sábado, 31 de enero de 2015

PODEMOS EXHIBE SU PROGRESIVA INFLUENCIA SOCIAL EN LA MANIFESTACIÓN DE MADRID


              Una multitudinaria manifestación, convocada por PODEMOS, ha tenido lugar en el centro de Madrid, en el mismo lugar en que arrancó el movimiento de protesta del 15-M frente a la crisis y a la gestión pública de la crisis de los gobiernos del PSOE y del PP, en el que la clase media y trabajadora ha sufrido los mayores efectos de la crisis económica que está dando lugar a una crisis social (por el incremento de las diferencias sociales en nuestro país, y la ruptura del pacto social de la transición), y a una crisis política por la ruptura del entente de facto PP-PSOE que pone en cuestión el bipartidismo y abre inciertos horizontes políticos.
                La espontaneidad de la gente sufriendo las injustas y dolorosas consecuencias de la crisis económica que llevó a concentrarse en la puerta del Sol en un movimiento espontáneo, que tuvo eco internacional, que fue inicialmente ignorado y posteriormente denostado por la oficialidad de la clase política gobernante, hasta el punto que alguna destacada política les retó en el sentido a que si querían aportar ideas o defender sus propuestas se organizaran como partido político y se sometieran al voto ciudadano, en lo que probablemente jamás pensara que le fueran a coger la palabra. De forma que con el discurrir del tiempo, gran parte de esa fuerza espontánea de ciudadanía que protestaba en la calle y pedía alternativas a las políticas en vigor, se ha acabado de organizar en una nueva formación política –que desmarcándose de las tradicionales- ha hecho un diagnóstico certero de la situación económica, política y social del país, saltando a la arena política con una nueva metodología más participativa y democrática que la empleada habitualmente por los partidos tradicionales.
                Aunque cuestión distinta es que sus propuestas políticas sean las más acertadas para tratar los problemas de nuestro país, lo cierto es que han dinamizado una vida política que cada vez se iba alejando más de la ciudadanía, de las bases sociales, interferida por grupos de presión e interés, e incluso por los propios intereses de una elite política de los grandes partidos de la transición (PP y PSOE) que no coincidían con el sentir popular, e incluso con una IU ensimismada, doctrinariamente dogmática, que no estuvo a la altura de las circunstancias (pues Anguita fue el único que lo vislumbró, pero se anticipó una década y no fue entendido por los suyos), y que a lo sumo ha aspirado a ser la bisagra del PSOE allá donde le ha hecho falta. Desdibujándose la izquierda política, dejando en la orfandad a la izquierda social, que por fin se vuelve a reorientar políticamente.
                Si nuestra democracia hubiera alcanzado la madurez que no tiene, si se fuera respetuoso con quien piensa de forma distinta, nos habríamos ahorrado tantísimas descalificaciones interesadas como las que han hecho los partidos del establishment político actual a un PODEMOS dialécticamente combatiente con un sistema “democrático semicerrado” en el bipartidismo que ha gobernado sin apenas oposición, y con escasa trasparencia y control estas tres décadas, pero que se ha mostrado incapaz de solucionar las quiebras sociales derivadas de una crisis grave, en la que los intereses particulares no han coincidido con los generales, a los que no se ha dado pleno respaldo. De forma que en ese ambiente, de semiopacidad, se ha dado gran parte de la corrupción política que por sí misma descalifica una forma de entender y hacer política.
                Ahora la propia dinámica social, expresada reiteradamente desde la calle, impone importantes cambios, más allá de reformas cosméticas o escaparatistas. Y así el discurso de PODEMOS ha ido calando en una ciudadanía defraudada con la clase política tradicional, que ya no goza de la confianza que tenía antes, y que tendrá que hacer verdaderos esfuerzos –incluida la necesaria renovación de sus respectivas elites, junto a un impulso más participativo y democratizador de sus propias organizaciones- para recobrar el crédito perdido.
                Pero sobre todo, se hace necesaria una profunda reflexión sobre el planteamiento actual de la izquierda en España (como también en Europa), dado que la tibieza de la socialdemocracia para contener al capitalismo especulativo en defensa de la clase media y trabajadora, y de los propios “Estados del bienestar” le ha llevado al progresivo desafecto de gran parte de sus habituales votantes, dado que esa socialdemocracia ha llegado a dejarse embriagar por los aires neoliberales y se ha alejado cautelosamente de sus propias convicciones de izquierda o centro izquierda, dando lugar a la emergencia de nuevas formaciones políticas –que sobre el pragmatismo y el realismo de abordar directamente las cuestiones, eluden etiquetarse políticamente- y apelando a la transversalidad evitan calificarse de izquierdas, lo que tampoco parece aconsejable especialmente si pretenden una continuidad política, más allá de una coyuntural participación en momentos críticos.
                A partir de lo cual, habrán de ir mostrando claramente su programa político –como los demás- para ganarse el aval de la ciudadanía, más allá de la muestra del enfado, de lo que no ha funcionado correctamente, y de llegar a convenir una importante reforma política, parece llegado el momento de empezar a exponer propuestas concretas con sus correspondientes aplicaciones políticas y junto a ello un debate ideológico necesario entre los dos grandes modelos actuales en democracia (el modelo conservador, de porte liberal, que en el último cuarto del pasado siglo se reactivó en las corrientes conocidas como “neoliberales”, de marcada defensa de las libertades públicas, reducción del Estado y reducción tributaria, entre otras; y el modelo progresista de izquierdas, en una doble interpretación: la socialdemócrata, de fortalecimiento de servicios públicos, control financiero de la economía, protección social, justicia social y reparto equitativo de la renta, etc; o el propiamente social-comunista más estatalizador, de primacía de la igualdad y control político de la economía). En ese abanico hemos de decidirnos los españoles, y aún los europeos, pues la UE actual se ha escorado excesivamente sobre el modelo neoliberal, con abandono de las posiciones socialdemócratas que trajeron la paz y la estabilidad socio-económica. Otras fórmulas no parecen muy compatibles en nuestro entorno.

