El presidente del Bundesbank,
Jens Weidmann, ha recomendado la intervención de España para refugiarse bajo el
“paraguas” del rescate como país, en vez de plantearlo sólo como rescate de la
banca española.
Weidmann se ha expresado así en
unas declaraciones al rotativo alemán Börsen Zeitung, argumentando que el
estado económico de la banca suele ser un fiel reflejo del estado económico de
un país, lo que evidencia el mal estado de la economía española, y la necesidad
de tomar decisiones radicales ante el elevado desempleo y el déficit de las
autonomías.
Estas declaraciones, caen como un
jarro de agua fría sobre las recientes medidas de recorte del Gobierno español,
y viene a evidenciar que no satisfacen a la banca alemana –de la que Weidmann
es preclaro referente, en su condición de responsable del banco central
alemán-, a la sazón acreedora destacada de nuestro país; y que viene a expresar
las dudas de nuestros acreedores alemanes sobre la viabilidad económica de
nuestro país con las magnitudes económicas actuales, y en plena recesión.
Viene a ser como ese banquero que
expresa sus dudas sobre la viabilidad de cualquier proyecto que se les somete a
crédito, ante lo cual contestan con una mayor petición de garantías, previo a
declinar su concesión.
Por consiguiente, estas
declaraciones de Weidmann tenemos que tomarlas seriamente, especialmente si
queremos contar –como no puede ser de otra forma- con el placet alemán en la
UE, pues en definitiva defiende los intereses de la banca alemana, que está en
condición acreedora y francamente inquieta por la evolución de la situación española,
en cuya organización y sostenibilidad económica no acaba de confiar. Y ello es
de vital importancia para que el rescate planteado vaya a buen puerto –entre otros
muchos factores, internos y externos, económicos, sociales y políticos-. Así
creemos que en las palabras del responsable del banco regulador alemán se
encuentra el planteamiento de la Canciller Ángela Merkel.
Aunque por otra parte, no podemos
dejar de pensar que esas palabras representan el sentimiento de los “abstractos
mercados” a los que toda reforma económica y recorte hispano parece poco, según
vemos diariamente en las cotizaciones de los diferenciales de “prima de riesgo”
que apenas han dado árnica a España, como sí lo han hecho con Italia, en una
especie de maniobra de “acoso y derribo” en la que Weidmann viene a anunciar la
“estocada final”.
A Weidmann y los suyos sólo le
importa recuperar el dinero prestado, lo cual es lógico y justo, y en situación de desconfianza, cuanto antes
mejor. De ahí que toda maniobra de reajuste, reequilibrio presupuestario, o
recorte económico en España les sepa a poco, por un natural estado de
impaciencia que da a todo acreedor que no ve claro el cobro de sus créditos; de
ahí la expresión de un deseo que quieren forzar a que sea realidad: la intervención
del país, en sutil referencia a su rescate, a ese “paraguas” imaginario.
Consecuentemente las necesidades de la población española, los derechos
sociales declarados y adquiridos, los servicios públicos españoles, a los
acreedores –“mercados financieros”- les importan poco o nada.
Por eso, hay que decirle a
Weidmann y los suyos –que aunque tengan derechos de crédito prestados a España-
eso no les da derecho alguno a asumir labores de gobierno –para lo que no han
sido elegidos-, y que nuestro Gobierno debe escucharlos y negociar en lo
preciso, pero no puede, ni debe gobernar al dictado de ellos, pues en ese caso
atendería a intereses espureos al de los propios españoles –que son los que les
han dado la legitimidad soberana por vía electoral-, para los que ha de
gobernarse preferentemente, sin que sus interese puedan verse relegados por
intereses extraños –por muy legales que sean-.
Así las cosas, nuestro Gobierno
tendrá que mantener la negociación, sin amilanarse por esos poderes fácticos,
que también tienen incidencia real y directa en nuestra economía, a los que se
ha de hacer ver que no es justa la presión que mantienen diariamente sobre
nuestro país. Y sobre todo requerir a los socios de la UE a que actúen como
tales apoyando a países como España e Italia están pasando momentos de
dificultad económica, no insalvable si se le presta la ayuda que se espera de
la lealtad de unos socios; so pena de hacer planteamientos alternativos a la
propia configuración actual de la UE ante la falta de respuesta común a
problemas que no son solo nacionales.
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