domingo, 27 de noviembre de 2011

EL PSOE, ENTRE LA REFORMA Y LA CONTINUIDAD



Ante la doble derrota electoral, autonómica-local y estatal, con descensos históricos, el PSOE se tiene que plantear necesariamente ¿qué es lo que ha sucedido, para que las urnas le hayan castigado de forma tan decisiva?, pues en ambos procesos electorales ha perdido importantes cuotas de poder territorial y también el gobierno de la Nación. Lo que ocurre es que cuando uno “abre ese melón” ha de estar dispuesto a hacer los cambios precisos para volver a reflotar la nave hundida.
Pero, a tenor de cómo se están desarrollando los acontecimientos, no parece que la actual ejecutiva nacional de Ferraz esté dispuesta a “levantar las alfombras” y desee llegar a las últimas causas del desencuentro entre el partido y el electorado, que en otro tiempo le otorgó su confianza, y sin embargo, se ha sentido defraudado, especialmente después de la gobernación de Zapatero en esta última legislatura, en que la mala gestión de la crisis económica ha llevado a conseguir la cifra record de los casi cinco millones de parados, que no tiene apenas parangón en el entorno de los países de la UE. Y eso, precisamente desde un gobierno que pertenece a un partido apellidado de obrero.
Lo que ha trascendido de la Ejecutiva de este sábado en Ferraz, no parece que haya apuntado a razones últimas, sino a seguir una terapia epidérmica, que lo aplaza todo al Congreso anunciado en febrero, en el que las distintas facciones ya prepararán el terreno de batalla –si ven posibilidades de victoria-, o por el contrario de un pacto que culminaría en un “nuevo abrazo de Vergara”, que sólo aplazará la crisis interna que ya viene padeciendo el PSOE, en el que la sucesión de Felipe González se cerró en falso –en la lucha entre guerristas y supuestos reformistas- dando como resultado el nombramiento –por “reducción al absurdo”- de Rodríguez Zapatero, que finalmente ha acabado pasándonos factura a todos, socialistas y no socialistas, por una gobernación insustancial, frívola, entregada a un pseudoprogresismo, y escasamente social, que nos ha llevado al abismo. También a su partido.
Con todo, el PSOE si quiere retomar el rumbo de un partido socialdemócrata, habrá de hacer bien sus deberes de regeneración interna. Sus militantes habrán de exigir que el “aparato” esté al servicio del partido, no de la facción dominante, y propiciar un Congreso abierto, libre; propiciando la mayor participación posible, facilitando la concurrencia de candidaturas a los órganos rectores, promoviendo la participación de toda la militancia con su voto, sus discursos internos, sus reflexiones políticas, sus debates, que conecten de nuevo con la sociedad, abriendo las puertas del partido, de su discurso, de su programa, poniéndose al servicio de la ciudadanía, escuchándola de verdad, poniéndole límites a los mandatos, promoviendo elecciones primarias para los cargos públicos, promoviendo la figura de diputado y concejal de distrito, al servicio de los ciudadanos, programando despacho público con la ciudadanía, etc.
En la medida que se abra al pueblo, de verdad, se alejarán los intereses de facciones internas, de barones –que han sido la perdición antidemocrática de los partidos-, y de esa manera se podrá empezar a trabajar por la sociedad de forma desinteresada, lo que representará de nuevo un mensaje claro, limpio, directo, que conectará otra vez con las clases medias y trabajadoras del país, al que previsiblemente debe dirigirse su proyecto político.
Pero para ello, habrán de recurrir a una nueva generación de militantes, pues la Era de Felipe y la de Zapatero, ya están quemadas. Es la hora de la renovación auténtica, de igual forma que Felipe, Guerra y compañía asumieron la reforma de Suresnes, y el PP asumió la reforma de Aznar, que liquidó a todas las “viejas glorias” franquistas de la transición, unió el partido, y le dio tintes de derecha moderna europea; el PSOE requiere otra reforma profunda en esa línea, que supone también el necesario cambio generacional, que lo haga realmente creíble ante la ciudadanía especialmente ante sus votantes. Profundizando en programas políticos socialdemócratas, con personal compromiso político de sus defensores, que no deben aparecer como profesionales de la política, sino como coyunturales servidores de la ciudadanía a la que pretenden representar con un eficaz programa de acción política de izquierdas y centro izquierda.
En cualquier caso, la palabra la tienen los militantes del PSOE, si se acaban de imponer ante la maquinaria de poder que lleva manteniendo un “statu quo” más de tres décadas, que los electores ya rechazan.

