sábado, 13 de diciembre de 2014

GRANDEZAS Y MISERIAS DE LA POLÍTICA ESTADOUNIDENSE


             EEUU tiene en su haber la apuesta decidida, interna e internacionalmente, por la democracia, la libertad y los derechos humanos, como lo ha demostrado en su decidida apuesta política constitucionalista por la libertad, por una parte, y por otra, por la defensa que ha hecho de las democracias internacionales en las dos Guerras Mundiales, habiendo tenido un claro y decidido papel en el triunfo sobre las Dictaduras del Eje y posteriormente sobre las Disctaduras comunistas, pero al propio tiempo tiene graves contradicciones, en este ámbito, tanto internas como externas.
                En efecto, EEUU es un país que hace gala de ser una modélica democracia que tiene como uno de los mayores símbolos del país la propia “libertad”; pero al propio tiempo, ha consentido con sesgos internos contrarios a la lucha por las libertades civiles, como el racismo subsistente en algunos de sus Estados, que de vez en cuando degenera en brotes de violencia y confrontación ciudadana en las calles, como recientemente ha sucedido por las muertes injustificadas de ciudadanos negros a manos de la policía de “gatillo fácil” y escasa responsabilidad ciudadana. Pese a las décadas de la formal regularización de los derechos civiles, tras las movilizaciones de Martin Luther King.
                Y de igual forma, en el terreno internacional, dentro de su política internacional imperialista –propia de potencia mundial-, ha tomado parte de diversas luchas internas en países en los que sus intereses económicos, políticos o militares lo han requerido, como fue el clamoroso caso de la intervención en Latinoamérica en favor de dictaduras militares de derechas que le aseguraran tales intereses, y en particular frenaran los avances de los movimientos revolucionarios de izquierdas en su búsqueda de justicia social, algo que la historia sacó a relucir con la tenebrosa intervención de la CIA, en la conocida “operación Condor”, que conllevó numerosos crímenes de Estado por parte de aquellas dictaduras latinoamericanas que aseguraban los intereses estadounidenses en el continente americano, junto con los intereses de corruptas oligarquías locales, que malograron la marcha de muchos de esos países, impidieron la convivencia pacífica en su interior y cerraron sus vías a la libertad.
                A su vez, de forma no menos liberticida, so pretexto de la lucha contra el terrorismo internacional, tras los execrables atentados del 11M, pusieron en marcha su maquinaria militar y de inteligencia para hacer frente al nuevo terrorismo internacional, si bien han sembrado la violencia de forma desigual en territorios donde han actuado, con escasa mesura y menor prudencia para no generar víctimas inocentes, que a estas alturas no se pueden descartar, en sus acciones en Afganistan, en Irán y en el impúdico Guantánamo, en los que se ha detenido, interrogado y encarcelado sin juicio a personas, vulnerando todo derecho humano y convenios internacionales. Pues como se ha sabido por la Comisión de Investigación del Senado, se ha confirmado la práctica de torturas de todo tipo a los detenidos allí recluidos, mostrándose escandalizados los “padres de la patria americana” en un gesto que aparenta más hipocresía que realidad.
                A todo esto, tras estas injustificables acciones de violencia de Estado, en la que el fin ha justificado los medios –contra cualquier principio moral-, resulta que los fines, o sea los logros en la lucha generada no han sido, ni mucho menos los esperados, dado que no sólo no han acabado con el terrorismo internacional de raíz islámica, sino que se ha generado un “Estado terrorista”, el denominado “Estado Islámico” que ha emergido de las cenizas de la descomposición del statu quo oriental al combatir al sátrapa de Sadám Husseín, pues con su caída se ha desestabilizado Irak, dando paso a facciones de diverso tipo, gestándose en su interior el “Estado Islámico” que avanza también ocupando territorio sirio, y se apunta como una de las mayores amenazas reales para la seguridad de Occidente en la actualidad. Lo que revela abiertamente el fracaso de la política estadounidense de confrontación militar y manipulaciones de la CIA en ese ámbito, así como el fracaso de la inteligencia norteamericana en la alerta, previsión y prevención de las amenazas potenciales para EEUU en particular y Occidente en general.

                Si el gobierno de Obama fuera consecuente con lo que predica, depuraría la CIA, el Pentágono y demás Agencias de Seguridad Interior, que por una parte han empleado técnicas reprobables por la comunidad internacional y repudiables a cualquier conciencia mínimamente formada, en el caso de Guantánamo y establecimientos de detención afines; y por otra parte, han mostrado su ineficacia en la previsión y prevención de los atentados islámicos en suelo americano, lo mismo que sus intervenciones militares sobre el terreno en Irak y Afganistán no sólo han dejado sin arreglar los problemas existentes para la seguridad internacional, sino que los han enervado por los odios generados tras el empleo de la violencia.

sábado, 6 de diciembre de 2014

LA CONSTITUCIÓN COMO CONTRATO SOCIAL


Llega un año más y celebramos otro aniversario de la Constitución Española, que hizo posible un acuerdo consensual entre los actores políticos de la época para hacer un tránsito pacífico entre la dictadura franquista y la nueva democracia. Algo que tuvo un gran valor político por lo el logro que supuso en un marco de paz, que todos pretendían, pero casi nadie podía asegurar, pues aún estaban los dramáticos recuerdos de la confrontación civil presentes.
De manera que, hay que reconocer objetivamente las cosas, el consenso constitucional supuso rectificar el rumbo político, que durante cuatro décadas vino marcado por los vencedores en la Guerra Civil que se habían impuesto por la razón de la fuerza, no por la fuerza de la razón, habiendo incriminado a toda la oposición política en una causa general contra la disidencia del régimen franquista, que fue evolucionando en su interior desde las posiciones fascistas más rigurosas del falangismo  y el tradicionalismo monárquico carlista, hasta la apertura tecnocrática y teocrática nacional-católica de los años cincuenta para acercarse al Occidente liberal triunfante en la II Guerra Mundial, que empezaba a generar el bloque político militar del Oeste en el marco de la nueva Guerra Fría.
Por consiguiente, el probabilismo del sector del régimen más avanzado, conocedor de la imposible sucesión de un franquismo sin Franco –pese a la domesticación de la sociedad civil española, y de los estamentos políticos subyacentes-, dieron paso a que la reinstaurada monarquía se distanciara de su origen reinstauracional franquista, para asumir una democracia liberal de porte europeo. Pero lo difícil era convencer al establishment franquista que se suicidara políticamente sin condiciones, al tiempo que convencer a la izquierda en el exilio a colaborar con una nueva saga reformista de la política española para traer una democracia coronada, en progresiva mutación desde la dictadura franquista y el desmantelamiento de todo su aparato político-militar.
En esas condiciones, no se podía pedir el mayor de los éxitos, pues éste inexorablemente se habría de traducir en el acuerdo que fuera posible, en un consenso de supervivencia, acaso un consenso de mínimos que –desde la mutua desconfianza- se fue tejiendo entre los distintos actores políticos de la transición, y así se fraguó la vigente Constitución española de 1978, que por otra parte, ha propiciado uno de los procesos de paz y concordia más largos de la historia constitucional española, aunque no ha logrado ser aceptada en su totalidad como la solución de convivencia permanente, como el contrato social que nos una a todos los españoles.
Hay que reconocer que, más allá de algunos detalles, no menores, como la igualdad de sexo en el ámbito de la corona en orden al llamamiento en la línea de sucesión hay que reformarla, como también habrá que rediseñar de forma efectiva una auténtica división de los poderes del Estado –que aparentemente lo están, pero en la realidad acaban vinculados de forma perniciosa-, como habría que garantizar la denominada “cuestión social” (o sea, el Estado Social, según definición constitucional), que no pasa de ser una mera declaración, que se está viendo burlada con el desmantelamiento del “Estado Social” por vía de apremio de la deuda pública extranjera –donde por cierto, no ha habido ni empacho ni demora alguna para reformar el texto constitucional en beneficio del aseguramiento del pago de la deuda-.
Pues en la medida en que el Estado Social se está desmoronando, se está incumpliendo el pacto social que zanjó constitucionalmente la “cuestión social” que fue una de las que determinaron la confrontación civil entre los españoles. Y de esta manera, se viene a romper un pilar clave del consenso constitucional, sin el cual la izquierda de entonces no habría accedido a otras concesiones a la derecha reformista del régimen franquista en tránsito, como pudiera ser la condición monárquica de la forma de Estado.
De igual forma, se cerró en falso otro de los grandes problemas de España, cuál es su vertebración territorial, en un Título VIII manifiestamente mejorable, que ha dado lugar al caos político-administrativo y financiero de una España de Autonomías poco responsable y escasamente solidaria con los intereses generales del País, que lo están llevando al límite de su desmembración territorial, habiendo dado cancha desmesurada –por bisoñez política- a los nacionalismos desleales vasco y catalán, con los que se ha contado en algunas ocasiones para la conformación ocasional de gobiernos, previo pago de un impagable precio político que ahora está dando su auténtica faz. Situación, ante la cual, difícilmente cabe una marcha atrás de Estado unitario, incluso descentralizado, ya que los intereses de la clase política regional de uno y otro lado del arco político están en juego (Parlamentos y gobiernos regionales, diputaciones provinciales, cabildos insulares, comarcas, etc.). Por cuyo motivo, acaso la salida haya de venir por un nuevo consenso político de negociar un régimen federal que sea cooperativo en sí mismo, o sea con el conjunto del Estado, sin duplicar competencias y reduciendo al máximo el gasto público del aparato político-administrativo territorial.

