martes, 30 de octubre de 2012

LA IDOLATRÍA DEL EURO



El hombre moderno, tan racional, tan seguro de sí, hijo del tiempo del progreso, ha echado de su ser cualquier atisbo de espiritualidad, de humanidad que conlleve solidaridad, y sobre todo justicia; y se ha inmerso en su propia mismidad dándose gloria a sí mismo, a lo que es, puede ser, y sobre todo tener, poseer: el EURO, que ha instalado como deidad de su limitada y materialista cosmovisión.
Hemos hecho del Euro –en definitiva del dinero- nuestra máxima aspiración, hemos puesto en él todas nuestras esperanzas, nuestra ilusión, nuestra seguridad, y hemos dado lugar a un “engranaje social” que lejos de funcionar al servicio del hombre, de la humanidad, acaba por esclavizar a la mayoría de la humanidad en manos de unos cuantos: los grandes detentadores de euros, de dólares, de libras, etc. En definitiva del dinero, “poderoso caballero”.
A él se rinden hasta las conciencias más formadas, en su ámbito la vida humana vale poco o nada; pues en definitiva el dinero es el que maneja el mundo, siempre lo ha sido, pero en la actualidad más que nunca, con mayor sutileza y complejidad.
Con el avance del capitalismo industrial alguien comprendió que todo lo que se fabricaba se tendría que vender para que fuera auténticamente negocio. De ahí la producción en masa, el trabajo en cadena, y la sociedad de masas, que mejoró el nivel de vida de nuestros antecesores, extendiendo una creciente clase media como nunca antes. Y así todos ganaban, los que producían y vendían al por mayor…, los que más, y así todos los demás.
Así se consiguió generar un estado de cosas más justo e igualitario, se creó el “Estado social” que derivó en el “Estado del Bienestar”, pues había posibilidad de reparto de la riqueza y evitar la injusticia de la marginalidad social.
Pero la ambición humana ni descansa ni reposa, y erigiendo al dinero en el objetivo vital, se perfeccionó el sistema capitalista de ganancias, de forma que se pudo apreciar que sin necesidad de montar fábricas u otros negocios, se podía ganar incluso más dinero invirtiendo, o como otros dicen de forma más lúdica, jugando a la bolsa, y en los demás mercados financieros, dando lugar al “capitalismo financiero” de porte puramente especulativo. Así mientras el original capitalismo industrial creaba riqueza y daba trabajo, el capitalismo financiero, especula con la riqueza, es más fácilmente manipulable por los grandes capitales –que han convertido el mundo en un gran casino- y sobre todo llega a destruir, lo que con tanto esfuerzo crearon generaciones pasadas, pues en su ambición sin límite genera paro, pues no necesita la mano de obra trabajadora para seguir lucrándose exponencialmente, y así no respeta ni instituciones, ni familias, ni personas a las que hunde en la miseria, en la desesperación de la pobreza.