                Consecuentemente, con la manifestación de hoy arranca un largo y complejo proceso político en nuestro país, que en este año se enfrenta a elecciones diversas, en diversas convocatorias (elecciones andaluzas, elecciones locales y autonómicas, elecciones catalanas, y probables elecciones generales), y en el que puede que tengamos ocasión de verificar los diferentes alcances esbozados, que esperemos sea para bien del país.

domingo, 25 de enero de 2015

GRECIA PLANTA CARA A LA “EUROPA DE LOS MERCADERES”


              La ciudadanía griega harta de tanta estrechez económica, asfixiada por las deudas, y desesperada ante el incierto futuro de subyugación que les proponen los acreedores con la complicidad europea, han plantado cara a los “mercados” y han hecho legítimo uso de su soberanía nacional, por más que la han querido condicionar y dominar desde los intereses financieros extranjeros, especialmente de sus acreedores y de los gobiernos de estos.
                Ante una situación calamitosa, de desesperanza, con más incertidumbre que miedo, la ciudadanía ha optado por “romper la baraja”, pues con las reglas del juego económico que le han venido marcando sus acreedores y la UE, no sacaban “los pies del plato”, no veían futuro alguno, ante un asfixiante e indigno presente.
                No obstante habrá quien esgrima razones directamente obligacionales para recordar que a Grecia se le han prestado ingentes cantidades de dinero extranjero, que sus gobernantes lo han dilapidado de forma posiblemente irresponsable, o acaso la crisis haya ahogado la economía griega más allá de lo limitada que estaba ante la deuda asumida. Pero lo cierto es el sufrimiento de un pueblo, ante el que no es humano esgrimir meras razones económicas.
                Además hay que considerar que en la economía –por ser de resultado incierto- siempre hay un alea de impredecibilidad que supone un riesgo natural en todo negocio, especialmente si hay un empréstito –pues el que presta, en su rendimiento por el préstamo que ha de salir bien, ya cobra su parte negocial, y asume el riesgo del fracaso negocial que está apoyando con su préstamo-, de lo cual, no parece que resulte ético trasladar el pago de una deuda impagable a toda una sociedad cuando esta deuda es pública (asumida por los gobiernos de las naciones), en el alea de los negocios a ese nivel ha de preverse el riesgo de impago, y en su caso el fracaso del recobro, como también puede contemplarse la quiebra de un Estado, dado que no es la primera vez que esto sucede, a veces con resultados más beneficiosos para la sociedad que la estricta asunción del pago interminable de una deuda inasumible social, económica y políticamente.
                De hecho algunos Estados como el alemán, debería mostrarse más solidario y comprensivo con los Estados deudores de su banca, ya que en la historia reciente está el rescate alemán tras el desastre de la II Guerra Mundial con el plan Marshall para la reconstrucción de Europa, especialmente Alemania. Al tiempo que debería recordar el padecimiento de las cargas de gastos de guerra impuestos en los Pactos de Versalles que dieron término a la I Guerra Mundial, que abocó a Alemania al nazismo y a la II Guerra Mundial.
                Por todo, se hace necesario un cambio de política en la UE para que sea más solidaria y apoye a los países con dificultades, como es el caso de Grecia, o bien se dará lugar a que –como está sucediendo en Grecia- los pueblos esquilmados, asfixiados y sin futuro se rebelarán contra tan injusta situación, de forma que el ejemplo de Grecia podría extenderse a países deudores como Italia, Portugal, España, e Irlanda y en ese caso la UE tendría un verdadero problema de cohesión y modelo político-económico.

                En consecuencia, esperemos que la UE, Alemania y su banca, entiendan el mensaje, y den respuesta al clamor del pueblo griego, al tiempo que Tsripias expondrá la situación límite ante la que renegociar una deuda pública con importante quita, marcando el camino a los demás países en situación parecida –aunque no sea idéntica- para revirar las políticas de ajuste que han supuesto draconianos recortes en los servicios públicos de primera necesidad y que siguen lastrando el despegue de las economías nacionales, como la española para la que la previsión de recuperación del desempleo no se espera antes del 2020 y a unos escandalosos y preocupantes niveles del 20% de desempleo, lo que es en sí mismo social y políticamente rechazable. Y de seguir asumiendo indefectiblemente tal horizonte, acabará por arrojar al electorado ante opciones de solución radical a la griega, y como dicen: “¡de perdidos, al río!”. Impresión esta, que está en manos de la UE y del gobierno español, para evitar que la tensión social se traslade al campo político, dando soluciones amortiguadoras y de mayor justicia, antes que sea la propia ciudadanía las que se plante.

