lunes, 25 de julio de 2011

EL FANATISMO IDENTITARIO


El presunto asesino en masa noruego que ha matado a un centenar de personas, con su doble atentado, había dado muestras de un radicalismo fanático e islamófobo –que se conecta, de forma paradigmática, con sus homólogos contrarios, terroristas islámicos-. Siendo ambos dos caras de la misma moneda, que constituyen el paradigma de fanático identitario, con rasgos sociopáticos –especialmente a lo que les resulta diferente, desconocido, que lo viven como invasivo-.


En el presente caso, se envuelve en unos rasgos identitarios de derecha totalitaria, a la defensiva de lo propio –su cultura, sus valores tradicionales-, incluso con tintes religiosos naturalmente integristas, en los que el diferente representa el peligro, el riesgo, por consiguiente, se convierte automáticamente en enemigo. Pues convencido de que pugnan por la existencia y el mismo espacio vital, resulta indefectible el enfrentamiento –en esa forma patológica de pensar-. Así se envuelve en los símbolos comunitarios (nacionales, tradicionales) e incluso se rodea de mitología épica al efecto, en el caso que nos ocupa, se considera un “cruzado” en su lucha contra el infiel islámico. Tachando de traidores a los políticos de su comunidad que transigen con los valores ajenos, toleran otras culturas y otras formas de creer y pensar.

Pero esa inflexibilidad de carácter, de personalidad inmadura, que necesita certezas ante la incertidumbre vital, que requiere seguridad ante lo desconocido, pues se siente inseguro; resulta que no es unilateral, sino multilateral, pues se da también en otros ámbitos culturales, y mientras en este caso, nos encontramos con la emulación de un “cruzado”, en otros nos encontramos con un yihaidista que en el nombre de Alá la emprende contra lo que representa diferencia con su cultura, su forma de ser, en definitiva su identidad.

Las características son idénticas, en uno y otro caso, pues “no hay nada que se parezca más a una superficie cóncava, que una convexa”. Si bien, los rasgos identitarios que reafirman y dicen defender son distintos, son los propios de sus respectivas culturas, de sus respectivas sociedades, inmersas en diferente ámbito de la civilización humana.

Acaso en algunos supuestos, la incorporación a estos grupos radicales provenga de la decepción y la desesperación de la falta de salida económica y social, de un progreso humano sistemáticamente negado por la conjunción de fuerzas de diversa etiología y alcance geopolítico. Que puede hacer de la desesperación una indeseable alianza con la inserción en grupos violentos antisistema, que reivindiquen un cambio radical, como salida y solución a todos los problemas socio-económicos. Aunque este, no parece ser el caso del presunto autor de la masacre noruega, sí suele ser una importante causa determinante entre el islamismo radical. Lo cual, requerirá medidas específicas de justicia social, industrialización, comercialización, y democracia en esos países, que pasaron de una sociedad medieval –tras la descolonización- a unos regímenes cerrados en manos de unas sagas familiares que se han perpetuado en el poder, y que tienen que acabar de entrar en la modernidad para su puesta al día, en el progreso económico y social.

Aunque esa medida puntual, con ser importantísima, no sería definitiva, si no se da una mayor culturización de las sociedades –occidentales y orientales, del norte y del sur del planeta-, presentando la diversidad como respetable y válida para cada quien, e inicua para el diferente. Hay que ir asumiendo lo diverso, lo desconocido, en términos convergentes, de cooperación, e incluso de fraternidad del género humano. Sin que tal hecho determine riesgos, miedos, y mucho menos odios infundados.

Algo así resulta muy necesario, por vía de la predicada “alianza de civilizaciones”, ya defendida por la ONU y por diversos gobernantes del mundo, para promover el mutuo conocimiento y respeto, evitando tópicos fatalmente contagiosos, menosprecio, o avasallamiento de unas culturas por otras. Empezando por los diferentes fenómenos religiosos, que no siempre se han entendido como elementos de paz y concordia, desterrando conductas sectarias, totalitarias, integristas y violentas, como socialmente perniciosas para la saludable convivencia nacional e internacional.

domingo, 24 de julio de 2011

EL REGRESO DE JOSE TOMÁS

Celebramos el regreso a los ruedos de José Tomás, tras más de un año de ausencia por una gravísima cogida. Celebramos, incluso las pasiones que el diestro levanta entre la afición a la fiesta taurina, otorgándole una considerable popularidad a la misma.