A tal punto de degradación moral han llegado nuestras sociedades, que en plena crisis económica con millones de parados, familias desahuciadas de sus hogares y generalizada desesperanza, nuestros gobiernos –incluido el parnaso de la UE- no buscan salvar a las personas, sino al “Euro”, no se reflotan empresas, sino que se le da dinero público a los bancos –grandes culpables, por cooperación necesaria y complicidad con los especuladores-. Incluso algunos políticos –convidados a esta demoníaca orgía- han llegado a decir cínicamente que “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”.
¿Quiénes han vivido por encima de sus posibilidades?, ¿los trabajadores españoles, irlandeses, griegos, italianos o portugueses?. ¡Falso, una y mil veces!.
¿Quién acercó el crédito fácil a los trabajadores?, ¿quién los embarcó en esas interminables hipotecas?. ¿No fue la propia banca y sus aledaños?. Pues descubrieron la rentabilización de una “nueva esclavitud”: vender pisos a los trabajadores que no los pueden pagar a los precios de un mercado adulterado –sin apenas ayudas públicas-, a los que se les presentaba la operación del siglo, se hipotecaba, se pagaba a plazos –como un alquiler- pero el piso era tuyo, con permiso del banco que se llevaba su parte no despreciable del negocio, y así por miles y miles. Hasta que el sistema falló y acabó hundiéndose por pura codicia especulativa e imprevisión de la misma banca inmersa en una orgía de dinero imparable.
Llegado este punto, ¿quien paga “los platos rotos”?, pues el dinero huidizo –como siempre- a las primeras dificultades se escondió. Al parecer tiene que pagarlo el contribuyente español, pues ni la UE quiere saber nada de esta bacanal financiera de sus propios buitres, y los banqueros pronto les recuerdan a los políticos que ayer los salvaron ellos de pagar sus deudas electorales e institucionales, y hoy tienen que “pagar el peaje” estipulado. ¿Salida?. Pagar la catástrofe con cargo al Erario Público (si se ha de reducir en sanidad, educación, ayudas sociales, etc.) se hace. E incluso se extiende la especie que no nos podemos pagar ya el “Estado del Bienestar”, para convencimiento de crédulos e inocentes; cuando lo que late en el fondo es que si para salvarse ellos -la banca, la clase política y demás próximos- han de desmontar el “Estado del Bienestar” se hará.
Este es justo el momento en que los trabajadores habrían de destronar el ídolo del dinero –del euro-, e ir decididamente al rescate de las personas. Y si para ello hay que refundar la UE, o cualquier país, se debería hacer, pues lo prioritario son las personas, no el dinero. Por ello, ¿por qué hemos de asumir como dogma de fe la permanencia de España en el euro?. Así las cosas, ¿no sería mejor volver a la peseta para facilitar la salida que le conviene a España?. Recordemos que desde que entramos en el euro, los únicos que no pierden son los grandes capitales, el dinero en sí. No así la ciudadanía que experimentó, de entrada, una subida de precios impresionante.
¡Pensemos un poco sobre nuestro pasado reciente, sobre nuestro presente, y sobre todo sobre nuestro futuro, y actuemos en consecuencia…!.