lunes, 19 de enero de 2015

LA REGENERACIÓN POLÍTICA DEBERÍA EMPEZAR POR EXCLUIR DE LAS LISTAS ELECTORALES A LOS IMPUTADOS


Lo de la regeneración política es algo que se viene oyendo últimamente por el escandaloso número de casos de corrupción política coincidente con una crisis económica grave que está evidenciando una crisis política no menor, pero ha sido un recurso socorrido de los políticos cuando han querido “vender humo”, sobre su supuesta bondad frente a la maldad de aquellos presumibles corruptos, ignorando la condición humana y por ello, la previsión de mecanismos políticos de control que impidan o dificulten prácticas corruptas.
Pero una vez sucedido el hecho de supuesta corrupción, dada la histórica lentitud de nuestra justicia (condicionada por recursos procesales de parte, e incluso por indeseables interferenias, amen de que un “patinazo judicial” le cuesta la carrera al que lo sufra –como hemos tenido ocasión de comprobar en varios casos-), resulta que suele mediar un tiempo procesal lento hasta un posible archivo o una probable sentencia, que la mayoría de las veces ronda varios años. En tal situación ver al imputado en el ejercicio de su cargo público aparenta cierto grado de impunidad, y por ende, cierta provocación hacia una ciudadanía que en alto grado de cabreo, como el actual, desconfía cada vez más de los políticos y de las Instituciones públicas, llevando acompañado un alto grado de degradación de la vida política y democrática del país.
Si a ello añadimos que la prensa –en el ejercicio de su labor, en pro de la libertad de expresión- recuerda la situación judicial de los cargos públicos imputados por corrupción, y da la noticia de la lenta evolución procesal de sus respectivos casos; cuando se juntan varias decenas de casos, la percepción de la opinión pública es altamente negativa, oscureciendo la labor benemérita de parte de la clase política que –no sólo no está afecta por estos escándalos- sino que cumple con su trabajo y misión.
En consecuencia, en tales circunstancias, como mínimo hemos de reconocer que el mantenimiento de los imputados por corrupción en los cargos públicos es un lastre para ellos mismos (que estarán siempre en primera plana de la prensa señalados bajo sospecha), de sus propios partidos políticos (que perderán credibilidad ante el electorado), y de las mismas Instituciones públicas en que se asienta el sistema político (de las que el ciudadano recelará, desconfiando, abriéndose paso una peligrosa desafección en el sistema democrático por el divorcio con la ciudadanía desengañada y cansada de tanto mal rollo).
Por consiguiente, parece más que recomendable que los partidos políticos –que están clamando por la regeneración de la vida política, y por la transparencia de la misma- empiecen por aplicar drásticas medidas de cambio (como la exclusión de las listas electorales de los imputados en corrupción), como mensaje de cambio determinante de rumbo y limpieza general. Incluso no estaría de más recordar que el PP de la época de Aznar incluyó en su código ético la exclusión de los cargos públicos imputados judicialmente, aunque con su acceso al poder han ido relajando tan claro propósito de praxis etico-política.
De ahí que el imputado pueda y deba así dedicarse a defender su gestión pública, a explicarse (pero fuera del cargo público, sin enrocamientos políticos y sectarios, como hemos tenido ocasión de vislumbrar en los últimos tiempos, que no han sido nada ejemplares).
Y frente a los que argumentan sobre la primacía de la presunción de inocencia y los ulteriores perjuicios de un abandono del cargo público de un imputado que fuera finalmente declarado inocente en sentencia; habría que contestarles que tal argumentación tiene una base jurídica –más que política-, y que estamos en el terreno de la política en el que el ejercicio de la misma es un servicio a la ciudadanía (no un beneficio personal, aunque conlleve estimables retribuciones, según dedicación), pero su raíz electiva directa (o indirecta en caso de cargos públicos de libre designación –o confianza política-) supone un acceso basado en la confianza pública sobre una persona, no es un proceso de selección de tipo técnico (al modo funcionarial, que genera sus derechos y obligaciones de carrera), sino una elección por un tiempo para una determinada misión pública en base a esa confianza, en cuyo caso, si la confianza pública se debilita (y de hecho se debilita ante una imputación judicial, ya que supone una investigación judicial ante una sospecha de cierta entidad, pues si no ni se hubiera admitido a trámite la investigación, ni se hubiera imputado), el cargo público imputado debería dimitir o ser cesado, pues la confianza pública inicial ha quebrado, tornándose en cierto grado de duda sobre su actuación y nivel de confianza.
En tal actuación, no debería hablarse de perjuicio personal pues todo cargo político es de libre elección (por ello es temporal y de confianza pública), no es una carrera que se perjudica, sino un servicio que ante la duda dejaría de prestarse, se aclararía el caso sujeto a investigación sin ningún  tipo de presión o privilegio político (pues el sentido del aforamiento –en el excesivo número de cargos públicos que tienen este privilegio procesal en España, y que debería reducirse- venía referido a supuestos delitos de opinión cometidos en el ejercicio de su cargo), y tras ello, si sale sin mácula, la duda se ha disipado y que se vuelva a postular para servir al pueblo, y a ver qué piensa de ello el pueblo.

