domingo, 18 de octubre de 2015

RUIDOSO FICHAJE DE IRENE LOZANO POR PEDRO SÁNCHEZ


               Se ha producido un estimable ruido mediático que se hacía eco de las protestas por el fichaje de Irene Lozano por parte de Pedro Sánchez, el actual líder socialista, que de esta manera incorpora a su proyecto a una de las más fustigadoras críticas de su partido –en la línea de su ex maestra Rosa Díez al abandonar el PSOE y fundar UPyD-, de forma que en la actualidad políticos socialistas y del partido magenta de Rosa Díez coinciden en sus aceradas críticas contra la ex Diputada.
                Respecto de las críticas de despedida, desde UPyD, no parecen muy elegantes las frases que le dedica por ejemplo el diputado Gurriarán en twitter, pues han de asumir que cualquiera pueda cambiar de criterio político, o redireccionarlo hacia organizaciones que se puedan encontrar más afines a las sensibilidades políticas de cada quien en determinados momentos, pues eso es un libre ejercicio de responsabilidad personal de cada quien, que se siente más o menos identificado con un determinado proyecto o con otro, que además con el tiempo los proyectos evolucionan o se oxidan. Además tal situación fue la que llevó a la fundadora de UPyD a abandonar el PSOE y fundar la nueva formación política, que de inicio captó la atención de muchos ciudadanos que no vieron consolidarse un proyecto político que parecía interesante para superar la esclerosis del bipartidismo español.
                Pues en realidad, la hazaña que hizo Rosa Díez de abandonar un proyecto político centenario con solvencia y raíces, por una supuesta cuestión ética de discrepancia acaso más en la acción que en el planteamiento propiamente ideológico, sin embargo se ha ido sofocando con el transcurso del tiempo, acaso por la incapacidad de Rosa Díez de liderar su propia creación, haciéndola más plural, abierta y participativa, pues se ha ido deshaciendo de forma paulatina en sucesivos abandonos de significativos militantes que decían verse constreñidos por el férreo dominio del aparato de Díez y sus afines. En definitiva, vino a reproducir aquello que criticaba y que dio razón esencial a lanzar su nuevo proyecto, lo cual le ha hecho entrar en una espiral autodestructiva, que Irene Lozano trató de salvar con una propuesta alternativa que perdió en un Congreso doméstico de la formación magenta.
                De otra parte, con referencia a las críticas socialistas tienen a mi entender una doble justificación, por una parte, porque Irene Lozano hizo gala de una crítica directa de denuncia de la crisis del “bipartidismo instalado”, que lejos de presentar una alternativa política y un aire nuevo al deterioro político-institucional, parece resignarse a que le llegue el turno ordinario de gobernanza, en el que sigue idéntico patrón de comportamiento, de forma que la ciudadanía no aprecie diferencias sustanciales de propuestas ni comportamientos reales entre el PP y el PSOE una vez llegan al poder. Acaso las descalificaciones que hizo gala Lozano fueran injustas o exageradas, pero representaban el sentir de un estimable sector de opinión pública, que en esencia fue lo que justificó la emergencia política de UPyD.
                Pero más allá de ese matiz, dialécticamente superable por una supuesta evolución del PSOE –que entendiendo la crisis del bipartidismo decidiera salir de la misma con ánimos y planteamientos nuevos y renovados-, parece que Pedro Sánchez ha hecho un buen fichaje político, dado que Irene Lozano ha defendido su escaño con un trabajo digno, y puede que le sirva a Sánchez para demostrar la evolución del PSOE, aunque actualmente algunos viejos socialistas se rasguen las vestiduras por los embates de Lozano desde UPyD, hecho en el que no es la única ya que otros fichajes recientes del socialismo español han abandonado sus antiguos planteamientos políticos desde los que litigaban con el PSOE como es el caso de Diego Garrido o Rosa Aguilar –ambos provenientes de IU-. Más bien, parecen mostrarse quejosos, por las facciones internas enfrentadas aún a Pedro Sánchez  como es el caso de Tomás Gómez, o Fernández Vara siempre atento a apuntarse al “populismo interno” (al que durante décadas se dedicó Alfonso Guerra con sus notables réditos para mantener baronía), pero que en realidad revelan el malestar del militante que aspira a cargo, al que maniobras como estas le revientan sus particulares ambiciones personales.
                Ahora bien, creemos que aún siendo bueno el fichaje de Irene Lozano por el PSOE sería muy deseable que este respondiera (como se dijo de Gabilondo) a un auténtico deseo de renovación, de sacar al partido de la endogamia interna –ahora quejosa- y abrirlo de verdad a la sociedad, que cada vez es más exigente en su participación democrática y en los estilos de hacer política. Si bien, con todo ello asumido, Pedro Sánchez debería de haber guardado esas formas nuevas más participativas que pretende hacernos ver, al menos dejando constancia de la aprobación de la militancia, no tanto en la incorporación a su proyecto político, cuanto al acceso a las listas electorales, especialmente en el lugar destacado que se le ha reservado.

