sábado, 24 de octubre de 2015
martes, 20 de octubre de 2015
domingo, 18 de octubre de 2015
RUIDOSO FICHAJE DE IRENE LOZANO POR PEDRO SÁNCHEZ
Se ha producido un estimable ruido mediático
que se hacía eco de las protestas por el fichaje de Irene Lozano por parte de
Pedro Sánchez, el actual líder socialista, que de esta manera incorpora a su
proyecto a una de las más fustigadoras críticas de su partido –en la línea de
su ex maestra Rosa Díez al abandonar el PSOE y fundar UPyD-, de forma que en la
actualidad políticos socialistas y del partido magenta de Rosa Díez coinciden
en sus aceradas críticas contra la ex Diputada.
Respecto
de las críticas de despedida, desde UPyD, no parecen muy elegantes las frases
que le dedica por ejemplo el diputado Gurriarán en twitter, pues han de asumir
que cualquiera pueda cambiar de criterio político, o redireccionarlo hacia
organizaciones que se puedan encontrar más afines a las sensibilidades
políticas de cada quien en determinados momentos, pues eso es un libre
ejercicio de responsabilidad personal de cada quien, que se siente más o menos
identificado con un determinado proyecto o con otro, que además con el tiempo
los proyectos evolucionan o se oxidan. Además tal situación fue la que llevó a
la fundadora de UPyD a abandonar el PSOE y fundar la nueva formación política,
que de inicio captó la atención de muchos ciudadanos que no vieron consolidarse
un proyecto político que parecía interesante para superar la esclerosis del
bipartidismo español.
Pues
en realidad, la hazaña que hizo Rosa Díez de abandonar un proyecto político
centenario con solvencia y raíces, por una supuesta cuestión ética de
discrepancia acaso más en la acción que en el planteamiento propiamente
ideológico, sin embargo se ha ido sofocando con el transcurso del tiempo, acaso
por la incapacidad de Rosa Díez de liderar su propia creación, haciéndola más
plural, abierta y participativa, pues se ha ido deshaciendo de forma paulatina
en sucesivos abandonos de significativos militantes que decían verse
constreñidos por el férreo dominio del aparato de Díez y sus afines. En
definitiva, vino a reproducir aquello que criticaba y que dio razón esencial a
lanzar su nuevo proyecto, lo cual le ha hecho entrar en una espiral
autodestructiva, que Irene Lozano trató de salvar con una propuesta alternativa
que perdió en un Congreso doméstico de la formación magenta.
De
otra parte, con referencia a las críticas socialistas tienen a mi entender una
doble justificación, por una parte, porque Irene Lozano hizo gala de una
crítica directa de denuncia de la crisis del “bipartidismo instalado”, que
lejos de presentar una alternativa política y un aire nuevo al deterioro
político-institucional, parece resignarse a que le llegue el turno ordinario de
gobernanza, en el que sigue idéntico patrón de comportamiento, de forma que la
ciudadanía no aprecie diferencias sustanciales de propuestas ni comportamientos
reales entre el PP y el PSOE una vez llegan al poder. Acaso las
descalificaciones que hizo gala Lozano fueran injustas o exageradas, pero
representaban el sentir de un estimable sector de opinión pública, que en
esencia fue lo que justificó la emergencia política de UPyD.
