sábado, 19 de enero de 2013

EL CONTROVERTIDO EJERCICIO DE GRACIA



El ejercicio de la gracia –como forma de ejercicio del poder de gobierno, enmendando el resultado del poder judicial- sólo se entiende de forma razonable cuando se dan razones de interés social, de especial reinserción del indultado, previo resarcimiento del daño a las víctimas, y en su caso un ajuste de una resolución judicial desajustada por excesivamente dura –como forma de corrección de una normativa aplicada con excesivo rigor- por aquello de que “maximus ius, máxima iniuria”.
Incluso en nuestro Derecho existe una doble modalidad de indulto (total: que ha de contar con la conformidad del Tribunal enjuiciador, y el del Fiscal; y parcial: que antes requería su fundamentación, pero que en la época de Felipe González, el Gobierno eliminó ese requisito, quedando por tanto a libre criterio del Gobierno de turno, sin necesidad de ninguna justificación).
Así esta modalidad parcial, en la actual configuración, es la que más se antoja como colisión o muestra de la ausencia real de separación de poderes en nuestro sistema político constitucional, ya que permite –como así ha sucedido- que se otorgue un indulto parcial sin justificarlo, y aún en contra con el criterio del Tribunal, del Fiscal, y hasta de las víctimas. De ahí que nos preguntemos, sin en determinadas circunstancias que no corrigen supuestos de excesiva dureza de pena, o de falta de interés general, ¿Cuál sea el interés real de mantener este mecanismo de gracia, que aparenta –junto con interferencias en la aplicación de justicia- que todos los españoles no somos iguales?.
Si además hacemos memoria de los últimos indultados, encontramos desde banqueros, a políticos varios implicados en casos de corrupción con grave escándalo, pasando por algún sindicalista respecto de una condena de agresiones en el curso de una huelga general,  y varios casos de condenas por delitos de seguridad vial.  Resulta que la sospecha de una aplicación políticamente interesada de la gracia es más que elevada.
Pero sobre todo, la alarma  y el malestar social que han generado varios de los últimos casos, hacen que nos planteemos que el ejercicio de esa potestad ha de ser más prudente y equitativa, y sobre todo responder a la génesis y razón de la existencia de esta institución jurídica. Y sobre todo, que se restablezcan los requisitos que lo conformaban.
Especialmente que se atienda a las víctimas, que no se las siga victimizando con olvidos culpables o se les relegue a propósito para aplicar este tipo de medidas incluso en contra de los mismos.
Y sobre todo, que la política de justicia sea más coherente en el ejercicio de la gracia con sus propias acciones de política criminal, pues parece poco coherente realizar campañas de prevención de la accidentabilidad de tráfico y al tiempo indultar a varios condenados por homicidios imprudentes de tráfico, derivados de situaciones de alcoholemia o de conductas homicidas/suicidas de conductores kamikazes, condenados a más de una decena de años de prisión.

sábado, 5 de enero de 2013

UNA ENTREVISTA “REAL” O UNA ENTREVISTA “VIRTUAL”



TVE ha emitido una entrevista realizada por el veterano periodista Jesús Hermida al Rey Juan Carlos, con ocasión del septuagésimo quinto cumpleaños del monarca. Entrevista que tiene especial valor periodístico y documental por lo inusual de las mismas, así como por el estado de cosas que últimamente está viviendo el país y la propia monarquía.
Conociendo el perfil del entrevistador es fácil imaginar el estilo de entrevista de claro, abierto y expreso vasallaje, nada reprochable si se le pudiera aplicar aquello de que “lo cortés no quita lo valiente”. Pero me temo que no le puede ser de aplicación.
Hermida se movió por la estratosfera en todo momento, tal parece que después de haber retransmitido el famoso alunizaje americano en los sesenta se hubiera quedado él allí también. Todo era de un planteamiento general, inconcreto, casi metafísico. Nada de cuestiones concretas que preocupan al pueblo soberano.
Por parte del monarca se transmitió su buena voluntad,  su declarado sacrificio y esfuerzo personal, su amplia confianza en las capacidades del pueblo español, además de los conocidos tópicos al uso en tal tipo de conversación, que no ahonda en ningún tipo de análisis, y menos en propuestas concretas.
Ciertamente que entrevistar al Rey tiene gran complejidad, no tanto por las preguntas que se le puedan dirigir, sino por las respuestas y sus formulaciones. Dado que en su posición de árbitro de la vida política, cualquier respuesta puede siempre interpretarse como toma de posición concreta en una determinada opción política.
De hecho, ya ha mostrado su queja el Diputado de IU Gaspar Llamazares al interpretar que el Rey cruzó esa línea supuestamente prohibitiva al mostrar su disconformidad con los planteamientos secesionistas, de ruptura de la unidad nacional. ¡Algo que nos extraña que motive la queja del Diputado comunista!. Pues también el Rey es garante de la unidad de España, símbolo de su unión.
Además ¿cómo puede un Jefe de Estado –como es el caso del Rey- hablar de cuestiones de Estado sin que se interprete como toma de posición política?.
Para eso, habría que haber dejado a Hermida hablando y preguntando por “hechos generacionales”, que parece que era lo “políticamente correcto”. Pero también podemos pensar los ciudadanos que, entonces se trata de una “entrevista virtual”, incluso prescindible.
Por consiguiente, hemos de insistir en el valor que tiene la Jefatura del Estado en su configuración constitucional, que es algo más que mero símbolo virtual, para la defensa del Estado, de la Nación española, de su tradición –de la que la monarquía es depositaria-, para su afianzamiento frente a movimientos centrífugos, insolidarios y disgregadores de una unidad que ha de cuidarse y laborarse diariamente, pues solo así España mantendrá su fortaleza interior y exterior.