domingo, 28 de octubre de 2012

EL DESMORONAMIENTO DEL PSOE EN EL TRIGÉSIMO ANIVERSARIO DE SU ACCESO AL PODER



“¡Oh tempora, oh mores!”.  Desde el recuerdo del  acceso del PSOE al Gobierno de España, hace treinta años, contemplamos el actual desmoronamiento del principal partido de la oposición, que durante tantos años fue hegemónico en el poder político central, autonómico y local, escuálida sombra de lo que fue.
Precisamente en una semana en que los socialistas de nuestro país están haciendo la “mala digestión” de las últimas elecciones vascas y gallegas, en la primera de las cuales perdieron el gobierno, y en las segundas tuvieron un auténtico abandono del electorado, con crisis interna subsiguiente por la ausencia de un mínimo liderazgo de la Dirección socialista gallega. Todo lo cual, se carga en la “cuenta” de Rubalcaba como fracaso del liderazgo que la Dirección socialista nacional tiene, pese a su reciente elección en el Congreso de Sevilla, que no parece aguantar si quiera el transcurso del año, pues la cita electoral catalana puede ser determinante en una crisis interna del socialismo español, que se encuentra desnortado y a la deriva, tras el destrozo sufrido por el “zapaterismo” –del que formaba parte destacada el propio Rubalcaba-.
 Rubalcaba en su proverbial habilidad para manejar bien los resortes del Congreso y  ganarlo a favor del stablisment socialista, el mismo que aupó a Zapatero a la secretaría general del partido, y posteriormente a la presidencia del gobierno de España, y que tan nefastos resultados ha traído en tales ámbitos, pues si desde el Gobierno negó una “crisis de caballo”, desde el partido, con su insustancialidad dio lugar a una indeseable fisura interna cainista entre el aparato guerrista que había gobernado el partido décadas, y los arribistas de nueva hornada que se autosignificaban como “zapateristas”, que han durado lo que el propio Zapatero, salvo algún astuto recolocado, al albur de la continuidad de Rubalcaba.
Pero el problema es que la actual formulación de la marca socialista hispana no vende en un electorado escamado de las ambigüedades, del lenguaje posibilista, del todo vale para seguir en el poder, y sobre todo en medio del cabreo de la crisis que fue incapaz de atisbar el Gobierno socialista en que estaba el mismo Rubalcaba, junto a Zapatero, por más que se quiera ahora desmarcar de su recuerdo. Y en el ámbito interno, las sucesivas pérdidas de poder están haciendo saltar las “cuentas pendientes” en un partido en que la democracia interna apenas existe –pues cuando se ha dado de forma forzada, se ha acabado por asfixiar evitando su progreso práctico-, de ahí que esté creciendo la crítica interna hasta niveles incontenibles (como expresa la plataforma socialismo 3.0 en la red).
Pero, ¿qué le ha pasado al PSOE para desperdiciar su gran caudal de votantes?.  Ni más ni menos, que su distanciamiento de la sociedad, su instalación en sus propias cosas (como la toma del partido por gran parte de sus cargos públicos como fórmula de empleo permanente, en vez de como medio de servicio a la sociedad), la corrupción tampoco se haya lejos de ello –aunque el grave momento pasó en la última etapa de Felipe González, habiéndose amortizado el efecto en gran medida con Zapatero-, pero sobre todo la frivolidad política de Zapatero, sus ocurrencias, sus imprevisiones, acabaron por hacer el resto, que ha sido rematado por la crisis económica que tampoco supo detectar ni amortiguar.
A todo lo anterior, habría que sumar la pérdida de identidad de la propia izquierda europea, de una socialdemocracia que tiene que retomar ideológicamente su rumbo adaptándolo a las actuales circunstancias de una crisis –que si antes se perdió la identidad de la propia clase trabajadora en una difusa clase media- , se está llevando a la clase media a un sacrificio sin precedentes, ante lo cual la socialdemocracia tendría mucho que decir en la defensa de los intereses de esta importante capa social, del Estado del Bienestar garantía de la justicia social, que sin que nadie lo defienda –ante el anonadamiento del cuadre de las cuentas del Estado y del pago de la deuda-. Así el que sea capaz de elaborar un discurso político en esa orientación tendrá un buen eco y una excepcional recepción en nuestro país. Pero para ello, habrá que empezar a reconsiderar la estructura estatal desde su base, prácticamente en una refundación que lo simplifique y lo haga viable, para lo cual, los políticos –también el PSOE- tendrá que saber y poder sacrificar intereses concretos e inmediatos para poder alcanzar de nuevo la confianza de gran parte del pueblo español, como sucedió hace tres décadas, aunque ello también pase por nuevos líderes –que no quemados- se ganen progresivamente la confianza del electorado con su palabra y decidida acción coherente con unos objetivos realmente sociales, sin servidumbres pasadas, ni geopolíticas, ni territoriales que valgan.