lunes, 21 de noviembre de 2011

GANA LA DERECHA EN ESPAÑA, ANTE LA INSENSIBILIDAD DE LOS MERCADOS



Abrumador triunfo del PP, con fuerte descenso del PSOE, y cabida de otras opciones políticas en el Parlamento, tanto nacionales (UPyD, IU) como nacionalistas (PNV, AMAIU, CIU, ERC), que matizan una mayoría absoluta de la derecha triunfadora de tendencia centrípeta, hacia posiciones periféricas centrífugas, no siempre cooperativas en la acción de Estado.
El electorado ha castigado los errores del anterior Gobierno socialista, especialmente el fracaso que ha tenido en política económica con un paro de casi cinco millones de personas; que acosado por los mercados de la deuda, le han puesto contra las cuerdas en diversas ocasiones, y que la oposición de derechas –ganadora de las elecciones- no ha dejado pasar inerme por su continua labor opositora de desgaste, buscando la confrontación electoral, conocedora del posible rédito que le podía reportar, como realmente ha sido.
Ahora bien, una vez alcanzado el poder legítimamente, de forma amplia, el PP tiene ante sí una dura labor por cuanto habrá de hacer difíciles equilibrios internos y externos, para no tensionar la situación político social con los necesarios recortes económicos, y al tiempo ganarse la confianza de los acreedores de la deuda española, para que dejen de estrechar el cerco sobre la economía española, y hagan posible su viabilidad con la consiguiente salida de la crisis actual.
Así, Rajoy habrá de granjearse un liderazgo nacional de consenso de la sociedad española, que le permitan aplicar una cirugía eficaz en el recorte del gasto público, y en la reducción de las Administraciones Públicas, al punto de tener que recomponer el inviable sistema autonómico generado en la transición política del final de los años setenta del pasado siglo; pero al mismo tiempo, también habrá de ganarse el respeto de los líderes europeos, especialmente de los que tienen influencia directa en los acreedores bancarios, especialmente franco-alemanes, para que le permitan hacer los reajustes necesarios, pero de forma indolora que no altere la paz social interna.
Y así, aunque ayer Rajoy decía que no cabían milagros, no es menos cierto que propagó una especie de hipótesis durante la campaña electoral, según la cual, con un cambio de gobierno que diera más seriedad y rigor, los mercados se calmarían y darían confianza al país. Pero tal hipótesis se ha revelado equivocada el primer día posterior al relevo electoral, en que los mercados han mantenido la prima de riesgo sobre los 460 puntos sobre el bono alemán, y la bolsa ha caído más de un 2%. Por tanto, nada de nada. El dinero sólo atiende a razones económicas, apenas políticas, y menos sentimentales.
Por consiguiente, esperando haya estado más acertado en sus otras hipótesis sobre la recuperación económica –por el bien del propio país-, habremos de estar atentos a la adopción de medidas reales y eficaces que den seguridad en medio de tanta inestabilidad de una economía que en un par de años se ha ido desmoronando sin que se haya llegado a dar con la solución de su restablecimiento.
Además, una vez que se ponga a hacer arreglos en el país, sería oportuno que empezara por pactar una reforma de la ley electoral, aunque sólo sea en la consideración del Estado como circunscripción única, pues es escandalosamente injusto para un país que se precie de democrático, que formaciones como AMAIUR con 333.628 votos (1,37%) tenga 7 diputados, PNV con 323.517 votos (1,33%) tenga 5 diputados, CIU con 1.014.263 votos (4,17%) tenga 16 diputados, en tanto que IU-LV con 1.680.810 votos (6,92%) tenga 11 diputados, y UPyD con 1.140.242 votos (4,69%) tengan 5 diputados –sin poder obtener grupo parlamentario propio-. Estas sonoras diferencias, con un tratamiento diferente, y consecuentemente injusto. Supone que en España el valor personal del voto de cada ciudadano no tiene el mismo valor, y eso es muy grave en democracia, porque representa una importante e injusta fractura de representación, que además favorece a los partidos autonómicos –que curiosamente son los que menos interés de Estado Nacional manifiestan-, lo cual es torpemente nocivo para la política propiamente española.
Así pues, el PP tiene una ingente labor de gobierno por delante, nada sencilla, que habrá de ir gestionando con mucho tacto, reconociendo los posibles aliados en la defensa del Estado, a los que necesitará para los necesarios cambios económicos y políticos, así como para la administración de la “paz vasca”, que el PSOE en sus veleidades políticas no llegó a concretar, pues ni la ETA ha entregado las armas, ni hay más que una vaga declaración de intenciones de abandono de la lucha armada, a cambio de lo cual, el Gobierno de Zapatero abrió los cauces democráticos para esos sectores políticos vascos que encima están hiper-representados en el Congreso. Ante los que el nuevo Gobierno debe actuar en un difícil equilibrio entre una frágil paz, y una escasa integración política, dados sus contumaces planteamientos de autodeterminación, que para más inri tienen un efecto contagio en el nacionalismo catalán, más mercantilista que militarista.

