miércoles, 28 de mayo de 2014

LA UE Y EL BIPARTIDISMO ESPAÑOL EN LA ENCRUCIJADA


Las elecciones europeas del pasado fin de semana han reflejado el  progresivo divorcio de la ciudadanía respecto de la construcción europea que se ha ido elaborando a sus espaldas, al tiempo que también refleja el enfado por las duras medidas de ajuste anticrisis impuestas por Merkel al frente de la UE, que está dañando en bienestar de la ciudadanía europea y desnaturalizando el inicial proyecto continental de una Europa de los ciudadanos.
Por consiguiente, votación en doble clave (europea y nacional), en la clave europea se constata la diseminación del voto y el incremento del euroescepticismo (especialmente de extrema derecha) que en países como en Francia ha obtenido significativos porcentajes de voto que puede hacer peligrar el propio proyecto europeo, por sus habituales planteamientos nacionalistas, insolidarios, y de repulsa de la inmigración. Junto a los cuales, también ha habido un importante voto de izquierdas que cuestiona la actual configuración burocrática y economicista europea, que se plantea una revisión del proyecto hacia posiciones más sociales y teóricamente más solidarias, contrarias al capitalismo financiero del neoliberalismo que estando en el origen de la crisis económica, pretende señalar la salida a la misma desmontando el bienestar social por el que Europa se distinguía en el mundo.
Así, pese a que haya ganado el PPE y se haya recuperado ligeramente la socialdemocracia, entre los cuales tienen mayoría aritmética suficiente para la gobernabilidad europea, no es menos cierto, que el voto de protesta representado por las demás alternativas (a la derecha e izquierda) deben reportar un acuse de recibo en Bruselas, en la reorientación del proceso de construcción de la UE que implique más a la ciudadanía, que la haga más democrática y participativa, pero sobre todo más solidaria de lo que se ha mostrado en plena crisis económica con los países en dificultades, a los que se ha rescatado en unas condiciones de neocolonialismo que está arrasando las economías locales, paralizando su comercio, empobreciendo a la gente y cargándose a la clase media de los mismos.
Por otra parte, en clave nacional, hay un fenómeno emergente que es la irrupción del nuevo Partido PODEMOS, liderado por varios jóvenes profesores de CC. Políticas de la Complutense, y votado por casi un millón y medio de personas, que con un planteamiento claramente de izquierdas (social, republicano participativo, contra el bipartidismo endogámico PP-PSOE) trata de canalizar políticamente el voto de los indignados –que parece haberse organizado finalmente tras la denominada “revolución silenciosa” del 15M-, y que ha levantado una auténtica oleada de reacciones a favor –por parte de amplios sectores de la población que se siente identificada con una necesidad de regeneración de la vida política española-, y en contra –por parte de sectores de votantes próximos al PP-PSOE, que ven peligrar el bloque habitual de gobierno bipartidista de la transición, que se ha ido repartiendo todo el poder político de forma cerrada, rompiendo la división de poderes, favorecido por una legislación electoral ad hoc-. Estos últimos han empezado a dar muestras de cierto nerviosismo, ante la probabilidad que este grupo político siga en ascenso en las propias citas electorales. Al propio tiempo, dada la continua caída electoral del PSOE, y ante la probabilidad que pudiera ser desplazado por IU y PODEMOS, ha generado un terremoto interno con dimisión de su Secretario General y  sucesivos líderes, así como una profunda controversia interna, que no hace sino confirmar lo que apreciamos de “cierre en falso” de su crisis interna en el pasado Congreso socialista, que ha roto las “costuras” que arteramente se tejieron para que el aparato siguiera salvando los muebles, pero que no parecen convencer a sus votantes.
Con todo, creemos que el PP –que ha ganado aritméticamente las elecciones, aunque no se pueda decir tanto en términos políticos, por la pérdida ostensible de votos padecida- habrá de reflexionar, lo mismo que lo debe hacer el PSOE (sumido ya en una nueva crisis interna, que no es más que otro episodio de la que viene padeciendo), y tomar buena nota de lo que significa este nuevo planteamiento del electorado hacia una izquierda no pactista, sino abiertamente reivindicativa, que les debe obligar a replantearse su acción política próxima desacelerando el proceso de ajustes y recortes en el ámbito social (para dirigirlos a otros ámbitos que hasta ahora han sido exonerados de las cargas de la crisis), evitando así un mayor tensionamiento social que incrementaría el voto de PODEMOS e incluso de IU.

