domingo, 26 de abril de 2015

NUEVA TRAGEDIA DE INMIGRACIÓN ANTE UNA EUROPA DESHUMANIZADA


La política neocapitalista del primer mundo cerrando las fronteras a cal y canto, mientras las abren a los capitales, suponen una transgresión del derecho de todo ser humano a ubicar su residencia en cualquier lugar del mundo, o dicho de otro modo, a buscarse la vida donde pueda.
¿Con qué derecho legitimado éticamente puede negarse el tránsito y residencia de personas en cualquier lugar del mundo?, ¿qué tipo de apropiación ilegítima se da sobre los recursos naturales de la tierra que excluyen a la mayoría?.
Europa vivió épocas graves de supervivencia que pasaron, en parte por la emigración, pues no lejos están los movimientos migratorios italianos, griegos, ingleses e irlandeses al nuevo mundo, como la instalación de parte de la población francesa, británica, holandesa y española en sus respectivos territorios colonizados con los que se establecieron flujos comerciales, culturales y sociales importantes, al punto que gran parte de esos territorios acogieron la lengua y cultura de la potencia colonial.
Y ni que decir de EEUU y Canadá, dos países formados por la reunión de las colonias dependientes de Inglaterra y Francia, respectivamente, que han sido países de inmigración, especialmente significados en las olas migratorias que dio lugar a que abandonaran el viejo continente europeo en busca de fortuna cientos de miles de personas. Tal resultó ser el caso de miles y miles de españoles que se asentaron en Iberoamérica, y en menor medida en otras colonias españolas por el mundo, como Filipinas, Guinea Ecuatorial, etc.
Además esos movimientos migratorios, que fueron asentándose en los nuevos territorios, beneficiaron a las sociedades de recepción y descargaron a las sociedades de partida, normalmente por la falta de trabajo en estas, lo cual posibilitó la búsqueda de la vida honrada a cientos de miles de personas.
Sin embargo, como si quisiéramos olvidar un importante factor de la historia del mundo, especialmente del nuestro más próximo, y ahora resulta que cuando el continente africano, parte del asiático y en cierta medida Sudamérica, están en dificultades económicas por importantes atrasos respecto del primer mundo tecnificado, con dificultades que les lleva a comprometer la propia subsistencia a no pocos, así como el derecho de prosperar en la vida, planteándose la emigración a otros lugares de ese primer mundo, resulta que les cerramos las fronteras para que no accedan –viéndolos como competencia, o peligro a la seguridad nacional-, en una acción insolidaria al tiempo que inhumana, profundamente inmoral –por principios de simple humanidad-, como profundamente injusta, pues emigrantes fueron nuestros ancestros, y con la crisis económica empiezan a serlo de nuevo nuestros compatriotas.
Es cierto que una economía a escala, salvo que esté en fase de alza, difícilmente puede asimilar de forma estable y dar trabajo regular de forma indefinida. Pero no es menos cierto, que no podemos dar la espalda al drama de la inmigración que calificada de ilegal se juega la vida en pateras cruzando el mar, en manos de mafias de gente desalmada.
Como tampoco la solución es policial, de refuerzo de fronteras, ni como la hipócrita propuesta británica de ofrecer navíos de la “royal navy” para impedir el acceso de pateras, con la condición que ninguno de los inmigrantes recogidos en alta mar, fuera trasladado a suelo británico.
Acaso haya llegado la hora de que tanto la UE como la misma ONU generen un foro de estudio y diálogo para adoptar urgentes medidas que acometan estos grandes flujos migratorios, dado que si los mismos en forma de avalancha descontrolada, pueden comprometer la estabilidad interior de algunos países de destino, no es menos cierto que la necesidad y la injusticia clama una urgente solución, que posiblemente pase por regular estos movimientos migratorios en sus grandes flujos, al tiempo que se reconsidere la colaboración de ayuda humanitaria al tercer mundo, con planes económicos de desarrollo local más o menos estables que les permita vivir dignamente, asegurándoles una estabilidad política y económica necesaria para ello, de forma que ni las élites económicas ni las políticas de estos países sigan aprovechándose de la ayuda internacional en menoscabo del conjunto de sus poblaciones, mediante corruptelas y Estados títere que suelen ser asidero de canallas, terroristas, asesinos y ladrones de todo tipo. ¡Hay que intervenir en los territorios de origen!, algunos de los cuales, tras la descolonización han sido “Estados fallidos” o dictaduras criminales de uno y otro signo, que ahora están siendo aprovechados –especialmente en el norte y centro de África por bandas asesinas que so pretexto del fundamentalismo islámico imponen la anarquía y el crimen genocida.