Pero lo que nos parece un disparate, que va “contra natura” de la propia democracia, es la presentación de candidatos imputados en las listas electorales. Algo que además se contradice con la manifestada voluntad de acabar con la corrupción pública por parte de quien así actúe, arriesgándose a que una ciudadanía democráticamente madura rechace su pretensión, pero en el caso que prosperara llegaría a depauperar el propio régimen democrático.

domingo, 18 de enero de 2015

EL PELIGRO YIHADISTA


            Los atentados de terroristas yihadistas en Francia (con 20 víctimas mortales), como el posterior incidente de Bélgica, han traído de nuevo a la actualidad una trágica realidad terrorista que viene azotando al mundo, en una nueva versión de la violencia terrorista, que tiene el perfil del islamismo radical, y que desde hace años mantiene una latente amenaza contra Occidente, dando lugar a trágicos y mortíferos atentados como el derribo del avión de la Pam AM en Escocia (1988 – víctimas: 190 muertos), el ataque del 11-M a las Torres Gemelas en Nueva York y al Pentágono (2001 – víctimas mortales: 2.984), las explosiones de los trenes en Madrid (2004- víctimas: 190 muertos y 1857 heridos), y los del transporte público de Londres (2005- victimas: 50 muertos y 700 heridos).
                Todos estos actos terroristas tienen el común denominador de ser realizados por seguidores de movimientos islamistas radicales, en el contexto de lo que consideran una guerra santa contra Occidente, recurriendo a postulados políticos y religiosos sobre la guerra santa (“yihad”) para la conquista y supuesta conversión de lo que estiman el “mundo infiel”, para el logro de una especie de “totalitarismo político-religioso”, o cuanto menos para infligir un daño en los países occidentales que consideran enemigos de sus postulados fanáticos, totalitarios, inhumanos y criminales.
                Ante esta lamentable y amenazante situación, Occidente no puede ni debe mirar para otro lado, sino que ha de hacer frente a esta ofensiva terrorista, tratándole como tal en territorio Occidental –pues así se presenta-, pero no debe dejar de atender a sus raíces en los focos emergentes del islamismo radical, que si en su día fueron los talibanes afganos y sectores radicales pakistaníes con Al Qaeda como causante de fondo, actualmente asistimos a unos conflictos armados entre facciones político-militares diversas en regiones de Oriente Medio,  aprovechando el desmoronamiento de Irak y la guerra civil siria, que ha dado lugar a que se concentre una fuerza insurgente interregional que ha proclamado el denominado “Estado Islámico” (pretensión teocrática de un Estado totalitario, remedo de los califatos medievales islámicos, con pretensión imperialista de conquista y reconstrucción de lo que en su tiempo fue el Califato de los Omeyas con alcance sobre la zona del Golfo Pérsico, todo Oriente Medio, Norte de África e incluso algunos apuntan a España –antigua Al Andalus-).
                Siendo así que el “Estado Islámico” ha superado a Al Qaeda en fuerza militar, medios logísticos de preparación de terrorismo internacional, soporte territorial y aporte financiero, que el mundo Occidental no debe dejar pasar, para atajar el crecimiento y la emergencia de este nuevo Estado Terrorista en un lugar tan inestable como estratégico para la estabilidad mundial, además de ser un peligroso facilitador de la acción del terrorismo islámico de exportación sobre Occidente, dado que es el actual polo de atracción de jóvenes islamistas de todo el mundo, decididos a inmolarse en el martirio de la violencia y el terror de estos grupos criminales que están haciendo un auténtico genocidio sobre comunidades cristianas de su zona de conquista (asesinando sin piedad a toda persona que no se adhiera a ellos con conversión previa y forzada al islam).