lunes, 22 de octubre de 2012

EL TRIUNFO NACIONALISTA VASCO AÑADE PRESIÓN AL ESTADO



Los resultados de las elecciones vascas y gallegas aportan como resultado el incremento de la tendencia de voto nacionalista, especialmente en el País Vasco donde los 2/3 del voto son de tal procedencia, lo cual unido al anunciado proceso de separatismo catalán –que acabará atrayendo al vasco- y ante las inminentes elecciones catalanas, hacen del futuro de España algo más que un concepto discutido y discutible –según se expresó Zapatero-.
El nacionalismo catalán y vasco, de porte indisimuladamente separatista, ha conseguido un gran paso con este triunfo electoral, sólo comparable con la manifestación de la diada catalana del pasado septiembre, que revela que está ganando importantísimos apoyos en la sociedad, lo que le da una fuerza política que nunca ha llegado a tener, que en modo alguno va a ser desaprovechada por los líderes autóctonos, especialmente en estos momentos de gravísima debilidad del Estado español para acometer sus ideales independentistas.
De hecho ha calado bien el discurso victimista de opresión centralista, de señalar el origen de los problemas sociales y económicos en el centralismo de Madrid, que impide el desarrollo natural y la gran potencialidad de crecimiento económico del pueblo catalán y vasco –siguiendo con el falaz discurso, que ha prendido en la simplicidad de una sociedad acostumbrada en los últimos decenios a pedir más y más cotas de autonomía, sin que el Estado pusiera fin a tan creciente pretensión, so pretexto de resolver así el problema de los nacionalismos secesionistas con sustanciosas concesiones, que sólo han servido para mayores exigencias posteriores-.
Entre tanto, ¿qué fuerzas políticas han hecho una política abierta de la “Nación Española”?. Más allá de UPyD con un discurso claro, coherente y valiente, prácticamente nadie.
De entre los partidos nacionales de gobierno (PP y PSOE) apenas hemos visto que articularan un discurso claro de defensa de la “Nación Española”, acaso un poco más el PP, pero con ambigüedades y cálculos dialécticos dada su política contraria con la inmersión lingüística en la Comunidad Valenciana, Baleares y Galicia, en la que ha venido a asumir una posición política equivalente a una especie de “nacionalismo burgués” –que no puede ejercer en el País Vasco y Cataluña porque ya tienen su propia formulación en CIU y el PNV-. Entre tanto, el PSOE ha jugado a una política posibilista allá donde se le ha presentado la ocasión de alcanzar gobierno, coaligándose con el nacionalismo separatista donde les ha convenido (caso del tripartito catalán de tan nefastos resultados político y de gestión pública), o llegando a un acercamiento iluso a los violentos abertzales para facilitar un equívoco proceso de paz –cuando policialmente se habían conseguido importantísimos logros-.
Ante tales posicionamientos, el pueblo que no es tonto, o se desmoviliza –por pura desmoralización personal ante tanto “pasteleo” incongruente, tanta jugada a corto plazo-, o acaba apostando por otras alternativas que le llevan un mensaje más claro y diáfano, especialmente si le prometen el arreglo de sus problemas económicos, de paro, y si se señalan las causas de tales males fuera de allí; pues se buscan soluciones radicales (a veces las que sean, a la desesperada) ante problemas graves que no aparentan vayan a solucionarse pronto por el camino habitual.
Así, a los catalanes, vascos y gallegos ya les han dicho los nacionalistas donde están sus problemas diarios (de paro, de deuda pública, etc.), señalando la torpeza de un Estado en crisis que naufraga diariamente. Pero, ¿alguien les ha dicho lo contrario y se lo ha planteado de forma clara y precisa?, ¿alguien les ha explicado las ventajas de pertenecer a España, a un proyecto que ha sido históricamente importante, y que puede volver a serlo recuperándolo entre todos?, ¿alguien ha puesto algo de racionalidad, más allá de la emotividad de la tierra que les vio nacer, o de una lengua autóctona que se habla en unas cuantas poblaciones y valles?.
Incluso en estos graves momentos de viabilidad de la Nación Española, cabría lanzar una pregunta para búsqueda de la sinceridad de los actores políticos españoles, ¿desde las propias Instituciones del Estado se ha sido leal con España?, ¿o se han cruzado algunos límites que comprometerían gravemente esa lealtad debida de los propios Órganos del Estado?.
El Gobierno de un Estado no sólo corresponde al Poder Ejecutivo, sino a todos los poderes del mismo y a sus Instituciones, desde las que no siempre se ha tenido un comportamiento ejemplar y claro con la “Nación Española”. Han sobrado ambigüedades incapacitantes, indecisiones, especulaciones filosóficas; y ha faltado una decidida acción política en defensa de la “Nación Española”, sin ambages, con claros límites infranqueables en un Estado de Derecho.
Luego, “de aquellos polvos, estos lodos”.
Faltan pocas semanas para las elecciones catalanas, acaso alguien desde las más altas Magistraturas del Estado tendría que hacer ejercicio de su defensa. Queda escaso margen. Pues cruzado ese rubicón –que presumiblemente tienen ganado los nacionalistas, por todo lo expuesto- la dificultad será máxima para cualquier arreglo, y el guión independentista estará plenamente servido para Cataluña y País Vasco, pues por fortuna Galicia no ha alcanzado la fuerza electoral de los otros territorios. ¿Y entonces, qué haremos….?.
Naturalmente, en este panorama de profunda crisis de Estado (política, económica, social y de identidad nacional), que nadie piense que vamos a tener fácil la financiación europea, para la que también habrá que entregar el “timón de la nave” española que quede. Y de ahí a la neo-esclavitud…..
Aún resuenan los ecos de aquella afirmación nacional en que se decía con convicción común por parte de los españoles de buena voluntad que “España era una, grande y libre”. Lamentablemente no lo podemos decir en los tiempos actuales.

