Las elecciones europeas del pasado fin de
semana han reflejado el progresivo
divorcio de la ciudadanía respecto de la construcción europea que se ha ido
elaborando a sus espaldas, al tiempo que también refleja el enfado por las
duras medidas de ajuste anticrisis impuestas por Merkel al frente de la UE, que
está dañando en bienestar de la ciudadanía europea y desnaturalizando el
inicial proyecto continental de una Europa de los ciudadanos.
Por consiguiente, votación en doble clave (europea
y nacional), en la clave europea se constata la diseminación del voto y el
incremento del euroescepticismo (especialmente de extrema derecha) que en
países como en Francia ha obtenido significativos porcentajes de voto que puede
hacer peligrar el propio proyecto europeo, por sus habituales planteamientos
nacionalistas, insolidarios, y de repulsa de la inmigración. Junto a los
cuales, también ha habido un importante voto de izquierdas que cuestiona la
actual configuración burocrática y economicista europea, que se plantea una
revisión del proyecto hacia posiciones más sociales y teóricamente más
solidarias, contrarias al capitalismo financiero del neoliberalismo que estando
en el origen de la crisis económica, pretende señalar la salida a la misma
desmontando el bienestar social por el que Europa se distinguía en el mundo.
Así, pese a que haya ganado el PPE y se haya
recuperado ligeramente la socialdemocracia, entre los cuales tienen mayoría
aritmética suficiente para la gobernabilidad europea, no es menos cierto, que
el voto de protesta representado por las demás alternativas (a la derecha e
izquierda) deben reportar un acuse de recibo en Bruselas, en la reorientación
del proceso de construcción de la UE que implique más a la ciudadanía, que la
haga más democrática y participativa, pero sobre todo más solidaria de lo que se
ha mostrado en plena crisis económica con los países en dificultades, a los que
se ha rescatado en unas condiciones de neocolonialismo que está arrasando las
economías locales, paralizando su comercio, empobreciendo a la gente y
cargándose a la clase media de los mismos.
Por otra parte, en clave nacional, hay un
fenómeno emergente que es la irrupción del nuevo Partido PODEMOS, liderado por
varios jóvenes profesores de CC. Políticas de la Complutense, y votado por casi
un millón y medio de personas, que con un planteamiento claramente de
izquierdas (social, republicano participativo, contra el bipartidismo
endogámico PP-PSOE) trata de canalizar políticamente el voto de los indignados –que
parece haberse organizado finalmente tras la denominada “revolución silenciosa”
del 15M-, y que ha levantado una auténtica oleada de reacciones a favor –por parte
de amplios sectores de la población que se siente identificada con una
necesidad de regeneración de la vida política española-, y en contra –por parte
de sectores de votantes próximos al PP-PSOE, que ven peligrar el bloque
habitual de gobierno bipartidista de la transición, que se ha ido repartiendo
todo el poder político de forma cerrada, rompiendo la división de poderes,
favorecido por una legislación electoral ad hoc-. Estos últimos han empezado a
dar muestras de cierto nerviosismo, ante la probabilidad que este grupo
político siga en ascenso en las propias citas electorales. Al propio tiempo,
dada la continua caída electoral del PSOE, y ante la probabilidad que pudiera
ser desplazado por IU y PODEMOS, ha generado un terremoto interno con dimisión
de su Secretario General y sucesivos
líderes, así como una profunda controversia interna, que no hace sino confirmar
lo que apreciamos de “cierre en falso” de su crisis interna en el pasado
Congreso socialista, que ha roto las “costuras” que arteramente se tejieron
para que el aparato siguiera salvando los muebles, pero que no parecen
convencer a sus votantes.
Con todo, creemos que el PP –que ha ganado
aritméticamente las elecciones, aunque no se pueda decir tanto en términos
políticos, por la pérdida ostensible de votos padecida- habrá de reflexionar,
lo mismo que lo debe hacer el PSOE (sumido ya en una nueva crisis interna, que
no es más que otro episodio de la que viene padeciendo), y tomar buena nota de
lo que significa este nuevo planteamiento del electorado hacia una izquierda no
pactista, sino abiertamente reivindicativa, que les debe obligar a replantearse
su acción política próxima desacelerando el proceso de ajustes y recortes en el
ámbito social (para dirigirlos a otros ámbitos que hasta ahora han sido
exonerados de las cargas de la crisis), evitando así un mayor tensionamiento
social que incrementaría el voto de PODEMOS e incluso de IU.
Y en cuanto al PSOE, tendría que acabar de
poner en práctica las archimencionadas elecciones primarias y llevar a cabo un
serio proceso congresual de reformulación ideológica y metodológica, que acabe
por cancelar la “política del aparato”, del politburó, endogámica, clientelar
que ha dado la espalda a la ciudadanía.
Bien hablado. Te voto.
ResponderEliminarMuchas gracias, Domingo