                Pero por si esto fuera poco, resulta que existen otros grupos de análoga factoría y franquiciado islámico radical en Nigeria, norte de Mali, Camerún, sur de Argelia (zona del Sahel) que están llevando el terror, la violencia y la muerte a gran parte de Centroáfrica, donde resulta significativa la acción del grupo criminal Boko Haram que ha arrasado aldeas matando a sus habitantes, secuestrado masivamente a varios centenares de chicas jóvenes, utilizando a niñas de hasta 10 años para autoinmolarse cargadas de explosivos arrastrando con ellas a toda persona próxima que alcancen con la detonación, hecho que la pasada semana repitieron en varias ocasiones en Nigeria, y que en las últimas horas han causado 4 muertes y 50 heridos en un atentado en una estación de autobuses de Postiskum (Nigeria), o los 7 muertos causados en sendos atentados a dos mercados populares de la zona, o incluso la masacre de la escuela secundaria cometida el pasado noviembre con un total de 48 víctimas mortales. Siendo el total de víctimas mortales de Boko Haram en Nigeria de unas 3000 personas. Si bien hay que reseñar que este mismo fin de semana el mismo grupo terrorista ha secuestrado a 80 personas (50 de ellas niños, de edades comprendidas entre 10 y 15 años) en una acción en una incursión en Camerún.
                Tal grado de despropósito y depravación moral hace inhumano cualquier tipo de actuación de estos grupos armados, que no tiene ni justificación racional ante los hombres, y menos aún moral ante Dios, lo que refleja el grado de fanatismo, irracionalidad demencial y odio que han albergado y transmitido estos grupos, en una modalidad terrorista y de acción política denostable, con la que están dando injusta e inadecuada respuesta a una probable relación de injusticia, en cuya argumentación no queremos entrar, no sólo por irracional, sino por no dialogar con el mal y la perversión que siega vidas masivamente sin la menor piedad humana sobre ellas y sus familias.
                Pero es obvio, que representan una grave amenaza (actualmente en fase creciente) para Occidente, su cultura, su convivencia y para la paz mundial. De hecho, el vacío actual y la deriva de frustraciones que están viviendo algunas sociedades del mundo árabe, que no han alcanzado apenas ningún grado de vida democrática, y siguen manteniendo amplias diferencias sociales (entre las capas más ricas –elites políticas y económicas- y las más pobres de estos países), tras décadas de experiencias de gobiernos propios tras el proceso descolonizador y de protectorado, que generaron la ilusión en el mundo islámico de la llegada de nuevas oportunidades, con gobiernos propios (incluso muchos de ellos de porte republicano, con cierta orientación socialista, tras el rumbo trazado por el presidente egipcio Nasser, y su no alineación en los bloques de las grandes potencias) que dieron cierto aire de apertura secular a una modernidad en el mundo árabe, que se fue perdiendo conforme desaparecieron algunos de estos líderes, que como Nasser albergaron la idea de un panarabismo. Todo ello, con el tiempo se fue tornando en una serie de regímenes dictatoriales y corruptos de clanes familiares y allegados (Argelia, Tunez, Egipto, Siria, etc.). En tales circunstancias, algunos líderes políticos y sociales han visto en la religión una buena “argamasa” para unir a unas poblaciones divididas, desengañadas de la política de las últimas décadas, y arrastrados por el código moral de austeridad y bondad supuesta de toda religión, se han embarcado en una salida política-teocrática que porta un particular imperialismo (pues contiene su peculiar “nacionalismo islámico”) totalitaria y excluyente, en la que se mezcla lo político, cultural, y religioso, en una peligrosa amalgama que deriva en no poca contenido irracional, de fácil venta para masas de analfabetos, desesperados, cabreados, etc., por donde se canalizan muchas frustraciones sociales y personales. ¡Tal es el peligroso sendero por el que se encaminan…!.

