Dice el refranero popular que “para ver cosas, hay que estar vivo..”. Y
tal es así, una vez más, en el caso del que fuera dirigente socialista hispano
Joaquín Almunia, persona formada pero entregada desde su juventud al aparato de
mando socialista del PSOE y de la UGT, en su proverbial defensa del obrero,
discriminado por el capital –que en la transición- se decía también, oprimido
por la dictadura franquista. Pues tal fue el léxico que hizo fortuna en
beneficio del ascenso social de una nueva “casta política” de porte
democrático.
El discurrir de los
acontecimientos políticos llevó al PSOE al poder, y con él Almunia accedió al
Consejo de Ministros, donde llegó a ostentar la cartera de Trabajo y Seguridad
Social; y hasta el punto de que a la marcha del gran jefe socialista, Felipe
González –que había estado imbatido en el poder catorce años-, se postuló como
sucesor, tras de un abortado intento de primarias –que ganó Borrell, pero le
hicieron dimitir los del aparato de Almunia-, y no logró concitar el apoyo
popular que pretendía, por lo que buscó cobijo en un buen puesto europolítico
en Bruselas, desde el que sigue encaramado contra viento y marea, faltaría más,
pues Almunia es político de “aparato”, un “segundón gris”, que nunca ha
liderado políticamente ningún proyecto (un híbrido de “funcionario-político /
político-funcionario” a conveniencia del que manda, y siempre a su servicio),
pero que se ha asegurado un excelente puesto con unas no menos excelentes
retribuciones (que seguramente quintupliquen la retribución media española, o
más), y no ganado por oposición –por demostrar sus conocimientos-, sino por la
influencia política de su grupo (el socialista, que se supone defendía el
interés de los trabajadores).
Sólo así, y desde ese planteamiento se puede
entender –que no compartir- la actitud de Almunia desde Bruselas hacia España,
a la que ya ve en la distancia, y la posterga como todo burócrata a lo
dispuesto por la ordenanza, incapaz de generar cualquier vía de solución, de
salida, enrocado en el “poder de su sello” que da el placet o lo quita a las
propuestas que pasan por su mesa.
Y es que no se entiende, la
inflexible actitud de Almunia (el euroburócrata) frente a España, en el caso de
la petición de devolución de las subvenciones recibidas por los astilleros
españoles, pues más allá de la norma está la realidad social de más de 80.000
trabajadores del sector que se pueden ver en el paro (en una España con un paro
de 6 millones de personas, el máximo de la UE); máxime conociendo que en
situación análoga Francia no fue obligada a devolver ningún tipo de incentivos.
Si quiera por coherencia social,
por conciencia humana, o por remoto patriotismo –si hubiera existido en algún
momento-, debería de haber facilitado una salida airosa sobre la base de unas
circunstancias político-económicas que aconsejan no pedir la devolución de las
ayudas porque se carga el sector de los astilleros navales en nuestro país. E
incluso, también si no quería llegar a tanto, y mostrarse más neutral –para
defensa de su posición de euroburócrata-, podría haberse abstenido. Sin
embargo, no ha dado ninguna de las anteriores soluciones, sino todo lo
contrario, se ha puesto la gorra y ha empezado a apercibir al sector afectado,
y al gobierno español, que han reaccionado en bloque en contra de la pretensión
de Almunia –incluidos sus antiguos compañeros del PSOE, a los que parece no
tener muy en cuenta-. Naturalmente, este señor ya parece estar por encima del
bien y del mal.
Esto último también parece otra
de las razones para poner más cuidado y desconfiar de la actual construcción
europea, que sólo está al servicio de las elites políticas que la controlan, y
de una serie de políticos de cupo de uno y otro país, bien instalados y mejor
pagados, que son los que realmente están abducidos por esta UE de mercaderes
neocolonial que se está fraguando a espaldas de la ciudadanía europea. De lo
cual, el problema de la deuda, de las “primas de riesgo” elevadas de algunos
países, la burocracia retardataria e ineficaz de Bruselas, y la insolidaridad
real en el seno de la Unión son muestra de esta errónea construcción,
auténticamente de espaldas al pueblo.
DESPOTISMO ILUSTRADO: TODO PARA EL PUEBLO PERO SIN EL PUEBLO, AUNQUE NO FUNDAMENTADO EN EL SABER, SINO EN EL CAPITAL.
ResponderEliminarESTO ES UNA VERGÜENZA. TODO EL QUE LLEGA AL PODER, OLVIDA IDEALES, IDEAS, VOTANTES, SOLIDARIDAD,...
YA LO ÚNICO QUE IMPORTA ES SER POLÍTICAMENTE CORRECTO Y, DESDE LUEGO, PERCIBIR UN BUEN SUELDO POR ELLO.
MUY INTERESANTE EL ARTÍCULO