Si bien, dicho lo anterior y sin dudar de la valentía del torero de Galapagar, hemos de preguntarnos, si el arrojo del diestro ante el toro es simplemente temerario o tiene algún ingrediente patológico añadido. Pues su manera de torear arriesgando tanto su propia integridad, lo sitúa en unos límites morales de difícil asunción. Y deberían hacer reflexionar al propio diestro y a su entorno sobre el exceso de riesgo asumido, comparativamente superior al que regularmente asumen otros toreros.

Su introversión, su gesto aparentemente descuidado, y su conducta casi “suicida” en los ruedos, impresionan de melancolía y tono vital bajo, llegando a forjar un mito en torno a su persona.

A la vista están las cornadas y múltiples percances sufridos, cuya relación directa con el riesgo asumido parece evidente. Pero lo peor, resultaría del hecho que la afición le siguiera por su arriesgada forma de torear, sobre la base de un inconfesable morbo que lleva a ver cómo otro ser humano se juega la vida cada tarde que torea, de forma más cruda que cualquiera de sus compañeros. ¡Eso sí que sería auténticamente inmoral!.

Y el colmo sería el hecho que –como en todo negocio- cuanto mayor demanda haya mayor precio se alcanza, y más rendimiento mercantil se obtiene. En Valencia se agotaron las localidades, y al decir de las crónicas, quedó mucha gente con la intención de asistir, pero que no lo pudo hacer por falta de entradas.

Asistir a ver una corrida de José Tomás –más allá de su peculiar arte taurino- es tener asegurado un espectáculo de alto riesgo. Al punto de tener que preguntarnos, igualmente, ¿qué puede tener de artístico ver a una persona exponer gravemente su vida?.

De hecho, en su reaparición en Valencia, tuvo un espectacular revolcón, del que afortunadamente salió indemne.

Todo lo anterior nos lleva a una pública reflexión, haciendo votos porque el eximio torero reconsidere su personal mito generado, se quiera un poco más a sí mismo, y practique un modelo taurino de menos riesgo, lo que no tiene porqué estar reñido con la estética de los cánones taurinos. Al tiempo que socialmente no se socialice el riesgo personal como un valor, en sí mismo, y mucho menos estético en un espectáculo, del que se generen amplios beneficios económicos. ¡No parece que esta última consecuencia sea ética, ni socialmente deseable!.

jueves, 21 de julio de 2011

EXABRUPTO DE ROSELL, “EL PATRÓN DE PATRONOS”

El refranero español –con su sabiduría popular- ya acuñó un famoso dicho: “si quieres saber quién es fulanico…, dale un carguico..”. Y realmente es una verdad axiomática.


Así, un tal Rosell –recientemente nombrado presidente de la CEOE-, “patrón de patronos”, ha mostrado su parecer en lo de la crisis económica, respondiendo típicos tópicos, en vez de a razones técnicamente fundadas, como sería de esperar en un personaje de su talla pública.

Así, en una conferencia se “descolgó” con un análisis propio de la más pura demagogia de la derecha ultramontana, poniendo en el centro de la polémica a los funcionarios públicos, de los que soltó alguna “perla” más propia de “barra tabernera” que de un foro de iniciados a la economía y a la empresa al que se estaba dirigiendo.

Señalando la falta de productividad, exceso y prepotencia de este sector de trabajadores. En el que como todo colectivo, habrá de todo, pero generalizar es injusto.

Pero además, olvida el tal Rosell que los funcionarios públicos –no son un ente autónomo, que se autogenera a sí mismo-, ya que están dirigidos por la clase política, emergida mayoritariamente de las urnas, que dirige las Administraciones Públicas (central, autonómica, local e institucional). De forma que cualquier acierto o desacierto en los medios humanos para gestionar los servicios y el ámbito de lo público, es imputable a los ejecutivos que los conducen. Luego la crítica o el aplauso hágalo Rosell a los “patronos públicos”, que en esta España autonómica, se nutren de la diestra y siniestra –dicho en términos políticos-. ¡Sea valiente, y haga una crítica política, si es eso lo que piensa…!. No arremeta directamente contra los empleados públicos.

