La Secretaria General del PP, Mª Dolores de
Cospedal, ha dicho que en la situación actual sólo cabe el PP o la nada, en
alusión a que cualquier solución a la crisis española actual pasa por ellos, de
forma invariable y casi apocalíptica, que recuerdo los avisos de los “salvapatrias”
cuando afirman que la alternativa es “o ellos, o el caos”.
Afirmaciones
de este tipo traen a la memoria la trágica afirmación sartriana del “ser y la
nada”, en lo que supone la aparición de la “angustia sartriana” de porte
existencialista, que a otro nivel –y acaso parangonándola- Cospedal trata de
transmitir a la sociedad una angustiosa disyuntiva “o el PP o la nada”. Dilema,
que pese a su dramática apelación, en absoluto es cierto, y por consiguiente
supone la transmisión de tensión a la ciudadanía, para acaparar la atención en
unos momentos en que el PP da signos de agotamiento ideológico y de rupturas
internas, que están dando lugar a la emergencia de nuevas opciones políticas de
derechas en España, como es el proyecto de Ortega Lara (VOX), que les retiraría
la exclusiva de la representación política de derechas, a la que no parece
hayan atendido convenientemente.
Por
tanto, en ese contexto de ruptura interna y probable pérdida de la mayoría absoluta,
se ha de entender el agónico mensaje de la líder popular (“o el PP o la nada”),
pues la aparición de VOX, y la probable extensión a todo el Estado del
Movimiento Ciudadano con el Partido Ciudadanos de Albert Rivera, hace que gran
parte del electorado de centro y derecha –que venía votando al PP- se empiece a
diversificar entre esas tres opciones, ante una gestión de gobierno del PP
bastante cuestionable, no sólo en los planteamientos electorales olvidados,
sino también en una indefinición de la defensa del modelo territorial del
Estado más vertebrado con freno contundente al nacionalismo secesionista, una
contradictoria política terrorista –respecto de lo que venían diciendo en la
oposición-, y unas aventuras privatizadoras de servicios públicos esenciales
(educación y sanidad) que la sociedad y los profesionales afectados no llegan a
entender y menos compartir como supuesta panacea de los problemas económicos de
sostenibilidad de los mismos, en lo que supone un claro cercenamiento del Estado
Social.
En
ese panorama, la gran clase media española se ve paulatinamente atacada y
depauperada, sin que la economía progrese más que para los grandes capitales y
las finanzas especulativas (como siempre, y especialmente en cualquier crisis,
pues a “río revuelto….”). Y por consiguiente, parece que esa clase media
menguante empieza a tomar conciencia de movilización, y en consecuencia a tomar
posiciones más activas –ante su tradicional pasividad- optando por otras
opciones políticas que le aseguren la estabilidad que el PP no parece
asegurarle en el orden práctico.
Consecuente
con todo ello, ha sido la marcha de importantes y significativos dirigentes del
PP como Alejo Vidal Cuadras, o Santi Abascal, o el plante de Mayor Oreja (en tono más ambiguo), los desplantes
públicos de Aznar y la ausencia de estos últimos de la Convención de
Valladolid, en lo que recuerda viejos episodios de intrigas internas de la
extinta UCD en el poder.
Y
si todo ello, lo unimos a una contumaz crisis económica –que aunque apunte un
cambio de tendencia- aún persiste con la gravedad y el drama de un paro próximo
al 30%, y a un 25% de economía sumergida, con pérdida de renta de la mayoría de
los que conservan su puesto de trabajo; no parece que sea muy adecuado, ni
honrado “lanzar las campanas al vuelo” anunciando la superación de la crisis
económica, con fines marcadamente electoralistas para “coger oxígeno” y salvar
el bache.
De
manera que lamentablemente, concluimos que mientras la “gaviota pelecha”, el
PSOE hiberna como los osos en invierno –y todo lo deja pendiente a las
primarias de otoño-. ¡Realmente es preocupante….!.
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