domingo, 27 de febrero de 2011

LA REBELIÓN LIBIA



            La actual rebelión Libia se enmarca en un contexto de convulsión político social norte africano, en el que los tradicionales regímenes autoritarios se encuentran instalados por décadas sin apertura democrática alguna, y con un estancamiento económico y social en sus nuevas generaciones que reclaman una giro democrático, que abra la participación política y el progreso económico y social a las nuevas clases medias ilustradas, que no tienen futuro en esos países, frente a unas oligarquías que todo lo controlan.
            Es una situación común al área norteafricana, donde el denominador común es el islam moderado y unas formas autoritarias de gobierno, en sus distintas modalidades (republicanas o monárquicas), con unas elites sociales que dominan la economía y la política, frente a unas masas desheredadas del progreso que pueda generarse, cuya aspiración para conseguirlo pasa necesariamente por la emigración especialmente a la UE, y que por ello reclaman una evolución hacia una mayor prosperidad y participación en los asuntos públicos.
            Pero en el caso particular de Libia, nos encontramos con un régimen auténticamente dictatorial, personalista, centrado en la figura del Coronel Gadafi, que de origen beduino, como militar accedió a la jefatura del Estado vía pronunciamiento dentro de un anterior movimiento panarabista encabezado por el presidente egipcio Nasser, que promovió un nacionalismo árabe en un entorno socialista y de no alineación con ninguno de los dos bloques, tratando de la unión árabe frente al problema sionista de Palestina. En este ámbito Gadafi no dudó en hacer arriesgadas apuestas con aproximación a deplorables acciones de terrorismo, por las que mereció un bombardeo norteamericano y el aislamiento internacional, como un “paria de la tierra”, que consiguió cambiar con el paso del tiempo, y el descubrimiento de petróleo y gas en territorio Libio, que le hizo ser codiciado incluso por países occidentales.
            La extravagancia del Gadafi es mundialmente conocida, desde reconocer que habla con su cabra, a viajar con un séquito de seguridad peculiar (formado por 200 mujeres vírgenes adiestradas en artes marciales, armadas convenientemente), que le ha generado algún que otro conflicto diplomático en viajes exteriores. Personaje que ha demostrado que la vida humana para él tiene escaso valor, pues no ha dudado en mandar tropas con armamento militar para frenar las revueltas populares generando considerables víctimas mortales, que se le ha puesto naturalmente en contra con la consiguiente condena de la ONU, la UE, Rusia y EEUU, que de nuevo le llevan al aislamiento internacional.
            La situación de Gadafi actualmente parece incierta, y hace pensar en el inicio de una guerra civil, por cuanto hay división interna del ejército y los rebeldes han tomado parte del territorio Libio, si bien éste parece dispuesto a morir matando, dentro de su habitual cerrazón. Poniendo de manifiesto, una vez más, la catadura moral del sujeto, y sus auténticas pretensiones personales y dictatoriales frente a la voluntad de su pueblo, ante lo que se justifica con delirantes historias conspiratorias. Si bien pone de manifiesto, que aparte de su peculiar temperamento, es un superviviente nato, pues llegó al poder con un proyecto socialista panarabista, y se ha mantenido en él con un férreo dominio dictatorial, pasando a olvidar el proyecto socialista tras la caída del bloque soviético, por un acercamiento al islamismo, con el resurgimiento del radicalismo religioso islámico. Ante lo cual, con su mercantilización petrolífera y su relativa quietud, occidente lo ha empezado a considerar como un “mal menor” frente al islamismo radical que recorre estos países, y que supondría un peligro mayor para la paz internacional de extenderse por el mediterráneo africano.
            Si bien, el mismo Gadafi –como su régimen dictatorial- muestran caducidad. Ahora el problema viene por el relevo: ¿Cuándo?, ¿cómo?, y ¿quién?. Pues de ello depende la estabilidad en una zona vital para la seguridad occidental. El problema es que en estos países, apenas hay una oposición testimonial extramuros por la continua persecución del régimen; siendo los únicos organizados los radicales islámicos, como el caso de los “hermanos musulmanes” con su red socio-religiosa que sirve de logística e infraestructura para la red política cuando llegue el momento. Pero este remedio es peor que la propia enfermedad.
            Igualmente para España tiene particular interés lo que ocurra en Libia dado que gran parte de la importación de la energía petrolífera española viene de allí; de hecho, la crisis en este país, nos está agravando la crisis económica que estamos padeciendo. Por lo que nos afecta muy directamente lo que allí suceda, y lo que pueda ocurrir con el devenir de los acontecimientos, amen de ser zona estratégica en el mediterráneo, del que España también es país ribereño.
            Esperemos que pronto se consiga solucionar el problema en Libia, su pueblo pueda conseguir aunarse en torno a un proyecto democrático que facilite el progreso económico y social del país, y evite el avance del islamismo radical por la zona, y su peligro expansivo a países vecinos como Túnez, Egipto, Argelia, y Marruecos.