                Y sobre todo, nada de que Irene Lozano es una transfuga, pues no ha cogido el escaño logrado en las listas y con los votos de UPyD y se lo ha llevado al PSOE, sino que dejando su escaño logrado por UPyD, dándose de baja en este partido, ha accedido a la invitación del Secretario General socialista a integrarse a trabajar como independiente en su proyecto político, formando parte destacada de la próxima candidatura. En ello, ¡nada que objetar!.

martes, 13 de octubre de 2015

FIESTA NACIONAL EN PLENA CRISIS NACIONAL


         Este nuevo doce de octubre, día de la fiesta nacional española, llega en pleno conflicto secesionista catalán –como del anunciado vasco-, en el que se celebró un referéndum ilegal, que según el gobierno español nunca se celebraría, y unas elecciones plebiscitarias, que en ambigua lectura se han querido sólo ver como autonómicas, en el que las fuerzas políticas catalanistas ganan en escaños del parlamento catalán, aunque pierden en porcentaje de voto, planteando una auténtica crisis de Estado, aunque el gobierno del Estado desde Madrid no quiera verla.
            El secesionismo catalán ha ido creciendo de forma importante en la última década, sin que desde el gobierno del Estado –necesitado de los votos nacionalistas para la gobernabilidad española- se hiciera una lectura realista de los motivos que han ido llevando progresivamente a numerosos sectores de la sociedad catalana a albergar la idea de la independencia catalana y la consiguiente ruptura española.
            Tal crecimiento del sentimiento nacionalista catalán y vasco se ha simultaneado con un progresivo decrecimiento del sentimiento nacional español, a veces disimulado desde el mismo poder del Estado para no desagradar a los nacionalismos disolventes, sin tomar en consideración la radical incompatibilidad que se iba fraguando entre ambas posiciones, teniendo en cuenta que la única posibilidad de coexistencia nacionalista territorial dentro del mismo Estado es la de un “nacionalismo cooperativo” que exponiendo su diversidad cultural voluntariamente, de tal forma, se incorpora al mosaico total del Estado-Nación que es la España contemporánea. Sin embargo, esa opción –presente sólo al principio del proceso autonómico- no ha sido la definitivamente escogida por las elites políticas catalanas y vascas, ya que han optado por un “nacionalismo competitivo” (más propio de la burguesía autóctona), al punto de acabar en una deriva secesionista (tradicionalmente de posiciones de extrema izquierda antisistema, que sin embargo, a día de hoy han abrazado casi un tercio de los catalanes –teniendo en cuenta el absentismo habido en las últimas elecciones- aliándose contra natura la derecha y la izquierda catalanista en una aventura secesionista).
            Ante esta situación, es obvio que la crisis política española está servida, en la forma de mayor gravedad pues afecta al núcleo del Estado, a su integridad, a su existencia y continuidad como tal, para lo cual un Ente Autonómico del Estado ha sido desleal con el resto del Estado saltándose la legalidad constitucional vigente, arengando a la sociedad catalana a una meta para cuyo logro no parecen reparar en límites legales o condicionamientos de realismo político. ¡Todo emoción…!, ¡todo utopía!.
            En este contexto llegamos a la celebración de la Fiesta Nacional, que en este país por resabios ideológicos, gestados en la dictadura franquista, ha sido confundida por algunos sectores de izquierdas como un remedo de las victoriosas paradas militares franquistas (de vencedores sobre vencidos), al tiempo que el simbolismo patrio fue exaltado inadecuadamente por grupos filofascistas de extrema derecha que sustentaban el régimen de Franco, de ahí la reacción de una izquierda vencida y humillada de rechazar cualquier tipo de simbolismo patriótico que recordara a la dictadura.
            Pero como en otras muchas cuestiones de la vida, en el término medio está la virtud, en presentar un nacionalismo español cooperativo, integrativo en su diversidad cultural, que de fundamento –como lo ha venido dando en los últimos siglos- a la Nación española con su identidad y sus símbolos que le son propios, como reflejo de la patria común de todos los españoles, empresa común que viene desempeñando una histórica labor secular de ingente alcance cultural, que en la actualidad puede jugar un extraordinario papel geoestratégico de puente entre Europa y Centro y Sudamérica, y en el área económica entre la UE y Mercosur.
            Nación que además, ha sabido leer de sus éxitos y fracasos históricos, habiéndose constituido en una democracia moderna, un Estado social y de derecho, sobre unos principios constitucionales que recogen los derechos humanos y sociales reconocidos por las Cartas constitucionales de los países más avanzados social, política y económicamente de nuestro entorno.
            Un Estado en el que todos los territorios de España juntos, vienen a conjugarse para la mejor defensa de sus intereses en la UE y en un mundo cada vez más globalizado, donde las alianzas son necesarias para el progreso de los pueblos, en vez del aislacionismo esencialista de determinados atavismos étnicos. Que además requiere su unión para su participación en alianzas de defensa que garanticen la paz y el progreso de las naciones en un contexto internacional casi siempre convulso por intereses geoestratégicos y económicos dispares.
            Un Estado que hacia el interior ha de velar por el cumplimiento de los principios constitucionales –garantía de convivencia pacífica entre los españoles-, lo que supone la necesidad de un estatus de ciudadanía idéntico en todos los territorios del Estado que garantice la igualdad de los ciudadanos.
            Por todo ello, resulta extremadamente necesario hacer pedagogía política en España sobre nuestro proyecto común, nuestra identidad desde la diversidad de los pueblos y culturas de España, para recuperar el sentimiento común que nos une, nos sostiene como Nación y nos identifica ante el resto del mundo, al tiempo que hace de nuestro país una sociedad libre, justa y avanzada cultural y científicamente, algo que es mucho más que una “marca” mercantil. Y eso hay que celebrarlo, hay que dedicarle espacios públicos para su acercamiento e identificación social que gane el sentimiento de la ciudadanía, que nazca de la sociedad y en ella se desenvuelva, mostrando los símbolos del Estado que dan consistencia y existencia al mismo. Tal demostración es necesaria de ordinario, pero especialmente un día en el que se festeje nuestra consistencia común, nuestra entidad pública nacional ante el mundo.