martes, 26 de junio de 2012

APAGÓN DE LUCES Y DESPIDO DE TAQUÍGRAFOS



En democracia se ha hecho célebre la frase “luz y taquígrafos” con referencia a la necesidad de transparencia de la vida pública, esa misma transparencia que tanto han cacareado los políticos cuando les ha interesado; y de la que prescinden cuando no les interesa, especialmente si suponen que no saldrían airosos de la críticas de la oposición, que también tiene su importante labor de control en toda democracia seria que se precie.
 Nos encontramos con que este año los españoles nos quedaremos sin la habitual sesión del Congreso sobre el “Estado de la Nación”, pues el presidente Rajoy en plena zozobra económica del país, cuya situación real aún no ha explicado a los representantes del pueblo, ha preferido mantener la opacidad sobre su gestión interna y externa de la crisis, en la que nos rescatan –pero no es un rescate-, se presta al Estado –pero es cosa de los bancos y para los bancos, por lo que no nos va a costar al contribuyente-, y además es un préstamo sin condiciones –pero se le conocen requisitos de interés, de plazo, carencia, y hasta exigencias macroeconómicas de política económica-. Y aún así, no le parece necesario a Rajoy aclarar en la sede de la soberanía popular, todo este galimatías de medias verdades, y auténticas mentiras. ¿Qué hay en todo ello que no conviene que se sepa a los cuatro vientos?. ¿Qué trata de taparse, en una mediocre gestión, digna de mejor ocasión?. 
Han transcurrido poco más de quince días desde que el Gobierno de Rajoy nos vendiera la ayuda europea a la banca, con todo tipo de eufemismos optimistas, y lo presentara como un triunfo para consumo interno –lo que le costó más de un reproche y mosqueos en la UE prestamista forzada, ante la gravedad y contumaz realidad-; y sin embargo, aquello que era poco menos que el “euromillón” para España, aún está negociándose, y vamos descubriendo que es una nueva hipoteca sobre el futuro de nuestro país para salvar un sistema bancario codicioso, incompetente e insolidario con la propia población española, que acaba siendo avalista de su recuperación, en tanto la banca permanece inmisericorde ante sus deudores hipotecarios a los que desaloja de sus hogares sin mayor reparo ético.
Pero aún así, estando el país en grave emergencia económica y social, para Rajoy no resulta necesario ningún debate en el Congreso de los Diputados; eso sería tanto como “darle cuartelillo” a la oposición, que no parece serle digno de ello; pues tampoco se siente ni legal, ni políticamente obligado a explicar nada.
Tenemos en ciernes un amplio recorte del sector público, una importante batería se subida de impuestos, para ajustarse a la realidad económica actual. Pero a Rajoy tampoco le merece la pena explicarse sobre sus proyectos políticos inmediatos, debatirlos y analizarlos. ¡Qué más da..., si tiene el “rodillo” de la mayoría absoluta!; ¿a qué teme?, ¿o acaso desprecia el parecer de la oposición sobre todos estos temas?. Tal actitud revela un talante autoritario y poco democrático.
Al propio tiempo estamos asistiendo a una de las mayores crisis habidas en el Poder Judicial, tercer poder constitucional del Estado, con el “acoso y derribo” por parte del órgano de los jueces a su presidente, hasta conseguir su dimisión. Algo insólito en doscientos años de vida del poder judicial en su versión moderna de Tribunal Supremo. Pero tampoco parece que sea necesario debatir nada.
Ha habido un relevo con modificación del régimen de nombramientos en el Ente Público RTVE, acomodado a la nueva mayoría absoluta del PP, que ha hecho su particular desembarque. Pero tampoco, resulta ser objeto de debate parlamentario.
Desconocemos el plan definitivo de reestructuración del sector bancario, que ahora posiblemente lo reajusten nuestros acreedores europeos. Y tampoco resulta haber el menor interés por su debate.
Estamos en pleno proceso de reestructuración o desmontaje del “Estado del Bienestar”, con un cuestionado sistema autonómico, pero sigue sin ser motivo de debate.
Todo ello, que hace que pensemos en que se ha producido un “apagón de luces y despido de taquígrafos”, es un mal síntoma del estado real de nuestra democracia, pues este nivel de opacidad en asuntos tan decisivos e importantes para la vida pública como los aludidos, supone que se le tengan que poner serios reparos a los usos democráticos del presidente Rajoy.
Rajoy no debe olvidarse que es el presidente del Gobierno de España, que representa institucionalmente a todos los españoles, y políticamente debe someterse a control parlamentario –que para mayor paradoja, supera numéricamente por su mayoría absoluta-, pues lo mismo que se hace camino al andar, la democracia se desarrolla con sus rituales y formas que son necesarias para la salud del sistema. Por ello, creemos que es más que necesario el “debate del Estado de la Nación” que se trata de escamotear.