jueves, 17 de noviembre de 2011

LA TIRANÍA DE LOS MERCADOS



Las turbulencias de la crisis económica no dan tregua a los países de la UE que están siendo diezmados por los ataques de los mercados, la especulación financiera, que so pretexto de inestabilidad –más artificial que aparentemente real-, encarecen exponencialmente el crédito, con lo que la espiral de degradación económica y social se antoja imparable, porque imparable es el “acoso y derribo” al que los mercados someten a los países en posición económica o política más débil.
Tal es así que incluso los mercados financieros –esos poderes fácticos- que rigen nuestros destinos, que se están cargando la unidad europea, con las acometidas a las economías más débiles de la UE, han llegado a derribar gobiernos, e imponer otros que más les acomodan, como hemos visto en los casos de Grecia e Italia, y que están incidiendo seriamente en la agenda de la campaña electoral española, imponiendo sus implacables condiciones al gobierno que resulte.
De forma que la economía está incidiendo y determinando la política en los países de la UE, algo que no se nos antoja casual precisamente, pues no suelen concitarse las fuerzas económicas en una magna operación de acoso y derribo al euro de forma totalmente circunstancial. Sino que parece responder a un “macropulso económico” mundial que le está echando el capitalismo económico a la UE para eliminar su creciente emergencia como bloque político y económico compacto de primera línea del orden mundial. Pero también, constatamos que la unidad europea se ha mostrado sumamente débil, al no reaccionar contundentemente, desde el primer momento, como un bloque compacto, para evitar estas acciones de acoso, y defender a sus miembros que se encuentran en situación más comprometida. Por el contrario, los países que están en posición económica más fuerte de la UE muestran una actitud rémora para ayudar a los más débiles, incluso están hablando de sanciones, limitaciones de soberanía, e incluso de suspensión de voto y capacidad de decisión y gobierno en la UE, como hemos podido apreciar de las últimas declaraciones de uno de los representantes del gobierno finlandés. Haciéndose así eco de la “tradicional ética calvinista” cuyas esencias captó y alimentó al capitalismo, según puso de manifiesto Max Weber; que en definitiva, postula el premio a los virtuosos y abnegados, y reserva el castigo para los díscolos y disolutos.
Incluso no faltan sugerencias de retomar la Europa de dos velocidades. Algo que si realmente sucediera, debería plantear el abandono de este constructo de mercaderes, que acaba por renunciar a la idea de la Confederación de ciudadanos europeos, en estado de igualdad. Pues tales abandonos, también conllevarán una dura factura para los “virtuosos”. Que tanto dinero también han ganado gracias a los mercados del sur, actualmente en dificultades.
Todo esto nos parece una subversión democrática, que deslegitimará los gobiernos que actúen de espaldas a sus ciudadanos, como meros recaudadores de los acreedores que controlan el poder político y económico europeo. Así que, la pretendida eficacia financiera, que no sea respetuosa con el mantenimiento de derechos sociales, y con la necesaria restauración del crédito en nuestras sociedades, no se contemplará por la ciudadanía afectada como justa. Por tanto, la recuperación económica ha de compaginar los proyectos de devolución de deuda, con los proyectos de reactivación económica que permita poder pagar la deuda, y vivir dignamente.
No se puede someter a las sociedades a un castigo derivado de una deuda, cuya gestación ha venido de las propias estructuras financieras mundiales, de su falta de regulación y control público, que ha dado con una espiral de pérdidas en bancos, que han retirado el crédito habitual, habiendo paralizado la economía de nuestros países. Y en ese colapso, es donde se encuentran, tanto las Instituciones Públicas, como los mismos ciudadanos. Los cuales, de no haberse parado la economía, seguirían respondiendo a sus compromisos de crédito, según los plazos pactados. Luego, la banca europea, especialmente la alemana y francesa – comprometida en el cobro de créditos difíciles-, deberían de facilitar la recuperación para que vuelva a dinamizarse y normalizarse la economía en Europa.
Y por otra parte, el eje franco-alemán que rige la UE debería de haber sido más ágil en las políticas solidarias de defensa de las economías europeas más débiles, debería de haber puesto en marcha un nuevo “Plan Marshall” para hacer frente a esta situación. Al no hacerlo, e ir por libre, actuando ahora de interventores de las economías en dificultades, asumen sólo el roll de defensa de su banca, antes que la propia previsión de viabilidad de la actual UE.
Todo ello ha contribuido a que los “tiburones financieros” hayan vuelto a desestabilizar las economías española e italiana con el incremento tan desproporcionado de las primas de riesgo, sin que ya se contenten con los relevos gubernamentales.
¡Inaudito…!. De seguir así, asistiremos a nuevas intervenciones, que suponen cesiones de soberanía, desprestigio, debilidad política y esclavitud económica. Probablemente estemos ante los “estertores de la UE”, especialmente si consiente que acabe por generarse esa nefasta situación en su propio seno. Algo que los EEUU han conseguido evitar en su propio país, pese a las dificultades por las que también han estado atravesando.