                Además a todo lo anterior, hemos de añadirle que geoestratégicamente España juega un delicado papel de frontera europea, con unos linderos extensos en el sur peninsular en la otra ribera del Mediterráneo (más Melilla, Ceuta y en parte, Islas Canarias). A todo lo cual, hay que añadirle que en España el 3,6% de la población actual es musulmana (1.732.000 personas, de las cuales, 1.163.000 son extranjeros, y 568.000 son españoles). Por consiguiente, nuestro país juega un importante papel, no sólo en la lógica acción de control de toda amenaza interior como exterior, propio de las obligaciones de todo Estado, sino que también tiene la obligación de articular políticas de integración que faciliten la convivencia y el entendimiento entre la comunidad musulmana española y las demás comunidades religiosas y sociales que conviven en territorio español. Algo que resulta urgente, para evitar agravios y malentendidos, pero también para mostrar que se puede vivir en paz con el libre ejercicio de sus costumbres culturales, lengua y creencias religiosas, exigiendo y obteniendo el mutuo respeto.
                Pero sobre todo, es muy importante verificar, y convendría subrayarlo como conclusión del presente escrito, que el islam no es la causa de la violencia, aunque en estos casos se acojan al mismo quienes la ejercen –no sería realista reconocerlo-, si bien desde el mismo islam se rechaza este tipo de acciones y las interpretaciones religiosas que llevan a extremos de violencia e inhumanidad como las anteriormente referidas. Así se han condenado los últimos atentados islamistas en Francia por parte de líderes islámicos de diversos países occidentales (Francia, Canadá, Reino Unido, etc.), en concreto en España las dos grandes comunidades islámicas (UCIDE y FEERI), a través de sus líderes, Ryai Tatary y Mounir Benjelloun condenaron los atentados, si bien de forma escueta. Echándose en falta una condena más nítida, con mayor difusión y contundencia, así como alguna referencia a las víctimas de diferente credo (cristianos) masacrados por dicho motivo.