viernes, 15 de junio de 2012

UNA GRECIA DESESPERANZADA EN BUSCA DE SU FUTURO



Grecia está atravesando una de las etapas más oscuras de su historia reciente, con una situación de quiebra económica, apenas sustentada por las cordadas de sus acreedores para evitar perder lo prestado, pero que no considera con realismo el sufrimiento del pueblo heleno ante las draconianas condiciones impuestas por aquellos, que están determinando que el propio pueblo se plantee aquello de que “de perdidos al río”.
En tales circunstancias acude Grecia a una nueva cita electoral este fin de semana, en cuya base decisoria está un gran dilema que pronto se despejará y que traerá consecuencias para gran parte de Europa.
Por un lado, se trataría de continuar en la UE siendo neocolonizados –aunque eufemísticamente se hable de “rescate”, o “intervención”-, en que la nueva potencia colonial en el nombre de la banca acreedora de los griegos, les marcará el surco del que no se podrán salir, so pena de que los acaben abandonando y asfixiando económicamente.
Por otro lado, se procuraría la liberación de las ataduras de la inmensa deuda que les condiciona el presente y el futuro; el reconocimiento de la impotencia, de la auténtica insolvencia, y volver a empezar por sus propios medios –pues el precio de esa verdad, de recuperar la libertad como país, es el abandono a las “tinieblas externas”-. Aunque no siendo el único país en haber quebrado, tras un periodo inicial difícil, se acaba recuperando la actividad.
La diferencia entre una y otra posición apenas radica en algo importantísimo, que se llama libertad, soberanía del pueblo griego, aunque se hayan de reconocer errores pasados, pero no se pueden perpetuar si la asunción del pago de la deuda –vía ayudas- no da apenas para vivir a un pueblo que se siente estafado y esclavizado, para finalmente ser abandonado a su suerte. ¿Esa es la solidaridad de la UE con sus propios socios?.
En consecuencia, tal grado de desesperanza, lleva a prever un ascenso de las posiciones antieuropeas, en la forma en que la propia UE se ha posicionado –construida a medio camino, sin apenas explicar el rumbo y el proyecto a la ciudadanía- y mostrado incapaz de arreglar los problemas económicos en la zona euro.
Especial atención hay que prestar al izquierdista Alexis Tsipras que ha acabado moderando su discurso de ruptura con la UE, para plantear otro de renegociación de las condiciones de la deuda, ante la evidencia que Grecia no puede salir adelante en las presentes condiciones. Y sobre todo, porque Tsipras plantea algo que late en la conciencia de muchos europeos, aunque la socialdemocracia europea no acaba de abanderarlo, y que pasaría por la pretensión de reforma profunda de una UE  de las finanzas, de porte neoliberal, por otra más social.
El éxito del discurso de Tsipras radica en que en estos momentos ha sido el único político capaz de articular un mensaje con eco social que plantea un rumbo político definido y claro, más allá del aturdimiento del resto de la clase política ante el imperativo de tener que gobernar al dictado de los acreedores, subvirtiendo así el principio de soberanía nacional, que ha de ser sagrado en cualquier democracia que se precie.
En cualquier caso, asistiremos a un histórico pronunciamiento de la sociedad griega; y sobre todo, dadas las dramáticas circunstancias, a los españoles, italianos, portugueses,  e irlandeses nos podría servir de ensayo experimental para nuevas tomas de posición soberanas, que si lo fueran de conjunto en el seno de la UE aún tendrían más éxito. Pues en definitiva, la desesperanza de los griegos es compartida por muchos ciudadanos de los países intervenidos o apunto de serlo, y el “sueño europeo” se empieza a convertir en una “pesadilla” de la que hay que despertar ya, resolviendo el problema de fondo –por vía de reformas internas y comunitarias-, o abandonando un tren que lleva una velocidad y tiene un costo que no nos lo podemos permitir, pues los que llevan billete de primera tienen poco interés por la confortabilidad de los pasajeros de segunda. Amen que dicho simil ferroviario, supone un mal comienzo para una sociedad de naciones, en las que unos se imponen sobre otros, o se desentienden de los problemas que les acarrean algunos imponderables de la sociedad.

