La última
Encuesta de Población Activa (EPA) ha sido dramática, más de seis millones de
parados en España, ponen la situación económica, política y social al límite de
su resistencia. Y algunas declaraciones gubernamentales (en el sentido de que
no habrá recuperación económica en España hasta el año 2016) siembran la
desesperanza colectiva, y llaman a una seria y profunda reflexión política.
Hasta ahora
se nos ha estado diciendo (por parte de los gobiernos del PSOE y del PP) que la
situación económica de la crisis era la determinante, al extremo que se han
sometido todos los demás resortes de gobierno a la economía (la política ha
pasado a ser un sucedáneo de la actividad de los mercados), pues en definitiva
son los mercados los que están imponiendo la agenda política, y no al revés.
Tal hecho, considero que es el primer error en el que han caído nuestros
dirigentes políticos.
Ciertamente,
la economía condiciona la acción política, es verdad. Pero no se puede admitir que
sean los agentes económicos (los indeterminados “mercados”) los que gobiernen,
los que marquen el rumbo político de nuestro país. Sí, digo bien, “el rumbo
político” del país.
De hecho se
nos ha obligado a una urgentísima rectificación constitucional (sobre el límite
de gasto público), se han recortado derechos sociales consolidados durante años
de negociación colectiva (precisamente, este modo de negociación también se
está restringiendo), se ha realizado a toda urgencia una reforma laboral que sólo
ha servido para abaratar el despido, y por ello indirectamente fomentarlo, se
están cambiando los resortes sociales en general con drásticas disminuciones,
ampliando las edades de activo y limitando al extremo la edad de jubilación, etc.,
etc. Y aun así, superamos la histórica cifra de los seis millones de parados.
Además, de
forma impúdica se nos dice en medios de comunicación progubernamentales que el
gobierno está preparando reformas para contentar a Bruselas y a Merkel. Luego
la pregunta surge de inmediato, ¿para quién gobierna el ejecutivo español?,
¿para satisfacer a Bruselas y/o Berlín, o a los españoles?, ¿dónde radica la
soberanía nacional?, ¿quién ha votado esta conformación de gobierno?. Rajoy
parece un “administrador colonial” que tiene que rendir cuentas a la metrópoli.
Donde no prima el interés de los parados, sino el pago de la deuda a la banca
alemana, caiga quien caiga, y por encima de todo. ¡Se nos embarga el presente,
y también el futoro!.
Si esa es
la realidad. Y parece que lo es. Los españoles hemos perdido soberanía
nacional, derechos sociales, económicos, y desde luego el control de nuestra
vida en común.
Si el día a
día, me lo marca Bruselas o Berlín, realmente soy un súbdito de un protectorado
cuya metrópoli es Bruselas y/o Berlín. ¡Esto es muy grave….!. Especialmente
porque se ha llegado a esta situación por vía de la torpeza política (de unos y
otros gobiernos) que ha confiado nuestro destino en una utopía europea que se
presentaba como “la tierra de promisión”, que nos daba el “maná” para que
llegáramos al “paraíso europeo” (de bienestar, de trabajo, de derechos y
libertades, etc.), mientras ese “maná” era como el maíz que “engorda al
gallinero”, que finalmente acaba en el “sacrificio” e inmolación por y para el “amo”.
Una vez más
se ha mostrado falso e interesado el filantrópico y fraternal abrazo europeo,
pues en el caso presente –como en cualquier orden de la vida-, “tanto tienes,
tanto vales..”. Y así ha pasado, hemos valido mientras hemos comprado productos
alemanes, holandeses, e incluso franceses (previas condiciones de duro ajuste
económico: eliminación de barcos de pesca, de cabaña vacuna, de olivos, etc.);
ahora que no tenemos para mantener ese nivel de compra, sobramos de la “fraternal
unión” (pero antes hemos de devolver el dinero que nos prestaron, de ahí las
durísimas condiciones económicas que nos imponen), aunque si nos portamos bien,
quizá podríamos seguir.
Claro, ante
esta situación en que hemos sido unos “bisoños”, se hace necesaria una clara y
profunda reflexión (sin filias ni fobias europeístas), sino la verdad, toda la
verdad, y nada más que la verdad. ¿Nos conviene seguir en Europa?.
Especialmente en esta Europa insolidaria de dominio teutón, que montada con los
“piés” (como supuesta Federación o Confederación de Estados) no ha sido capaz
de solventar la primera crisis seria a la que se ha tenido que enfrentar, y
donde cada uno ha ido a lo suyo.
¿Podemos
seguir confiando en esta UE a la que le hemos entregado parte de nuestra
soberanía, como la política monetaria que es vital para tomar rumbo de salida
de la crisis?. ¿Cuáles son las alternativas?. ¿No sería mejor recobrar la
soberanía monetaria y adoptar políticas monetarias anticrisis con urgencia, en
vez de esperar a ver lo que le interesa a Merkel y a su partido?.
Además,
puestos a recortar ¿por qué nadie señala como objetivo de los recortes de gasto
público todo el que se deriva de la UE (eurodiputados, organismos, oficinas,
dispositivos europeos en que participe España), en vez de recortar en la
sanidad o educación pública de los españoles?.
Quizá lo
fácil sea dejarse llevar, como hizo Zapatero, y está repitiendo Rajoy. Lo
auténticamente audaz, y quizá razonable, sea empezar a “cuestionar lo
incuestionable”, cambiar el rumbo, y que la voluntad de los españoles se
imponga a la de los mercados, mercaderes y potencias extranjeras. El drama del
paro tiene ya dimensiones de catástrofe nacional y urgen una respuesta
gubernamental, antes de que la calle tome la iniciativa.
Y desde
luego, eso de contemplar la “caída de la hoja” (el incremento progresivo del
paro, y la destrucción de tejido productivo) hasta 2016 que no se le vuelva a
ocurrir a ningún político, salvo que se quiera despedir de su oficio. No es
digno, no es de recibo, y no es patriótico.
Hay
urgencia para salir de esta situación, sea como sea. Acaso este tipo de
reflexión, o análoga habría de estar planteándose ya en el mundo del “trabajo”,
en los sindicatos, con ocasión de la próxima fecha del 1º de Mayo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario