Se nos
anuncia, cual apocalipsis, una inminente huelga de futbolistas profesionales en
el fútbol español, las razones que se aducen son tributarias, pues a los “señoritos
del balón” les parece excesiva su contribución fiscal al sostén del Estado y
los servicios públicos, en un claro ejemplo de individualismo insolidario e
incívico.
Se quejan de que es mucho lo que
pagan al Fisco, pero realmente es que es mucho lo que perciben por la
profesionalización de un deporte, del ejercicio de algo inicialmente ocioso,
que con el devenir del tiempo ha llegado a convertirse en uno de los oficios –pues
acaso resulte dudoso denominarle profesión- de las mejor retribuidas del país,
especialmente en la máxima categoría en la que a los reconocidos “ases del
balón” se les llega a pagar auténticas millonadas, además de agasajarlos,
mimarlos e idolatrarlos hasta la extenuación.
Todo ello ha sido fruto de la evolución de la sociedad de masas, en su
derivación hacia la sociedad de consumo, cuya mezcla resulta alienante para la
persona humana, que acaba atendiendo a aquellas famosas demandas de “pan y
circo” tan antiguas como actuales en la historia de la humanidad, en las que la
expansión hacia el ocio del ser humano y su fuga de la dura e incomprensible
realidad, le lleva al ocio en fórmulas idolátricas, que configuran una moderna
forma de religiosidad (de adscripción, ritual, pasión irracional, emotividad,
congregación semanal, simbología particular, etc.).
En ese marco neocultural aparecen
los “nuevos ídolos” que reportan una exigua felicidad fugaz a las masas de
seguidores que los veneran de forma irracional, esos nuevo ídolos a los que se
cuida (se les paga extraordinariamente bien –incluso en plena crisis económica
con cifras de paro sobre el 26% y 27%-, se les regalan vehículos deportivos
costosísimos, se les encarga todo tipo de publicidad –pese a que algunos apenas
sepan hablar bien-, viven en chalets mansión en zonas de alta sociedad,
custodiados por sus escoltas no pocos de ellos, a los que los clubes les pagan
todo tipo de caprichos, de derechos de imagen, etc.), pero a la hora de pagar
los impuestos, de contribuir con el país que les acoge, en el que viven y
posibilita su alto rendimiento económico, resulta que les parece excesivo,
recurriendo algunos de ellos a situaciones denunciadas y sancionadas por la
propia Hacienda estatal por defraudación fiscal, ocultamiento de dinero en
paraísos fiscales, creación de sociedades instrumentales (SICAV´s) para
tributar menos que en rendimientos del trabajo, etc., etc.
Y cuando en plena crisis económica,
con una deuda pública del Estado equivalente al 100% del PIB y un paro del 26%,
Hacienda trata de lograr mayores ingresos, evitando la elusión fiscal de
algunos de estos personajes determinando el pago por rendimientos de trabajo
personal, que en las ingentes cantidades que ganan los futbolistas
profesionales –especialmente los “galácticos”-, resulta que a estos les parece
excesivo, injusto y montan una huelga.
En vez de hacer un planteamiento
solidario y justo, dado que cada uno ha de contribuir en proporción a sus
ingresos (por lo que a más ingresos más contribución), en virtud a la
progresividad de los impuestos, lo que lleva implícito no sólo una justa
contribución a los gastos comunes, sino al propio tiempo un justo reparto de la
riqueza que en virtud del mantenimiento de buenos servicios públicos se
propicia una drástica reducción de las diferencias sociales, tan injustas como
nocivas para cualquier convivencia social.
Por consiguiente, ese debería de ser
el planteamiento de estos ídolos de masas, que con su buen ejemplo de solidaridad
y justicia social, bien podrían posibilitar una progresiva evolución social
hacia una cultura nacional más solidaria y respetuosa con lo común, más justa
con su entorno socio-político que propicie unas relaciones sociales y
económicas más sanas por su justicia de raíz, algo que viene propiciándose en
países del norte europeo, sin que nadie cuestione allí el alto gravamen
impositivo dado que tienen la experiencia de unos excelentes servicios sociales
gratuitos para toda la población, y en su consecuencia, de una sociedad más
igualitaria, más justa, más solidaria, que comparte realmente un proyecto
común, que difícilmente se puede evidenciar en sociedades individualistas de
porte egoísta e insolidario, en los que cada uno va a su propio interés en vez
de buscar el logro del interés general.
Motivo por el cual, la sociedad
debería dar la espalda a estas muestras de insolidaridad social, por parte de
ídolos de masas hipervalorados hasta el día de la fecha, pues pocos
profesionales de primer nivel (cirujanos, médicos, abogados, arquitectos, etc.)
logran unos rendimientos de su trabajo profesional tan alto como los
futbolistas profesionales, y no por ello han tenido que emplearse a fondo en
grandes esfuerzos de años de estudio, de carrera, oposiciones, especialidad,
etc., ni mucho menos inferiores al de los “ases del balón”. Algo que resulta
desmedido e irracional.
La actitud de la sociedad ante este
tipo de iniciativas de fuerza de personas adineradas que no quieren pagar lo
estipulado legalmente, reflejará el nivel de salud social corporativo que tiene
nuestro país. ¡Todo un síntoma…!, y ¡todo un reto!.
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