Informaciones dignas de crédito apuntan a una
guerra intestina en el PP madrileño por alzarse con la candidatura para la
alcaldía de Madrid, señalando a Esperanza Aguirre como la que lidera la
alternativa a la actual alcaldesa por sustitución Ana Botella, en lo que podría
ser un duelo de titanes, pues conocida es la combatividad política de Aguirre y
no menos conocida es la fuerza política del ex presidente Aznar que es lógico
pensar que activaría toda su influencia para afianzar a su mujer.
Dicho lo cual, no podemos dejar pasar por
alto la intrigante figura política de Esperanza Aguirre, quien tras de haber
formado parte del gobierno con Aznar, y de haber desempeñado altos cargos del
Estado, desembarcó en la presidencia de la Comunidad de Madrid, donde fue
asentando un liderazgo personal, que antes no tenía desde puestos más técnicos
y alejados de la ciudadanía, sin embargo el estar al frente del ejecutivo de la
Comunidad madrileña le dio la oportunidad de mantener un contacto de proximidad
con la población, algo en lo que Esperanza Aguirre cautiva a mucha gente con su
desenvoltura y cercanía, no exenta de alguna que otra ocurrencia.
Pero más allá de esa cualidad, que aún le
confiere un halo de triunfo por su populismo y carácter personal desenfadado,
no se puede dejar de considerar algunos peculiares aspectos de su gobernanza de
Madrid, de la que se quitó de en medio astutamente –so pretexto de una
enfermedad- que no le ha impedido seguir estando presente en la actualidad
política madrileña y nacional.
Incluso sus conocidas malas relaciones con – el entonces alcalde de Madrid, y hoy
ministro de justicia- Alberto Ruíz Gallardón, y la pugna que mantuvieron entre
ellos con sus secuaces por el control del partido en la capital de España, no
le hizo ningún favor, pues generó serias fisuras internas entre compañeros de
partido, que se fueron complicando y haciendo bandos irreconciliables.
Además algunos de sus más próximos compañeros
políticos se han visto afectados por sospechas de corrupción e incluso de
posible involucración en la trama Gurtel. No pudiendo dejar de lado, en esa
guerra de “cainismo político” el affaire no aclarado del supuesto espionaje
político.
Sin embargo, entre tanto, Esperanza se
mostraba como “verso suelto” con sus seguidores en el PP nacional, manteniendo
el poder del PP madrileño (del que sigue ostentando la presidencia), y que pese
a sus declaraciones de alivio por haber vuelto a la normalidad de la vida fuera
de la política institucional, pocos creyeron en la sinceridad de esas palabras.
Pero también hay que recordar que la “lideresa
madrileña” –como le llamaba algún sector de la prensa matritense- también
mantuvo sus diferencias políticas con Rajoy, cuando insistiendo en soluciones
liberales, este recomendó a los que así pensaran marcharse al partido liberal.
Por consiguiente, a sus habituales enemigos
políticos internos –por coincidencia de intereses en el PP de Madrid- habría
que añadir a aquellos que ni ideológica ni personalmente empatizan con Aguirre,
y por si fuera poco, si emprende esta batalla por la candidatura de la alcaldía
madrileña acabará enfrentándose a un auténtico poder fáctico del PP (Aznar y su
séquito), nada despreciable para quien quiera seguir posicionado en un Partido
como el PP en el que gobiernan los cuadros directivos (una elite política
interna que controla todo el aparato de poder). Por lo cual creemos que esta
maniobra requiere más de una pensada por parte de quien la intente, y
especialmente si como dicen, lo está pretendiendo Esperanza Aguirre.
¿Y por qué el cambio?. Ante la sospecha de
que Ana Botella –que no tiene ese tirón populista de Aguirre- y a la que no le
ha acompañado el tino político y la suerte como regidora de la capital de
España, parece que no lograría la mayoría absoluta, que sí parece que podría
conseguir Aguirre. Aunque no le daría tanta credibilidad a esas posibles
encuestas, dado que aún queda más de un año para el proceso electoral, y aún
pueden suceder muchas cosas tanto en Madrid como en el contexto político
nacional. Pero si esas informaciones son ciertas, el PP tiene una nueva
turbulencia interna, a las ya existentes.
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