domingo, 20 de febrero de 2011

EN EL TRIGÉSIMO ANIVERSARIO DEL 23-F




               Llegamos al trigésimo aniversario de uno de los hechos que generaron mayor tensión y convulsión política en la “España de la Transición”, el famoso 23-F en que con la toma del Congreso de los Diputados por parte del Teniente Coronel  Tejero, de la Guardia Civil, se ponía en marcha un golpe de Estado, del que aún hoy se tienen importantes sombras de sospecha en cuanto a la génesis del mismo, y sobre todo participación de la rama civil, en la que apenas se profundizó.
            Así se cerró la historia de esta intentona golpista, con la determinación del Rey de poner fin de inmediato a esta operación, y definitivamente poner coto a cualquier otro intento afín que pudiera seguir, quedando concluido tan triste episodio en el macro juicio militar que se celebró, con la condena judicial subsiguiente de los principales implicados en la trama, a los que en algunos casos costó incluso la carrera militar.
            De esta manera se zanjaba cualquier emulación golpista, que tras la guerra civil y ulterior reconciliación nacional, se llegara a reproducir espectáculos históricos de tinte golpista como los más de cien que jalonaron la historia del siglo XIX español, siendo el más cruento el del 18 de julio de 1936 que desembocó en la tragedia de la guerra civil con las funestas consecuencias sufridas.
            Por consiguiente, con la perspectiva de treinta años contemplamos aquella situación como los “rescoldos” activados del antiguo régimen, que triunfantes en la guerra civil, no querían una evolución democrática con plenitud de participación política, pues sospechaban que sus privilegios estamentales y de clase podrían verse alterados, y no estaban dispuestos a ceder. Naturalmente este planteamiento sería la cuestión de fondo, en tanto que la causa más próxima radicaba en el tremendo hostigamiento del terrorismo de ETA, que por aquel entonces generó numerosas víctimas militares y de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, que contribuyó a desestabilizar ciertos sectores de los poderes fácticos de la Nación.
            Con todo, desactivados los núcleos más politizados del ejército, provenientes del régimen franquista, la reforma del ejército se pudo llevar a cabo, siendo culminada curiosamente por parte del PP, al eliminar el régimen de quintas de servicio militar obligatorio, y profesionalizar incluso la tropa; hecho este, que aunque pudiera tener un amplio respaldo social, no parece que haya sido del todo positivo por un doble motivo, de un lado se queda un ejército formado por tropa mercenaria –originaria de otras naciones, que no siempre garantizará su compromiso de servicio especialmente en situaciones de conflictos armados-, y de otro lado, porque el ejército como la lengua, la hacienda y el territorio, son elementos vertebradores de la Nación, especialmente si se participa de la defensa nacional por parte de la población juvenil de todos los territorios del Estado; y privarse de ese elemento es desperdiciar ocasiones de cohesión nacional. Y en todo caso, los ejércitos por tecnificados que se encuentren siempre precisan de tropa para el logro de sus cometidos.
            Finalmente, la resolución rápida e incruenta del episodio golpista pudo dar “carta de naturaleza” a la transición política española, que se ha mostrado como un proceso político ejemplar por el consenso generado, fruto de la generosidad y altura de miras de los agentes políticos intervinientes. Aunque, salvada esa verdad de proceso pacífico ejemplar de difícil evolución de reencuentro político y social entre vencedores y vencidos de una guerra civil, tras cuarenta años represivos de un régimen autoritario; no es menos cierto, que técnicamente se evidencian los errores de determinados acuerdos adoptados que están marcando –para mal- el destino de España, especialmente derivados de un sistema autonómico de dispersión de poder territorial, que genera grandes distorsiones en la gobernabilidad del país, y que supone un continuo foco de tensión respecto de desigualdades que ponen en cuestión principios constitucionales de primer orden. Lo cual, unido a un defectuoso régimen electoral, acrecienta la desproporción y la desigualdad, de forma que no tiene el mismo valor del voto en todos los territorios, ni se tienen los mismos servicios públicos, ni siquiera los mismos derechos, por más que se proclamen a nivel general, pues a nivel territorial se cercenan por vía de la excepcionalidad, de no ser residente o no hablar la lengua territorial, desdeñando la cooficialidad del español, entre otras cosas de enjundia, que hacen que las “costuras” de la transición estén demando algo más que meros remiendos.

