sábado, 9 de mayo de 2009

ESPAÑA Y LA JUSTICIA DEL ORBE


Hay noticias, que no por ilógicas e inconsistentes dejan de responder a la realidad, y naturalmente despiertan un paradójico interés. Tal puede ser el caso, de la pretensión de ciertos sectores de la jurisdicción española de aplicarse el principio de extraterritorialidad, quitando la limitación del ámbito de actuación al territorio español, en una pretensión de arreglar la justicia del mundo mundial.
Ciertamente, no hemos de negar la noble intención de llevar la justicia a todos los rincones de la tierra, especialmente en aquellos lugares donde no se respetan los derechos humanos, pero tiene más de utopía que de realidad, además de poderse interpretar por otros Estados extranjeros como una injerencia en sus asuntos internos. Dando los consiguientes quebraderos de cabeza a la ya de por sí limitada diplomacia española. Recordemos las dificultades que se derivaron de la actuación de la Audiencia Nacional sobre Pinochet, con ocasión de su visita médica a Inglaterra. Precisamente uno de los países más poderosos y de mayor consolidación de las libertades públicas, que no le puso reparo alguno al exdictador chileno para recibirlo en su territorio, y viene la “España grande y libre” a intentar su procesamiento y extradición.
Pero además de los problemas diplomáticos que pueden acarrear esos arrebatos de reposición de la justicia en el orbe universal por parte de la magistratura española, pueden generar otros problemas no menos importantes, de crédito y autoridad moral de nuestra “justicia patria”, pues desde las objeciones de que sólo se pretende encausar a los dictadores de un signo político, obviando a los del otro signo, no menos irrespetuosos con los derechos humanos, hasta el costo que tales acciones conllevan, y que hemos de soportarlos los contribuyentes españoles, ya de por sí demasiado esquilmados, pues para no ser miembros natos del G 20, sin embargo somos unos de los máximos cotizantes al presupuesto de Naciones Unidas, donde por cierto no se nos reconoce un status especial –como a otros miembros preeminentes- aunque sólo sea por derecho de cotización.
Por otra parte, hay razones de eficacia y eficiencia de la Administración de Justicia española, ya que precisamente es una de los sectores de la Administración española más atrasados y colapsados, y de mayor conflictividad entre sus agentes, que pese a su aumento de órganos judiciales, y de reforma legislativa, aún no ha conseguido entrar en la modernidad del S.XXI, con sus clásicos procedimientos escritos, su falta de informatización eficaz, y su consiguiente descoordinación, que ha generado clamorosos errores últimamente. Y donde los asuntos pendientes, y los retrasos judiciales llegan a extremos de flagrante ineficacia, como servicio público.
Para colmo, la sectorización política del mundo de la judicatura, ha determinado que algún político aún en activo, proclamara en su día como un logro de su formación la “muerte de Montesquieu” – en cuanto a la pérdida de la separación de poderes en España-, lo que también hace que sea sólo un aparente poder del Estado, reuniéndose por sectores ideológicos, perdiendo la necesaria objetividad, como se ha podido apreciar en algunos enjuiciamientos con políticos implicados. Y con la reciente actuación de detención de los piratas somalíes, para acabar por ponerlos en libertad, sobre la base de ciertos escrúpulos normativos, de índole más formalista que material.
Todo lo cual, hace que la inicial pretensión de que la justicia española sea el “pepito grillo” internacional, no pase de ser una mala broma, que incida en el desprestigio de la acción exterior de España, por meternos donde no nos llaman, para arreglar la “casa ajena”, cuando tenemos en desorden la “casa propia”. Claro que eso en el país de D. Quijote sea demasiado pragmatismo. Aunque la necesidad impera, y mientras haya un solo juzgado colapsado en España, no creo que nuestros jueces deban de dedicar su tiempo a arreglar asuntos del extranjero, más allá de lo que marque sustancialmente el Derecho Internacional.