Por consiguiente, no parece razonable –a fecha de hoy- cerrarse a cualquier pretensión de reforma coherente y cohesiva de la Constitución, pues dos cuestiones fundamentales de la gobernabilidad de España siguen en juego: la cuestión social y la cuestión territorial. Ambas parece que no se han solucionado con el consenso forzado de la transición, y tal parece que habría que abordar, ya que constituyen el núcleo del contrato social de los españoles, y no se puede mantener a ultranza un contrato desde el disenso, ya que ningún contrato nace con pretensión de eternidad, sino de dar solución a los intereses de las partes contratantes, que en lo público pasa por la reflexión, la negociación pragmática, y el acuerdo más interesante o menos lesivo, de entre los posibles, para los bien público del país. Y ello, antes que el deterioro acabe por pudrir la situación y cerrar cualquier puente de acercamiento, como está empezando a suceder en la “cuestión catalana” (parte de la cuestión territorial), o puede llegar a pasar con la cuestión social, de proseguir el desmantelamiento del “Estado Social”, con el incremento de las diferencias sociales que en nuestro país han aumentado a niveles históricos, que nos relegan en ese punto a uno de los últimos países de la UE. Prueba más que evidente que se está incumpliendo en nuestro país el pacto social de la transición, y la soberanía popular puede acabar reclamando sus derechos en la calle y/ o en las urnas.

jueves, 4 de diciembre de 2014

PEDRO SÁNCHEZ MADURA POLÍTICAMENTE, TRAS ERRORES INICIALES


El actual líder del PSOE, Pedro Sánchez, parece ir mejorando su perfil de líder con el discurrir de los días, pues tras el inicial balbuceo hipermediático, y algún error de bulto como el de la supresión del Ministerio de Defensa, que fue rápidamente acallado y corregido en su entorno, parece que va consolidando un perfil de alternativa seria.
Pedro Sánchez es una persona que se va mostrando cada vez con más seguridad en su presencia ante los medios de comunicación en los que transmite un discurso reformista factible y probablemente compartido por la mayoría de la sociedad española, en lo que se refiere a sus sensatas medidas de defensa del “Estado del Bienestar”, mostrándose valladar ante su cuestionamiento, que lamentablemente y muy al pesar de muchos socialistas de carnet, se cuestionó en la práctica de la última etapa de gobierno de Zapatero, que trajo la desolación en sus filas cuyos perniciosos efectos electorales aún están padeciendo.
No obstante, Sánchez tendrá que ir despejando la legítima duda que asiste a la ciudadanía española, sobre si sus planteamientos reformistas entroncan con una auténtica política socialdemócrata conforme a las esencias ideológicas y naturales del PSOE –que nunca debió abandonar, por pura coherencia existencial de la misma formación, dado que su desnaturalización le reportaría una caída fulminante por el abandono de sus bases naturales-, y empieza a ser ese “verso suelto” que demanda la socialdemocracia europea, por la claudicación de una decidida defensa de la “Europa del bienestar” que no han hecho sus homólogos, al aceptar los cuestionables dogmas neoliberales de la política económica marcada por el Fondo Monetario Internacional y asumida por Alemania y el BCE; o si por el contrario, Pedro Sánchez está en un lavado de imagen electoralista, en el que se mueve como un decidido recuperador de la socialdemocracia, pero sin la menor intención de batallar más allá de sus resultados electorales.
Sin embargo, en honor a la verdad hay que reconocerle determinación en su actitud de lucha contra la corrupción que ha afectado a algunos miembros de su Partido, pero se le acabará objetando, que no ha tenido la misma fuerza dependiendo del escalón de poder, pues con Chaves y Griñán ha sido más condescendiente, si bien estos aún no están formalmente imputados. Por tanto, habrá que estar atentos a su actuación según la deriva de los acontecimientos judiciales.
También cabría pensar que el movimiento regeneracionista que viene apuntando Pedro Sánchez, con el PSOE y sus lógicas propuestas de abordaje político del problema catalán, vendrían condicionadas por el “desplazamiento electoral” que dan las encuestas con la irrupción del mensaje radical de PODEMOS, lo que le hubiera obligado a posicionarse con mayor determinación que en otras circunstancias donde electoralmente tuviera menos afectación. Aunque eso habrá de despejarlo con hechos en el discurrir del tiempo. Sin embargo, su actual mensaje y posición ha ido mejorando últimamente en el ámbito público.
Incluso en los debates parlamentarios muestra buena oratoria y contundencia en su discurso, algo que quizá haya de incrementar dado que los tiempos políticos actualmente en España van demasiado rápido y apenas tiene tiempo de seguir curtiéndose en la “bancada de la oposición”, pues si las encuestas se acabaran cumpliendo, sobre él podría recaer la llave de la gobernabilidad del país, bien pactando hacia la derecha con el PP, bien hacia la izquierda con PODEMOS y/ o IU, lo cual también podría traerle efectos colaterales indeseados, según la opción que adoptara; o bien simplemente dejar gobernar en minoría a la lista más votada, lo que también le podría pasar su pago político.
Por tanto, recibimos gratamente la percepción de una rápida y ágil maduración política, en la creencia que puede tener potencial de desarrollo y liderar el proyecto socialdemócrata español que quedó huérfano en la última etapa de Felipe González, como también de Zapatero, y por cuya causa el PSOE ha tenido una importante desafección de militancia, siendo no menor la de simpatizantes y votantes perdidos como lo reflejan los últimos resultados electorales y aún las encuestas. De forma que en la medida que retomen el “nicho ideológico propio” volverán a enlazar con el “depósito electoral” que le es natural, por lo que habrán de reorientar todo su programa a ese fin, y lanzar un claro y directo mensaje a lograr que sea creíble entre la ciudadanía que espera ahora mucho más que palabras vacías y promesas incumplidas.



domingo, 16 de noviembre de 2014

LA CONTROVERTIDA UNIDAD DE LA IZQUIERDA ESPAÑOLA


              La situación de las crisis económica y política, que ha hecho emerger a PODEMOS como opción de voto preferente en abierta competencia con el PSOE, para relevar al gobierno del PP y sus políticas de austeridad al dictado de la UE, demandaría una conveniente unidad de las fuerzas políticas de la izquierda, si quieren ser realmente alternativa política al PP.
                Pero no apreciamos que esa unidad se vaya a dar, al menos antes de las elecciones –aún cuando todavía quedaría un año para las generales-, y quizá sea prematuro pronunciarse dada la existencia de elecciones autonómicas y locales a medio plazo, que podrían servir de experimento real de demoscopia sobre la auténtica representatividad actual que posee cada una de las diversas opciones electorales de la izquierda española.
                Por un lado, el PSOE que ha estado en caída libre en pérdida de votos, parece que con la renovación del liderazgo en la persona del diputado Pedro Sánchez, y sobre todo en su decidida actitud de intolerancia ante la corrupción, parece haber despertado algunas esperanzas en cierta recuperación –que modestamente le reconocen las últimas encuestas y estimaciones de voto-, si bien no resulta suficiente para devolver al histórico partido de la izquierda española a opciones reales de gobierno en el Estado, y de forma desigual en municipios y autonomías. Acaso pesa sobre el mismo la herencia de la torpeza de las políticas de Zapatero en el inicio de la crisis que agravaron el grado de la misma (que tras más de dos años de ausencia de reacción del gobierno socialista, hizo que la crisis pasara de financiera a fiscal con un descomunal y peligroso incremento de la deuda pública, propiciada también por la pugna electoral con el PP por la imprudente bajada de impuestos, que hizo descender ostensiblemente la pública recaudación).
                IU ha realizado diversos experimentos de liderazgo que no han fraguado, por el voto posibilista y utilitarista de la izquierda hacia el PSOE, en otro tiempo, y por la inicial rigidez de esta formación en sus planteamientos políticos, así como su capacidad de fagocitar a las iniciativas políticas que se le acercaban para compartir cartel electoral. Y ello, pese a la profética previsión de su exlíder Julio Anguita, que por razones de salud, edad, e incomprensiones internas quedó relegado internamente. Pero sobre todo, el ansia de poder de algunos de sus cuadros dirigentes territoriales, le ha llevado a torpes alianzas en Andalucía, y o pactos tácitos en Extremadura, que les ha llevado a condescender con affaires políticos como los de los ERE´S en Andalucía, o el reciente de los viajes de Monago en Extremadura, mientras los responsables nacionales claman por la exigencia de dimisiones, donde sus correligionarios de las cúpulas de IU andaluza y extremeña hacen oídos sordos a ello. Algo que consideramos torpe, dada la reacción popular contra el exceso de casos de corrupción, que no está sabiendo gestionar políticamente bien IU, que además pone en cuestión el liderazgo de Cayo Lara, que ha acabado por “tirar la toalla” ante las próximas elecciones, acusando recibo de la falta de apoyo del electorado según las recientes encuestas, en que aparece eclipsada por PODEMOS.
                Por su parte, PODEMOS está viviendo un extraordinario crecimiento, tras las elecciones Europeas, en que las encuestas le catapultan a posiciones de opción de gobierno, si no en solitario, sí como opción de coalición, al tiempo que se está estructurando internamente, dada su reciente creación, lo que le está haciendo vivir un momento “dulce”, pese a los ataques de sus rivales políticos (especialmente de la derecha) que se antojan injustos y sobreactuados; si bien, habrá de calibrar y reflexionar mejor su posicionamiento político y su fórmula programática, pues entre un acertado diagnóstico político-social (naturalmente desde una perspectiva de izquierdas) y sus propuestas de solución hay una brecha que aparenta cierto grado de utopía, cuando no de improvisación. Al tiempo que habrán de elaborar sus peculiares y particulares programas políticos en los territorios autonómicos y locales a los que se proponga optar como fuerza política. Posiblemente, demasiado trabajo para el escaso tiempo que queda para las elecciones autonómicas y locales. Al tiempo que habrán de tener cautela y suerte en la nominación de sus respectivos candidatos electorales, pues a partir de ahora el tiempo político corre también inexorablemente para ellos, y empezarán a tener historia pública conocida, como las demás organizaciones políticas, con sus aciertos y errores.
                En esta situación, lo aconsejable para asegurar un éxito electoral (especialmente en las autonómicas y locales) podría ser una serena y exigente negociación entre estas fuerzas políticas de izquierda, para hacer frente a los dictados europeos de políticas de austeridad y recortes, que presagian una nueva recesión, y sobre todo a reconocer con sinceridad que el pacto de la transición ha quedado obsoleto, y habría que reformular el Estado del Bienestar para que no se colapse por inanición fiscal de las paradójicas políticas de bajada de impuestos mientras seguimos teniendo una astronómica deuda pública y un progresivo deterioro de servicios públicos aparentemente universales y generosos, pero arteramente descapitalizados y relegados, cuando no en venta pública sujetos a procesos de privatización. Al tiempo de generar una fuerza sólida de izquierdas que pueda aunarse con otras de países de la periferia de la UE que replanteen el giro neoliberal procapitalista del proyecto común europeo, cuyas virtualidades sociales se han perdido al dictado de los mercados financieros y sus políticos secuaces, rompiendo así el pacto social europeo tras la II Guerra Mundial que propició el nacimiento de la CEE, y que está obligando a los gobiernos nacionales de los Estados miembros de la UE a concretas políticas que restan soberanía a los Estados, y no facilitan la solidaridad de la UE sobre estos a modo de Federación o Confederación, y que ocluye cualquier agenda política que se salga del guión trazado por Bruselas.

