La última
encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) refleja que el 81% de
los españoles están defraudados de la UE y desconfían del proyecto europeo,
considerando que el agravamiento de la crisis es responsabilidad de los líderes
políticos de la UE, de su falta de previsión, y de su insolidaridad. Por
consiguiente, ante este enorme cambio de la opinión pública española que lleva
a un importantísimo “euroescepticismo”, la pregunta es: ¿qué Partido Político
va a asumir claramente esa corriente de opinión en España?.
Es
paradójicamente sintomático, que esta importante toma de posición política de
la sociedad española ante el proyecto europeo, no venga representada de forma
clara y abierta por ninguna formación política con representación
parlamentaria. Algo que representa el peligroso y llamativo divorcio español
entre la ciudadanía y la clase política en ejercicio, que apenas si “toma el
pulso” al variable sentimiento de la calle. Algo de gran importancia en tiempos
de crisis, pues supone un acelerado dinamismo social en posiciones y
tendencias, respecto de tiempos de bonanza económica y tranquilidad más serenos
y estables.
Tal hecho
además supone una clara deslegitimación del proyecto europeo en España y en la
participación española en el mismo, que siendo numerosa en cuanto al
contingente de la clase política y burocrática que participa en el mismo con
considerables prebendas no parece querer enterarse de este cambio sociológico
que le tendría que llevar, al menos a “poner en cuarentena” el fallido proyecto
de la UE, por más que choque contra sus intereses de clase (sustento, promoción
y carrera política o burocrática en Bruselas o con cargo a la UE). No en vano,
hemos de considerar que los “bien pagados” eurodiputados (en torno a los 10.000
y 12.000 € mensuales), lógicamente están escasamente interesados en plantearse
el “euroescepticismo” del parado o del mileurista español.
Pero tal
realidad es ya patente en el sentir de la sociedad española, que ha echado en
falta soluciones solidarias de la UE (menos cicateras, y mucho menos de
banqueros para los “puas” del sur). Sensación que, siendo importante
cuantitativamente (81% de la sociedad, y creciendo), sin embargo, a diferencia
de otros países que sí han canalizado políticamente esa propensión ciudadana a
reivindicar lo propio, y plantear la defensa de los intereses nacionales frente
al planteamiento individualista y utilitarista de Bruselas y Berlín, en España
salvo alguna formación política extraparlamentaria no se ha planteado aún la
salida del euro, y mucho menos el abandono del fallido proyecto de la UE. Todo
un dato más que revelador del escaso nivel de representación democrática que
viene suponiendo la democracia española (relegada al voto cada cuatro años, en
los que actualmente pasan muchísimas cosas, al punto de girar 180º el rumbo
político programático el propio Partido Popular, en el Gobierno del Estado, sin
someterse a validación pública alguna tan importante giro).
De manera
que, de igual forma que ha dicho Ramón Jáuregui a sus compañeros socialistas,
en profética frase: “O cambiamos, o nos
echan…”; habría que hacerla extensiva a también al propio PP, con esta
nefasta gestión política de la crisis económica; pues acabarán otros Partidos o
movimientos sociales, por acelerar los cambios socio-políticos que demanda la
ciudadanía (entre ellos también sobre la UE) para mejora de un decrépito
sistema democrático (bipartidista de élites políticas, ficticiamente
representativo –esclerotizado a los periodos electorales cuatrienales-, que rehúye
a la participación ciudadana, y por ende falla por la base –en la ausencia real
de división de poderes-, y es permeable influencias espúreas al propio sistema –en
forma de tradicionales “poderes fácticos”- que determinan que ni todos somos
iguales ante la ley, que hay privilegios de clase, casta y hasta territoriales,
que erosionan el Estado de Derecho, la igualdad ante la ley, y que ante la
primera crisis importante se han plegado a una involución social (asumiendo el
desmontaje del “Estado Social”).
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