La profunda crisis económica y la desafección ciudadana de la clase política dirigente está trayendo una importante crisis política, de consecuencias actualmente imprevisibles, pues la ciudadanía ha constatado que las instituciones políticas, formaciones políticas habituales y sindicatos no están a la altura de los problemas planteados, antes al contrario, o no los abordan con acierto y eficacia, o yerran clamorosamente en diagnósticos y tratamientos.
Consecuentemente se está cuestionando algo
más que la labor de este o aquel grupo político, más bien se está cuestionando
el actual sistema democrático con fórmulas de participación social alternativa que
pretende el rescate de la democracia de las instancias políticas profesionalizadas
que sólo escuchan al pueblo, supuestamente soberano, cada cuatro años; llegando
algunas, incluso a ganar las elecciones con un programa virtual, dado que tan
pronto alcanzan el poder se olvidan del programa con el que han obtenido el
apoyo popular y gobiernan con objetivos y preferencias distintas y distantes de
las que vendieron a la ciudadanía. Algo, que naturalmente, sectores de
ciudadanía consideran un engaño político, una burla democrática. Sobre todo,
cuando no se somete el actual programa de gobierno a la voluntad popular a la
que se le hizo otro tipo de planteamientos y promesas.
Entre tanto, las primeras formaciones que
empiezan a “romper costuras” son las insertas en IU, amalgama de grupos políticos de izquierdas que arroparon al PCE –que con la caída de los regímenes
comunistas del Este de Europa perdió ámbito electoral-, y que con escasa fuerza
ha tenido una representación poco más que testimonial en los últimos años.
Sin embargo, ante el desmoronamiento
electoral del PSOE, IU mejoró los resultados electorales de los últimos
tiempos, pero parece ser que la propia crisis, las divisiones internas dentro
de la coalición, e incluso algunos protagonismos de los “destronados” está
haciendo mella en la formación de Cayo
Lara; pues el anuncio de creación de un nuevo partido político con el
nombre de Izquierda Abierta (IA), afín
a IU hasta en la denominación, patrocinada por el anterior Coordinador de IU Gaspar Llamazares, y a la sazón
diputado por dicha formación, no ha dejado de sorprendernos, aunque se entienda
que toda crisis supone incrementos de tensión, y sobre todo búsqueda de
alternativas por pura necesidad de supervivencia. Aunque esperamos, que en el
presente caso, no sea sólo por pura estrategia personal del Llamazares y sus
secuaces políticos, pues la división tampoco es muy recomendable en los
actuales momentos.
Nada se ha comunicado sobre auténticas
disensiones en el seno de IU, o diferencias de criterios políticos que
justifiquen la escisión. ¿O acaso será una nueva facción dentro de la propia
IU?. En consecuencia, no apreciamos las razones para este singular y súbito
desmarque, que ha supuesto esta aparición de IA sin que haya dado tiempo a Llamazares
a aclararse en relación con el escaño de diputado que alcanzó bajo las siglas y
programa de IU. ¿Mero protagonismo?, ¿diferencias personales?. El tiempo lo
dirá.
Pero al propio tiempo, y casi de forma
simultánea con la nueva deriva de Llamazares, otro camarada suyo y antiguo
Coordinador de IU, Julio Anguita, ha
presentado un nuevo movimiento, pues da la impresión que se trate más bien de
un movimiento social que de un partido político, según sus propias palabras,
denominado FRENTE CÍVICO con
parecidas pretensiones de reconducir el malestar popular de la calle hacia
fórmulas democráticas más participativas que las actuales de los cerrados
aparatos de los partidos políticos. Si bien, lo que no está muy claro es cómo
va a hacer valer políticamente esa fuerza, si no se articula como partido
político, pues las iniciativas legislativas populares ya conocemos el corto
recorrido y la nula eficacia que tienen, y la actividad extraparlamentaria
actualmente no cuenta en la agenda de Gobierno, salvo que consiga una
contestación popular grande en la calle, lo cual es difícil y peligroso, entre
otras cosas por sus imprevisibles consecuencias.
En todo caso, a diferencia de Llamazares más
acomodado al stablishment político que Anguita, este último no deja de ser un
político de profundas convicciones –que equivocadas o no- defiende con la
grandeza del que cree en ellas, y con la legitimidad del que lejos de
acomodarse en el cargo político tuvo la grandeza política y la generosidad
humana de renunciar a emolumentos públicos que le correspondían por sus cargos
políticos desempeñados, una vez abandonados los mismos. Además que con su
característica oratoria pedagógica, que une a sus convicciones, conecta directamente
con el sector de la sociedad española peor tratado por la crisis y por los
poderes públicos (clase media y trabajadora española), lo que nos hace albergar
un largo recorrido a su iniciativa.
De ahí, que Cayo Lara y los militantes de IU hayan de empezar a hacer autocrítica
de los motivos que han dado lugar a que dos de sus primeros “espadas” hayan
optado súbitamente y al tiempo por proyectos alternativos a su propia formación
política. ¿Acaso está esclerotizada?. Sería bueno, que dieran su parecer sobre
estas novedades políticas de su propio entorno, y sobre todo el futuro al que
se encaminan con los nuevos experimentos en su alrededor.
Pero estas
iniciativas, aunque casualmente son del entorno de IU, posiblemente no serán
las únicas en aparecer –dado que es propio de las crisis, y del colapso de
las formaciones institucionalizadas y partidos burocratizados-; así no sería extraño ver alguna iniciativa en
el entorno del PSOE (del que ya emergió con cierto éxito UPyD) y especialmente con la profunda
caída electoral que tuvo y cuya crisis interna aún no se ha desenvuelto en su
profundo calado, por las medidas de contención del aparato del partido, que le
funcionaron a Rubalcaba tanto en Ferraz como en algunas federaciones regionales
donde algunos sectores de la militancia están mostrando su discrepancia y su
hartazgo ante el acomodo y pusilanimidad política de muchos de sus dirigentes.
Sin embargo, en el PP que llegó supervictorioso en Noviembre pasado y cuyo activo
electoral de la victoria casi ha dilapidado en poco más de nueve meses de
gobernanza errática, de espaldas a su propio electorado e incluso a la
ciudadanía con el agravamiento de la crisis económica que han sido incapaces
siquiera de controlar, ya ha aparecido
un experimento electoral de la mano de
Mario Conde que en competencia con
el PP aspira a “pescar en los mismos caladeros” de votos de la derecha y centro
derecha española, con abiertas críticas a la gestión gubernamental del PP
sobre la crisis y con el apoyo de alguna significativa cadena de televisión,
radio y prensa escrita, que se incardina entre la derecha sociológica
tradicional española.
Por tanto, o se espabilan los partidos tradicionales, o les “crecerá la hierba a
sus piés”, precisamente por pura necesidad que plantea el grave deterioro
de la situación económica, social y política, con más que aparente pérdida de
soberanía nacional, e incremento de las acciones separatistas de los
nacionalismos periféricos catalán y vasco –al que podría unirse el gallego-
estos últimos con comicios a la vista que cambiarán el mapa geopolítico en esos
territorios de forma no precisamente tranquilizadora para el conjunto de
España.
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