                Aunque las tentaciones personalistas sean grandes, no se debería perder de vista el trabajar por la conformación de un frente de izquierdas que pueda replantear la agenda política europea y su consecuente aplicación en la política española, donde actualmente solo cabe seguir el guión de Bruselas según la decisiva influencia del proceso capitalista globalizador a través de los poderes fácticos financieros internacionales, que ha llevado a una progresiva degradación de la democracia occidental, y una general depauperización de la vida económica y social en el viejo Continente.

domingo, 9 de noviembre de 2014

RECORDANDO LA CAÍDA DEL MURO DE BERLÍN


La caída del muro opresor en Berlín por las autoridades comunistas de la Alemania del Este, al dictado del Kremlin, en el año 1961 para asegurarse la estancia de la población en el territorio de unos países totalitarios, donde no había lugar al ejercicio del menor derecho personal, y en consecuencia los ciudadanos de esos países regresaban a ser súbditos o menos que súbditos, en una especie de semiesclavitud moderna impuesta por estos Estados Totalitarios.
La instauración del muro de Berlín suponía la constatación de las políticas opresoras del comunismo raíz leninista y estalinista, como también lo fue el de raíz maoísta, o los otros sucedáneos periféricos de comunismo liberticida y criminal.
La evolución de estos regímenes dictatoriales a regímenes policiales sobre la propia población interior, donde no se permitía la menor crítica ni iniciativa distinta de la “verdad o guión oficial”, llevó a la gestación de una sociedad endogámica, cerrada, asfixiante para la mayoría de la ciudadanía, y con ello a un fracaso social en todos sus aspectos, también políticos y no menos económicos, que fue por donde empezó a romperse la férrea cohesión del “telón de acero” instaurado por Stalin tras la II Guerra Mundial sobre los países de su órbita, que conformaron el Pacto de Varsovia en respuesta a la OTAN en la denominada Guerra Fría, que mantuvo la tensión internacional hasta la auténtica y real caída de estos regímenes dictatoriales de porte comunista.
En consecuencia, el recuerdo de la caída del muro de Berlín, que fue la fase final de los estertores del comunismo leninista-estalinista, y la recuperación de la libertad de la Europa del Este, incluida la desmembración de la propia URSS con el nacimiento de nuevos Estados surgidos de la descomposición del “Imperio soviético”, nos debe recordar la gran tragedia que vivieron generaciones de personas en el Este de Europa, y los errores liberticidas de estos regímenes, para que nunca más se reproduzcan.
En concreto, esa diabólica obra de separación de Berlín, se llegó a cobrar más de cien víctimas directas que perdieron la vida intentando cruzar el muro y alcanzar el denominado “mundo libre” para buscarse la vida con la dignidad a la que toda persona humana tiene derecho, y que se le negaba en el Este comunista.

Al propio tiempo este hecho, desencadenó la caída definitiva de los regímenes comunistas de la Europa del Este, con el tránsito democrático –más o menos amplio- de los distintos países de la antigua órbita soviética, y sobre todo, en el plano internacional se perdió la bipolaridad del mundo entre el este comunista y el oeste capitalista, para avanzar a un mundo globalizado, que con sus ventajas respecto al comunismo caído, sin embargo no ha alcanzado la prometida perfección del autoproclamado mundo libre, que al no tener el contrapeso comunista ha radicalizado sus propias tesis capitalistas, apartándose progresivamente de las tesis socialdemócratas y socialcristianas que dieron origen a la Comunidad Económica Europea (actual UE) generando los denominados “Estados Sociales” o del bienestar, que han ido perdiendo entidad con el avance del neoliberalismo económico globalizador, desregularizado que está dando lugar a cíclicas crisis por procesos financieros especulativos desbridados de cualquier control gubernamental, que está poniendo en riesgo la estabilidad de las economías y los sistemas sociales europeos que se dieron cita como respuesta política de estabilidad y concordia tras la II Guerra Mundial, que actualmente están siendo las víctimas de la globalización que vino tras la caída del muro y de los regímenes comunistas.