domingo, 10 de junio de 2012

EL “SUAVE” RESCATE DE ESPAÑA



Finalmente ha sucedido lo esperado, aunque indeseado, y multidesmentido rescate a España, que se presenta como un “rescate a la banca española”, pero que es la primera edición de una intervención europea, que si no se remedia, acabaremos por padecer en unos meses. Y ello, aunque los eufemismos gubernamentales en España no quieren oír hablar de rescate, sino de línea de crédito a la banca, por mera estrategia política, aunque veremos lo que piensan los mercados.
Pese al planteamiento del ministro de Economía español sobre la ayuda de la UE a la banca española, hemos de reconocer –ateniéndonos a la realidad de los hechos- que ese crédito se entrega al FROB –institución gubernamental- y se avalará con cargo al Erario Público –pues nos lo computan como gasto público, que lo incrementa considerablemente-, para que el FROB lo vaya entregando a las entidades bancarias con problemas económicos (desconocemos si será un mero crédito, o será la fórmula de Bakia –por compra de acciones, con lo que no sería crédito sino participación en la propiedad del negocio-).
Además el ministro de Economía español dijo que no representará ningún tipo de condición de política económica española. ¡Inaudito…!. Seguro que no se lo cree ni él. Puesto, que las condiciones se demoran a próximas reuniones, pero de hecho, por ahí van circulando recomendaciones previas de Bruselas sobre ajustes económicos urgentes que habría de emprender nuestro país.
Todo esto ha venido en medio de una serie de declaraciones gubernamentales negando la mayor de cualquier tipo de rescate, hasta antes de ayer, lo que unido a este tipo de disimulos, nos lleva a preguntar ¿por qué actúa así nuestro Gobierno?. ¿Improvisa?, ¿se le ha escapado la situación económica de las manos?, ¿están operando imposiciones de la UE?, ¿esta sería la primera fase de una potencial intervención?. Ninguna de esas preguntas –y otras semejantes- deberían de quedar sin respuesta razonable por parte de Madrid y Bruselas de consuno; pues de lo contrario, se acabará acusando recibo en los mercados, y podríamos entrar en una espiral imparable, en que pese a este dinero europeo, España pudiera perder credibilidad mercantil para poder colocar su deuda de forma habitual, y eso sería nefasto para nuestra economía y también para la europea.
Por otra parte, la gestión política de la crisis económica del Gobierno de Rajoy no está siendo todo lo eficaz que hubiera sido deseable, ya que el desajuste autonómico aireado en el extranjero, con incrementos progresivos de deuda, ni el affaire de Bankia se han llevado bien; y eso ha minado la maltrecha confianza en la “marca España”, y ha acabado por desencadenar este tipo de acciones de rescate, que de otra forma se hubiera podido evitar, pero tal como se han sucedido los acontecimientos, especialmente en el último mes y medio, era poco menos que esperable.
De igual modo, que nadie piense que este crédito de ayuda europeo no lleva contraprestaciones, más allá de los intereses comerciales, pues los ajustes económicos habrán de llevarse a término; o de lo contrario, lo único que supondrá este crédito es prorrogar una inevitable situación final de insolvencia. Por lo que habrá que estar muy atentos a las medidas económicas que el Gobierno de Rajoy adopte en las próximas fechas.
En cualquier caso, dadas las circunstancias, esta ayuda viene a nuestra economía como “agua de mayo”; pero que no nos confundan las apariencias, pues si ha sido así formulado el inicial rescate, no quiere decir que lo peor haya pasado ya. Puede haber pasado si se manejan bien los resortes gubernamentales de la política económica, lo cual sigue requiriendo drásticos ajustes del gasto público –no debiendo descartar la reforma del sistema autonómico-, y medidas de activación económica que permitan generar mayores ingresos para pagar la ingente deuda pública que hemos generado –que dicho sea de paso, se encuentra al límite de la solvencia real de nuestro país-. Por lo que hemos de entender que estas medidas y las subsiguientes que se adopten, son medidas al límite de nuestras posibilidades para intentar evitar una quiebra, de la que hemos sido incapaces de alejarnos hasta ahora, y veremos si lo conseguimos.

domingo, 3 de junio de 2012

¿Qué vida se garantiza a los españoles, portugueses, irlandeses y griegos en el euro?



