles de su acción de gobierno, por lo que supuso de cambio en las relaciones internacionales la nueva política exterior del Presidente Zapatero, frente a la de su antecesor.
Aznar llevó a cabo una política exterior pro norteamericana y atlantista, dentro de la configuración del realismo político internacional, que se ubicaba en los parámetros de la “paz romana” (si quieres la paz, prepara la guerra), mientras que el Zapatero se ubica dentro de los planteamientos del idealismo político internacional, con su habitual discurso de la alianza de civilizaciones –lo cual no es baladí, pues por el conocimiento cultural, y comercial, los pueblos pueden llegar a entenderse, salvo las satrapías que aún persisten en el mundo, las cuales sólo responden a la contención bélica-.
Sonado fue el posicionamiento respecto de la guerra de Irak, que llevó a polarizar la opinión pública española, frente a las tesis intervencionistas norteamericanas, que acabaron por una rápida salida del ejército español de la zona de conflicto. Lo cual, representaba más un símbolo de posicionamiento ideológico que una auténtica realidad práctica de pacifismo del gobierno de ZP, dada la intervención de nuestras tropas en otros conflictos internacionales, dentro del marco de la ONU. Pero que nos llevó unas ásperas relaciones con el “gran hermano yankee”, que con el cambio presidencial parecían haberse suavizado, pese a la acción de la diplomacia española.
Ha sido el súbito anuncio de retirada de las tropas de Kosovo lo que ha traído un nuevo vendaval diplomático y de polémica pública sobre la decisión de ZP de abandonar aquel conflicto, y de nuevo se ha planteado la sumisión española al “amigo norteamericano”, con la rápida presencia en Washington del Secretario General de Presidencia del Gobierno español a dar una explicación del anuncio de la ministra de Defensa española.
España, país soberano e independiente, puede decidir donde y cómo estar. Pero no es menos cierto, que cuando se asume cierto status internacional, también se asumen obligaciones derivadas de los compromisos internacionales, propios de buena vecindad, y esos compromisos, sin negar la acción del Estado soberano, condicionan al menos el procedimiento. Porque algo se habrá hecho defectuosamente desde el gobierno español, cuando el anuncio de una decisión de retirada ocasiona tal cascada de reacciones adversas y de irritación de nuestros aliados. Claramente ha fallado la comunicación, y en este caso la coordinación interministerial entre los departamentos de Defensa y Exteriores, que deberían de haber actuado de mutuo acuerdo para avanzar la decisión española a los aliados, dado que toda retirada de tropas de un conflicto supone una merma en la acción militar, que ha de ser prevista y suplida para que no tenga consecuencias indeseables, y tal hecho no resulta improvisable, ni es aconsejable que se realice furtivamente.
Tuvimos la oportunidad de habernos apartado de la zona, con ocasión del apoyo a la independencia de Kosovo que España no compartió, y hubiera sido una retirada mucho más digna, por la disensión política que supone tal planteamiento, y las consecuencias de estar apoyando militarmente una zona secesionada de otro país con el que España mantiene relaciones diplomáticas, amen del nocivo contagio que supone para consumo doméstico. Y tal decisión, si se hubiera ejecutado debería de haberse asumido por los aliados como consecuencia de sus propios intereses en el debilitamiento de Serbia, que no necesariamente habría se ser compartido por todos sus aliados. Pero el anuncio de retirada hecho por Carmen Chacón, sin al parecer consensuar con los aliados, resulta cuanto menos frívolo, y de hecho ya nos ha pasado factura –que seguirá pendiente de cobro en nuestras relaciones con los aliados-. Pues de hecho, resulta un absurdo pagar este alto precio de desprestigio y desconfianza internacional, cuando podíamos haberlo evitado, sin perjuicio que nos lo harán pagar más pronto que tarde, sin ir más lejos, en forma de mayor contribución de tropa con destino a Afganistán. Y realmente, para ese viaje no hacían alforjas.
Lástima porque Carmen Chacón tenía una buena ejecutoria política aquilatada, pero con la precipitación –propia o sugerida- ha dado un complicado y comprometido “tropezón”; y en el caso de Zapatero, una cosa es que España mantenga cierto grado de independencia y libertad en el ámbito internacional, y otra que aparezcamos como un país de amistad poco recomendable, como “el socio que te deja en la estacada a las primeras de cambio”, lo cual conlleva un considerable descrédito en el ámbito internacional, y afecta a la potencial seguridad del Estado, en tanto que dificultaría razonablemente la demanda de asistencia en cuestiones de interés nacional.
Por ello, se hace necesario que el gobierno español diseñe un modelo de política exterior, conforme a los intereses de nuestro país, que vaya adaptando a las circunstancias sin dar bandazos, ni sobresaltos, que habrían de repercutir negativamente en nuestros vecinos y aliados.