domingo, 3 de mayo de 2009

LA VERSATILIDAD DE LOS POLÍTICOS


Si hay alguien verdaderamente versátil, capaz de defender una cosa y la contraria al mismo tiempo, eso lo apreciamos claramente en la clase política.
Ejemplos de ello son infinitud, pero para muestra baste un botón.
Así es el caso del discurso sobre los trasvases de recursos hídricos en los distintos territorios de España, de forma que el mismo partido defiende una posición en la región del trasvase, y la contraria en la de destino del mismo. Así en Castilla La Mancha hay acuerdo tácito entre PSOE y PP en relación a la negativa a seguir con los trasvases hídricos del Tajo al Segura, en tanto que en Murcia el PP mantiene el discurso contrario de sus homólogos castellanomanchegos, y el PSOE tras el descalabro electoral sufrido por la defensa de las desaladoras, ha girado su discurso, uniéndose al lema popular del “agua para todos”, a ver si le llegan los votos que le faltan.
Pero análoga situación se da respecto del trasvase del Ebro en tierras aragonesas, respecto del discurso que se emplea en Levante. Todo lo cual, ha llevado a que se hable de la “transversalidad” de la política, esto es, que en el tratamiento de ciertos temas, no se marca diferencia entre el discurso de la derecha y el de la izquierda, sino en función de otros factores, como la zona geográfica o los destinatarios de unas u otras políticas.
Otro caso, curioso de versatilidad es el que nos han ofrecido estos días pasados en el Congreso los Diputados del PP votando en mesa de comisión de forma diferente dentro del mismo grupo popular, así mientras el diputado popular Fernández Díaz y otros votaron negativamente a la propuesta de IU para reprobar las palabras del Papa sobre el uso de los preservativos, en su reciente visita africana, atribuyéndole afirmaciones que en la literalidad de sus declaraciones no llegó a decir. Las diputadas del PP, Celia Villalobos y Ana Pastor, votaron a favor de dar curso parlamentario a la propuesta de reprobación.
Posteriormente, Ana Pastor en un medio televisivo nacional trató de explicarse, como si se tratara de una cuestión meramente procedimental, para añadir confusión sobre lo que votó y lo que según ella quiso votar. Puesto que si se tiene clara la impertinencia de una tramitación parlamentaria sobre unas declaraciones –por cierto, no dichas en los términos que se pretende reprender- de un Jefe de Estado extranjero en otro país, ¿no sé por qué lo admite a trámite?, ¿acaso están tan sobrados de tiempo con los problemas que tiene el País?.
Y como esto de la versatilidad va por “barrios”, hemos asistido esta semana, con ocasión del 1º de mayo a unas imágenes un tanto insólitas por pura falta de coherencia, como son la participación de líderes políticos progubernamentales –se supone que en su condición de políticos, y cargos públicos del partido en el gobierno de la Nación-, en las manifestaciones del 1º de mayo. A lo que cabe preguntarse ¿qué pedían...?, o acaso, poniéndose a la cabeza de la manifestación, ¿trataban de capitalizar –una vez más-, sino manipular, la demanda del mundo del trabajo en este dramático momento de profunda crisis económica?. ¿Y a quién se lo pedían..?, ¿a ellos mismos?. No se puede estar en Misa y repicando. O el gobierno tiene en su poder capacidad de cambios económicos y sociales para reconducir los efectos de la crisis, y debería de ponerlos en práctica, o no los tiene, en cuyo caso debería de buscarlos y posibilitarlos. Y si por algún casual, fuera del todo punto imposible, los manifestantes se tendrían que plantear otras cuestiones más profundas y drásticas. Y ese gobierno bloqueado habría de dimitir y convocar elecciones anticipadas.
No es ni ético ni estético estar tras de la pancarta y tras la mesa ministerial, sobre todo cuando la pancarta reivindica políticas activas. Eso es síntoma de “mansedumbre” en el “arte de cúchares” cuando el toro busca las tablas para mantenerse en pie. O como en el boxeo el púgil noqueado abraza a su adversario para ganar tiempo y evitar que le sacuda más fuerte. Ambos son ejemplos de signos de debilidad, y manipulación que lleva el desaliento al común de la ciudadanía, ya que se aparenta desvirtuar los cauces institucionales en relación a los fines que tienen asignados.