domingo, 12 de octubre de 2014

EN LA FIESTA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA


Celebramos una nueva edición del día de la fiesta nacional española, un nuevo 12 de octubre en que de forma ritual se celebra el día en la oficialidad institucional con el tradicional desfile militar y la recepción del Jefe del Estado en el Palacio Real. Todo ello, muy oportuno, para que la nación española rinda tributo a su pasado, valore su presente y defienda su futuro.
Sin embargo, con los movimientos político-territoriales centrífugos, con una grave crisis de Estado –por los movimientos secesionistas catalanes y vascos, y la lacerante corrupción política, en plena crisis económica y social-, parece escaso que la Fiesta Nacional de España se ciña sólo a la oficialidad institucional de una parada militar y una recepción en el Palacio Real.
Creemos, que ahora más que en otro momento, hay que revitalizar el Estado español, en la configuración constitucional autonómica, o en otras fórmulas político-administrativas a que pudiera conducir una serena reflexión y reforma de la Constitución, sobre un Estado debidamente estructurado, cooperativo en todos sus elementos territoriales e institucionales, en vez de competitivo, disgregador y hasta desleal, como se está mostrando en la práctica la actual configuración político-territorial del Estado, que parece haber quebrado ante la falta de coordinación y las tendencias centrífugas, tornándose en una compleja realidad próxima a la ingobernabilidad.
El Estado español que tiene una profunda y prolífica trayectoria histórica, desde la unión de los reinos peninsulares  a finales del S. XV,  con sus luces y sus sombras, ha marcado el destino de todos los territorios y personas que lo conformaron tanto en la península como en los territorios extrapeninsulares y de ultramar; hasta la pérdida de las colonias, en que acabó de conformarse en el formato de modernidad en que se constituyó, con sus vaivenes constitucionales, decimonónicos que llevaron sus convulsiones internas hasta el último tercio del S.XX, en que con la actual Constitución de 1978 España entró definitivamente en la modernidad política occidental de porte constitucionalista, libre y democrática, con un pacto de Estado territorial que generó el inmaduro sistema autonómico, que ha ido siendo sistemáticamente socavado por tendencias políticas nacionalistas centrífugas, que de facto no han aceptado el pacto constitucional.
Por consiguiente, ahora más que nunca, en que el desafío independentista catalán se ha hecho patente, teniendo el vasco latente, expectante de los logros catalanes; se hace necesaria una política de Estado de defensa y cimentación del Estado español, abandonando actitudes vergonzantes, o calculados distanciamientos sobre tendencias filofascistas (que no tienen la patente de la españolidad).  Así urge un replanteamiento de la configuración actual del Estado, tendente a lograr un nuevo pacto que de cabida a la mayoría de las fuerzas políticas –salvo las que se autoexcluyan por incompatibilidad- que cierre definitivamente el “caso abierto de las autonomías”, aunque fuera necesario pactar un sistema cerrado de federalismo (en una reforma constitucional), naturalmente de porte solidario y cooperacionista con todo el Estado, con competencias claras distribuidas y cerradas (evitando la permanente almoneda de su reparto y reivindicación, que acaban por desequilibrar la mejor de las estructuras). Y junto con ello, una apuesta cooperativa de unidad desde la diversidad, en justicia y equidad plena, sin experimentos del estilo de “asimétricos federalismos”, que acaben con territoriales forales que carecen de sentido en un Estado constitucional, en que la igualdad de los ciudadanos y de los territorios de España ha de ser la “piedra angular” sobre la que se edifique el Estado, evitando codiciosas ventajas y cicaterías insolidarias.
Un Estado en que las culturas autóctonas no compitan con la cultura española  (incluida la lengua), ni esta fagocite a las culturas territoriales, sino que convivan desde el mutuo respeto, que habría de cumplirse y hacerse cumplir desde todas las Instituciones del Estado, con mecanismos legales precisos para el caso que así no se diera, pues insidioso es el “veneno de la secesión” que corroe a cualquier sociedad que no se sienta unida, con los consiguientes perjuicios para todos, en el terreno interno como en el externo.
Además en un mundo globalizado, en el que España pertenece a Organismos Internacionales y Multinacionales (ONU, OTAN, UE, etc.), precisamente para la mejora de la defensa de nuestros intereses individuales y colectivos en el contexto internacional , carece de sentido emprender una senda contraria a la concentración, por la vía de la fragmentación,  por más que se apele a románticos conceptos de la “Europa de los pueblos”, pues la praxis política diaria nos muestra que los territorios cuanto más fragmentados son, menos poder político específico tienen en el conjunto de las organizaciones políticas en las que se integran o pretenden integrarse. Así que España, que actualmente es el 5º país en dimensionamiento e importancia de la UE, perdería con cualquier tipo de secesión interna (en el interior, como en el exterior), como los catalanes o vascos (al margen de España, también menguarían su poder e influencia en el interior y exterior). Lo que además ofrece claramente la muestra de que en esta cuestión no sólo tendrían que expresarse los catalanes (como están pidiendo los políticos soberanistas) sino el resto de los españoles, porque como hemos señalado nos afecta a todos, y por estricto cumplimiento de la legalidad dimanante de la Constitución de 1978 que sitúa la soberanía nacional en el conjunto de la ciudadanía española, y establece un estricto sistema de mayorías cualificadas para cualquier reforma constitucional.

Por tanto, si nos necesitamos todos los españoles, ¿a qué esperamos para fortalecer internamente nuestro Estado?. Y ello va más allá de simples y puntuales actos de ritual, acaso más simbólico que práctico, aunque también necesarios.

viernes, 10 de octubre de 2014

LAMENTABLE GESTIÓN DE LA “CRISIS DEL ÉBOLA”


Asistimos a tiempos convulsos, incluso en lo sanitario, pues el gravísimo problema del virus ébola está generando una dramática y cuantiosa cifra de víctimas en el mundo, al tiempo que se extiende sin precedentes, ante el reconocimiento del fracaso mundial del control de la crisis, que supone la extensión de la sensación de fracaso y peligro a las sociedades en que han aparecido casos de importación.
Tal es el caso de la actual crisis que estamos pasando en España por el contagio de la auxiliar de enfermería que cuidó a los dos enfermos de ébola repatriados, que se debate por sobrevivir a los letales efectos de la enfermedad, mientras se evidencian fallos en la operatoria preventiva seguida, y acaso en los mismos protocolos de seguridad sanitarios sobre esta mortal enfermedad.
Más allá de interrogarse sobre la oportunidad o pertenencia de la repatriación de los españoles afectados, que también debería de racionalizarse en base a hipótesis de mejoras terapéuticas aplicables (al parecer inexistentes), que acabaron fatalmente falleciendo; habría que reconsiderar la praxis seguida por los equipos sanitarios que les atendieron, su preparación concreta respecto de esta enfermedad, y su escaso entrenamiento relativo a la incorporación de las medidas de defensa y protección básicas para evitar el contagio que finalmente se ha dado.
Además  de que haya habido un error humano en la propia enfermera afectada, no parece que ello sea suficiente para contemplar la impúdica carrera de exculpación  e inculpación empleada por algunos responsables político-sanitarios, especialmente referido a las desafortunadas declaraciones del Consejero de Sanidad de Madrid, que como mínimo debería de elogiar la actitud de servicio y entrega de los profesionales sanitarios que intervinieron en el operativo especial, y en particular de la auxiliar de enfermería.  Amén de considerar que la seguridad plena en este tipo de actividades de riesgo no existe.
Pero lo que ha ido trascendiendo sobre el aparente descontrol de los sanitarios que estuvieron en el operativo, que a diferencia de los miembros de Defensa que intervinieron – y que fueron controlados en los días posteriores-, estos parece ser que quedaron sujetos a su discrecionalidad personal para autoevaluarse la temperatura, incorporándose a una habitualidad vida social que aparenta ahora hasta temeraria. E incluso cuando, como se dice en el caso de la auxiliar de enfermería, que conectó con su hospital para comunicar los primeros síntomas se le remite a su médico de familia (como de ordinario se tratara de un simple catarro), e incluso se le envía una ambulancia convencional –que tras atenderle y desplazarle al hospital de Alcorcón, no a uno de referencia preparado ad hoc, continuó el servicio trasladando varios pacientes más, sin que se adoptaran medidas cautelares de prevención-. Como tampoco  parece responder claramente al rigor protocolario de esta letal enfermedad la asistencia que se le dio en urgencias hospitalarias, en un primer momento; hasta el detalle que el propio médico de urgencias se enteró del positivo de ébola de la enferma por la prensa, antes que por el conducto oficial.
En este “curso de aparentes despropósitos”, resulta que lo que hubiera sido un mero descuido, o un fallo de programación o práctica de medidas de seguridad, se revela como una cadena de fallos, descuidos, o desaciertos, que suponen que lo que públicamente se presentaba con alta seguridad  resulta ser mucho más vulnerable y potencialmente peligroso, por la menor garantía de seguridad ante este tipo de actuaciones; pero además, la relajación, quizá la excesiva confianza, nos lleva a que lo que podría ser un solo caso, derivado de un lamentable y trágico error, fallo o inevitable consecuencia, se convierta en más de una decena de potenciales casos, que se encuentran (ahora sí) en observación hospitalaria y aislamiento (que es hoy por hoy la herramienta más segura para controlar y acabar con los brotes de tan mortal patología), y que deseamos no se confirmen más casos.
Por su parte,  el gobierno ha acabado por reaccionar, ante los fallos iniciales del tratamiento de la crisis, con la generación de un gabinete interministerial de crisis dependiente de la Vicepresidencia del Gobierno, que ponga orden en esta crisis, en la que se mostró superada por los acontecimientos la Ministra de Sanidad.

Dentro de la tragedia  personal de los afectados, es lamentable contemplar cómo decae un Sistema Sanitario Público que hasta bien poco era modelo mundial, y que viene a resentirse de una excesiva politización de su gestión, y el  posicionamiento por alternativas privatizadoras del Sistema. 