viernes, 19 de octubre de 2012

ELECCIONES VASCAS EN PAZ A COSTA DE INCORPORAR AL SISTEMA A SECTORES PROETARRAS



Llegamos a la recta final de la campaña electoral vasca, que tiene como característica diferencial el haberse desarrollado en un clima pacífico, consecuencia del proceso de paz que está desarrollando aquella sociedad, y que conlleva el no menor precio de incorporar al sistema democrático e institucional a sectores proetarras.
Esa es quizá la verdadera y auténtica diferencia de este proceso electoral, pues tras varias décadas de violencia terrorista ETA anunció un armisticio –probablemente definitivo,  aunque no haya entregado las armas, y solo nos conste su anunciada voluntad y la realidad del cese de la violencia, que no es poco-.
Si bien, nos encontramos ante el posible fin definitivo de un largo y violento conflicto que dividió a la sociedad vasca, y sobre todo hizo sufrir a los españoles una violencia terrorista salvaje que no respetó ni a personas, ni ciudades, ni lugares concurridos, en definitiva, no respetó la vida y la dignidad humana, so pretexto de una lucha armada de supuesta liberación de lo que decían sentir como su Nación Vasca (Euskalerría), que tampoco fue entendida por el resto de los españoles, pues hasta que apareció la bestia terrorista aquellas regiones del norte de España fueron, como también lo ha sido Cataluña, territorios privilegiados por el Estado, tanto desde le punto de vista foral, como desde el punto de vista económico-industrial y financiero, siendo polos industriales de excepción en el territorio español.
Pero ese difuso sentimiento nacionalista, que trata de enfatizar las diferencias entre los españoles, no ha contribuido a la unión de España como país, sino que por el contrario ha ido sembrando un espíritu de diferencia y divergencia, en vez de contribuir a la necesaria convergencia a la que ha de tender todo Estado Nacional; y que en el colmo de los despropósitos generó un grupo armado que ha segado la vida a más de un millar de personas en defensa de una utopía, que con el tiempo llegó a tener un apoyo social en el País Vasco en torno a un tercio de su población, y habitualmente las opciones electorales del ámbito nacionalista radical violento ha oscilado sobre los 300.000 votos.
En consecuencia, ante esa realidad social, la fórmula policial contra el terrorismo era necesaria, pero no era plena para resolver el conflicto generado, ya que no se regulariza la convivencia socio-política sólo con medidas policiales, como no puede estabilizarse y hacerse viable un proyecto común de base democrática si no se dialoga y negocia entre todas las posiciones políticamente relevantes, entre las que no se puede ignorar ese estimable sector de la sociedad vasca que se ha posicionado en el ámbito de un nacionalismo abertzale radical. De ahí que se entiendan las discretas negociaciones entre los Gobiernos y los sectores beligerantes para intentar acercar posiciones y llegar a acuerdos viables que normalicen la vida pública de aquel territorio.
Y en esa situación, en que se intuyen acuerdos, más o menos expresos o tácitos, se entiende el armisticio de la banda terrorista, y la bondadosa legalización de algunas agrupaciones políticas, que por de pronto han logrado un amplio periodo de paz sin crímenes terroristas, y la incorporación democrática de sectores antes atrincherados de forma beligerante en los márgenes del sistema, que en la actualidad son recuperados para la paz y la regularización democrática de la política vasca, aunque será trabajo de más de un día el llegar a lograrlo plenamente; pero por de pronto, parece mejor que la vida política excluya el crimen, la amenaza, y la coacción.
Sin embargo, como en otros ámbitos de la vida, casi toda opción conlleva efectos deseables y otros no tan deseables. En el presente caso, la paz merecía el esfuerzo, y si la vida democrática acaba de hacer el resto –como se desea- sería lo ideal. Pero esos sectores siguen siendo potencialmente separatistas, y de un nacionalismo radical que desde las instituciones que consigan en mayoría pueden llevar su intolerancia al resto de la sociedad, que habrá de organizarse para lograr un auténtico equilibrio social que evite situaciones de dominio irrespetuoso, y sobre todo acciones públicas pro-separatistas por simpatía de la euforia nacionalista que se vive en Cataluña que tendría una rápida y fácil propagación al territorio vasco.
Entre tanto, como “cada día tiene su afán”, dejando para análisis futuros esas perspectivas de una potencial deriva separatista de del abertzalismo vasco, nos centramos en la presente consulta electoral para la que todas las previsiones dan una victoria quizá holgada a Iñigo Urkullu del PNV que relevaría de Ajurianea a Patxi López (PSOE), ante lo que habrá que esperar para ver si su actual mensaje contenido, moderado, no acaba por sorprender cuando alcance el poder, y animado por la deriva separatista del nacionalismo catalán de Mas, acabe por desempolvar el “Plan Ibarreche” y genere de nuevo otro grave problema político en la castigada España.