                En el interior de España es fundamental la actitud de las comunidades islámicas de rechazo rotundo y de cercanía a las comunidades victimizadas, pues ese gesto podría abrir no pocos canales de acercamiento entre el islam y Occidente, pero también entre el islam y el cristianismo, cuyas históricas relaciones han sido como mínimo turbulentas, y que en la actual disposición de las comunidades diversas en Occidente de respeto, podría abundarse en abrir vías de acercamiento, encuentro y mutuo respeto para su exportación a los lugares en conflicto de forma que se erradique la violencia y llegue la paz por la vía del respeto a los derechos humanos en todos los rincones del mundo.

domingo, 4 de enero de 2015

LA DIFICIL DISYUNTIVA POLÍTICA GRIEGA


           

               Ante la nueva crisis de gobierno griega y la convocatoria del cuerpo electoral para decidir en las urnas el futuro inmediato del país, no han faltado voces agoreras ante el probable triunfo de Syriza, y entre ellas algunas provenientes de las Instituciones Europeas (Banco Central incluido) que deberían ser más respetuosas con los procesos democráticos internos de terceros.
                Es cierto que la situación del país heleno es dramática, pues están prácticamente en quiebra, como estaban hace un par de años, no habiendo surtido el efecto deseado las ayudas financieras, sino más bien han lastrado con sus intereses y el alto índice de la deuda, las pocas posibilidades de remontar que tenía el país, que mantiene unos graves índices económicos como el alto porcentaje de la deuda, que ronda el 170% del PIB, y con un desempleo del 26% (esto último parecido a España). Naturalmente en tal situación el sufrimiento social es tremendo, apenas se puede vivir en esas condiciones, con una “losa” económica que no hay quien la levante, un futuro incierto y un presente desalentador.
                Por consiguiente, experimentados varios ensayos políticos de salida de este estado de crisis, habiendo fracasado las experiencias, todo apunta a la alternativa que pasa por cambiar el sistema. Postulado harto complicado y de gran dificultad, que entraña un grave riesgo de mayor hundimiento y miseria económica y social, si sale mal. Pero la realidad socio-económica griega parece ser tan desalentadora que cualquier alternativa va a ser intentada, por radical que sea el cambio, como radicales han de ser las medidas en tal estado.
                Así en esta situación, no parece que nadie deba asombrarse, en justa lógica, de la apuesta del electorado griego por Syriza, que plantea como alternativa la renegociación de la deuda (lo que conllevaría tratar una importante quita, y una espera o aplazamiento dependiente de la atención prioritaria del gasto básico del Estado incluido el social, para evitar el alto grado de sufrimiento social que padece el pueblo griego por los duros recortes sociales aplicados, que se han mostrado ineficaces y lo han llegado a hartar). Luego, calificar de populismo a las posiciones de supervivencia, nos parece poco menos que cierta impertinencia e insensibilidad social, además de falta de rigor en la apreciación. Ya que no todo lo que apoya el pueblo tiene por qué tildarse de populista, sino aquello que arbitraria y caprichosamente le interese, que no parece ser el caso, pues hay razones éticas y de justicia social que avalarían la adopción de medidas drásticas de “quita y espera” de la deuda.