Por otra parte, podemos estar o no de acuerdo con el dimensionamiento de las Administraciones Públicas en España, y en particular con el régimen autonómico. Pero eso es otra cuestión, además para foros de especialistas, y desde luego en función de los programas políticos que obtengan el respaldo mayoritario de la ciudadanía. ¡Así se deben hacer las cosas en una democracia!.

Pero antes de ello, tendría Vd. que haber hecho un repaso sobre sus “colegas de la patronal”; pues salvedad de pequeños y medianos empresarios –a los que Vds. no suelen representar-, no pocos empresarios en este país, gestionan sus empresas de forma peculiar (infrafinanciadas –con altos índices de endeudamiento-, con subempleo –en condiciones laborales injustas-, escudándose en los costos laborales y fiscales, etc.). ¡Qué lejos están del empresariado alemán, por poner un ejemplo del entorno…!, pues asume –a diferencia de muchos de aquí- su “responsabilidad social corporativa”. ¡Por cierto, de nada de eso, le escuchamos hablar...!. Y eso sí que afecta directamente a un pronto remonte de la crisis. ¡Falta cultura empresarial en nuestro país…!.

Así que antes de señalar impúdicamente a los trabajadores públicos, cayendo en los tópicos pseudochistosos, fíjese Vd. más en su entorno, en sus próximos, diríjase a este con el mismo desparpajo que lo ha hecho al colectivo funcionarial, y aprémieles a que sean auténticos profesionales de la empresa, solidarios, y asuman su responsabilidad social en tiempos difíciles, que es cuando más falta hace.

miércoles, 20 de julio de 2011

75 ANIVERSARIO DE UNA TRAGEDIA NACIONAL


Acaba de recordarse una trágica efemérides, cual es el caso del inicio de la Guerra Civil española, el 18 de julio de 1936, y como tal ha sido sentida entre los españoles. Pues dicho conflicto dividió inexorablemente a la sociedad española en dos bandos irreconciliables por mucho tiempo, porque mucho fue el odio que generó.


Siempre se ha dicho que las guerras duran 100 años, pues más allá del tiempo de conflicto, suelen perdurar los daños morales durante la vida de varias generaciones. Por tanto, sólo cuando los actores inmediatos del conflicto dejan de existir, es cuando realmente el conflicto decae en intensidad, e integra la historia en la memoria colectiva de una sociedad.

La Guerra Civil en España vino a ser la catársis que la sociedad española había venido encubando desde el transcurso del S. XIX, unida a la revolución social y política en que abocó el país, como anteriormente lo fué la Revolución Gloriosa en Inglaterra, o la Revolución Francesa entre nuestros vecinos del otro lado de los Pirineos.

La profunda crisis en que se vió sumida España con la Guerra de la Independencia, las guerras carlistas, y el hundimiento del Imperio con la pérdida de las últimas colonias de ultramar, la restauración canovista –régimen al servicio de la vuelta monárquica, que pronto se agotó-, generaron el cauce de un cúmulo de problemas de una sociedad auténticamente en crisis, que desembocó en un régimen republicano, por el que casi ninguna de las principales fuerzas políticas apostó.

La derecha católica conservadora, la monárquica, la extrema derecha, pusieron de manifiesto su animadversión por el régimen republicano, e incluso algunos su simpatía por los nuevos ideales filofascistas. Por otra parte, los anarquistas, comunistas y socialistas pronto fijaron su atención en la Revolución Comunista Rusa, de forma que una República demoliberal no acomodaba apenas a pequeños sectores de la población. Y así sucedió que casi nadie apostó por el régimen republicano, lo que además supuso que en plena Guerra Civil se diera una auténtica revolución social entre la ciudadanía española.

Por consiguiente, los resultados trágicos no eran sino una consecuencia de la confrontación de posiciones políticas enconadas, favorecido por el curso histórico del país, y por el contexto internacional sumamente inestable tras la I Guerra Mundial, que fue preparando el paso a la II gran confrontación.

Si bien, lejos de consideraciones épicas –que en otro tiempo se hicieron, por parte de los vencedores, que son los que se apropian del relato histórico-, hemos de considerar la triste situación de violencia, odios, venganzas y confrontación que duró décadas. Pues cuando cesó la actividad bélica del campo de batalla, comenzó una labor depurativa de persecución y aniquilación del enemigo vencido, que tantas vidas truncó –física y moralmente, según los casos-.

