sábado, 26 de mayo de 2012

¿POR QUÉ NO PUEDE QUEBRAR UN BANCO?



De nuevo el indisimulable problema bancario español viene a recrudecer la crisis del país, una crisis que en gran parte tiene su origen en el estado de nuestro sector financiero, que por lo que estamos viendo, no ha dicho la verdad ni por equivocación, pues el agujero de nuestra banca se ha mantenido disimuladamente oculto, y sólo cuando alguna entidad se ha desmoronado, como ahora el caso de Bankia, nos enteramos –por entregas- de las ingentes cantidades de dinero que necesita para ser reflotada, que en su caso ya va por más de 23.000 millones de euros.
Tal cantidad que, según parece está dispuesto a poner el Estado, neutraliza el ahorro que pudiera conseguirse de los recortes en sanidad y educación, según los mejores cálculos, pues lo duplica con creces. Y hace que la ciudadanía, a la que se le ha estado pidiendo comprensión y duros esfuerzos económicos, se pregunte no sólo sobre la racionalidad y coherencia de tal discurso cicatero con los servicios públicos –servicios de todos-, ante el espontáneo y generoso gesto con la banca –que son negocios privados, de unos pocos-; pues aparenta hacer ineficaz la labor de ahorro y su consiguiente sacrificio social; pero sobre todo, pone de manifiesto un dilema ético, no resuelto que le resta legitimidad a la actual acción de gobierno, por lo inmoral e injusto que supone exigir sacrificios a la población –a la que se le recortan servicios públicos de primera necesidad-, entre tanto para la banca nunca falta la disposición de inyectar cantidades astronómicas de dinero público, sin que tales medidas pasen tampoco por el tamiz democrático de su decisión en las Cámaras Legislativas –sede de la soberanía popular-, a través de un debate razonado y sereno sobre la auténtica necesidad pública de acometer unas obligaciones inicialmente privadas asumidas por una entidad privada.
Pues no se entiende bien, que el Gobierno esté con un discurso casi apocalíptico de sustanciales recortes, so pretexto de la falta de dinero para la atención sanitaria de las personas en España (nacionales o inmigrantes), se hayan subido las tasas universitarias, reducido el potencial de becas, ajustado los presupuestos para investigación, y lo que es peor, reduciendo el sector público con despidos de empleados públicos, manteniendo asfixiadas financieramente a las Instituciones Públicas, muchas de las cuales no pueden hacer frente a sus propios pagos, y a renglón seguido se esté dispuesto a apuntalar una entidad bancaria privada inyectándole ingentes cantidades de dinero público para que no quiebre. ¿De dónde sale ese dinero?, ¿qué costo real va a tener sobre el sector público español, y sobre la ciudadanía?, ¿qué proyectos públicos se habrán de abandonar o postergar por esta imprevisión?. Y sobre todo, ¿alguien entiende esto?.
Aparte que va a llegar un momento en que, ni siquiera el Estado pueda hacerse cargo de la solvencia de entidades bancarias insolventes, ante el cúmulo de entidades que se vienen demostrando en graves dificultades (Caja Castilla la Mancha, CAM, Cajasur, Caixa Tarrasa, Caixa Sabadell, Caixa Cataluña, y ahora Bankia –que como se sabe es el resultante de otra serie de Cajas, algunas de las cuales estaban en dificultades, que no han sido capaces de remontarlas por sí solas-).
Por ello, habría que empezar a considerar la posibilidad de que los bancos quiebren, como cualquier otra empresa. ¿Quién ha erigido esa mentira de que los bancos no pueden quebrar?. ¿Acaso por las consecuencias dañinas para la economía?. Si el daño ya está hecho, cuando una entidad financiera no es económicamente sostenible. Lo que se trataría es de controlar el alcance de dicho daño sobre la economía general del país, que no sería igual si estuviéramos en un estado de bonanza económico y esa quiebra fuera un hecho aislado. Pero en el estado actual de crisis, con un frente bancario en crisis abierta, no parece ni razonable, ni prudente que el Estado salga a responder por todo ello, a modo de avalista solidario, y mucho menos como empresario. Algo que tanto se denosta desde las tesis liberales –que se esgrimen sólo cuando interesa, y ante quien conviene-; ejemplo de palpable incoherencia ideológica y práctica.
Además, la ciudadanía tiene derecho a preguntar, y tiene derecho a una razonada y razonable respuesta del gobierno y de la clase política, ¿por qué puede acabarse con el “Estado del Bienestar” y no se puede cerrar un banco económicamente inviable?, ¿por qué tenemos que asumir una pérdida de renta, en algunos casos de empleo, una reducción en la prestación de servicios públicos, incluso de las pensiones –fruto de los recortes-; y sin embargo hemos de acometer un rescate bancario con dinero público, que actualmente escasea?.
El que tenga la respuesta ya la debería de estar dando y sometiendo a la voluntad popular, antes de proceder precipitadamente a una acción potencialmente injusta y perjudicial para el interés público.
Y por último, ¿hay algún responsable de todo este desbarajuste?, ¿se le va a exigir responsabilidad?, o la corresponsabilidad de “consejeros políticos” va a servir de “indulto tácito” y opacidad para la depuración de responsabilidades. Si así fuera, no sería ni justo, ni ejemplarizante, y transmitiría un “insidioso tufillo” de impunidad de los poderosos, que repercutiría negativamente en la credibilidad y legitimidad de nuestro actual sistema político, lo cual elevaría exponencialmente los riesgos de la actual crisis. 