Pero
más allá de ese matiz, dialécticamente superable por una supuesta evolución del
PSOE –que entendiendo la crisis del bipartidismo decidiera salir de la misma
con ánimos y planteamientos nuevos y renovados-, parece que Pedro Sánchez ha
hecho un buen fichaje político, dado que Irene Lozano ha defendido su escaño
con un trabajo digno, y puede que le sirva a Sánchez para demostrar la
evolución del PSOE, aunque actualmente algunos viejos socialistas se rasguen
las vestiduras por los embates de Lozano desde UPyD, hecho en el que no es la
única ya que otros fichajes recientes del socialismo español han abandonado sus
antiguos planteamientos políticos desde los que litigaban con el PSOE como es
el caso de Diego Garrido o Rosa Aguilar –ambos provenientes de IU-. Más bien,
parecen mostrarse quejosos, por las facciones internas enfrentadas aún a Pedro
Sánchez como es el caso de Tomás Gómez,
o Fernández Vara siempre atento a apuntarse al “populismo interno” (al que
durante décadas se dedicó Alfonso Guerra con sus notables réditos para mantener
baronía), pero que en realidad revelan el malestar del militante que aspira a
cargo, al que maniobras como estas le revientan sus particulares ambiciones
personales.
Ahora
bien, creemos que aún siendo bueno el fichaje de Irene Lozano por el PSOE sería
muy deseable que este respondiera (como se dijo de Gabilondo) a un auténtico
deseo de renovación, de sacar al partido de la endogamia interna –ahora quejosa-
y abrirlo de verdad a la sociedad, que cada vez es más exigente en su
participación democrática y en los estilos de hacer política. Si bien, con todo
ello asumido, Pedro Sánchez debería de haber guardado esas formas nuevas más
participativas que pretende hacernos ver, al menos dejando constancia de la
aprobación de la militancia, no tanto en la incorporación a su proyecto
político, cuanto al acceso a las listas electorales, especialmente en el lugar
destacado que se le ha reservado.
Y
sobre todo, nada de que Irene Lozano es una transfuga, pues no ha cogido el
escaño logrado en las listas y con los votos de UPyD y se lo ha llevado al
PSOE, sino que dejando su escaño logrado por UPyD, dándose de baja en este
partido, ha accedido a la invitación del Secretario General socialista a
integrarse a trabajar como independiente en su proyecto político, formando
parte destacada de la próxima candidatura. En ello, ¡nada que objetar!.
martes, 13 de octubre de 2015
FIESTA NACIONAL EN PLENA CRISIS NACIONAL
Este nuevo
doce de octubre, día de la fiesta nacional española, llega en pleno conflicto
secesionista catalán –como del anunciado vasco-, en el que se celebró un
referéndum ilegal, que según el gobierno español nunca se celebraría, y unas
elecciones plebiscitarias, que en ambigua lectura se han querido sólo ver como
autonómicas, en el que las fuerzas políticas catalanistas ganan en escaños del
parlamento catalán, aunque pierden en porcentaje de voto, planteando una
auténtica crisis de Estado, aunque el gobierno del Estado desde Madrid no
quiera verla.
El secesionismo catalán ha ido
creciendo de forma importante en la última década, sin que desde el gobierno
del Estado –necesitado de los votos nacionalistas para la gobernabilidad
española- se hiciera una lectura realista de los motivos que han ido llevando
progresivamente a numerosos sectores de la sociedad catalana a albergar la idea
de la independencia catalana y la consiguiente ruptura española.
Tal crecimiento del sentimiento
nacionalista catalán y vasco se ha simultaneado con un progresivo decrecimiento
del sentimiento nacional español, a veces disimulado desde el mismo poder del
Estado para no desagradar a los nacionalismos disolventes, sin tomar en
consideración la radical incompatibilidad que se iba fraguando entre ambas
posiciones, teniendo en cuenta que la única posibilidad de coexistencia
nacionalista territorial dentro del mismo Estado es la de un “nacionalismo
cooperativo” que exponiendo su diversidad cultural voluntariamente, de tal
forma, se incorpora al mosaico total del Estado-Nación que es la España
contemporánea. Sin embargo, esa opción –presente sólo al principio del proceso
autonómico- no ha sido la definitivamente escogida por las elites políticas
catalanas y vascas, ya que han optado por un “nacionalismo competitivo” (más
propio de la burguesía autóctona), al punto de acabar en una deriva
secesionista (tradicionalmente de posiciones de extrema izquierda antisistema,
que sin embargo, a día de hoy han abrazado casi un tercio de los catalanes –teniendo
en cuenta el absentismo habido en las últimas elecciones- aliándose contra
natura la derecha y la izquierda catalanista en una aventura secesionista).