                En ese estado de cosas, suena hipócrita el torrente de descalificaciones y advertencias apocalípticas de parte de la propia UE, que se torna en cínica en el caso del ejecutivo alemán, que en defensa de su banca (gran acreedora de la deuda griega) advierte con “males infernales” el incumplimiento de los acuerdos suscritos sobre la deuda, olvidando que la propia Alemania tras la II Guerra Mundial fue agraciada con el Plan Marshall en unas condiciones que ellos no le han aplicado a los griegos, con una bonificación en torno al 50% del dinero aportado. Además, que Alemania debería recordar también lo que las durísimas condiciones de económicas de indemnizaciones de guerra impuestas por el Pacto de Versalles tras la I Guerra Mundial determinó de pobreza y violencia socio-política en la propia Alemania que gestó su venganza nazi en la II Guerra Mundial.
                Por otra parte, somos conscientes de la mala noticia que representa una quita de deuda griega para el capitalismo internacional, junto al pernicioso efecto contagio que pudiera darse en otros países en estado análogo, como el nuestro. Por tanto, resulta lógico que los actores capitalistas se expresen en términos muy negativos sobre esta cuestión, y en su nombre los mercados y la banca, faltaría más, pues son parte interesada. Pero lo que no es lógico es que otros gobiernos –especialmente los afectados por deuda- les hagan el juego haciéndose eco de previsiones agoreras sobre el destino griego: fuera del euro, quebrado, y en estado de pobreza generalizada, poco menos que abocados al averno.
                Ha de ser el pueblo griego, junto con sus representantes políticos los que deben de “poner pie en pared” en lo que resulta soportable para la dignidad humana en unas condiciones aceptables de vida normal del siglo XXI, para que el nivel no baje de esa condición socio-humanitaria, y a partir de ahí, a trabajar por levantar el país, pagando a los acreedores hasta lo que resulte posible, el resto o se aplaza o se condona, en un plazo razonable de años, empezando por la condonación de los intereses de la deuda. Que dicho sea de paso, en nuestro país, al decir de los técnicos en la materia supone el pago de 100 millones de euros diarios. El impago de esos rendimientos (intereses) de la deuda no nos parece que sea ningún robo, ni suponga gran quebranto a los acreedores internacionales que recuperen el dinero invertido (o sea el principal), si eso ayuda a que los griegos salgan adelante. Pues la alternativa real es la quiebra, que no sería la primera ni la última de un Estado, y que naturalmente conlleva el impago de la deuda pública, con el consiguiente descrédito y falta de apoyo financiero internacional, de forma que en un tiempo estimable, el país ha de vivir con sus propios recursos internos, lo cual no deja de ser un grave problema de retroceso económico y social. Aunque de todo ello se sale, y a veces más rápido que con una “losa tan grande” que demora los plazos de amortización mucho en el tiempo, y en consecuencia el sufrimiento social.

                Pero el devenir, repetimos habrá de estar en manos del “pueblo soberano” que es el que, tanto en Grecia, como en los demás países de la UE han de tomar el rumbo de sus destinos políticos y económicos y dejar de ser unos neoesclavos subyugados al capitalismo internacional. De tal forma que será el vencedor de los comicios –probablemente Syriza- el que tenga que administrar estos difíciles tiempos, pero que si lo hace convenientemente, puede ganar la partida, al tiempo que ganar las simpatías de las ciudadanías de países en análoga situación como Portugal, Irlanda, España, Italia e incluso Francia, que podría ser determinante para un cambio drástico del rumbo de la actual política neoliberal europea, retornando al espíritu de los padres fundadores de la CEE.