Por eso, la transición política fue una solución paliativa entre los bandos en conflicto, que aún mantenía dividida a la sociedad española de final de la década de los setenta del pasado siglo. Lo que fue factible por la generosidad y altura de miras de sus actores principales, de uno y otro bando, especialmente guiados por el empeño del nuevo monarca que sabía que para conseguir la paz sobre una sociedad dañada requería del apoyo y consenso de todas las fuerzas políticas para que entre todos se abriera un nuevo capítulo de normalización de la convivencia española. ¡Y así fue..!.

Pero como toda obra –por sólida que sea- requiere con el tiempo su renovación, su adaptación, restañando las fisuras que el paso del tiempo vuelve a generar. Quizá sea este ese momento, en que la “obra de la transición” –tres décadas después- alivie sus nuevas tensiones y restañe sus nuevas fisuras. Tales como el arreglo del Título VIII de la Constitución, respecto de las Autonomías, la ley electoral, la equiparación de sexo en la sucesión monárquica, la adaptación o eliminación del Senado, y sobre todo un auténtico régimen de separación de poderes, que en la actualidad no resulta asegurado en nuestras altas instituciones.

Y esa labor, pese a la actual crisis económica y social, habría de llevarse a cabo con celeridad, con generosidad política, con altura de miras de todas las fuerzas políticas, como las tuvieron sus antecesores que hicieron la transición; mediante la concertación política y social que haga próspero y viable el proyecto común que nos debe unir a todos los españoles. Dejando en la memoria activa las pedagógicas lecciones que la historia nos reserva de nuestro pasado, por trágico y lamentable que sea.

domingo, 17 de julio de 2011

RAJOY Y RUBALCABA: CANDIDATOS LASTRADOS EN MOMENTOS DECISIVOS


Tanto Rajoy como Rubalcaba dan comienzo a la precampaña electoral con sendos contrapesos, que les va a hacer perder credibilidad pública, al tiempo que le restará apoyos de sus hipotéticos votantes. Ya que a uno y a otro, les pesa el lastre de episodios negativos entre sus próximos, como son la imputación judicial de Camps –en el caso de Rajoy- y la de altos cargos de Interior por el caso faisán –para Rubalcaba-.


Se podrá decir que ambos casos son diferentes, que no tienen comparación, y jurídicamente no la tienen. Pero ética y políticamente comparten el hecho de ser actuaciones reprobables –de ser ciertas las acusaciones-, y en su caso, jurídicamente perseguibles.

Rajoy y Rubalcaba deberían rechazar esas praxis políticas, personalmente como en su entorno más próximo, para poderse presentar con una determinación de regenerar la vida pública española. Y de no poder hacerlo, deberían renunciar a un liderazgo que ya comienza condicionado por oscuridades o servidumbres políticas, dejando que de sus respectivos partidos emerjan líderes renovados, con nuevas ideas, sin hipotecas de un pasado poco decoroso. Pues la crisis económica y política es de tal calibre que requiere grandes soluciones, plena dedicación y alta credibilidad para ganar la confianza pública en España y en el exterior. La agenda política no la puede estar ocupando las filtraciones del faisán, ni los trajes de Camps, en un país con casi 5 millones de parados, con una economía al borde del colapso, y con una caótica distribución del poder territorial. Extremos que requieren urgente atención y solución.

Pero por si esto fuera poco, al PSOE le aparece un incidente en el que se ha visto implicado uno de sus senadores - Curbelo- que según lo que ha ido trascendiendo a la prensa, no resulta muy presentable, en cuanto a las actitudes que se esperan de un servidor público. Por lo cual, el propio PSOE está dejando entrever su desmarque. De igual forma, también el PSOE tiene en precaria situación a otro senador, Manuel Hurtado, que ha sido llamado a declarar ante el Tribunal Supremo –dado su aforamiento- por gestiones dudosas de su etapa de alcalde de Ceutí. Y del que también debería prescindir para que se defienda oportunamente de toda sospecha que sobre su gestión municipal se cierne. Habida cuenta que, dada su larga trayectoria política, ya ha prestado prolongados servicios a la comunidad y resulta oportuno ir cediendo el paso a nuevas generaciones de políticos con nuevas ideas y talantes. Y así, grupo por grupo, hasta acabar con políticos “quemados” o “bajo sospecha” posibilitando la necesaria regeneración que requiere la política en el momento actual.