domingo, 13 de noviembre de 2011

LA OBLIGADA RETIRADA DEL “BERLUSCA”


Por fin se marcha Berlusconi (“Berlusca” para sus compatriotas críticos), tras más de tres lustros rigiendo la política italiana, aprovechando la profunda crisis en que cayó el país transalpino con el escándalo de “tangentápolis” que hizo que el régimen republicano instaurado tras la II Guerra Mundial se tambaleara, al caer los dos grandes partidos (democristianos y socialistas) fruto de una serie de tramas corruptas.
En esa situación, un avispado empresario, con su inmenso poder mediático, vio la posibilidad de acceder a la política con su nuevo partido “Forza Italia” creado para reagrupar a la derecha italiana, y realmente consiguió su objetivo, pues ha estado en el poder de forma permanente todo este tiempo.
Sin embargo, el pueblo italiano ha podido apreciar lo nefasto que son estos mesías de la política, instalados en un fácil populismo, que aprovechan las crisis políticas para medrar presentándose como los salvadores, ante la debacle y el desencanto general. Puesto que, en el caso de Berlusconi pronto se pudo apreciar el peligro aproximar, o más bien mezclar, intereses generales con los particulares, pues esto le ha granjeado un continuo litigio con la Justicia italiana, a la que pudo esquivar con su omnímodo poder presidencial y mediático, pero que finalmente no parece que vaya a poder eludir, para bien de la República Italiana.
Pronto la excentricidad del que se sabe ganador, triunfador, en todos los campos (empresarial, político, económico, social, mediático, etc.), al que todo le está permitido, hace aparición en la escena pública, llevando impúdicamente sus secretos de alcoba a la plaza pública. De ahí su estruendosa separación, sus inconfesables guateques, en los que al parecer ha participado hasta una menor, como si se tratase de un patético remedo de la decadencia del Imperio Romano; o presentándose como chistoso con poca gracia. Entre tanto, Italia que era una de las mayores economías mundiales, se ha ido sumiendo en una serie de gastos extraordinarios, y en tal estado de desidia que le ha llevado acometer una profunda deuda económica que le ha puesto al borde del precipicio y de su cuestionamiento internacional, especialmente de sus socios de la UE, ante los que ha levantado graves recelos de viabilidad económica.
Sin embargo, se ha resistido a marcharse, pero paradójicamente no lo ha echado ni la política, ni la justicia –que ha podido neutralizar-, ni tampoco los escándalos privados, en un país ya “curado de espanto”. Han tenido que ser sus propios colegas de las finanzas los que han forzado su caída, ante la evidencia de su poca credibilidad sobre la adopción de medidas de austeridad y recorte que habría de afrontar, y que el “cabaglieri” no parecía estar muy dispuesto a asumir; conocedor de que dichas medidas, antes o después le acabarían por enfrentar a una masa social aquietada en su mediocridad de un domesticado “bienestar”, que ha extendido el sopor por la sociedad europea que contempla pasiva cómo le “dan el cambiazo” en sus propias narices, y es incapaz de reaccionar.
Así tanto en Italia como en Grecia, los poderes fácticos europeos han cambiado los gobiernos, sin que los ciudadanos hayan dicho ni pío. En España, al menos podemos votar la próxima semana, otra cuestión es la confusa, opaca y contradictoria oferta electoral, entre la que el ciudadano debe elegir, como el que juega a la lotería, suponiendo que poco o nada bueno le tocará.