La crisis económica que amenaza al euro y que lleva a intervenir economías nacionales de la zona monetaria europea, parece que está llegando a un desenlace, ante la evidencia que las cosas no pueden continuar así, con economías semicolapsadas, escasez de crédito, elevadas cifras de paro y diferenciales de la prima de riesgo privativas para sus economías.
Por tanto, todo apunta que se acerca el inquietante desenlace, bien en forma de solución conjunta desde la UE para salvar estas economías, bien para que estas acaben por abandonar el euro, ante la imposibilidad de seguir los requerimientos de la autoridad monetaria europea.
Así, aunque decidirán los de siempre, los poderosos –hoy llamados “mercados”-, puede que el sueño europeo esté llegando a su fin. Como ya está en sus estertores el “Estado del Bienestar” que alguien ha decidido, desde su poderosa “torre de marfil” que es un exquisito menú impropio de pobres, pues dicen que no nos lo podemos pagar. Naturalmente, aunque pueda haber algo de razón en ello, no es menos cierto que tal afirmación atufa a un egoísmo digno de mejor empeño, pues tampoco se ha hecho un análisis serio y profundo de los gastos que tenemos y hemos venido manteniendo cuáles de los mismos son prescindibles, sino que se ha ido directamente contra los pocos beneficios alcanzados por las clases medias y trabajadora después de años de fatigas con algunos logros.
Por tanto, en esta opacidad, en que el pueblo está prácticamente al margen de lo que está sucediendo, salvo para sufrir las consecuencias de una nefasta gestión de la crisis por parte de nuestros políticos, y aún peor, por parte de los euroburócratas que abordan el problema desde una frialdad y una estrechez de miras que pone de manifiesto la lamentable ausencia de un liderazgo político europeo que fije rumbo a esta utopía confederal que lleva más de dos décadas en proceso de construcción no culminada; que es uno de los motivos de la actual crisis que padecemos, por faltar la política fiscal común que debiera haber acompañado a la monetaria.
En cualquier caso, aparte lo que hagan los poderosos de Europa y de cómo gestione Rajoy sus cartas –pues aparenta haber amagado con abandonar las propias iniciativas hasta la cumbre europea de finales de mes, algo que probablemente no aguante la situación y que posiblemente incluso la precipiten-; la cuestión es ¿qué nos espera en la UE intervenidos o semi-intervenidos?, pues resulta claro que la banca española ha sido un problema añadido que finalmente nos precipita a tener que ser, al menos “remolcados”. De entrada parece que ponen duras condiciones de ajuste del gasto público –le duela a quien le duela, y sea justo o injusto, pues de nuevo el dinero es lo único importante-, recorte de prestaciones sociales de paro, recorte posible de pensiones con prolongación de la edad máxima de jubilación, y toda una retahíla de medidas que nos llevarán a tener que subir impuestos y estar debiendo dinero durante más de una década, lo que lleva a hipotecar nuestro futuro en un par de décadas mínimo. Y siempre con la “espada de Damocles” ante cualquier desvío del rumbo marcado. Algo que podría definirse como una “neoesclavitud”, o quizá más suave, una “neocolonización”. Que tras la II Guerra Mundial no se instaló en Europa para evitar la crisis bélica con raíces en las duras indemnizaciones y sanciones de guerra impuestas a los alemanes en el Pacto de Versalles. Y sin embargo se optó por la creación de la CEE, tras la implicación activa de EEUU en el Plan Marshall de rescate al viejo continente asolado por los destrozos de la guerra. ¡Qué pronto se ha olvidado…!.
 Hemos de despertar de la utopía europea, pues esto deja de ser un sueño de libertad, de progreso e igualdad, para convertirse en una pesadilla de mercadeo infame, y sálvese quien pueda, con la complicidad de la mediocridad de los políticos nacionales.
Naturalmente, en ese horizonte hablar de nuestros socios europeos sería un sarcasmo. Pues no se han mostrado socios, sino rigurosos y cicateros administradores, de unas deudas que el propio sistema –por injusto, incompleto e inadecuado- ha propiciado, junto con una irresponsable actuación de nuestra clase dirigente, que tampoco ha desempeñado bien sus obligaciones de control y buena administración en los distintos gobiernos y mesogobiernos territoriales y locales.
¿Cuál sería la alternativa?. A estas alturas, prácticamente sería una, la de abandonar el euro. Aunque quizá cabría establecer urgentes contactos con los países que están como España (Italia, Grecia, Portugal, e Irlanda), con acercamiento al Gobierno Francés de Hollande, para hacer un planteamiento común en Bruselas.
Si no fuera posible, la alternativa sería el abandono de la moneda europea por parte de España, que recuperaría el control monetario y podría proceder a la necesaria devaluación de la moneda, como se hizo en numerosos episodios análogos en nuestra historia reciente (la última por Solchaga en la mitad de los ochenta), renegociando la deuda con medidas de quita y espera, evitando este sufrimiento económico, aunque trajera consecuencias inflacionistas, y perjudicara la competitividad. ¿Qué competitividad creen que podemos tener con la “losa” de una gran deuda financiera?, aparte que nuestros intereses –visto lo visto- hemos de defenderlos nosotros, algo que no garantiza una intervención económica, en que nuestros antiguos socios –actuales acreedores, y competidores comerciales- tratarán de  reconducirnos por los cauces que les sean más interesantes, que no tienen que ser los que más nos convengan. Además, ¿qué tipo de ejercicio soberano es ese que supone una posición doblegada a los dictados externos?.
En el ámbito económico, incluso habría sectores como el turismo o el inmobiliario que se recuperarían con facilidad ante una devaluación de la peseta, e incluso nuestras exportaciones  podrían beneficiarse, especialmente de aquellos productos propios.
Por consiguiente, no hagamos caso a los agoreros que nos anuncian que “tras ellos está el diluvio”. ¡Sólo se trata de ajustes macroeconómicos de índole monetaria, y no son los primeros!.