sábado, 12 de febrero de 2011

EL “CANTO DE CISNE” DEL PRESIDENTE BARREDA


            
             Del mismo modo que los cisnes sueltan una especie de canto, como gesto postrero de su vida ante su muerte inminente; tal parecen ser las declaraciones del presidente Barreda cuando hizo referencia al límite de las dos legislaturas de los líderes políticos, con una directa aplicación al presidente socialista Zapatero.
            Barreda no es la primera vez que alza su crítica contra la deriva política del líder de su partido, ante la temible premonición de la debacle electoral que se le avecina a los socialistas en las elecciones locales y autonómicas. Y muy especialmente porque ve comprometida su continuidad al frente de la Comunidad de Castilla la Mancha, uno de los tradicionales “feudos socialistas” de las nuevas taifas hispánicas.
            Pues a la desastrosa gestión por parte del gobierno de Zapatero, de la crisis económica, se unen las torpezas de este en la visita del presidente catalán Artur Mas a la Moncloa días pasados, en cuya reunión obtuvo el placet del presidente del gobierno de España para el endeudamiento catalán, en tanto que otras Comunidades como Castilla la Mancha o Murcia no han conseguido obtenerlo desde diciembre pasado, pese a ejercitarse en intentarlo con ajustes de recorte económico. Y ello, aún cuando el presidente Zapatero, matizara que no era así, sino como él decía, haciendo referencia a la autorización de endeudamiento de refinanciación de deuda, que no incluía nueva deuda. Algo que forma parte de la “letra pequeña”, del detalle, o de la habilidad dialéctica de “pura trilería” política. Aunque el hecho ha sido entendido mayoritariamente como una “excepción a la catalana” para no comprometer el difícil equilibrio parlamentario del gobierno.
            Naturalmente estos hechos irritaron a los presidentes de las Comunidades afectadas por la negativa, Valcárcel y Barreda, pero en su conjunto, disgustó a la ciudadanía española en general, por lo que supone de trato desigual a los diferentes territorios autonómicos, con todo lo que conlleva de inconstitucional, ilegal, y sobre todo de inmoral – ya que los dos primeros conceptos al final, acaban definiéndose por el que detenta el poder, según ya hemos visto con la sentencia del TC sobre el Estatuto Catalán-.
            En cualquier caso, lo más determinante es que Barreda, a pocos meses de las elecciones que le pueden costar su puesto, ha empezado a “salirse del guión de Ferraz”, del mismo en el que tanto él como el presidente socialista extremeño, pese a mostrarse ambiguamente renuentes a la continuidad de Zapatero en los medios de prensa, sin embargo en los “cónclaves de Ferraz” claudican de sus aparentes planteamientos para unirse al coro que clama las excelencias del “líder del aparato”, en una muestra más de “hipocresía política”. Lo que no quita que se vaya colmando la paciencia de tan “pragmáticos personajes” ante una posible catástrofe electoral que les envolvería y los podría retirar para siempre del poder de su territorio con todo lo que eso conlleva para un stablisment político instalado durante décadas.
            De igual modo, eso nos muestra la inestabilidad interna del PSOE con un liderazgo cuestionado y comprometido en una desastrosa gestión de la crisis económica, con vacilaciones, rectificaciones clamorosas, y sobre todo al dictado del guión de diversos actores (internos y externos) que pone de manifiesto la falta de unidad de criterio en las necesarias medidas económicas que hagan que España despegue de la crisis, amen de la falta de liderazgo político institucional, pues el gobierno del Estado tampoco parece que detente el suficiente poder ejecutivo para un drástico y eficaz recorte del gasto público en los ámbitos autonómicos, dada cuenta la profusión y dispersión de centros de poder y decisión territorial generados en este país en los últimos treinta años, abundando en que tampoco se tiene la certeza que los datos económicos de las diferentes autonomías no estén afectados por los conocidos “maquillajes contables” que distorsionen la auténtica realidad de la deuda y de la ejecución de los necesarios planes de ahorro y recorte de gasto.
            Ante tales muestras de “anarquía burocrática” y de “trilería política” vemos difícil que la confianza de nuestros socios europeos sea grande, lo cual incidirá en una mayor demora en la solución de la crisis. Pero sobre todo, pone de relieve la necesidad de una “regeneración política” para que los criterios de eficacia económico-administrativa sean compatibles con los de la participación político-democrática territorial, y se ajuste el “traje institucional” a su viabilidad económica, previa coordinación eficaz para su gobernabilidad de conjunto con el esquema institucional del país. Reforma que requeriría un gran consenso de todos los partidos políticos, y que reclama un necesario adelanto electoral para dar paso a nuevas ideas, nuevos actores políticos que actualicen y regeneren una realidad  que aparenta caducidad, y para ello habría de verse una mayor disposición de Estado de los líderes políticos actuales.
            Lo paradójico es que en el PSOE sólo algún barón en peligro, como Barreda, sea el que se salga ambiguamente del guión, justo cuando se ve con el “agua al cuello”, entre tanto todos aplaudiendo. ¡Así les va…; y así nos va a los demás…..!.