sábado, 13 de octubre de 2012

UNA FIESTA NACIONAL BAJO LA SOMBRA DE LA CRISIS Y DEL SEPARATISMO



Un año más afrontó España la celebración de su Fiesta Nacional, que se centraron en la oficialidad de los actos en la capital del Estado, con el tradicional desfile militar y posterior recepción real en el Palacio de Oriente. Si bien, este año los actos oficiales estuvieron marcados por la profunda crisis económica, que obligó a reducir la parada militar, y por los ecos del separatismo del nacionalismo catalán con su declarada voluntad independentista.
La mañana otoñal que acogió los actos del desfile militar fue el telón de fondo sobre el que se desarrollaron los acontecimientos oficiales con poco ánimo de fiesta por los graves problemas que acosan actualmente a nuestra Nación; y en el que se ha dejado decir sobre cierta corrección real al Presidente del Gobierno sobre unas declaraciones quizá poco afortunadas del Ministro de Educación, en relación con su propuesta de españolizar a los escolares catalanes, que tanta polvareda ha levantado en aquella convulsa sociedad, arteramente agitada por un nacionalismo incompetente en su gestión pública que ha tomado la insolidaria y alocada salida de la autodeterminación como una “fuga hacia adelante”.
De igual modo, la mañana otoñal en Barcelona se tornaba lluviosa, curiosa metáfora de una dolorosa realidad secesionista, que divide a su ciudadanía, parte de la cual se manifestó por la independencia en la “diada catalana” del pasado 11 de septiembre, y otra parte –no tan numerosa, hay que reconocerlo- se manifestó ayer en la plaza de Cataluña para reivindicar la doble y compatible realidad hispano-catalana, que es sistemáticamente negada por los nacionalistas de forma desleal, inoculando así un veneno de desunión en la actual sociedad catalana; la mayoría de la cual, sigue perpleja pasivamente unos acontecimientos que son determinantes de su futuro, ante los que tendrá necesariamente que pronunciarse.
Aunque siendo una cuestión que afecta a la unidad e integridad de la Nación española, y por ende a la Constitución, consideramos que no sólo habrían de pronunciarse los catalanes sino también el resto de los españoles, pues tal pretensión de los nacionalistas catalanes –actualmente en el Gobierno de la Generalidad- apunta a una segregación de Cataluña que dejaría de ser parte integrante de España para convertirse en un Estado aparte –con pretensión europea-; por consiguiente, a la hora de disolver una sociedad, de cambiar un texto constitucional, hay que guardar las formas legales y de consenso establecidas con los procedimientos y mayorías establecidos, no por la “calle de en medio”, o por mejor decir, por la vía de hechos consumados como parece pretender el gobierno catalán, de aprovechar la consulta electoral de las autonómicas catalanas para aprobar implícitamente la separación, con la consiguiente declaración de independencia del Parlamento Catalán –supuestamente por mayorías no cualificadas, en unas elecciones y por unos procedimientos que no son para ese fin-. Lo cual, legitimaría al Estado a defender la legalidad constitucional, y defenderse de embelecos secesionistas en pugna contra los intereses del Estado.
Este es el momento en que la política de Estado ha de imponer sus derechos, su realidad, y prevalecer –pues son los intereses generales los que deben primar- sobre los intereses particulares de sectores de ciudadanos de determinado territorio, pues en ello nos va mucho a todos, tanto catalanes como al resto de los españoles, que pasa por el crédito de un Estado unido –en la diversidad, pero unido- que es su propia fortaleza, o por el contrario su debilidad, algo que el Estado no se puede permitir si quiere sobrevivir como tal y cumplir con la misión que tiene conferida.
Por tanto, este es el momento en que la política se tiene que imponer de forma sensata y racional, tenemos un sistema de autonomías de lo más avanzado, por lo que habría que posibilitar un encuentro con los nacionalistas en esta vía, si bien ha de hacérseles ver que no caben otras alternativas que no pasen por soluciones constitucionales, y si la reforma de la Constitución se lleva a cabo, habría que reformar el Título VIII, sin que por ello haya de tener inconveniente en reconocer una configuración federal del Estado, cerrando así el marco de autonomías con claridad y rotundidad, evitando las duplicidades competenciales entre el Estado y los territorios autónomos que se postulan como económicamente inviables.
Así en vez de entrar en confrontaciones y provocaciones de uno y otro lado, se debería de estar tratando ya de lograr una solución de consenso que de respuesta a este largo litigio territorial, que la configuración autonómica no parece haber acabado de resolver.

