La noticia curiosa de la semana, la ha protagonizado el Presidente del Congreso de los Diputados, José Bono, al pretender una reducción de los plenos de la Cámara Baja (de tres a dos semanales), en un “traspié” en el que se ha quedado solo. Pues al final no le ha apoyado ni siquiera el grupo socialista.
El “bueno de Bono” parece ser que quería, de esa forma dejar mayor libertad de movimientos a los diputados, concentrando las sesiones plenarias en dos días. Aunque los rumores apuntan, que era una estrategia de los socialistas, para dejarle libre los jueves a Rubalcaba de forma que pudiera empezar a dedicarse a hacer campaña, desde su reciente designación como futuro candidato socialista a la presidencia del Gobierno de la Nación.
En cualquier caso, tal parece que la medida no fue lo suficientemente valorada, especialmente en momentos de crisis, en que se pudiera cuestionar la productividad del estamento parlamentario, y en su conjunto de la clase política, en lo que iba a suponer una reducción de jornadas de trabajo en el pleno, pero que podría pasar por una reducción de actividad, cuando a todo el país se le están pidiendo esfuerzos, aumento de actividad productiva, a veces pasando por incrementos de jornada, para salir de la crisis. Lo que una vez más iba a poner de manifiesto el divorcio entre la sociedad española y su actual clase política.
Así las cosas, los “estrategas”, la “legión de asesores”, y demás “calculadores finos”, darían rápidamente con la clave, de que aunque la pretensión de Bono era compartida, sin embargo, no podía ser menos oportuna. Por lo que lo dejaron sólo, “colgando de la brocha”. En lo que parecen más motivos estéticos de la rectificación, que propiamente éticos, e incluso meramente de utilidad.
Y es que Bono es un político peculiar, con su estudiada puesta en escena, y su especial populismo –mezcla de munícipe manchego y cura de pueblo, dado su proverbial paternalismo, ámbitos en los que ha sido bien cultivado en su trayectoria biográfica-, que tiene una gran facilidad para proponer lo que se quiere escuchar, y en la forma que se quiere oír. Pues mientras él mismo atribuye las cualidades de la liebre a Rubalcaba, se reserva para sí la del zorro –que tanta subsistencia política le ha reportado, y le ha sacado de tantas batallas y escaramuzas de la política-. Pero que ya a pocos sorprende, pues se le conoce de lejos la intención. Aunque en esta última torpeza haya caído cual bisoño advenedizo; posiblemente le haya cogido con la “guardia baja”, dado el actual bajo nivel de sus camaradas. Salvo que sea una “trampa de la liebre al zorro”.
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