Y en cuanto al PSOE, tendría que acabar de poner en práctica las archimencionadas elecciones primarias y llevar a cabo un serio proceso congresual de reformulación ideológica y metodológica, que acabe por cancelar la “política del aparato”, del politburó, endogámica, clientelar que ha dado la espalda a la ciudadanía.

sábado, 24 de mayo de 2014

25M.- PP propone a Juncker para la CE, PSOE a Schulz y los demás reparten sus apoyos entre Tsipras, Keller y Verhofstadt

25M.- PP propone a Juncker para la CE, PSOE a Schulz y los demás reparten sus apoyos entre Tsipras, Keller y Verhofstadt

REFLEXIONANDO EN EL DÍA PREVIO A LA CITA ELECTORAL


Los españoles, como gran parte de los demás ciudadanos de países de la UE, estamos convocados mañana a unas elecciones europeas, y aquí en España estamos en el habitual día de reflexión, en el que el ruido propagandístico electoral debe cesar para que la ciudadanía haga las necesarias cuentas antes de emitir su voto.
Sin embargo, lo difícil en este momento es poder hacer una reflexión objetiva, pues no podemos ser objetivos en la medida que vivimos inmersos en nuestra sociedad (actualmente afectada de una grave crisis –que parece estar terminando, pero aún no hay constatación de tal hecho-, que ha llevado un profundo sufrimiento en estos últimos cinco o seis años a la mayoría de la sociedad española), y por consiguiente esa experiencia late en nuestra mente, en nuestro sentimiento, y naturalmente ha de latir en nuestra reflexión.
No se trata de culpas, pues el origen del mal de las crisis del capitalismo, parece ser sistémico, y por consiguiente serían cíclicas, en función de la generación de excedentes de producción que no tuvieran su pretendida colocación. Por tanto, no es esa la cuestión. Esta creo que estaría en función de una doble consideración, por un lado la forma de reaccionar ante la crisis, la terapia económica que se aplicó –o incluso la que la oposición propuso, y naturalmente no se aplicó, por obvias razones-, la libertad de poder prescribir soberanamente como país libre una decisión colectiva de políticas consensuadas que afronten la crisis; y por otro lado, ¿qué futuro nos espera?, ¿cual es la propuesta de cada formación política, para los próximos años?. Y por encima de todo, ¿tiene solvencia de credibilidad cada una de esas propuestas de futuro?.
La cuestión no es fácil, entre otras cosas, porque sería un error ver estas elecciones en la sola clave nacional (como en gran medida se ha estado planteando por los principales actores políticos españoles). Hay que analizarla en clave europea (desde la que la vida española también se ve afectada), pero la perspectiva es distinta. Por consiguiente, se ha echado en falta en los debates y proclamas electorales de los principales partidos (PP-PSOE), discursos tan necesarios como ¿cual es el giro que está tomando la UE, desde la proclamada “Europa Social”, la “Europa de los ciudadanos”, “solidaria”, etc., de cierto tinte internacionalista a posturas de enrocamiento nacional?, ¿qué piensan hacer sobre ese particular?, ¿se puede recuperar el inicial proyecto europeo, o es claramente inviable?. Pues la crisis ha expuesto públicamente las “vergüenzas” de la UE (insolidaridad, creciente paro, discriminación nacional, neocolonialismo germánico, prioridad financiera sobre la ciudadana, e incremento de diferencias sociales, etc.).