lunes, 11 de julio de 2011

RUBALCABA: ENTRE EL PRÓLOGO Y EL EPÍLOGO



El PSOE está procurando hacer, lo que debió hacer hace un par de años, cambiar un liderazgo de coyuntura –que ya estaba agotado-, reorientar su proyecto hacia la izquierda social, y marcar un rumbo que facilite la salida de la crisis económica  en la que nos ha metido la “globalización económica”.  Si bien estos cambios, los está haciendo con la urgencia del último debacle electoral sufrido, y de la próxima cita electoral –antes del año-.
Para ello, el PSOE ha propulsado a primer plano a Alfredo Pérez Rubalcaba, un experimentado político, que ha desempeñado varias carteras ministeriales en los gobiernos de Felipe González y de Rodríguez Zapatero. Hombre culto, inteligente, que potencialmente resultaría capaz de liderar el proyecto socialdemócrata en España. Pues cuenta con el respeto de los suyos y con la preocupación de sus adversarios -¿por algo será?-.
Sin embargo Rubalcaba –pese a estar bien valorado en las encuestas- llega a asumir esta dura empresa en uno de los peores momentos, con la gravedad de la crisis en su punto áljido, con un proyecto socialista “quemado”, y con unas encuestas electorales que parecen marcar un cambio de ciclo a favor del PP.
Así  pues, Rubalcaba tiene que rearmar ideológicamente a un socialismo español que se ha aburguesado, que en cierta medida ha abandonado al sector de izquierda que tradicionalmente representaba; ya que Zapatero más que una política socialista, ha venido ejecutando una política radical (o “liberal-radical”, de centro izquierda), donde lo que primaba era un supuesto avance en los derechos civiles (matrimonios gays, aborto, memoria histórica, cuotas femeninas de poder, etc.). Entre tanto la política social de izquierdas, obrera, de defensa del trabajador –que tradicionalmente ha sido feudo social-comunista, ha sido relegada por esos planteamientos de supuestos “avances de derechos”-.
Por todo ello, ha sido muy importante el apunte de “giro a la izquierda” de Rubalcaba en su primer acto como candidato socialista a las elecciones generales. Hay una gran masa electoral, de clase media y clase trabajadora, en general, que están padeciendo con gran crudeza los efectos de la crisis económica, que no han generado. Frente a una banca –que por codicia, o error del sistema de globalización, y por supuesto de desregulación- está siendo asistida por el Estado (cuando debió controlarla mejor antes), y que parece no estar dispuesta a perder en sus cálculos de los grandes números. Lo que lleva a una asfixia del pequeño y mediano empresario por unas restricciones crediticias excesivamente duraderas, que  además, comprometen el mantenimiento del sistema económico. Ante lo cual, un gobierno no puede estar inerme, ni exclusivamente pendiente de lo que le marque la banca alemana o la eurozona. Por consiguiente, buenas son las propuestas de generación del impuesto de patrimonio –que derogó el propio Zapatero-, e incluso un impuesto a la Banca, pues no es éticamente presentable que en medio de toda esta marejada económica sigan publicando los astronómicos beneficios con que nos sorprenden. ¡Es hora que arrimen el hombro…!.
Pero sin embargo, no dejemos de lado, que Rubalcaba ha compartido gobierno con Zapatero, respecto del cual ha de distanciarse políticamente, si quiere remontar expectativas. Aunque no hemos de llegar a la simpleza de algún mensaje de la prensa afecta a la derecha de tachar a Rubalcaba como más de lo mismo, pues tal hecho, también sería predicable de Rajoy respecto de Aznar. Y sin embargo, hemos de convenir que aunque las personas sean las mismas, los momentos son distintos, y los gabinetes también, pues el que marca rumbo es el Presidente, los ministros ejecutan las políticas departamentales según el rumbo marcado.
En cualquier caso, parece que se tienen que definir los dos modelos (del PP y del PSOE) para las próximas elecciones generales –adelantadas o no-. De manera que así se presenten las dos modalidades posibles de política de gobierno, de forma más nítida y definida que hasta ahora. Por un lado el proyecto liberal conservador del PP, y por otro el proyecto socialdemócrata del PSOE. Probablemente esa sea la clave ideológica que definitivamente pueda marcar el discurso y la orientación de la próxima campaña.
Para ello, Rubalcaba habrá de ser más “epílogo” de la política de Zapatero, y “prólogo” de una nueva política, de unas nuevas ideas más sociales, más eficaces, más realistas, y de menos “brindis a la galería”.