lunes, 14 de mayo de 2012

¿HOLLANDE ES LA ALTERNATIVA DE LA ACTUAL POLÍTICA DE LA UE?



Se ha extendido en la opinión pública mundial que el triunfo de Francois Hollande en las presidenciales francesas va a suponer un importante cambio de rumbo en la actual política económica en la zona euro, en virtud de sus propias declaraciones de cambio durante la campaña electoral, y la sentida necesidad de un cambio de rumbo –o al menos atenuación en el mismo- de la política económica europea dirigida por la canciller alemana Ángela Mérkel refrendada por el expresidente francés Nicolás Sarkozy; sin embargo esta pretensión está aún por ver, ya que el margen que se le atribuye al nuevo inquilino del palacio del Eliseo es escaso, y está por demostrarse que realmente Hollande plantee un liderazgo de reequilibrio en la política europea marcada casi en solitario por Alemania.
La mala situación económica que se está viviendo en la zona euro, fruto de una pésima gestión en parte de los países afectados, y en parte por la necesidad de cambios sistémicos en los mismos que se han comenzado pero aún están por dar los ansiados frutos, requerían duras medidas de ajuste, pero como en todo, la polarización exclusiva de ajuste observamos que lleva al colapso económico por la caída de la actividad económica en los países que están bajo las duras medidas de recortes públicos impuestos por Bruselas –ante la imposición del eje francoalemán-. Lo cual pone de manifiesto la necesidad de acompasar las medidas de austeridad financiera con medidas de incentivación de la actividad económica para el necesario crecimiento de esta, y poder evitar así el colapso financiero que se atisba de seguir insistiendo sólo en el parámetro del ahorro.
Sin embargo, esta última precisión no parece ser del todo compartida por el gobierno alemán, que pretende unos ajustes duros que hagan retornar pronto la normalidad a los mercados, y sobre todo que la banca alemana (los grandes acreedores europeos) recuperen con normalidad y prontitud sus créditos y reduzcan así su exposición al riesgo del impago. Pero por la vía que discurren los acontecimientos no parece que esto último lo tengan del todo garantizado. Y a los hechos nos remitimos con el caso de Grecia al borde del abismo, por no haber podido asumir las duras condiciones inducidas por Alemania –que no debería olvidar su pasado histórico reciente con las deudas del Pacto de Versalles al término de la I Guerra Mundial, ni el alivio que representó el Plan Marshall tras la II Guerra Mundial-.
Por todo ello, las voces se están alzando en el viejo continente contra este estado de cosas, que representan también cierto grado de insolidaridad. Y entre estas, resulta destacable la anunciada toma de posición del nuevo presidente francés Francois Hollande, en referencia a la necesidad de generar políticas de ayuda al desarrollo, de incremento del crecimiento económico para evitar el previsible colapso de algunos países de la zona euro.
Siendo así, cabría preguntarse, si esta iniciativa política a alto nivel, no sería realmente un resurgimiento de la socialdemocracia europea, tan necesitada últimamente de liderazgo y sobre todo de transmitir un mensaje coherente alternativo al planteamiento de la derecha liberal que se ha venido imponiendo en el ámbito europeo en los últimos años, y cuyas recetas para salir de la crisis, parecen pasar solo por la austeridad, arrastrando con ellas derechos sociales y laborales del denominado “Estado del Bienestar Europeo” de la postguerra, e incluso cuestionándolo abiertamente en perjuicio de la clase media y trabajadora que en el último lustro se generaron con el desarrollo, la paz y el progreso de Europa.

miércoles, 9 de mayo de 2012

¿OTRA VEZ LA BANCA ESPAÑOLA AUXILIADA CON DINERO PÚBLICO?



