EEUU tiene en su haber la apuesta decidida,
interna e internacionalmente, por la democracia, la libertad y los derechos
humanos, como lo ha demostrado en su decidida apuesta política
constitucionalista por la libertad, por una parte, y por otra, por la defensa
que ha hecho de las democracias internacionales en las dos Guerras Mundiales,
habiendo tenido un claro y decidido papel en el triunfo sobre las Dictaduras
del Eje y posteriormente sobre las Disctaduras comunistas, pero al propio
tiempo tiene graves contradicciones, en este ámbito, tanto internas como
externas.
En
efecto, EEUU es un país que hace gala de ser una modélica democracia que tiene
como uno de los mayores símbolos del país la propia “libertad”; pero al propio
tiempo, ha consentido con sesgos internos contrarios a la lucha por las libertades
civiles, como el racismo subsistente en algunos de sus Estados, que de vez en
cuando degenera en brotes de violencia y confrontación ciudadana en las calles,
como recientemente ha sucedido por las muertes injustificadas de ciudadanos
negros a manos de la policía de “gatillo fácil” y escasa responsabilidad
ciudadana. Pese a las décadas de la formal regularización de los derechos
civiles, tras las movilizaciones de Martin Luther King.
Y
de igual forma, en el terreno internacional, dentro de su política
internacional imperialista –propia de potencia mundial-, ha tomado parte de
diversas luchas internas en países en los que sus intereses económicos,
políticos o militares lo han requerido, como fue el clamoroso caso de la
intervención en Latinoamérica en favor de dictaduras militares de derechas que
le aseguraran tales intereses, y en particular frenaran los avances de los
movimientos revolucionarios de izquierdas en su búsqueda de justicia social,
algo que la historia sacó a relucir con la tenebrosa intervención de la CIA, en
la conocida “operación Condor”, que conllevó numerosos crímenes de Estado por
parte de aquellas dictaduras latinoamericanas que aseguraban los intereses
estadounidenses en el continente americano, junto con los intereses de
corruptas oligarquías locales, que malograron la marcha de muchos de esos
países, impidieron la convivencia pacífica en su interior y cerraron sus vías a
la libertad.
A
su vez, de forma no menos liberticida, so pretexto de la lucha contra el
terrorismo internacional, tras los execrables atentados del 11M, pusieron en
marcha su maquinaria militar y de inteligencia para hacer frente al nuevo
terrorismo internacional, si bien han sembrado la violencia de forma desigual
en territorios donde han actuado, con escasa mesura y menor prudencia para no
generar víctimas inocentes, que a estas alturas no se pueden descartar, en sus
acciones en Afganistan, en Irán y en el impúdico Guantánamo, en los que se ha
detenido, interrogado y encarcelado sin juicio a personas, vulnerando todo
derecho humano y convenios internacionales. Pues como se ha sabido por la
Comisión de Investigación del Senado, se ha confirmado la práctica de torturas
de todo tipo a los detenidos allí recluidos, mostrándose escandalizados los “padres
de la patria americana” en un gesto que aparenta más hipocresía que realidad.
A
todo esto, tras estas injustificables acciones de violencia de Estado, en la
que el fin ha justificado los medios –contra cualquier principio moral-,
resulta que los fines, o sea los logros en la lucha generada no han sido, ni
mucho menos los esperados, dado que no sólo no han acabado con el terrorismo
internacional de raíz islámica, sino que se ha generado un “Estado terrorista”,
el denominado “Estado Islámico” que ha emergido de las cenizas de la
descomposición del statu quo oriental al combatir al sátrapa de Sadám Husseín,
pues con su caída se ha desestabilizado Irak, dando paso a facciones de diverso
tipo, gestándose en su interior el “Estado Islámico” que avanza también
ocupando territorio sirio, y se apunta como una de las mayores amenazas reales
para la seguridad de Occidente en la actualidad. Lo que revela abiertamente el
fracaso de la política estadounidense de confrontación militar y manipulaciones
de la CIA en ese ámbito, así como el fracaso de la inteligencia norteamericana
en la alerta, previsión y prevención de las amenazas potenciales para EEUU en
particular y Occidente en general.
Si
el gobierno de Obama fuera consecuente con lo que predica, depuraría la CIA, el
Pentágono y demás Agencias de Seguridad Interior, que por una parte han
empleado técnicas reprobables por la comunidad internacional y repudiables a
cualquier conciencia mínimamente formada, en el caso de Guantánamo y
establecimientos de detención afines; y por otra parte, han mostrado su
ineficacia en la previsión y prevención de los atentados islámicos en suelo
americano, lo mismo que sus intervenciones militares sobre el terreno en Irak y
Afganistán no sólo han dejado sin arreglar los problemas existentes para la
seguridad internacional, sino que los han enervado por los odios generados tras
el empleo de la violencia.
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