martes, 8 de noviembre de 2011

RAJOY – RUBALCABA UN DEBATE LIGHT


Ayer se celebró el anunciado debate culmen de la campaña electoral entre los líderes de las dos principales fuerzas políticas, Alfredo Pérez Rubalcaba (PSOE) y Mariano Rajoy (PP), entre los fastos preparados por los máximos gurús de los medios audiovisuales de la Academia de TV, moderados por Manuel Campo Vidal.
El evento aunque despertó el tradicional interés informativo, y en particular por la difícil situación económica y política de la UE, sin embargo apenas se entró en profundidad de los principales problemas que aquejan a los españoles. Sirviéndose un “producto light”, en el más puro sentido electoralista, sin que ninguna de las partes profundizara realmente en sus análisis, ni mucho menos en sus fórmulas para solucionar la problemática que se iba enunciando.
Con todo, resulta que el representante socialista tenía de partida una difícil labor, dada la torpeza de su gobierno en el afrontamiento de la crisis económica, que nos ha supuesto ser el país con mayor paro laboral de la UE. Además que el afrontamiento de la agenda política de Zapatero por mor de presumir de progresismo de salón, sin embargo no ha tenido una decidida defensa social, como prueba el hecho de la última deriva de su política laboral que le supuso la respuesta sindical de una Huelga General. Lo cual, ha supuesto que cunda el desencanto en los sectores de la izquierda política –que mayoritariamente ha representado el PSOE-, pues este sector social no se considera adecuadamente atendido por los socialistas con las políticas de los últimos años, habiendo dado como consecuencia una importante desmovilización del voto de izquierdas, como se puso de manifiesto en las pasadas elecciones autonómicas, en las que triunfó abrumadoramente la derecha. Por tanto, difícil labor la encomendada a Rubalcaba para que se haga merecedor del voto de ese sector desmoralizado, desmotivado, con sentimientos de abandono y pérdida en la crisis.
Por su parte, el representante del PP afrontaba el debate acariciando el triunfo anunciado por las encuestas, aunque más que por mérito propio y de su grupo, por el puro desgaste del gobierno socialista, a los que tampoco les ha prestado apoyo eficaz como oposición en esta difícil situación. Pero que sin embargo, para asegurarse el triunfo, no acaba de desvelar los procedimientos que piensa emplear en la acción de gobierno para salir de la crisis, con el fin de no asustar a la clientela política, y de no movilizar el voto en contra de la izquierda desmovilizada.
Sin embargo, fue a ese punto oscuro al que dedicó su empeño Rubalcaba para poner en claro ciertos puntos del programa de gobierno popular que –dentro de su redacción ambigua- pudieran entenderse como modificaciones al sistema de protección del desempleo, a las pensiones, o a la financiación de la sanidad y la educación; así como a las propuestas de reforma de la negociación laboral que hace el PP, que los socialistas califican de cesiones a la patronal y desarme de la protección social y laboral de los trabajadores. Siendo en esto muy hábil Rubalcaba, pues consiguió sacar de su guión a Rajoy y llevarlo varias veces a esos puntos conflictivos que no fue capaz, o no quiso aclarar.
Pero eso no exonera, la fácil crítica –por evidente- del fracaso de las políticas de empleo socialistas, cuyo anterior lema, para más Inri era “por el pleno empleo”, que ha podido pasar a la historia más como un brindis al sol que como una realidad lograda, por los perniciosos resultados conseguidos, que no pueden dejar indemne a cualquiera.