Lo de la “banca española” no tiene nombre. Esa que el anterior presidente engañado por propios y extraños vino a ensalzar como “banca de champions”. ¡Qué ridículo..!. Y sobre todo, ¡que caos, que falta de rigor…!.
Esa misma banca que poco tiempo después empezó a mostrar sus vergüenzas, “poniendo la mano” para que un Gobierno socialista le diera millones de euros que evitaran su quiebra, y así juntos volvían a ayudarse.
La misma banca que anuncia sin pudor a los cuatro vientos beneficios astronómicos, increíbles, es la que a la hora de la verdad está asfixiada, aunque aparenta una grandeza que la verdad le niega ante sus “miserias ocultas”; pues si algo ha faltado en estos años ha sido la verdad de la situación de nuestro sector financiero, descontrolado por quien tenía que controlarlo (el Banco de España –dependiente de los Gobiernos de turno-). Pero tal labor se torna difícil, cuando no imposible, al existir “intereses cruzados”, pues el dinero todo lo puede. Ya que nos antoja misión imposible que el Banco de España realmente pueda inspeccionar a la banca que presta y condona cuantiosísimas cantidades de dinero a los partidos políticos por las campañas electorales. Haciendo buena la frase de que no se “muerde la mano que da de comer”. Claro que el que “regala bien vende, si el que lo toma lo entiende…”
Luego ahí hay una muestra palpable de la interferencia entre el gran capital y la política, que conlleva a que mecanismos de control se relajen, y posibiliten el gran fiasco que estamos viviendo actualmente.
Aunque otra muestra palpable de esta “unión contra natura” también la vemos en la intromisión, o mejor “colonización política” que han tenido las Cajas de Ahorro en nuestro país en los últimos veinte años, que las ha llevado a ser conducidas, o mejor dicho, interferidas por los intereses políticos, muchas veces ajenos a los de las propias Cajas y han dado lugar al lamentable estado financiero de muchas de ellas, con la consiguiente necesidad de reconvertirlas en bancos, obligando a fusiones que más que salvar la estructura y dimensiones de las entidades cara a futuro, realmente tratan de ganar tiempo y salvar la cara de la negativa gestión producto del maridaje político que han mantenido estas entidades.
Si bien, fuere cual fuere la causa del fiasco, poco importa –especialmente si no van a pedirse responsabilidades legales y políticas-. Aunque de cara al futuro, pasando por este difícil presente, se plantea unas nuevas “inyecciones millonarias de ayudas públicas” a la banca, que evidencian que las ya practicadas en su momento, no han sido suficientes, pues el agujero a tapar es considerablemente mayor.
Ante esta frescura en que los “ricos piden a los pobres”. Sí, esos que se desentienden de los últimos, a los consideran fracasados, lacra, escoria social. Los mismos que hablan de la liberalización de servicios, de supresión de ayudas sociales, de la necesidad de ahorrar y no despilfarrar (recortar en educación y sanidad). Miren por donde, esos mismos, no tienen el menor rubor en “volver a alargar la mano” para que el Estado les resuelva sus deudas, las mismas que ellos no perdonan a los trabajadores en paro que no pueden pagar sus hipotecas y desalojan de sus hogares con la ayuda de la maquinaria coercitiva del Estado. Los mismos que han administrado estas empresas sin cautela ni rigor, que se han puesto sueldos de ejecutivos estadounidenses, jubilaciones doradas; cuando han regateado los sueldos a sus empleados, reducido plantillas, recargado la Seguridad Social con jubilaciones anticipadas de sus trabajadores, al tiempo que anunciaban dudosos beneficios. ¡Escandaloso!.
Incluso, hasta las cifras de su actual petición para salvar a un “constructo de cajas de ahorro” inviables, piden del Estado ayuda, y este se plantea darles unos 10.000 millones de euros, casualmente la previsión de ahorro de los recortes en sanidad y educación, recién aprobados. ¡Qué cinismo!.
Y ante esta cuestión, y la reprobación de toda la oposición política al planteamiento socorrista del Gobierno, este responde que también los socialistas le inyectaron dinero. Argumento falaz, pues un error inicial no puede sustentar la permanencia de la conducta errónea. Además que cuando se hace el primer préstamo la economía española no estaba en situación tan crítica como lo está en el momento actual; junto con la razón de que todo ha de tener un límite, en este caso económico, político y moral.
Por tanto, la pregunta viene servida: ¿por qué no se deja quebrar a los bancos que resulten inviables económicamente?. No es esa la medicina que ellos predican para cualquier tipo de actividad económica (si es negocio, que siga, y si no lo es, que cierre). Así de claro, y menos “misericordia” con quien no practica la “misericordia”. Pues el dinero público ha de estar para atender los servicios públicos, esos que ahora se pretende reducir por la vía de una clara infrafinanciación so pretexto de que no hay dinero. Aunque comprobamos que hay para lo que se quiere.