Hugo Chavez con su régimen autoritario y antidemocrático, de factura nacional-populista no alineado, en su afán de ubicarse en el contexto internacional, y de marcar cierto “liderazgo marginal” de la Comunidad Internacional, se viene destacando por sus comentarios inadecuados, cuando no impertinentes, hacia otros Estados miembros de la Comunidad Internacional, cuando no le siguen la corriente, o sobre todo le recuerdan que debe respetar los derechos humanos en su país, cada vez más mermado de libertades públicas.
En esa línea está el último contencioso que mantiene con el Gobierno de España por la petición de extradición judicial de Arturo Cubillas, supuesto colaborador de ETA, que de forma incomprensible en unas relaciones normales entre dos Estados, se niega dicha entrega e incluso se responde de forma inamistosa por parte del Embajador venezolano en España –otrora Fiscal- con unas más que desafortunadas declaraciones, que lejos de replicar a ese nivel el Gobierno de España, atemperó la situación, hasta que Caracas cogió la iniciativa pidiéndole de forma sorpresiva la entrega de un exmilitar venezolano.
Todo ello, acompañado de una “jerga argumental pseudodemocrática” y de respeto de derechos, en un país donde el régimen bolivariano ha resultado ser tan poco respetuoso con las voces disidentes que las ha tratado de acallar con cierre de medios de prensa, y con encarcelamientos por motivos políticos, por más que lo nieguen sus autoritarios gobernantes.
Fruto de estos hechos ha sido la reciente carta de protesta de una veintena de presos políticos venezolanos, que afirman que “negar su existencia como tales, sería tanto como afirmar que los etarras no son terroristas”, en respuesta a las torpes e hipócritas declaraciones de la nueva ministra española de exteriores, Trinidad Jiménez, que llegó a negar la existencia de estos presos en el país caribeño, en lo que resulta ser un ejemplo más de su errónea política exterior con Venezuela.
Pues tal actitud de supuesta prudencia, más próxima a la hipocresía de negar la realidad, no sólo no la agradece Caracas, sino que le ha cogido la medida melíflua para seguir cargando contra España, de forma que por si alguien pensaba que todo estaba ya superado, el embajador venezolano en Madrid ha vuelto a protagonizar otro extraño episodio, del que se dice víctima, de una supuesta retención en el aeropuerto de Barajas, lo que ha motivado una nueva queja del gobierno venezolano.
De forma que este “exquisito canciller”, ahora adalid de todo derecho, fue precisamente el fiscal general venezolano que participó en los procesos penales contra estos presos que denuncian importantes irregularidades y conculcación de sus derechos fundamentales, lo que moralmente le inhabilita para lanzar sospechas de torturas, y sobre todo por su actitud imprudente, debería ser rechazado por el Gobierno español como representante diplomático extranjero, retirándole el placet, y llamando a consultas al embajador español en Caracas. Ya que hasta tanto el Gobierno español no responda con contundencia ante provocaciones y gestos inamistosos, no pondrá límites a este tipo de problemas, que revelan un mal de fondo en las relaciones diplomáticas entre ambos países, que más allá de meros intereses comerciales, la dignidad nacional de España no puede tolerar este tipo de gestos inamistosos y de controversia continua por parte de agentes gubernamentales extranjeros en España.
Pues de lo contrario, habríamos de preguntarnos: ¿cuál será el próximo episodio en esta escalada de fricción?.
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