domingo, 22 de marzo de 2009

EL RECURRENTE ABORTO


El asunto del aborto es para muchos como esa pesadilla que siempre vuelve, y para otros como esa historia interminable a la que se recurre cuando se han acabado “los conejos de la chistera”. De forma que uno de los crímenes más abyectos de la humanidad, como es matar al feto en el seno materno, se ha llegado a convertir en trofeo o logro de los “derechos cívicos” de la ciudadanía, en el orbe civilizado.
El aborto en nuestro país, ya gozaba de un estatuto jurídico bastante comprensivo, siendo así que ni las abortantes ni los médicos que las asistían acababan en la cárcel, salvedad de aquellas prácticas en chiringuitos abortivos, aún más crueles e inhumanas, que iban donde la ley no llegaba, porque realmente se incumplía la ley. Pero con los supuestos de despenalización del aborto, nuestro país se ubicaba casi en una especie de aborto libre, pues siempre quedaba la socorrida causa de afectación psíquica de la madre, cuya existencia o inexistencia era poco menos que indemostrable.
El tema ya era de por sí inadecuado, por inconstitucional, y sobre todo por inmoral, ningún ser humano tiene derecho a decidir sobre la vida ajena. Y mucho menos puede plantearse como un derecho de la mujer gestante, como dice cierto sector del feminismo, que tiene derecho a hacer con su cuerpo lo que quiera. Pero es que no se trata sólo de su cuerpo, sino del cuerpo y la vida de otra persona que se gesta en su seno. Por consiguiente, si se le da legitimidad abortiva a la mujer víctima de una violación, sería como legitimar a las víctimas de los delitos para que descarguen su ira y su frustración con otros, ni siquiera contra sus delincuentes sino contra terceros inocentes.
Desde el momento que el embrión es fecundado en el útero materno, se ubica el germen de un ser humano que sigue su desarrollo hasta que, cumplidos nueve meses, el cuerpo materno que lo acoge y nutre, lo alumbra como persona independiente. De forma que si nadie interfiere el desarrollo natural se desarrolla y crece un ser humano. Tal es así, que en las horribles imágenes de los abortos practicados se ve un ser humano morfológicamente claro, en tamaño diminuto (como una mano humana), pero tiene ya la conformación corporal humana, aunque aún falten el desarrollo de órganos vitales para su viabilidad independiente. Por consiguiente, la abortante no decide sobre su cuerpo, sino sobre el destino de la vida del ser que está formándose y creciendo en sus entrañas. ¿Por qué el Estado le reconoce ese derecho a eliminar el ser humano de sus entrañas?. Tal ley es moralmente ilícita, contraria al orden natural.
Pero por si esto fuera poco, por si no hubieran otros problemas en este país, que ya alcanza los 4 millones de parados, el gobierno vuelve a generar una apariencia pública de progreso cívico y social, justificando ese nefasto Ministerio de la Igualdad (nefasto por su ineficacia social, y por ser un ente doctrinario de la progresía más rancia), y plantea la presente reforma legal de la ley del aborto para instaurar una ley de plazos, llevando a cabo una nueva campaña publicitaria de los supuestos logros sociales, y avances para la mujer. Y mientras discutimos esto, no salimos a la calle a demandar empleo y mayor justicia social –como ya han hecho los vecinos franceses, de la mano de sus sindicatos-.
Porque además, hay que avisar, que en el fondo, en la práctica, casi nada va a variar con esta cacareada reforma legal, que como suele ser la política de Zapatero, tiene más de simbólica que de realidad práctica, ya que los abortos en España han aumentado exponencialmente en los últimos años, y realmente no es una demanda sentida en la calle.

domingo, 15 de marzo de 2009

EL AGUA DE LA DISCORDIA


El sureste español, por su deficitario estado de sus recursos hídricos, ha tenido que depender de las aportaciones que desde la cuenca del Tajo se les ha enviado en las décadas de existencia de esta magna obra pública.
El agua del trasvase ha traído al sureste (Murcia, Almería y Alicante) la prosperidad en el sector agropecuario de la zona, especialmente en productos hortofrutícolas, incorporando a la producción ingente cantidad de terrenos de labor que antes eran de secano, generando empleo y desarrollo en una zona crónicamente subdesarrollada, hasta la llegada del líquido elemento.
Los trasvases, fruto de la solidaridad de las tierras de España, levantaron la economía de esta región, sin por ello menoscabar el desarrollo castellano-manchego. Pero desde la Mancha, con una visión sesgada, se pretende acabar con este aporte vital para el sureste.
Las tierras manchegas tienen otras virtualidades productivas diferentes a las huertas levantinas, su climatología da lugar a otro tipo de producción agraria no coincidente con las que se produce en una climatología mediterránea más benigna del levante, de manera que los trasvases no frenan su desarrollo económico, mientras que la falta de agua en Murcia, ciega el gran recurso económico de subsistencia regional, especialmente tas la caída de sectores como la construcción o el notable descenso del mercado turístico con la crisis económica.
De ahí que sea vital para estas tierras mantener el trasvase, además de ser justo. Pues no se concibe que una Comunidad Autónoma de forma unilateral decida el uso de un recurso hídrico nacional.
Otra cuestión sería la de apelar al sentido común de los munícipes levantinos, y del resto de la población, en el sentido de dar un buen uso a los recursos hídricos y plantear un crecimiento económico sostenible, en el que no parecen tener hueco las megaurbanizaciones y los campos de golf, que son injertos antinaturales en nuestro entorno, y para los que realmente no hay capacidad de suministro de agua.
Ese tipo de construcción artificiosa sólo ha servido para la especulación urbanística, del rápido enriquecimiento de unos pocos, y de generación de ingentes problemas de infraestructuras para las poblaciones de la zona, que se han visto desbordadas en sus previsiones. Y en definitiva, han contribuido a transmitir una imagen ociosa y especuladora de levante, además de presentar una incoherencia en el uso de los limitados recursos naturales.
Por tanto, si el sureste quiere estar a la altura de las exigencias de los tiempos presentes, y demandar en justicia un bien natural al que tiene derecho, habrá de tener especial cuidado en el uso y destino de tal recurso. Especialmente en estos momentos de crisis económica, donde la apuesta por un sector agropecuario competitivo y fuerte resulta decisivo para superar la crisis económica por la caída de otros sectores productivos en la zona. Compromiso que ha de ser asumido de forma clara por las fuerzas políticas mayoritarias, y no sólo en Murcia.