lunes, 4 de julio de 2011

El corredor ferroviario mediterráneo versus desconexión ferroviaria con Andalucía


Hay temas que son un continuo retornelo, pues se repiten esporádicamente como por ensalmo, para luego volver a caer en el olvido general. Uno de estos temas que de vez en cuando aparece para posteriormente desaparecer es la conexión ferroviaria entre Levante y Andalucía por Murcia, como existió hasta hace treinta años, en que cayó en desuso y se cerró, argumentando entonces la escasa rentabilidad de dicha red ferroviaria.
De manera que se abandonaron cientos de kilómetros de infraestructuras ferroviarias entre Murcia y las vecinas capitales andaluzas de Almería y Granada. Tiempo atrás quedaron los famosos trenes correo que diariamente unían Granada y Almería con Barcelona, que tan gran servicio prestaron a una población andaluza y murciana en los años de la emigración a Cataluña.
Sin embargo, no ha faltado quien de vez en cuando haya echado en falta dicha conexión, que se acabó enlazando por carretera, pero que con el discurrir del tiempo, con la llegada de la alta velocidad, de las infraestructuras turísticas en dicho ámbito geográfico, y también motivado por el desarrollo agrícola y ganadero de Andalucía Oriental, junto a la Murcia del trasvase Tajo-Segura, ha supuesto –que más allá de la restauración del enlace ferroviario habitual- se piense en un “corredor ferroviario del Mediterráneo” que facilite las comunicaciones entre Levante y Andalucía, tanto en el ámbito turístico como en el ámbito de transporte de mercancías que favorezca una mejor y más económica comunicación de los productos agropecuarios  andaluces con Levante, Cataluña e incluso con la UE.
Tal hecho supondría un nuevo revulsivo tanto a Andalucía oriental –alejada del centralismo sevillano-, pero también podría mejorar la situación del Sureste incluyendo a Murcia, que se ha ido ubicando como “fin de trayecto”, como rincón último de difícil e incómodo acceso, que de esta forma emergería de dicho estado de relativa postración en dos sectores económicos vitales de la Región de Murcia – el turismo, y la producción agropecuaria- que se verían reforzadas en un momento clave de necesario apoyo para su desarrollo, para lo cual se necesitan mejoras estructurales e infraestructuras adecuadas al efecto.
Sin embargo, una vez más aparecen tenebrosos e insolidarios proyectos de “obviar a Murcia” de ese proyecto, enlazando Alicante con la Mancha y a su vez, esta con Andalucía, en una irracional hipotenusa de un triángulo que buscando el resultado de lo inmediato, ignora la existencia de la otra ruta triangular que contemplaría su paso por Murcia, que beneficiaría a todo el Sureste, ante lo que Murcia no puede dejar que se le ignore, por complicados que sean los actuales tiempos para abordar gastos públicos. Aunque siempre se ha dicho que los gastos en infraestructuras – a diferencia de los gastos corrientes- son inversiones más que gastos, que predisponen a la mejora de condiciones y a una mayor competitividad dentro del entorno de la UE donde nos ubicamos.
Quizá lo de menos sea, si hablamos de alta velocidad ferroviaria o simple mejora de infraestructuras de red, estaciones y convoyes ferroviarios. Lo importante resulta que se aborde aunque no sea un nuevo trayecto de alta velocidad, pues con el mero hecho de una mejora de la red viaria que permita el tránsito del Euromed –como ya tiene Alicante, desde hace años-, probablemente sea lo necesario para restaurar la línea y rehacer esa infraestructura ferroviaria del arco Mediterráneo que facilite el acceso de visitantes y productos, así como la salida de los mismos de forma cómoda y eficiente así como su conexión europea a través de la red francesa de ferrocarriles.
Y de esta forma se corrija un error histórico que llevó al abandono de una conexión ferroviaria estratégica, por mor de unos cálculos económicos contingentes.