lunes, 6 de octubre de 2014

EL PSOE ACTUAL ENTRE EL PRAGMATISMO Y EL POPULISMO ELECTORALISTA


Hemos venido manteniendo que el PSOE tiene pendiente su catarsis interna, su necesaria reflexión con la conveniente dosis de autocrítica de errores y reformulación de su ideario político y programático, que no es ajeno a la pérdida de rumbo de la socialdemocracia europea, inmersa en el sistema demoliberal al que ha acabado adaptándose por puras razones de pragmatismo político, que refleja su desconexión con sus bases naturales ante su tibieza en la defensa del Estado Social, como han resultado los casos de Hollande en Francia, Renzi en Italia y Zapatero con Rubalcaba en España, de los que no se distancia tampoco el actual delfín socialista, Pedro Sánchez.
Todo ello ha hecho emerger nuevas opciones políticas, dada cuenta el malestar social por los recortes sociales y la orfandad de amplios sectores de la sociedad que no se sienten representados por políticos que se ponen de perfil ante los ataques a sus derechos sociales, cuando no contribuyen activa o pasivamente a perpetrarlos, en razón al turno de gobierno que corresponda.
Por eso, actualmente resulta tan difícil a los socialistas esbozar unos postulados políticos de defensa social, y mucho más evocar sus orígenes ideológicos laboristas y filomarxistas, pues tal ha sido la evolución política de sus actuales representantes políticos, que cualquier parecido con aquella realidad es pura coincidencia. Pues la sociedad les ve como cooperadores necesarios (en nuestro actual bipartidismo) de un determinado stablishment político-social y económico, que los de podemos han identificado como “casta”, que tanto les ha molestado, pero que en realidad podría también denominarse como elite política, en la que se han conjugado, parecen estar a gusto y se han conformado con ello, especialmente con los privilegios sociales, políticos y económicos que conlleva la pertenencia a esa elite o casta, siendo los seguidores de la misma, habitualmente agraciados con la pedrea en el reparto del poder político tras los procesos electorales. Ese es el conformismo pragmático que puede ser el motivo de último de su crisis política.
Pero entre tanto, la elite socialista en nuestro país, sigue sin querer ver la realidad de un profundo cambio social que se ha generado con la crisis económica, con los sufrimientos por los recortes sociales, con la rabia por las injusticias, por los casos de corrupción política del arco político, y porque el sistema del bipartidismo de la transición, junto con parte de sus instituciones centrales y autonómicas están seriamente tocadas por la falta de credibilidad social; y sin embargo, apuestan por un pequeño giro, pequeño cambio político, más estético que de otra naturaleza, sin hacer el análisis profundo que habrían de haber hecho para poner soluciones, pues ya se sabe que a grandes males, grandes remedios. Pero, no. Se han limitado a cambiar al Secretario General y su cúpula ejecutiva.
Así ante la patente falta de reflexión en profundidad, se sigue manifestando en la superficialidad, en la epidermis de los problemas, pues salvo en la propuesta seria de negociación política para evitar la confrontación catalana, la mayoría de las propuestas de Sanchez no dejan de ser ocurrencias, o al menos lo parecen. En pleno conflicto internacional en Oriente Medio, que amenaza la seguridad en el Mediterráneo, con la propagación del islamismo radical que está reclamando la reconquista de Al Andalus (nuestra España), no se le ocurre otra cosa que proponer la eliminación del Ministerio de Defensa. ¿Qué político responsable, o ciudadano mínimamente sensato apoyaría tal parida?, ¿Quién defendería a España en caso de cualquier conflicto armado?. Parece estar influido por el antimilitarismo secular de una progresía ibérica irresponsable y utópica.
Pero por si esto fuera poco, propone que se celebren funerales de Estado para las víctimas de la violencia de género. Según esto, para que no se diera una discriminación positiva habría que proponer la multiplicación de funerales de Estado por cualquier otro tipo de suceso con resultado mortal que tuviera cierta extensión y entidad numérica anual, como serían también los accidentes de tráfico, etc.
Además de las consabidas promesas de subidas salariales al profesorado, con la implantación de un “MIR docente”, que da la impresión que no resulta una medida muy madurada, pues no se dan más detalles de procedimientos, costos de trabajo en prácticas, cuadros docentes-tutores de los mismos, etc. Y sobre todo no se habla del alcance de la partida presupuestaria, en tiempos en que su gobierno socialista de Zapatero hizo aplicó recortes sociales y salariales (recordemos que bajó los sueldos a los funcionarios, subió el IVA, eliminó deducciones del IRPF, congeló pensiones, y retrasó la edad de jubilación, entre otras medidas). Por cuanto, su propuesta se nos antoja un mero “brindis al sol” electoralista, algo que ellos mismos critican en algunas de las propuestas de su adversario PODEMOS. ¡Qué casualidad!.
Aunque lo peor está por llegar, pues si previsiblemente se cumplen los vaticinios de los sondeos electorales, puede que el PSOE tenga en su mano la oportunidad de aliarse con el PP o con PODEMOS, y llegado ese punto la decisión será muy compleja de tomar. Naturalmente, si antes, el propio PSOE no coge la iniciativa política, reformula su posición seriamente, y apuesta en firme por la defensa del “Estado Social”, caiga quien caiga, y frente a quien sea (baronías, elites, castas, y demás prebendados) y se decide por una verdadera regeneración democrática más abierta, participativa, libre, y justa, presentándolo así ante la opinión pública sin trampa ni cartón, recogiendo en primer lugar a los propios militantes defraudados, que se crean de veras el proyecto y lo difundan a los cuatro vientos, marcando liderazgo de alternancia auténtica, en vez de mero relevo temporal.

Sin embargo, la opción –que ha postulado algún egregio barón socialista- de la coalición gubernamental PP-PSOE (a la alemana), creemos que sería la defunción del socialismo español en formato PSOE, pues el PP actuaría como el boxeador noqueado que abraza a su contrincante para no caerse, aunque finalmente puedan caer juntos a la lona. Además que sería tanto como reconocer que ni hay alternativa, ni la ha habido, que todo ha sido un sistema de elites o casta con su correspondiente alternancia. Algo que no se podría afirmar realmente en la transición, ni en los primeros gobiernos socialistas, no así después, con la ruptura de la UGT de Nicolás Redondo y los reajustes de la política económica de Solchaga y sucesores.

viernes, 26 de septiembre de 2014

GALLARDÓN, QUE PARECEÍA INCOMBUSTIBLE, SE MARCHA QUEMADO


La dimisión de Alberto Ruíz Gallardón de la política activa, abandonando el Ministerio de Justicia, su puesto de Diputado y sus cargos políticos en el PP, en lo que anuncia como un abandono definitivo de la política, está dando mucho que hablar, debido a que Gallardón era uno de los activos políticos más notables de la derecha, con una brillante trayectoria política –aunque no tanto en la gestión pública- en la que siempre manifestó una importante ambición política, pero en la que no le faltaban importantes y cada vez más numerosos enemigos políticos.
Gallardón, cuya vida profesional en la política viene de lejos, de la mano de su padre y del propio Manuel Fraga Iribarne, se inició como uno de los “cachorros” más preeminentes de la derecha de la época de la transición, que con el tiempo fue evolucionando hacia posiciones de gran pragmatismo político en el ánimo de alcanzar y mantenerse en el poder.
Así con la reorganización de la derecha desde AP al nuevo PP, con el nuevo liderazgo de Aznar, cuando empezaron a coger parcela de poder institucional (tras la debacle de UCD, y el deterioro de un PSOE de tres lustros de poder ) llegó a lograr la presidencia de la Comunidad de Madrid, que pronto se le antojó poco, aspirando a la alcaldía de la capital de España que logró seguidamente, donde ha realizado gran parte de su gestión política, que aunque ha remozado Madrid, sin embargo la ha embarcado en una inmensa deuda pública local sin precedentes.
Por otra parte, su egolatría y ambición política le llevó pronto a colisionar con otros compañeros de viaje con los que competía por el acceso a puestos clave del poder político, dando lugar a una lucha fratricida con Esperanza Aguirre, a la sazón presidenta de la Comunidad de Madrid durante años, y actual presidenta del PP madrileño, con ostensibles enfrentamientos públicos y generación de grupos de secuaces enfrentados en el PP madrileño, entre los seguidores de Gallardón y los de Aguirre, que tanto daño han generado en la conveniente unidad y disciplina de partido en el PP madrileño.
Ultimamente, con el acceso de Rajoy al ejecutivo nacional, Gallardón no tardó en postularse como ministrable, pues la alcaldía madrileña se le quedaba corta, y su ambición le llevaba a acercarse al ejecutivo para abrirse camino en la política nacional, y posicionarse como alternativa de poder al propio Rajoy, pero acaso su ambición política, su intemperancia, quizá su falsa confianza en sí mismo y en su poder, le llevó a presentarse como un “verso suelto”, de hecho su estrategia de imagen hizo que se presentara habitualmente como liderando el “sector progre” del PP, quizá más por estrategia política que por convicción buscando la proximidad al centro izquierda para pescar en el electorado liberal progresista o incluso socialdemócrata.
Sin embargo, esto último no le impidió asumir recientemente –ya en el Gobierno- el rol más conservador del PP, promoviendo de forma muy personal, la reforma de la ley del aborto, que tanta contestación ha tenido en la izquierda, con su consiguiente reacción en la propia derecha más conservadora, que ha hecho reflexionar a Rajoy en sus cálculos electoralistas, para decidirse por prescindir de la anunciada reforma legal del aborto, ante lo que Gallardón se ha visto desautorizado, políticamente abandonado y en gran medida utilizado y quemado, ante lo cual ha tirado la toalla y abandonado una prometedora carrera política, con sus luces y sombras, especialmente en la gestión, pues si criticada fue su gestión municipal en el Ayuntamiento de Madrid, no menos lo ha sido su paso por el Ministerio de Justicia, donde logró enfrentarse a jueces, fiscales, y funcionarios de la Administración de Justicia, por su ley de tasas judiciales, y también por su reforma de la oficina judicial, que entre otras cosas ha entregado los registros civiles a los registradores de la propiedad. Y es que haber aprobado las oposiciones a la carrera fiscal no conlleva necesariamente tener una buena visión de las necesidades de la Administración de Justicia, especialmente si apenas se ha dedicado tiempo en su discurrir biográfico al ejercicio fiscal en los Tribunales de Justicia.