Mientras tanto no se acometa una decidida política multilateral en ese sentido, seguiremos asistiendo al drama de la inmigración y a la recogida de víctimas en el mar como la que días pasados se dio en las cercanías de la costa italiana de la isla de Lampedusa, que utilizan como escala las mafias de la inmigración ilegal, con sus barcos patera con origen en la caótica Libia.

viernes, 10 de abril de 2015

¿QUÉ ES “CAMBIO” Y QUÉ ES “RECAMBIO” ACTUALMENTE EN LA POLÍTICA ESPAÑOLA?


            Hace pocas fechas el líder de PODEMOS, Pablo Iglesias, en un alarde de ingenio ha pretendido distinguir “cambio” de “recambio” en política, y como atribuyéndose estar en posesión de las esencias de la legitimidad, el acierto y la renovación de la vida política española ha calificado de “cambio” a su formación (PODEMOS), señalando como “recambio” a CIUDADANOS.
                Tal afirmación, que por ingeniosa no deja de ser ambigua e inexacta, además de arbitraria, hace un alarde de retórica sofista para “barrer hacia su terreno”. Ante lo que parece atribuir, Iglesias, el “cambio” como las esencias nobles de lo alternativo, en un marco de pretendido acierto, en tanto al “recambio” lo refiere como una especie de sucedáneo del cambio, un mal intento de cambio, acaso un repuesto de lo mismo.
                En esa exhibición “trilera” del lenguaje que tanto gusta a los políticos, como a los vendedores de “crece pelo”, en que con una artera y original reflexión se sentencia lo válido como propio y se devalúa lo ajeno. Pero a poco que reflexionemos un poco sobre ese juego de palabras y aún conceptos, podremos apreciar que el argumento falla por su base, especialmente en boca de un político como Pablo Iglesias, que comenzando su andadura política en IU –que era la que se venía presentando públicamente como la opción de cambio político de izquierda, más o menos auténtico- la abandonó para crear una nueva opción política de análoga configuración y discurso, salvo la mayor habilidad de adaptarse al sentimiento de cabreo y frustración de buena parte de la sociedad española en plena crisis económica, pero que en realidad viene a exhibir el discurso político programático de IU (matiz arriba o abajo), de donde cabría evidenciar que PODEMOS sería el “cambio del cambio”, o sea,  un “recambio” de IU, en cuanto a que vendría a representar las mismas políticas de izquierda que esta.
                Pero al propio tiempo, Pablo Iglesias, Monedero, Errejón y todos los líderes de PODEMOS, como los de otras formaciones tienen el perfecto derecho de cambiar de partido e incluso de ideología cuando quieran y como quieran. E incluso sentirse el “cambio del cambio”. Lo cual sería un “recambio”.
                Si bien, lo que no parece serio a estas alturas de la vida democrática española es que nadie se arrogue las esencias ideológicas de nada (entre otras cosas, porque siempre caben matices e interpretaciones tanto en la teórica como en la práxis política), y mucho menos descalificaciones por razones ideológicas, por “pureza de sangre”, etc., pues nadie tiene la patente de ninguna ideología. El pensamiento es libre, también el político y la práxis política, además conlleva muchas veces no pocos ajustes en busca de consensos y mayorías que posibiliten el razonable y pacífico entendimiento social, así como la gobernabilidad del país.
                En la situación actual, precisamente ante la previsible falta de mayorías absolutas en la política española –tras los próximos comicios-, habría que empezar a hacer un profundo ejercicio de diálogo socio-político, con respetuosa escucha, aporte de ideas y solución de problemas en la formación de complicados consensos. Situación en la que esa práxis política requerirá “dejarse los pelos en la gatera” no pocas veces. Tal situación conllevará la virtud del entendimiento, del respeto de las minorías, de la mayor participación de todos los sectores socio-políticos, y de mayor humildad de gobierno, aunque conlleve cierta sensación de inestabilidad, pero será bueno si ello contribuye a evitar actitudes de “despotismo político” e incluso corrupción política como las que han generado las mayorías absolutas del bipartidismo imperante.

                En ese ámbito parece innecesario e inapropiado políticamente hablar de esencias o evocarlas, pues en el fondo de tal evocación subyacen habitualmente tendencias fundamentalistas (esencialistas, dogmáticas, intransigentes) poco respetuosas con el sistema de derechos fundamentales y libertades públicas de las democracias occidentales. Eso también debería de reflexionarlo todo aquel que trate de erigirse en la “copia original” de una determinada ideología, las esencias, los fundamentos de la misma. ¡Error del subconsciente, o arrogancia de principiante!.