domingo, 7 de octubre de 2012

RETIRADA DEL SUELDO DE PARLAMENTARIOS AUTONÓMICOS EN CASTILLA LA MANCHA



La audacia política de la presidenta manchega del PP, Mª Dolores de Cospedal, eliminando el sueldo de los parlamentarios castellano-manchegos ha abierto un importante debate público sobre las retribuciones de los cargos políticos representativos, en concreto en los parlamentos regionales, que en número de 17 se distribuyen por el territorio español, con un sustancioso número de parlamentarios autonómicos que también han contribuido al incremento del gasto público, que en la actualidad se hace necesario reducir.
Sin embargo, la medida que conllevará un ahorro estimado en Castilla la Mancha en torno al millón de euros durante el próximo ejercicio presupuestario, ha puesto en primera línea del debate público sobre la necesidad y conveniencia de que este trabajo político meramente representativo en las asambleas regionales deje de ser retribuido, ya que más que un trabajo propiamente hablando, conlleva una honrosa representación de la ciudadanía de la Región autónoma, y por ello supone llevar a la cámara regional la defensa de sus representados, mediante la participación en los debates de la cámara, y sus comisiones.
No obstante, para indemnizar los gastos que conlleven los desplazamientos y la participación en las labores de la Cámara Castellano Manchega, Cospedal ha previsto pagar a sus diputados regionales las correspondientes indemnizaciones por desplazamiento y asistencias, pero sin embargo, ha eliminado la retribución salarial por dicha participación. Algo así como lo que sucedía con los diputados provinciales y los concejales en las Diputaciones y Municipios franquistas en que se consideraban cargos políticos honoríficos por los que no se abonaba retribución alguna.
Claro que con esta medida de la presidenta Castellano Manchega no parece estar de acuerdo otros presidentes autonómicos que ya se han manifestado en contra de la medida, como el demagógico argumento de Griñán señalando que de esa forma no se dedicarán a la política los trabajares. Algo que no sólo no tiene fundamento, ni antecedentes conocidos, como tampoco podrá esperar Griñán ni muchos políticos que la labor de servicio público se acabe convirtiendo en un oficio o profesión, pues en eso sí que tenemos clamorosos ejemplos en nuestro país.
Naturalmente otro tipo de actuación política de cargos públicos, como los que conllevan acción de gobierno con plena dedicación –a diferencia de las labores parlamentarias que se desarrollan a tiempo parcial durante algunas jornadas a la semana- sí que justifican la percepción de un salario por parte de la Entidad u Organismo Público al que se presten los servicios.
Por tanto, la determinación de la presidenta Manchega por lo razonable, y sobre todo por lo testimonial  en estos graves momentos de crisis, requeriría un mayor apoyo especialmente por parte de los demás presidentes autonómicos del PP –para patentizar también su liderazgo político como secretaria general del partido-, y para lanzar un claro mensaje a toda la sociedad –incluido el propio Gobierno de la Nación, también del PP- de la peculiar sensibilidad de su grupo político con los esfuerzos de la sociedad española tendentes al ahorro indicado para conseguir el logro de los duros objetivos marcados por el Gobierno. Aunque si Cospedal renunciara, al propio tiempo, a uno de sus múltiples retribuciones por sus múltiples cargos públicos, también ayudaría mucho más a vender mejor su idea por dotarla de plena coherencia y atribuirle una autenticidad aún por demostrar, aunque aplaudamos este gesto no menor.