lunes, 9 de junio de 2014

ASAMBLEARISMO POLÍTICO: ¿PARTICIPACIÓN O ANARQUÍA?


Actualmente estamos asistiendo a una revisión de la metodología democrática en España, en que la ciudadanía ha empezado a manifestar su disconformidad con el supuesto sistema de representación puramente electoral por periodos cuatrienales, en lo que viene suponiendo otorgar un “cheque en blanco” a la candidatura votada, cuando no incluso ser víctima de una oferta política engañosa, que lejos de tener perniciosos efectos para el tramposo, disfruta del rédito del engaño electoral.
Tales perversiones del sistema democrático lo están deslegitimando, por lo que no pocos ciudadanos apuestan por demandar un incremento en la participación política de ordinario, desde el hecho de que no quede impune un engaño electoral, un quebranto de mandato representativo, a la posibilidad de articular otros mecanismos de participación en la cosa pública como pueden ser un incremento de las consultas populares, elecciones primarias, listas abiertas, una auténtica efectiva estimación de las iniciativas legislativas populares, etc.,etc.
Entre tanto, algunos políticos, como es el caso de PODEMOS, han planteado la posibilidad de hacer una política puramente asamblearia, tratando de distanciarse de esa metodología cerrada, escasamente participativa y hasta tramposa que no pocos han utilizado y validado como garantía de procedimientos democráticos. Sin embargo, el asamblearismo conlleva no pocos inconvenientes, como las derivas populistas de oradores hábiles que con argumentaciones sofistas puedan llegar a convencer a una mayoría en un determinado momento, rompiendo así la dinámica de trabajo de una organización pública, que vería de esa manera bloqueada un normal discurrir de sus integrantes, ante los “cantos de sirena” del filibustero o demagogo de turno.
Por consiguiente, esa pretensión por loable que sea de inicio, ha de ser tamizada cuidadosamente para evitar esos perjuicios que conllevaría un uso indebido o abusivo de la posibilidad participativa de forma amplia y sin restricción o control democrático de ningún tipo, pues tal hecho, ha quedado experimentado que lleva, bien a la inoperancia, bien a la anarquía.
En esto, como en otras propuestas que PODEMOS ha hecho públicas como de su programa político, apreciamos cierto grado de utopía, cuando no de bisoñez en la praxis política, que habrían de ir repensando y reelaborando con criterios más pragmáticos, y no por ello menos democráticos y válidos.
Tal es así, que ya ha saltado la noticia de la primera fisura de relieve en PODEMOS, con ocasión de una asamblea en Madrid, en la que sus líderes y “padres de la criatura” presentaron a votación una propuesta de ejecutiva, procedimiento que rechazaron los asistentes por cuanto no era el procedimiento de libre elección y votación que se había instaurado en la organización política, por parte de sus propios líderes actuales, a los que también acusaron de personalismo.

Y es que, una vez más, se comprueba que “una cosa es predicar, y otra dar trigo”. Revés que habrá de gestionar adecuada y convincentemente la nueva organización política, pues de lo contrario, sus mayores enemigos serán ellos mismos.