Más allá de todo esto, apenas se pudo evidenciar que se trataba de dos formulaciones distintas para acometer la crisis económica, la de la predicada austeridad del PP, y la de una austeridad amortiguada para preservar el “Estado del Bienestar” del PSOE. Cada una de estas formulaciones tiene sus pros y contras respectivos, y en todo caso, requiere de una mayor concreción que la que se dio por parte de ambos candidatos, así como precisa la colaboración de la ciudadanía  y de los poderes del Estado –agentes sociales, fuerzas políticas e Instituciones Públicas-, de forma consensuada a modo de un necesario “pacto de Estado” que fije el rumbo de la nave estatal sin mayor demora, con todo el impulso posible. Pero sin que se “quemen motores” en el esfuerzo, pues no sería justo ni razonable.
Así las cosas, cada cual que reflexione la fórmula con la que se identifica, por considerarla más razonable para aplicarlas en el momento presente, y de forma decidida emita su voto.
En este punto, partimos del análisis de lo que apreciamos en el debate, según la “fórmula a dos” –de los partidos más representativos-. Pero también no podemos, ni queremos obviar las múltiples opciones que ofrecen otras fuerzas políticas con menor representación, cuyos mensajes están al alcance de cualquier ciudadano mínimamente interesado en informarse, especialmente en la actualidad con los medios informáticos y las nuevas tecnologías de la información que facilitan todo tipo de aporte documental de cualquier tipo de fenómeno social. Aunque habrán de considerar, que por imponderables legales – más concretamente de la ley electoral vigente- el voto individual no suele tener el mismo valor efectivo según la opción, o el lugar donde se emita. De forma, que quien emita su voto a las opciones minoritarias, salvo que resultaran finalmente mayoritarias, su peso específico quedaría diluido, al perder valor relativo, respecto de los que se formulen a las fuerzas mayoritarias –que resultan primadas en el cómputo resultante de la ley electoral-. Detalle que también habrán de tener en cuenta aquellos votantes no especialmente comprometidos, ni cautivados por ninguna fuerza política concreta, pero sí orientados en cuanto al sentido del voto dentro del espectro político de izquierda y derecha; en cuyo caso, habrán de tomar en consideración el denominado “voto útil”, entregando su voto a alguna de las dos fuerzas mayoritarias que representan las dos grandes formulaciones a las que nos hemos referido.
Con todo, no nos parece que el debate haya sido determinante para un vuelco en la intención de voto. Si bien, creemos que la estrategia de Rubalcaba de poner en evidencia ciertos riesgos sociales en los cambios atisbados en el programa del PP, ha podido llegar a lograr su pretensión de movilizar el voto de izquierdas desmotivado, aunque no lo haya logrado plenamente. Y así será determinante, la vivida necesidad de cambio en la adopción de medidas eficaces de nos saquen de la crisis y activen la vida económica, algo en lo que parece que también el PP ha conseguido el objetivo de presentar esa necesidad ante la opinión pública, unida con un cambio de gobierno. Sentimiento que irá creciendo en la medida en que se agrave la situación de la UE con Grecia e Italia en situación comprometida, que puede arrastrar también a España, y que por desgracia lejos de arreglarse, por días se va agravando. Lo que revela la importancia de los errores del actual gobierno socialista en su gestión de la crisis, y por ende la necesidad de un cambio.