Llegamos a la recta final de la campaña electoral vasca, que tiene como característica diferencial el haberse desarrollado en un clima pacífico, consecuencia del proceso de paz que está desarrollando aquella sociedad, y que conlleva el no menor precio de incorporar al sistema democrático e institucional a sectores proetarras.
Esa es
quizá la verdadera y auténtica diferencia de este proceso electoral, pues tras
varias décadas de violencia terrorista ETA anunció un armisticio –probablemente
definitivo, aunque no haya entregado las
armas, y solo nos conste su anunciada voluntad y la realidad del cese de la
violencia, que no es poco-.
Si bien,
nos encontramos ante el posible fin definitivo de un largo y violento conflicto
que dividió a la sociedad vasca, y sobre todo hizo sufrir a los españoles una
violencia terrorista salvaje que no respetó ni a personas, ni ciudades, ni
lugares concurridos, en definitiva, no respetó la vida y la dignidad humana, so
pretexto de una lucha armada de supuesta liberación de lo que decían sentir
como su Nación Vasca (Euskalerría), que tampoco fue entendida por el resto de
los españoles, pues hasta que apareció la bestia terrorista aquellas regiones
del norte de España fueron, como también lo ha sido Cataluña, territorios
privilegiados por el Estado, tanto desde le punto de vista foral, como desde el
punto de vista económico-industrial y financiero, siendo polos industriales de
excepción en el territorio español.
Pero ese
difuso sentimiento nacionalista, que trata de enfatizar las diferencias entre
los españoles, no ha contribuido a la unión de España como país, sino que por
el contrario ha ido sembrando un espíritu de diferencia y divergencia, en vez
de contribuir a la necesaria convergencia a la que ha de tender todo Estado
Nacional; y que en el colmo de los despropósitos generó un grupo armado que ha
segado la vida a más de un millar de personas en defensa de una utopía, que con
el tiempo llegó a tener un apoyo social en el País Vasco en torno a un tercio
de su población, y habitualmente las opciones electorales del ámbito
nacionalista radical violento ha oscilado sobre los 300.000 votos.
En consecuencia,
ante esa realidad social, la fórmula policial contra el terrorismo era
necesaria, pero no era plena para resolver el conflicto generado, ya que no se
regulariza la convivencia socio-política sólo con medidas policiales, como no
puede estabilizarse y hacerse viable un proyecto común de base democrática si
no se dialoga y negocia entre todas las posiciones políticamente relevantes,
entre las que no se puede ignorar ese estimable sector de la sociedad vasca que
se ha posicionado en el ámbito de un nacionalismo abertzale radical. De ahí que
se entiendan las discretas negociaciones entre los Gobiernos y los sectores
beligerantes para intentar acercar posiciones y llegar a acuerdos viables que
normalicen la vida pública de aquel territorio.
Y en esa
situación, en que se intuyen acuerdos, más o menos expresos o tácitos, se
entiende el armisticio de la banda terrorista, y la bondadosa legalización de
algunas agrupaciones políticas, que por de pronto han logrado un amplio periodo
de paz sin crímenes terroristas, y la incorporación democrática de sectores
antes atrincherados de forma beligerante en los márgenes del sistema, que en la
actualidad son recuperados para la paz y la regularización democrática de la
política vasca, aunque será trabajo de más de un día el llegar a lograrlo
plenamente; pero por de pronto, parece mejor que la vida política excluya el
crimen, la amenaza, y la coacción.
Sin
embargo, como en otros ámbitos de la vida, casi toda opción conlleva efectos
deseables y otros no tan deseables. En el presente caso, la paz merecía el
esfuerzo, y si la vida democrática acaba de hacer el resto –como se desea-
sería lo ideal. Pero esos sectores siguen siendo potencialmente separatistas, y
de un nacionalismo radical que desde las instituciones que consigan en mayoría
pueden llevar su intolerancia al resto de la sociedad, que habrá de organizarse
para lograr un auténtico equilibrio social que evite situaciones de dominio
irrespetuoso, y sobre todo acciones públicas pro-separatistas por simpatía de
la euforia nacionalista que se vive en Cataluña que tendría una rápida y fácil
propagación al territorio vasco.
Entre
tanto, como “cada día tiene su afán”, dejando para análisis futuros esas
perspectivas de una potencial deriva separatista de del abertzalismo vasco, nos
centramos en la presente consulta electoral para la que todas las previsiones
dan una victoria quizá holgada a Iñigo Urkullu del PNV que relevaría de
Ajurianea a Patxi López (PSOE), ante lo que habrá que esperar para ver si su
actual mensaje contenido, moderado, no acaba por sorprender cuando alcance el
poder, y animado por la deriva separatista del nacionalismo catalán de Mas,
acabe por desempolvar el “Plan Ibarreche” y genere de nuevo otro grave problema
político en la castigada España.
No hay comentarios:
Publicar un comentario