sábado, 5 de febrero de 2011

EL PASE DE “REVISTA” DE LA SRA. MERKEL


           
            Una de las noticias más importantes de la semana política española, que concluye, ha sido la visita que ha girado a nuestro país la presidenta alemana Angela Merkel, al frente de parte de su gobierno, en un viaje que ha supuesto más bien una “inspección”. “auditoría”, o “pase de revista” para verificar el estado de cumplimiento de los compromisos económicos con la UE, y apremiar los que quedan por realizar para salvar una difícil situación económica que compromete la estabilidad de la UE, y muy especialmente de la economía alemana cuya banca es la gran acreedora española.
            Más allá de los datos que ambos gobiernos han dejado traslucir, que por razones diplomáticas, no eran de esperar que fueran necesariamente negativos para el gobierno español; hay que leer entre líneas en los acontecimientos del evento, para poder llegar a una sensación de mayor realismo que la que se ha transmitido oficialmente. Tal es el caso del repaso que nos dio en las vísperas del viaje, el ministro alemán de finanzas que vino a dejar claro que nuestro país aún tenía reformas estructurales pendientes que no debía de demorar, tal como ha sido el caso de la reforma del sistema de pensiones, acometido casi por la fuerza esta semana, donde se queda patente que habrá que trabajar más tiempo para cobrar menos cantidad de pensión. Hecho que supone un nuevo recorte a los trabajadores españoles en activo que pretendamos acceder el día de mañana al cobro de una pensión del sector público, y que por consiguiente no es una noticia feliz para estos. Si bien, hemos de felicitarnos por el complicado acuerdo alcanzado, ya que era uno de los ajustes necesarios, con el que podemos recobrar la esperanza en la sostenibilidad del sistema público de pensiones español.
            Aunque no es menos cierto, que otro elemento importantísimo para conseguir ese logro del sistema, lo representa también la necesidad de garantizar una constante de ingresos, que en lo posible sea creciente, compensando el número creciente de jubilados –conforme a los datos demográficos del país-, para lo cual habrá de arreglarse el dramático y difícil tema del inmenso paro que padece España, si se quiere culminar con éxito la operación iniciada con este acuerdo de ajuste de pensiones.
            Pero al propio tiempo, dados los críticos datos económicos que sigue padeciendo nuestro país, necesitamos un incremento de la productividad para poder arreglar el problema del desempleo y con ello el despegue económico, que a su vez es imprescindible para poder cumplir nuestros compromisos de pago con los acreedores externos; para lo cual, se ha sugerido, y se empieza a debatir sobre la corrección de los incrementos salariales en función del incremento del IPC, para pasar a hacerlos depender del rendimiento de las empresas, algo sumamente discutible, pues aunque sea razonable, no responde a criterios de justicia social, y habría que compensar esa medida –si finalmente se toma en consideración- con sus complementarias medidas de mejora salarial en caso de beneficios empresariales, no necesariamente en el mantenimiento de mínimos salariales, pues si hay movilidad a la baja, habría de haberla también al alza cuando las condiciones económicas fueran buenas.
