El actual líder
del PSOE, Pedro Sánchez, parece ir mejorando su perfil de líder con el
discurrir de los días, pues tras el inicial balbuceo hipermediático, y algún
error de bulto como el de la supresión del Ministerio de Defensa, que fue rápidamente
acallado y corregido en su entorno, parece que va consolidando un perfil de
alternativa seria.
Pedro Sánchez
es una persona que se va mostrando cada vez con más seguridad en su presencia
ante los medios de comunicación en los que transmite un discurso reformista
factible y probablemente compartido por la mayoría de la sociedad española, en
lo que se refiere a sus sensatas medidas de defensa del “Estado del Bienestar”,
mostrándose valladar ante su cuestionamiento, que lamentablemente y muy al
pesar de muchos socialistas de carnet, se cuestionó en la práctica de la última
etapa de gobierno de Zapatero, que trajo la desolación en sus filas cuyos
perniciosos efectos electorales aún están padeciendo.
No obstante, Sánchez
tendrá que ir despejando la legítima duda que asiste a la ciudadanía española,
sobre si sus planteamientos reformistas entroncan con una auténtica política
socialdemócrata conforme a las esencias ideológicas y naturales del PSOE –que nunca
debió abandonar, por pura coherencia existencial de la misma formación, dado
que su desnaturalización le reportaría una caída fulminante por el abandono de
sus bases naturales-, y empieza a ser ese “verso suelto” que demanda la
socialdemocracia europea, por la claudicación de una decidida defensa de la “Europa
del bienestar” que no han hecho sus homólogos, al aceptar los cuestionables
dogmas neoliberales de la política económica marcada por el Fondo Monetario
Internacional y asumida por Alemania y el BCE; o si por el contrario, Pedro Sánchez
está en un lavado de imagen electoralista, en el que se mueve como un decidido
recuperador de la socialdemocracia, pero sin la menor intención de batallar más
allá de sus resultados electorales.
Sin embargo,
en honor a la verdad hay que reconocerle determinación en su actitud de lucha
contra la corrupción que ha afectado a algunos miembros de su Partido, pero se
le acabará objetando, que no ha tenido la misma fuerza dependiendo del escalón
de poder, pues con Chaves y Griñán ha sido más condescendiente, si bien estos aún
no están formalmente imputados. Por tanto, habrá que estar atentos a su actuación
según la deriva de los acontecimientos judiciales.
También cabría
pensar que el movimiento regeneracionista que viene apuntando Pedro Sánchez,
con el PSOE y sus lógicas propuestas de abordaje político del problema catalán,
vendrían condicionadas por el “desplazamiento electoral” que dan las encuestas
con la irrupción del mensaje radical de PODEMOS, lo que le hubiera obligado a
posicionarse con mayor determinación que en otras circunstancias donde
electoralmente tuviera menos afectación. Aunque eso habrá de despejarlo con
hechos en el discurrir del tiempo. Sin embargo, su actual mensaje y posición ha
ido mejorando últimamente en el ámbito público.
Incluso en los
debates parlamentarios muestra buena oratoria y contundencia en su discurso,
algo que quizá haya de incrementar dado que los tiempos políticos actualmente en
España van demasiado rápido y apenas tiene tiempo de seguir curtiéndose en la “bancada
de la oposición”, pues si las encuestas se acabaran cumpliendo, sobre él podría
recaer la llave de la gobernabilidad del país, bien pactando hacia la derecha
con el PP, bien hacia la izquierda con PODEMOS y/ o IU, lo cual también podría
traerle efectos colaterales indeseados, según la opción que adoptara; o bien
simplemente dejar gobernar en minoría a la lista más votada, lo que también le
podría pasar su pago político.
Por tanto,
recibimos gratamente la percepción de una rápida y ágil maduración política, en
la creencia que puede tener potencial de desarrollo y liderar el proyecto
socialdemócrata español que quedó huérfano en la última etapa de Felipe González,
como también de Zapatero, y por cuya causa el PSOE ha tenido una importante
desafección de militancia, siendo no menor la de simpatizantes y votantes
perdidos como lo reflejan los últimos resultados electorales y aún las
encuestas. De forma que en la medida que retomen el “nicho ideológico propio”
volverán a enlazar con el “depósito electoral” que le es natural, por lo que
habrán de reorientar todo su programa a ese fin, y lanzar un claro y directo
mensaje a lograr que sea creíble entre la ciudadanía que espera ahora mucho más
que palabras vacías y promesas incumplidas.
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