Sin embargo, en la campaña electoral, más allá de las “proclamas propagandísticas”, luego arteramente desviadas hacia un debate interno más artificial que real, sobre la torpeza de unas declaraciones del candidato conservador, han privado a la ciudadanía del auténtico debate de fondo sobre la UE, su pasado, su presente y su futuro. Si realmente tiene futuro, tal como se vienen desarrollando las cosas.
Para colmo, tal es la actual desafección ciudadana de la clase política en España,  que faltaba que haya concurrido una final de fútbol europea entre dos equipos españoles, para que estos le hayan dado por completo la espalda al monótono y vacuo discurso político para meterse de lleno en la competición deportiva. Algo que también demuestra el bajo grado de concienciación y compromiso de la ciudadanía española con el interés común, propio de nuestro depauperado sistema democrático de baja calidad, como se le viene definiendo por expertos en ciencia política. Ante lo cual, se espera una amplia abstención.
Sin embargo, parece clara una cosa, que hay un bloque de partidos que consideran que el actual sistema político de la UE es válido, y lo que se trataría sería de votar alguna de las diversas opciones que así piensan, para que se rectifique ligeramente el rumbo de la UE, pues ello sería suficiente. Pero por otro lado, hay otro bloque de partidos que consideran que el actual sistema de la UE es inasumible, por su alto distanciamiento de la ciudadanía, que deja en manos de élites de poder (económico, y político) la gobernabilidad europea, pervirtiendo la auténtica democracia que debería regir para que llegara a ser la auténtica “Europa de los ciudadanos”, y en esa línea parecen pretender sistemas alternativos (que son descalificados por los partidos oficialistas como “antisistema”), pero  que deberían ser oídos por el cuerpo electoral para poder analizar y contrastar sus propuestas con las de los grupos oficialistas, y al final, que decida el “pueblo soberano”. Algo que no sólo no ha sucedido, sino que parece que tampoco ha habido demasiada voluntad para ello.
En cualquier caso, veremos mañana el auténtico resultado del voto europeo, ¿en qué medida refrenda o no el actual rumbo político de la UE?, y en razón de ello, ¿en qué medida obliga a su rectificación, o por el contrario ratifica su mantenimiento?. Pues tal es la clave de estas elecciones, que además de tal manera nos afectarán, ratificando las políticas de ajuste duro económico, de austeridad que vienen ejecutándose varios años con los dramáticos resultados socio-económicos, que no parecen llegar a justificarse en sus propios logros de progreso económico, que se demora a varios años más (especialmente la recuperación del empleo); o si por el contrario, se abandona ese esquema de acción y se acometen auténticas medidas de fomento de empleo (con cambios fiscales, monetarios y de gasto público), como prioritario.

