viernes, 10 de abril de 2009

LA GRACIA DE BERLUSCA


Estos días Italia vive conmovida por la tragedia del terremoto de L`Aquila, con varios centenares de víctimas, y una ingente destrucción; en tanto que los supervivientes del terremoto se ven en la obligación de vivir en unos improvisados campamentos, dada la profusión de réplicas del seísmo.
Pero al mismo tiempo, se cierne la sospecha sobre las causas de los grandes estragos del suceso, que se asocian a defectos en la construcción de muchos edificios de la zona, especialmente aquellos de la década de los setenta del pasado siglo, puesto que no han llegado a aguantar los efectos del seísmo, pese a que supuestamente contemplaban medidas antisísmicas en su construcción, y dada la intensidad del terremoto, deberían haber aguantado, en opinión de los técnicos. Motivo por el cual, la justicia italiana ha abierto una investigación, que previsiblemente no llegará a ninguna conclusión culposa.
Todo lo anterior, unido a la apreciada descoordinación y falta de eficacia de los efectivos de seguridad intervinientes, según se nos reporta por los medios que siguen el suceso, nos lleva a considerar, que por encima de la modernidad, de la eficacia del progreso, especialmente de uno de los países más ricos del mundo, subyace una subcultura de la picaresca, la indolencia y en cierto modo de la “dolce vita” que suele acompañar a muchos pueblos latinos, donde la previsión, la responsabilidad y la eficacia no suelen asociarse con las actuaciones públicas. Pues tales efectos son consecuencias de de esa cultura de la irresponsabilidad, del pelotazo, de la imprevisión, y del clientelismo que parasita lo público, al punto de esclerotizarlo.
Por todo ello, resulta aún más patética la conocida declaración de Berlusconi, que en su cargo de Jefe de Gobierno, compareció para frívolamente afirmar que los supervivientes que estaban en las tiendas de campaña podían imaginar que se encontraban de camping. Si bien, cuando alguien le hiciera recapacitar sobre su insultante estulticia, pretendió justificarla con la indicación que se trataba de provocar la sonrisa de los niños. ¡Lo que le importará la sonrisa de los niños…!. Esto suele suceder cuando acceden a puestos de gobierno personas con escasa sensibilidad social, como se ha puesto de manifiesto en muchas ocasiones, y que gobiernan desde el control de la imagen y de la información, en una confusión de empresas privadas y Administración Pública que caracteriza la actuación de Berlusconi, que le ha hecho rozar la legalidad en más de una ocasión.
Además, muestra la crisis del sistema demoliberal en Italia, que no ha sido capaz de regenerarse, tras los escándalos de Andreoti, o Craxi, y han dado lugar a que un empresario populista, gane reiteradamente las elecciones por sus tentáculos de prensa, ante la pasividad de una sociedad que languidece en el “mundo del consumo” y la mediocridad. Pero que tiene que pagar “su pecado” de mantener a esta clase política, por la pasividad social en que se encuentra, cuando llegan momentos difíciles como los del suceso en cuestión, o como los de la propia crisis económica mundial que nos envuelve.

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