De todas maneras, como en el caso de la despedida política de Esperanza Aguirre, que comentamos que no creíamos fuera definitivo, también nos cuesta trabajo reconocer en el portazo de salida de Garllardón una decisión definitiva e irrevocable de terminar con una carrera política que parece haber constituido el leiv motiv vital del mismo, ante lo que pronto echará en falta su vocación vital política.

sábado, 20 de septiembre de 2014

LOS NACIONALISMOS SECESIONISTAS CORROEN LA UE


Los nacionalismos secesionistas constituyen una “quinta columna corrosiva” en los Estados que los padecen, y en último término en la propia UE, cuyo proyecto se desvirtúa por aventuras de este tipo que tiende a la disgregación de los Estados miembros de la UE, cuya finalidad era la de generar un proyecto europeo unido, fuerte y solidario, tras las trágicas experiencias bélicas de las dos guerras mundiales que se libraron en suelo europeo en la primera mitad del S. XX, cuyo detonante –aparte de las rivalidades de las potencias europeas- vino también de la mano de los nacionalismos emergentes que rompieron el frágil equilibrio en el viejo continente.
Por consiguiente, en el ánimo de los padres fundadores de la CEE (actual UE) en el Tratado de Roma estaba la idea de una Europa unida que rompiera definitivamente con sus viejos demonios de nacionalismos particularistas, y generara un ámbito de cooperación política, económica y social que diera como fruto el progreso económico, el bienestar social y la fortaleza y la paz derivadas de una política de cooperación.
Atrás parecían quedar los viejos fantasmas de los Estados europeos, las viejas rencillas, y rivalidades que dieron lugar a los dos conflictos bélicos más crueles y trágicos de la historia de la humanidad. Así se pretendía superar el localismo chauvinista, que tanto influyó en las disensiones internas del S.XX, cuya relegación dio paso a nuevos Estados europeos, con una nueva configuración moderna y constitucional, de base predominantemente democrática. Atrás quedaban las viejas Taifas, las ciudades o regiones Estado, de diversos lugares de la geografía europea, sus diferencias étnicas, lingüísticas y hasta religiosas, parecían ceder en beneficio de un proyecto común superior, en el que lo importante era la norma constitucional que generaba un régimen democrático, donde se pasaba de súbdito a ciudadano con igualdad de derechos ante la ley, sin que cupiera albergar ningún tipo de diferenciación o menoscabo social o político por razón de diferencias étnicas, lingüísticas o religiosas. ¡Tal fue el gran logro de los Estados modernos!, siendo culminado con el proyecto de unión europea.
Sin embargo, pese al notorio progreso de la unidad estatal y europea, han vuelto a aflorar los viejos nacionalismos –que apelando al sentimiento localista o regional, a la lengua, a las tradiciones, pretenden para sí fueros especiales propios del medievo, para finalmente acabar reivindicando una entidad política propia independiente, por vía de la secesión, enmascarada en procesos democráticos-. Representando un notable paso atrás en la configuración europea, y poniendo en riesgo la estabilidad política, social y económica de los países afectados, e indirectamente de la propia UE.
Tal ha sido el caso de Escocia, como también lo es el de Cataluña, y otros 50 supuestos en el ámbito europeo, que amenazan con hacer emerger particularismos románticos, pero a la par insolidarios en la construcción nacional de sus Estados y de la UE.
Durante décadas han estado latentes en franca minoría, en sus respectivos Estados, pero con la actual crisis económica y política de la propia construcción europea, de la falta de liderazgo y claro rumbo político, y aún de políticas solidarias en el seno de la UE, han calado en amplios sectores de ciudadanía de su zona de influencia, que han comprado el producto falaz de que independientes se gobernarían mejor que en la actual configuración estatal que tienen. El problema es que los gobernantes de algunos de los Estados afectados, no han estado al nivel de las circunstancias para reforzar los aspectos unitivos de sus propios Estados, dando lugar a que creciera en su interior un proyecto estatal alternativo en fuga y no cooperativo con el resto del Estado, que en España ha sido flagrante en las autonomías catalana, vasca y gallega con la existencia y aún gobierno de sus respectivas fuerzas nacionalistas (auténticas quinta columna), ante un gobierno central bisoño, confiado, que no dudó en ceder competencias hasta la extenuación y la misma inviabilidad económica, política y administrativa.
En el caso escocés el propio premier inglés, David Cameron, cayó en la trampa de asumir el referéndum –que pírricamente ha ganado, pero que no le asegura una tranquila estabilidad política-, pues es erróneo el planteamiento de la invocación del principio de libre autodeterminación de los pueblos, aceptado por la ONU en el contexto de la descolonización africana y asiática, pero no aplicable en otros contextos de Estados soberanos, especialmente regidos por sistemas constitucionales, donde la soberanía reside en el pueblo (en todo el pueblo, no sólo en el de la región que pretende independizarse), y ante una cuestión como la de plantear una independencia de un territorio estatal, estamos ante una cuestión de Estado que requiere soluciones propias, que competen a todo el cuerpo electoral. De ahí el error político de Cameron, asumir un referéndum en tales condiciones, pese a que en el Reino Unido no exista una Constitución escrita.
En el caso español el tema jurídicamente es claro, lo regula la vigente Constitución, de donde el referéndum habría de ser de todos los españoles. De lo contrario se conculca la máxima ley del Estado, y aún podría conculcarse el Código Penal. Luego la solución parece clara desde el punto de vista jurídico, pese a que se está subvirtiendo el planteamiento desde el propio gobierno autonómico catalán. Pero debería de darse una solución política, que llevara a un permanente diálogo que evitara esta confrontación, y sobre todo el recurso coercitivo para el cumplimiento de la legalidad vigente, pues se ha hecho un planteamiento por parte del nacionalismo catalán que es meramente voluntarista de forma unilateral, sin respetar la Constitución vigente que también tiene que acatar el propio nacionalismo catalán, con el pretexto de un planteamiento falaz del derecho a decidir de los catalanes, sin reparar que esa decisión de los catalanes no sólo les afecta a ellos, sino también al resto de España, por lo que –al igual que en una comunidad de vecinos, que se pretendiera modificar el título constitutivo para separar una planta del resto del edificio, habrían de votar todos los comuneros, y decidirlo por unanimidad, en el ámbito político del Estado, afecta a todos los españoles, y de plantearse un referéndum habría de ser de todos los españoles-.

Además estas aventuras, que no garantizan ningún éxito ni mejora, sino que vienen prodigadas por aventureros de fortuna (para generarse su propio poder independiente en el establishment político nacionalista), o soñadores románticos que van contracorriente en un mundo globalizado, donde la unión hace la fuerza, ponen en riesgo la estabilidad y el bienestar social de los ciudadanos de los países afectados, y aún el proyecto de la UE con repercusión en toda la ciudadanía de la unión, que verá debilitada su acción, fragmentados los Estados miembros en un mosaico ingobernable de pueblos, naciones y lenguas, con un contradictorio movimiento entre la fragmentación, por un lado en sus respectivos Estados, y la pretendida unión en el ámbito continental, que devendrá en una moderna Babel de fracaso más que probable.

jueves, 28 de agosto de 2014

LA CIVILIZACIÓN FRENTE A LA BARBARIE DEL ISLAMISMO RADICAL


El mundo está asistiendo a un incremento de la violencia brutal, tribal y hasta supersticiosa de un islamismo radical, frente al cual el mundo civilizado no puede permanecer impávido, so pena de ser victimizado por los nuevos bárbaros del S.XXI.
La violencia, la brutalidad y el cainismo ha sido una constante en la historia humana, que por desgracia desencadena espirales violentas, la mayoría de las veces de forma irracional en un odio a lo diferente, y en otras ocasiones en una especie de ira vengativa inacabable. Aunque creíamos que lo habíamos visto todo. Incluso en el S.XX se llegó a creer en el progreso y el bien de la humanidad, pero tal pensamiento se desvaneció después de las dos guerras mundiales más crueles que vivió la humanidad, en que toda la maquinaria técnica y del progreso se puso al servicio de la destrucción criminal del hombre por el hombre.
De nuevo, el resentimiento ha sido fecundado por intereses diabólicos y está alcanzando niveles de bestia que se escapa de las manos y que morderá a los propios que le han dado de comer y la han utilizado en sus perversos intereses geoestratégicos de algunas zonas del planeta. Para ello, so pretexto de la defensa de una determinada cultura y un determinado pueblo oprimido (precisamente por aquellos que han alimentado a la bestia), y hasta usando impúdicamente el nombre de Dios, se han lanzado en una guerra sin cuartel, que ha pasado de la difusión del peligroso y sangriento terrorismo internacional de Al Qaeda a la proclamación unilateral de un Estado Islámico, que evocando los califatos medievales, pretende erigirse en un nuevo califato a la conquista de territorios perdidos que pasan por la cuna de la civilización mesopotámica (destruyendo países actuales como Irán, Irak, Siria –que ya tenían sus propios demonios internos-) para seguir contra el tradicional enemigo hebreo, pasando por el norte de África y llegando hasta la antigua Al Andalus.
Tal hecho, que en otro momento podría tomarse como mera bravata fanática, en la actualidad hay que empezar a tomárselo en serio, especialmente por parte de Occidente, si no se quiere que la desestabilización política, económica y social se extienda. Baste contemplar la situación de violencia interna y falta de estabilidad de no pocos de los países norteafricanos de la cuenca mediterránea (desde Egipto, Libia, Túnez, Argelia y hasta Marruecos), sin contar con los problemas tradicionales en Israel, Siria, Irak, Irán, El Líbano, Afganistán, Pakistán, etc., y su efecto contagio cada vez mayor. Frente a la aparente calma de algunas de las monarquías árabes del Golfo Pérsico, de donde se dice que parte el soporte financiero de esta creciente bestia belicosa.
Tras la proclamación del Califato Islámico Independiente en el norte de Irak y parte de Siria, estamos asistiendo a una escalada cuantitativa y cualitativa de la violencia real y potencial, en una zona estratégica del planeta (por las reservas petrolíferas), donde hay cronicidad de conflictos que acabarán reactivándose, donde el proceder de estas fuerzas beligerantes –contra toda la legalidad internacional, y por supuesto, sin el menor respeto a los derechos humanos- están masacrando a civiles por razones étnicas y religiosas, forzando conversiones religiosas, esclavizando a mujeres y niños, tomando por la fuerza y destruyendo poblaciones civiles. Ante lo cual, el mundo no puede dar la espalda.
Ya se tiene sobrada experiencia histórica que la “prudencia-cobarde” suele ser la peor de las respuestas, pues la bestia se crece y el daño se multiplica. Por lo que Occidente y Oriente (el mundo civilizado) ha de frenar este despropósito, no podemos dejar a EEUU solo para que le saque las castañas del fuego al mundo, Europa ha de colaborar, junto con China, Japón, Australia, y demás países decentes. Incluso el propio ámbito cultural y étnico del que ha surgido esta reacción violenta debería estar interesada en aislarles y rechazarles, pues les hacen un flaco favor el que se les llegue a confundir con ellos por extensión de etnia o religión. Islam no es fanatismo, aunque haya gente que se haya fanatizado, como ha sucedido en otras religiones y en otros tiempos.