¡La UE empieza a jugarse su propia credibilidad en una Europa que ha pasado del “euroentusiasmo” al “euroescepticismo”.

domingo, 11 de mayo de 2014

EMPIEZAN LAS “EUROPEAS”: ¿QUÉ NOS OFRECE LA “UE ACTUAL”?


Ha comenzado la campaña electoral al Parlamento Europeo, con el habitual ritual de pegada de carteles, de mítines de los candidatos y líderes de sus grupos políticos, y en definitiva con el “ruido electoralista” que apela a la simpleza de un cuerpo electoral, que siendo objeto de su atención por obvias razones de voto, se encuentra muy defraudado del actual estado de cosas que les ha reportado la anterior confianza en los políticos y en la Unión Europea.
Ambos (políticos y Unión Europea) representan dos caras de la misma moneda, del statu quo político-económico, que girando sobre los iniciales planteamientos europeístas de solidaridad, han engendrado una “máquina europea” al servicio del gran capital, presta al rescate de la moneda, y retardataria –cuando no descuidada- en el rescate de la sufriente ciudadanía ante la primera crisis rigurosa que estamos sufriendo, y ante la cual han mostrado su incapacidad de dar soluciones que fueran consecuentes con el interés general europeo.
Esta UE de los Tratados de Maastricth y Lisboa, entre otros, que exigió la cesión de soberanía estatal, instauró el euro (pero no quiso crear una política económica, fiscal y social única), que pensando sólo en el dinero ha dado lugar a la creación de una “Europa de dos velocidades” (la rica del centro y norte, y la pobre del sur y periferia), cuyos intereses se conjugan mal, ante lo cual se acaba por imponer el interés alemán (ante el insolidario cinismo británico, y el decaimiento populista francés). Una UE que aún permite paraísos fiscales, que facilitan la fuga de capitales nacionales, la descapitalización de países de la Unión, y la evasión de impuestos de poderosas fortunas que logran anidar con el tácito consentimiento de la Unión, y que tanto daño reporta a las economías nacionales de origen como le ha sucedido a la española en toda esta crisis.
Acaso no pocos ciudadanos, tengan la impresión que se nos ha sometido a un progresivo proceso engañoso en la actual construcción europea, ya que tras prometérsenos un espacio de estabilidad política, económica y social, de mutua cooperación, de mayor competitividad y progreso económico y social; resulta que como en el cuento infantil al primer viento se nos ha caído la “casita europea”. No ha aguantado razonablemente bien la crisis, sino todo lo contrario, ha sido una fuga de “sálvese quien pueda” con Alemania al frente defendiendo sólo sus intereses nacionales (y si se ha rescatado a algunos países, ha sido para evitar un mal mayor de la hecatombe de una quiebra de varios países, que por pura sentimiento solidario, y menos aún por obligación solidaria de esta peculiar “confederación a medio hacer”).
Eso sí, en medio se han creado unas mega instituciones europeas con miles de políticos y burócratas empleados en ellas, trufadas básicamente por tres fuerzas políticas (casi siempre de acuerdo) que se han repartido sistemáticamente el poder: la derecha conservadora, el liberalismo (unidos en el neoliberalismo) y la socialdemocracia (que ha pactado, en el reparto  de la tarta de poder e intereses, con el neoliberalismo, de ahí su actual crisis de identidad política). Estas son las fuerzas políticas del actual sistema, corresponsables de las grandezas y miserias de esta UE, especialmente de su inoperancia en la crisis. Las demás fuerzas políticas, condenadas a la marginalidad, apenas cuentan.
Por consiguiente, más allá de los típicos tópicos del discurso de campaña de la opción de derechas o de la opción de izquierdas sistémicas (PP y PSOE), ¿qué nos ofrecen, de nuevo?, pues lo tradicional ya lo conocemos, y no parece que nos atraiga demasiado, a tenor de los hechos pasados y sufridos. ¿Cuántas veces hubo que pedirle a Draghi que interviniera el BCE en momentos críticos, para que pausadamente tomara alguna que otra medida, bajo la autorización real de Merkel?. Todo lo cual, ha dado lugar a que nuestra monumental deuda pública haya alcanzado niveles descomunales, ante lo que la única receta que se nos prescribe es el “ayuno” (entiéndase recorte social, pues el adelgazamiento político-institucional, aún no ha visto la luz, ni se espera que la vea).
¿Qué futuro nos ofrecen en esta UE?, ¿van a prosperar cambios estructurales de profundidad que eviten estas tormentas económicas en un mundo globalizado abierto a la codicia de los mercados, o sea del “capitalismo financiero internacional”?. Si no es así, esa UE no interesa a la mayoría de ciudadanos que, o tienen la suerte de estar empleados, o la desgracia de estar en el paro.
¿Se percatan, aunque sólo sea por un minuto de decencia política, de que no nos proponen ninguna novedad de interés?. Entonces, ¿para qué votar?, ¿para que el que consiga un euroescaño logre una renta mensual durante varios años, que jamás hubiera logrado por sus medios de trabajo en España, además de una telaraña de convenientes relaciones de presente y futuro?.

Parece claro que el proyecto europeo se ha ido deteriorando para el interés del ciudadano común, pues se ha construido a sus espaldas, al margen de sus intereses comunes, y hasta contra ellos. Por consiguiente, el debate de interés para el ciudadano europeo ante esta cita electoral es el cambio y la regeneración social de la UE, o realmente no existe. Y si no hay una apuesta seria, clara y creíble en esa línea, no parece que haya interés en molestarse para votar. ¡Todo seguirá igual, pero con menor legitimidad!, ya que no podrán decir que cuentan con la representación de la ciudadanía europea. ¿Sería ese un correctivo democrático, ante este sentido abandono de la clase política?. Posiblemente lo fuera, si la abstención fuera considerable, de lo contrario, votar y no votar, representa casi lo mismo para el votante, no así para el cargo electo que pasa a “mejor vida”.