El hombre
moderno, tan racional, tan seguro de sí, hijo del tiempo del progreso, ha
echado de su ser cualquier atisbo de espiritualidad, de humanidad que conlleve
solidaridad, y sobre todo justicia; y se ha inmerso en su propia mismidad dándose
gloria a sí mismo, a lo que es, puede ser, y sobre todo tener, poseer: el EURO,
que ha instalado como deidad de su limitada y materialista cosmovisión.
Hemos hecho
del Euro –en definitiva del dinero- nuestra máxima aspiración, hemos puesto en él
todas nuestras esperanzas, nuestra ilusión, nuestra seguridad, y hemos dado
lugar a un “engranaje social” que lejos de funcionar al servicio del hombre, de
la humanidad, acaba por esclavizar a la mayoría de la humanidad en manos de
unos cuantos: los grandes detentadores de euros, de dólares, de libras, etc. En
definitiva del dinero, “poderoso caballero”.
A él se rinden
hasta las conciencias más formadas, en su ámbito la vida humana vale poco o
nada; pues en definitiva el dinero es el que maneja el mundo, siempre lo ha
sido, pero en la actualidad más que nunca, con mayor sutileza y complejidad.
Con el avance
del capitalismo industrial alguien comprendió que todo lo que se fabricaba se
tendría que vender para que fuera auténticamente negocio. De ahí la producción
en masa, el trabajo en cadena, y la sociedad de masas, que mejoró el nivel de
vida de nuestros antecesores, extendiendo una creciente clase media como nunca
antes. Y así todos ganaban, los que producían y vendían al por mayor…, los que
más, y así todos los demás.
Así se
consiguió generar un estado de cosas más justo e igualitario, se creó el “Estado
social” que derivó en el “Estado del Bienestar”, pues había posibilidad de
reparto de la riqueza y evitar la injusticia de la marginalidad social.
Pero la ambición
humana ni descansa ni reposa, y erigiendo al dinero en el objetivo vital, se
perfeccionó el sistema capitalista de ganancias, de forma que se pudo apreciar
que sin necesidad de montar fábricas u otros negocios, se podía ganar incluso más
dinero invirtiendo, o como otros dicen de forma más lúdica, jugando a la bolsa,
y en los demás mercados financieros, dando lugar al “capitalismo financiero” de
porte puramente especulativo. Así mientras el original capitalismo industrial
creaba riqueza y daba trabajo, el capitalismo financiero, especula con la
riqueza, es más fácilmente manipulable por los grandes capitales –que han
convertido el mundo en un gran casino- y sobre todo llega a destruir, lo que
con tanto esfuerzo crearon generaciones pasadas, pues en su ambición sin límite
genera paro, pues no necesita la mano de obra trabajadora para seguir lucrándose
exponencialmente, y así no respeta ni instituciones, ni familias, ni personas a
las que hunde en la miseria, en la desesperación de la pobreza.
A tal punto de
degradación moral han llegado nuestras sociedades, que en plena crisis económica
con millones de parados, familias desahuciadas de sus hogares y generalizada
desesperanza, nuestros gobiernos –incluido el parnaso de la UE- no buscan
salvar a las personas, sino al “Euro”, no se reflotan empresas, sino que se le
da dinero público a los bancos –grandes culpables, por cooperación necesaria y
complicidad con los especuladores-. Incluso algunos políticos –convidados a
esta demoníaca orgía- han llegado a decir cínicamente que “hemos vivido por
encima de nuestras posibilidades”.
¿Quiénes han
vivido por encima de sus posibilidades?, ¿los trabajadores españoles,
irlandeses, griegos, italianos o portugueses?. ¡Falso, una y mil veces!.
¿Quién acercó
el crédito fácil a los trabajadores?, ¿quién los embarcó en esas interminables
hipotecas?. ¿No fue la propia banca y sus aledaños?. Pues descubrieron la
rentabilización de una “nueva esclavitud”: vender pisos a los trabajadores que
no los pueden pagar a los precios de un mercado adulterado –sin apenas ayudas públicas-,
a los que se les presentaba la operación del siglo, se hipotecaba, se pagaba a
plazos –como un alquiler- pero el piso era tuyo, con permiso del banco que se
llevaba su parte no despreciable del negocio, y así por miles y miles. Hasta
que el sistema falló y acabó hundiéndose por pura codicia especulativa e
imprevisión de la misma banca inmersa en una orgía de dinero imparable.
Llegado este
punto, ¿quien paga “los platos rotos”?, pues el dinero huidizo –como siempre- a
las primeras dificultades se escondió. Al parecer tiene que pagarlo el
contribuyente español, pues ni la UE quiere saber nada de esta bacanal
financiera de sus propios buitres, y los banqueros pronto les recuerdan a los
políticos que ayer los salvaron ellos de pagar sus deudas electorales e
institucionales, y hoy tienen que “pagar el peaje” estipulado. ¿Salida?. Pagar
la catástrofe con cargo al Erario Público (si se ha de reducir en sanidad,
educación, ayudas sociales, etc.) se hace. E incluso se extiende la especie que
no nos podemos pagar ya el “Estado del Bienestar”, para convencimiento de crédulos
e inocentes; cuando lo que late en el fondo es que si para salvarse ellos -la
banca, la clase política y demás próximos- han de desmontar el “Estado del
Bienestar” se hará.
Este es justo
el momento en que los trabajadores habrían de destronar el ídolo del dinero –del
euro-, e ir decididamente al rescate de las personas. Y si para ello hay que
refundar la UE, o cualquier país, se debería hacer, pues lo prioritario son las
personas, no el dinero. Por ello, ¿por qué hemos de asumir como dogma de fe la
permanencia de España en el euro?. Así las cosas, ¿no sería mejor volver a la
peseta para facilitar la salida que le conviene a España?. Recordemos que desde
que entramos en el euro, los únicos que no pierden son los grandes capitales,
el dinero en sí. No así la ciudadanía que experimentó, de entrada, una subida
de precios impresionante.
¡Pensemos un
poco sobre nuestro pasado reciente, sobre nuestro presente, y sobre todo sobre
nuestro futuro, y actuemos en consecuencia…!.
Enhorabuena domingo. Suscribo plenamente tus ideas, y las voy a enlazar con un homenaje a la peseta que publicaré en mi blog, remitiendo al tuyo.
ResponderEliminar¡Qué fácil sería vivir conscientes de nuestra capacidad de generar riqueza para todos, sin dependencias extranjeras que nos llevan directamente a la ruina!