Por consiguiente, por razones humanitarias, de defensa de los derechos humanos, y por un mundo más libre y justo, la ONU debería promover una acción conjunta para frenar estos actos de barbarie y pretensiones belicistas y/o terroristas.

viernes, 22 de agosto de 2014

¡TODOS AL REMOJO…!

           
            Últimamente presenciamos en los medios de comunicación cómo determinados personajes públicos, a nivel nacional e internacional, aparecen recibiendo un cubo de agua fría, con los consiguientes alaridos y suspiros propios de la impresión. Tan significativo –como peculiar gesto-, pese a su aparente inutilidad, tiene como finalidad declarada por sus protagonistas, el sensibilizar a la sociedad en la lucha contra la ELA (esclerosis lateral amiotrófica), lo cual es encomiable, pero cuanto menos curioso.
            Esta forma de manifestación pública, a la que se van uniendo los “VIP de este mundo”, refleja la gran trascendencia que en nuestra sociedad se le da a la escenografía, a la estética, al escaparatismo. La llamada sociedad de la comunicación conlleva el tener montado una especie de “vida espectáculo”, en razón a que todo se trata de reflejar, de retransmitir públicamente, dejando atrás importantes áreas de privacidad y pudor.
            Hay como una importante necesidad de comunicar, de reflejar, de transmitir algo, que simbolice una pretensión, un anhelo, o una queja. De forma que manifestado así, en la “plaza pública” sirva de icono de dicha manifestación.
            Así las cosas, estaríamos en una situación en la que si no se irrumpe con algo llamativo, si no se llama la atención con algo que plasme grafica y brevemente lo que se quiere manifestar, parecería que no se hubiera logrado el objetivo. De ahí que la literatura vaya quedando para minorías o elites intelectuales de la sociedad, el común de la misma, la masa requiere ser sorprendida por un mensaje audiovisual corto y de impacto. De ahí, el recurso al “cubo de agua fría” en público, como en la publicidad estamos acostumbrándonos a mensajes de impacto. ¿Tanto cuesta llegar en la actualidad al otro?, ¿a su razón, sentimiento o conciencia?. ¿Tanto nos hemos endurecido?, ¿tan aturdidos vivimos, que sólo prestamos atención a lo impactante, a lo espectacular?. ¿Dónde queda la palabra, el discurso, la reflexión, el diálogo?.
            Item más, apelamos a los “iconos sociales”, que se suponen lideran nuestras acciones (comportamiento, sentimientos, conciencia, reflexiones), para que estos nos hagan llegar su peculiar remojón. Tan es así, que parece originarse una especie de carrera entre los VIP para “refrescarse en público”, para “dar el espectáculo”; así lo han hecho desde actores, entrenadores de fútbol, políticos, deportistas varios, etc., etc. De forma tal, que podría deducirse que “el que no se de el remojón en público” no es nadie.
            Pero una vez dado el espectáculo, seguida la “broma-protesta-petición”, la pregunta inmediata parece ser: ¿sirve todo eso para el auténtico fin que dicen procurar?.
            No lo sabemos, más bien nos tememos que no, puesto que el impacto podría conseguirse en la “feliz ciudadanía”, que en su buenomía, pueden hasta hacerse eco y postular tal petición, pero el cuerpo social no maneja el presupuesto público, y si además no se articula una campaña de recaudación pública consecuente con el remojón, no parece que sirva todo esto más que para lograr la “pesada broma del verano”.

            Por consiguiente, cabría concluir que si realmente queremos –como deseamos probablemente todos- el estudio e investigación de esta y otras enfermedades (por no decir, todas), lo propio es que nos hagamos solidarios y contribuyamos con estipendio privado y público a tal fin, y nos dejemos de “cuentos”. Así, que ¡más dinero y menos remojones públicos!. Tal es la realidad.

jueves, 14 de agosto de 2014

LA DEFENSA DE LA LEGALIDAD INTERNACIONAL ANTE RUSIA TIENE SU COSTO


Las sanciones económicas adoptadas por EEUU y la UE frente a Rusia por la participación que ha tenido en el conflicto ucraniano, alentando y apoyando a los independentistas ucranianos pro-rusos, que al parecer fueron los responsables del derribo de un avión civil dando lugar a la muerte de casi 300 personas, no parece que vayan a salirnos gratis a los ciudadanos de la UE, por la respuesta rusa en forma de restricciones comerciales a productos de la UE y EE.UU.

En el ámbito que más directamente nos afecta a los españoles, y en particular a los agricultores y ganaderos de levante, van a ser unos de los principales agraviados por las restricciones económicas rusas, que en forma de cancelación de compromisos y previsiones de compras de productos agropecuarios españoles, va a infligir al sector un estimable costo, que se añade al que se viene soportando por los efectos de la crisis económica que venimos padeciendo desde hace varios años.

Tal hecho ha dado lugar a la natural protesta de los afectados, que apelan a Bruselas para que la UE adopte medidas paliativas sobre este revés económico, al tiempo que plantean soluciones al gobierno español, que aún están por determinar, y a saber si llegan. Con lo que nos encontramos en un caso nuevo de tensión Este-Oeste, que recuerdan los de la pasada “guerra fría”, si bien ahora la confrontación pasa del terreno político al económico (en vez del militar como era antaño), algo que con ser también pernicioso, no deja de aparentar ser más civilizado.

De tal manera, que este caso pone de manifiesto a la sociedad occidental que la lucha por los derechos humanos, y por una legalidad internacional respetuosa con los territorios soberanos y sus fronteras, tienen un costo, pues no sale de gratis, como no han salido de gratis las conquistas históricas de derechos sociales y políticos.

En el caso ucraniano y ruso, interviene además otro componente, que viene siendo igual de nocivo para la estabilidad de los pueblos en Europa, que resulta del nacionalismo que exacerba determinadas poblaciones por motivos étnicos, religiosos, o lingüísticos, e irradia un odio sobre la diferencia de lo propio, imposibilitando la convivencia multiétnica o pluricultural, y que ya fueron el combustible violento que activó la guerra balcánica de la extinta Yugoslavia, entre otras.

Si además, como en el caso que nos ocupa, hay una confrontación de intereses políticos y económicos, junto con unas dudosas relaciones de vecindad mal resueltas por la segregación de las Repúblicas de la extinta URSS, el asunto resulta aún más complejo y peligroso para acabar en un conflicto –como realmente está detonando-, pues para Rusia y sus intereses expansivos los ucranianos de origen y  habla rusa que se encuentran próximos a su territorio son terreno a abonar para sembrar el virus nacionalista que acabe descomponiendo al vecino ucraniano, que además arrastra serios problemas económicos y de gobernabilidad. Y de ello se deriva el indisimulado apoyo militar a las milicias nacionalistas ucranianas prorrusas, con lo que Rusia está conculcando la legalidad internacional de no intervención en conflictos de otro país, al tiempo que con su apoyo militar sostiene una guerra más o menos larvada en su patio trasero.

Y si además, sus sicarios ucranianos, como parece, han derribado un vuelo civil internacional por error, tal hecho es demasiado grave –junto a todo lo anterior- como para que la conciencia de la sociedad internacional no haga un serio reproche al ambicioso Putin, que sigue comportándose con el autoritarismo propio de su pasado comunista, y no sólo no atiende a razones, sino que responde de forma igualmente beligerante para con la Comunidad Internacional, especialmente contra quienes ya han denunciado su perversa actuación y los dramáticos resultados que está cosechando.