Ante esta situación, es obvio que la
crisis política española está servida, en la forma de mayor gravedad pues
afecta al núcleo del Estado, a su integridad, a su existencia y continuidad
como tal, para lo cual un Ente Autonómico del Estado ha sido desleal con el
resto del Estado saltándose la legalidad constitucional vigente, arengando a la
sociedad catalana a una meta para cuyo logro no parecen reparar en límites
legales o condicionamientos de realismo político. ¡Todo emoción…!, ¡todo
utopía!.
En este contexto llegamos a la
celebración de la Fiesta Nacional, que en este país por resabios ideológicos,
gestados en la dictadura franquista, ha sido confundida por algunos sectores de
izquierdas como un remedo de las victoriosas paradas militares franquistas (de
vencedores sobre vencidos), al tiempo que el simbolismo patrio fue exaltado
inadecuadamente por grupos filofascistas de extrema derecha que sustentaban el
régimen de Franco, de ahí la reacción de una izquierda vencida y humillada de
rechazar cualquier tipo de simbolismo patriótico que recordara a la dictadura.
Pero como en otras muchas cuestiones
de la vida, en el término medio está la virtud, en presentar un nacionalismo
español cooperativo, integrativo en su diversidad cultural, que de fundamento –como
lo ha venido dando en los últimos siglos- a la Nación española con su identidad
y sus símbolos que le son propios, como reflejo de la patria común de todos los
españoles, empresa común que viene desempeñando una histórica labor secular de
ingente alcance cultural, que en la actualidad puede jugar un extraordinario
papel geoestratégico de puente entre Europa y Centro y Sudamérica, y en el área
económica entre la UE y Mercosur.
Nación que además, ha sabido leer de
sus éxitos y fracasos históricos, habiéndose constituido en una democracia
moderna, un Estado social y de derecho, sobre unos principios constitucionales
que recogen los derechos humanos y sociales reconocidos por las Cartas
constitucionales de los países más avanzados social, política y económicamente
de nuestro entorno.
Un Estado en el que todos los
territorios de España juntos, vienen a conjugarse para la mejor defensa de sus
intereses en la UE y en un mundo cada vez más globalizado, donde las alianzas
son necesarias para el progreso de los pueblos, en vez del aislacionismo
esencialista de determinados atavismos étnicos. Que además requiere su unión
para su participación en alianzas de defensa que garanticen la paz y el
progreso de las naciones en un contexto internacional casi siempre convulso por
intereses geoestratégicos y económicos dispares.
Un Estado que hacia el interior ha
de velar por el cumplimiento de los principios constitucionales –garantía de
convivencia pacífica entre los españoles-, lo que supone la necesidad de un
estatus de ciudadanía idéntico en todos los territorios del Estado que
garantice la igualdad de los ciudadanos.
Por todo ello, resulta
extremadamente necesario hacer pedagogía política en España sobre nuestro
proyecto común, nuestra identidad desde la diversidad de los pueblos y culturas
de España, para recuperar el sentimiento común que nos une, nos sostiene como
Nación y nos identifica ante el resto del mundo, al tiempo que hace de nuestro
país una sociedad libre, justa y avanzada cultural y científicamente, algo que
es mucho más que una “marca” mercantil. Y eso hay que celebrarlo, hay que dedicarle
espacios públicos para su acercamiento e identificación social que gane el
sentimiento de la ciudadanía, que nazca de la sociedad y en ella se
desenvuelva, mostrando los símbolos del Estado que dan consistencia y
existencia al mismo. Tal demostración es necesaria de ordinario, pero
especialmente un día en el que se festeje nuestra consistencia común, nuestra
entidad pública nacional ante el mundo.
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