Actualmente estamos asistiendo a una revisión
de la metodología democrática en España, en que la ciudadanía ha empezado a
manifestar su disconformidad con el supuesto sistema de representación
puramente electoral por periodos cuatrienales, en lo que viene suponiendo
otorgar un “cheque en blanco” a la candidatura votada, cuando no incluso ser
víctima de una oferta política engañosa, que lejos de tener perniciosos efectos
para el tramposo, disfruta del rédito del engaño electoral.
Tales perversiones del sistema democrático lo
están deslegitimando, por lo que no pocos ciudadanos apuestan por demandar un
incremento en la participación política de ordinario, desde el hecho de que no
quede impune un engaño electoral, un quebranto de mandato representativo, a la posibilidad
de articular otros mecanismos de participación en la cosa pública como pueden
ser un incremento de las consultas populares, elecciones primarias, listas
abiertas, una auténtica efectiva estimación de las iniciativas legislativas
populares, etc.,etc.
Entre tanto, algunos políticos, como es el
caso de PODEMOS, han planteado la posibilidad de hacer una política puramente
asamblearia, tratando de distanciarse de esa metodología cerrada, escasamente
participativa y hasta tramposa que no pocos han utilizado y validado como
garantía de procedimientos democráticos. Sin embargo, el asamblearismo conlleva
no pocos inconvenientes, como las derivas populistas de oradores hábiles que
con argumentaciones sofistas puedan llegar a convencer a una mayoría en un
determinado momento, rompiendo así la dinámica de trabajo de una organización
pública, que vería de esa manera bloqueada un normal discurrir de sus
integrantes, ante los “cantos de sirena” del filibustero o demagogo de turno.
Por consiguiente, esa pretensión por loable
que sea de inicio, ha de ser tamizada cuidadosamente para evitar esos
perjuicios que conllevaría un uso indebido o abusivo de la posibilidad
participativa de forma amplia y sin restricción o control democrático de ningún
tipo, pues tal hecho, ha quedado experimentado que lleva, bien a la
inoperancia, bien a la anarquía.
En esto, como en otras propuestas que PODEMOS
ha hecho públicas como de su programa político, apreciamos cierto grado de
utopía, cuando no de bisoñez en la praxis política, que habrían de ir
repensando y reelaborando con criterios más pragmáticos, y no por ello menos
democráticos y válidos.
Tal es así, que ya ha saltado la noticia de
la primera fisura de relieve en PODEMOS, con ocasión de una asamblea en Madrid,
en la que sus líderes y “padres de la criatura” presentaron a votación una
propuesta de ejecutiva, procedimiento que rechazaron los asistentes por cuanto
no era el procedimiento de libre elección y votación que se había instaurado en
la organización política, por parte de sus propios líderes actuales, a los que
también acusaron de personalismo.
Y es que, una vez más, se comprueba que “una
cosa es predicar, y otra dar trigo”. Revés que habrá de gestionar adecuada y
convincentemente la nueva organización política, pues de lo contrario, sus
mayores enemigos serán ellos mismos.
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