viernes, 3 de febrero de 2012

¿EL PSOE CERRARÁ LA ETAPA ABIERTA EN SURESNES?

Dicen que Sevilla tiene un “color especial”, y este fin de semana tal parece, al ser sede del Congreso Federal del PSOE en el que se confrontan dos candidaturas, sin que hayan hecho alardes de grandes diferencias ideológicas, por lo que no hay una distinta ortopraxis, como tampoco hay grandes novedades en sus respectivas composiciones, ambas han tenido la habilidad de apoyarse en el aparato del partido, de forma que a día de hoy, se aprecia un reparto de influencia y poder bastante igualado entre las mismas.


En cuanto a sus líderes, ambos vienen de haber representado un importante y destacado papel estelar en la etapa socialista anterior, que ha llevado sus éxitos y sus fracasos –aunque estos últimos se quieran minimizar, y por supuesto nadie asuma su paternidad-. Ambos son personas capaces profesional y políticamente, lo han demostrado. Si bien, no parece que se hayan destacado ninguno, en haberse distanciado del anterior liderazgo ante fracasos clamorosos, y sobre todo ante el vacío ideológico e identitario que fue tomando el proyecto socialista, que comenzó con la evolución del propio Felipe González, derivando hacia una “socialdemocracia light” –OTAN por medio-, y que se fue apartando del espíritu obrero, y del “sindicalismo hermano” de la UGT, que siempre caracterizó al PSOE desde su etapa fundacional.

Posteriormente Zapatero no hizo sino ahondar ese vacío ideológico socialista, que adornó de un “pseudoprogresismo de salón”, que le distanció del propio partido –aunque le aclamaran, mientras ganaba elecciones-, y por supuesto de la facción obrera sindical de la UGT –convertida también en una agencia de servicios de empleo y colocación-. Naturalmente esa pérdida de identidad ideológica ha pasado factura, y ha generado una extraña esquizofrenia entre las posiciones del líder Zapatero que se escoraba hacia una especie de “liberalismo social” de corte radical, y sus bases instaladas en la creencia de representar al menos una socialdemocracia de porte europeo. Tal es así, que cuando Bruselas le impuso a Zapatero la adopción urgente de medidas económicas, por imperativo de los “mercados”, este asumió el encargo, y a partir de ahí se quedó sin rumbo, sin “hoja de ruta política” si es que algún día la tuvo, y vino el principio del fin del “zapaterismo”, la pérdida del poder institucional, y ahora la posible pérdida del poder del “aparato felipista” que mutó aparentemente con Zapatero, y trata nuevamente de mutar con quien salga de Secretario General en Sevilla, para lo cual han escogido el camino teledirigido con Rubalcaba, pero por lo que se ve, no se descarta incluso el de Chacón. O lo que es más grande, un final en “boda”, a través de la integración de las facciones. Lo cual sería, a la larga, la peor decisión para la supervivencia del proyecto.

El PSOE necesita hacer su particular “catársis” interna que depure “el trigo de la paja”, que debería de ir considerando la posibilidad de dejar paso a otros compañeros de partido que sean capaces de aportar una carga ideológica teórica y práctica que active una militancia en estado de morbilidad, conecte con la sociedad, y proponga unos cargos públicos con más garra y decisión por el cambio real de nuestra sociedad, cada vez más escorada a posiciones individualistas, economicistas, liberticidas y antidemocráticas, por haber quedado el poder político –en definitiva, la “soberanía nacional”- en manos del poder económico del conocido constructo de los “mercados”, que todos sabemos que tiene nombres y apellidos. Y que el actual desarme ideológico de la socialdemocracia europea está facilitando, con su pérdida de identidad, de rumbo político y de garra en la defensa del “Estado del Bienestar”.

Confiemos que el Congreso socialista de Sevilla traiga esa nueva identidad que tanto necesita la socialdemocracia española, y ponga fin al paréntesis que se generó en el socialismo español en Suresnes con la llegada e instalación del “felipismo”, para apostar auténticamente por un proyecto moderno de socialismo europeo, que defina programáticamente su identidad y objetivos, y “ponga pié en pared” en el derribo del Estado del Bienestar promovido por el capitalismo internacional, actualmente bajo la bandera de la “globalización” y del “neoliberalismo”, según el cual un rico es tan libre como un pobre en dormir debajo de un puente.

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