            Igualmente quedan pendientes temas estructurales que quiten rigidez al sistema de concertación laboral como es el caso de dar mayor relevancia jurídica y social a los convenios de empresa respecto de los de sector, para acercar la negociación a las necesidades de cada empresa y de su colectivo social; algo que parece también lógico, aunque esto represente cierta pérdida de influencia de agentes negociadores (sindicatos y asociaciones de la patronal), a favor de los actores directos en cada empresa; también supone una interesante corrección del déficit representativo de legitimación que se achaca a los sindicatos y asociaciones de la patronal, que en algunos casos se señala en niveles de afiliación del 6% en el caso sindical.
            Naturalmente que habrá que profundizar en la reforma laboral habida que se ha quedado corta, a todas luces, mostrando su ineficacia en los resultados de empleo obtenidos.
            Por otra parte, queda pendiente también la reforma del sector financiero concerniente a las Cajas de Ahorro, que viene desarrollándose con extraordinaria lentitud –salvo algunos casos, que ya han hecho sus deberes de las reagrupaciones inducidas por la autoridad financiera-, pero que dada su evolución con sus importantes connotaciones políticas en sus respectivos territorios, parece ser que no ha convencido a nuestros acreedores europeos, pues se está tomando en consideración un giro copernicano en el sector, cual es el caso de su transformación en banca comercial con su salida accionarial a bolsa. Si bien en algunos casos habrían de ser previamente saneadas, con el consiguiente temor de su venta a “precio de saldo”. ¿Acaso sea ese el interés de nuestros acreedores alemanes?. Si así fuera, habría que tratar con la mayor delicadeza el tema, pues no se puede molestar a quien te presta ayuda dineraria, aunque tampoco se puede haber dejación de la defensa de los propios intereses españoles.
            Con todo, se presenta un difícil devenir en el curso del presente año, en el que nuestros gobernantes –hipotecados por los procesos electorales a la vista- no se atreven a realizar movimientos de ajuste económico que necesariamente traerán malestar social y desgaste político que no quieren asumir ninguno; pero al propio tiempo, nuestros acreedores nos apremian a corregir el rumbo para no verse negativamente afectados por los perniciosos efectos de una economía española que no acaba de salir del bache, y en esa tensión aún hemos de debatirnos, con la natural pérdida de confianza política y económica en el ámbito exterior, y especialmente de nuestros socios de la UE. Algo así, parece ser “producto del guión” político interno fijado.