Ante esta situación no cabe más que una opción, bien asumir los hechos como ajenos a la UE, y por consiguiente –sobre la base de la real politic- no entrar en controversias con el gigante ruso y seguir nuestros propios intereses comerciales; o por el contrario, advertir al ambicioso ruso que no todo es válido, que ya ha cruzado la línea de lo permisible, y que los muertos –especialmente los civiles inocentes de un conflicto que está alentando- no salen gratis. Claro que en este último caso, nos encontramos que él mismo también nos devuelve la jugada y nos pasa una dura factura, pero la dignidad y la legalidad internacional –que posibilitan la paz en el mundo- tienen un precio mayor que el coste que nos pueda repercutir con un cierre temporal de mercados. ¡Todo tiene un límite, también en el terreno internacional..!.

La humanidad tiene numerosos casos de tibiezas y silencios cómplices que acabaron en tragedias humanitarias, por el inmoral e ilegal desbordamiento de un determinado foco de poder expansivo al que no se le puso coto en su debido momento. Pues, en definitiva, como reza el famoso dicho del brigadier Méndez Núñez: “¡más vale honra sin barcos, que barcos sin honra!”.

 

domingo, 3 de agosto de 2014

NUEVA EDICIÓN DEL CONFLICTO JUDÍO-PALESTINO


Asistimos a una nueva escalada de la violencia en Oriente Medio con una reedición del conflicto judeo-palestino, que permanece latente de forma crónica y periódicamente emerge con un nuevo estallido bélico que trae desgracia, sufrimiento y muerte en la Región, especialmente entre los palestinos, a los que Israel castiga de forma inmisericorde ante las no menos belicosas provocaciones de Hamas.

Resulta desgarrador para cualquier conciencia humana contemplar las imágenes de televisión y prensa que nos ofrece el dolor y la muerte de los más débiles (civiles, niños y ancianos), junto con las bajas del combate. Sin embargo, por la cronicidad del conflicto, ateniéndonos a lo sucedido en múltiples ocasiones anteriores, parece que asistimos a la reproducción de la misma historia de odio mutuo, que en un momento determinado se provoca (bien con asentamientos de colonos judíos, bien con atentados de palestinos a ciudadanos israelíes, lanzamiento de misiles o proyectiles de uno a otro lado, etc.), y como consecuencia de ello, se inicia una dura respuesta –que en el caso israelí es a todas luces desproporcionada e injusta al tomar como objetivos núcleos civiles, con las consiguientes víctimas inocentes, algo que deslegitima cualquier justificación a la autodefensa a la que como Estado tiene derecho frente a cualquier agresión externa-. Finalmente, cuando el resultado victimario sea de escándalo la conciencia internacional presionará para que acaben negociando una nueva tregua y acaso un nuevo proceso de paz. ¡Y vuelta a empezar…!.

Las sensibilidades entre las poblaciones de la zona (judía y palestina) están a flor de piel, y cualquier incidente hace estallar un nuevo conflicto. Por ello, parece necesario que tanto unos como otros destierren a los grupos fundamentalistas que practican la violencia –incluso amparándose en la acción divina-, como el auténtico combustible de ese interminable odio que alienta este permanente conflicto.

Inicialmente, del lado israelí –que es una de las pocas democracias homologables de Oriente Medio- con el desarrollo económico y social del Estado de Israel, parece más fácil el poder llevar a cabo esa labor, pero en el lado palestino –que está inmerso en un subdesarrollo grave y preocupante, junto con el gueto en que han sido ubicados con el muro que construyó el Estado judío a raíz de las entifadas de años pasados- no parece que sea fácil, dado que la situación de pobreza y aislamiento social, junto con el hacinamiento de algunos de sus territorios, facilitan que emerja un islamismo intransigente como irrealista, que alienta una beligerancia que prende fácil en un tejido social de desesperación. Tal ha sido el caso de la emergencia de Hamas frente a la antigua OLP, que a su vez a fragmentado el liderazgo político palestino, radicalizando a parte de su población, lo que alienta el conflicto de forma peligrosa, ante lo que Israel se siente en permanente amenaza y responde como gato acorralado de forma desproporcionada.

Por consiguiente, si no se quieren repetir episodios bélicos en la zona, lo primero que tienen que hacer ambas partes es llegar a convenir un acuerdo de paz y garantizar su cumplimiento por parte de su población, algo que no parece garantizado mientras Hamás siga ostentando el poder político y militar que ha alcanzado entre los palestinos –fruto de su frustración ante el desarrollo del litigio con Israel- pero que ha ayudado bien poco a estabilizar una duradera paz en la zona, pues mientras desde sectores de Hamás se inciten provocaciones frente a Israel, este verá propicia la ocasión para arrasar con una situación que verifica como peligrosa para la seguridad de su país. ¿Qué país admitiría que le lanzaran misiles desde territorios vecinos, con alcances superiores a 100 kms?. Otra cosa, es el grado de la respuesta bélica, la desproporción y las consecuencias en víctimas inocentes.

Consecuentemente, como no vemos que los palestinos estén en condiciones de controlar a Hamás, ni de asumir los tratados de paz que reconocían la autoridad palestina, nos tememos que la inestabilidad en la zona seguirá siendo la constante, con una violencia latente que periódicamente detonará en conflictos más o menos abiertos. ¡Tal es la desgracia a la que nos vamos acostumbrando!.

lunes, 21 de julio de 2014

LA RECETA FEDERAL PARA ESPAÑA

          
           Ante las demandas secesionistas de sectores catalanistas y vascos, junto con el colapso del sistema autonómico de la transición, hay quien postula la solución federal para España, proponiendo una modificación constitucional en tal sentido, como receta a los males que afligen a la vertebración político-territorial española.
            No obstante, cabría preguntarse ¿qué nos diferencia actualmente –especialmente en Cataluña y el País Vasco- de un sistema federal?, pues el régimen de autonomía política y administrativa ha llegado a techos insuperables, por aquello de que el crecimiento de las autonomías empieza a ser decrecimiento del Estado, con el peligro de su desmembración, y sobre todo de la generación de 17 Taifas en patente desarmonía y competición; en vez de un Estado bien articulado, coordinado y gobernado, desde los estratos territoriales al central por la soberanía popular, propio de cualquier democracia madura.
            La realidad de nuestro sistema autonómico –del que partimos actualmente, que en su día también se postuló como solución a las ansias nacionalistas catalanes y vascas- ha sido que para resolver dos problemas –que no se han resuelto-, se crearon quince más.
            Además ha dado lugar a la generación de una clase política autonómica, que en algunos lugares se integra por familias terratenientes, caciques y élites economico-sociales regionales, que extienden su concepción del poder sobre la propia Administración Autonómica, controlando la agenda política regional, así como el empleo público, subvenciones, licencias y demás controles sociales que les hacen auténticos virreyes de las Taifas, con sus correspondientes “cortes” de secuaces, con los que reparten el “botín electoral” del poder político territorial, desde el que condicionarán en gran medida la acción política del gobierno central, en función de los intereses del grupo que lo detente en cada momento. Por lo cual, la idea de “interés general” o “bien común” brilla por su ausencia, más allá del mero recurso dialéctico.
            Así la proliferación de cargos políticos autonómicos, el crecimiento desproporcionado de una Administración Regional –duplicada con la nacional-, y el incremento exponencial del gasto público que todo ello conlleva, no justifica, ni ha justificado aún la instauración de este sistema, que además problematiza y complica la generación de actividad económica y empleo –por los diferentes regímenes de licencias de cada lugar-. Algo que en el contexto de la UE no tiene sentido.
            Si a esa situación, le añadimos las habituales batallas por la “financiación autonómica”, resulta que el sistema no sólo es inoperante, complejo, insolidario, ineficiente, sino insostenible financieramente.
            Y para colmo de males, no sólo no se ha dado satisfacción a los nacionalismos periféricos, sino que se les ha engordado, y estos crecidos –ante su clientela política- han planteado claramente su propósito: ¡la independencia del Estado!. Por consiguiente, estamos ante otro efecto perverso, la deslealtad institucional, de un nacionalismo incorporado a instituciones del Estado que actúan de quinta columna contra las esencias del mismo Estado, pues no se plantean la cooperación sino la separación.
            Así las cosas, ¿la solución va a ser el federalismo?. ¡Si en la práctica ya lo tienen!. Por consiguiente, los que así razonan esta solución, quizá no se han percatado que su propuesta está ya superada por los propios hechos consumados, de una torpe colaboración central con fuerzas políticas desleales periféricas, que cuando han abonado bien su terreno, se lanzan a su propia aventura política, sea utópica o realidad. Que lo será en este último caso, tan pronto logren apoyo exterior.

            No obstante, el federalismo podría ser una solución política siempre y cuando haya un auténtico pacto de Estado entre los nacionalismo separatistas y las demás fuerzas políticas con representación en el Estado, de respetar y defender el Estado Federal como el propio del Estado español, sin más ambigüedades, con el compromiso de cerrar esta sangrante cuestión, dando paso a un sistema federal cooperativo, en condiciones de lealtad, igualdad y solidaridad entre todos los territorios de España. Si no se diera esa circunstancia, consideramos que difícilmente la propuesta federal fuera la solución real a la invertebración de España.