sábado, 31 de enero de 2015

PODEMOS EXHIBE SU PROGRESIVA INFLUENCIA SOCIAL EN LA MANIFESTACIÓN DE MADRID


              Una multitudinaria manifestación, convocada por PODEMOS, ha tenido lugar en el centro de Madrid, en el mismo lugar en que arrancó el movimiento de protesta del 15-M frente a la crisis y a la gestión pública de la crisis de los gobiernos del PSOE y del PP, en el que la clase media y trabajadora ha sufrido los mayores efectos de la crisis económica que está dando lugar a una crisis social (por el incremento de las diferencias sociales en nuestro país, y la ruptura del pacto social de la transición), y a una crisis política por la ruptura del entente de facto PP-PSOE que pone en cuestión el bipartidismo y abre inciertos horizontes políticos.
                La espontaneidad de la gente sufriendo las injustas y dolorosas consecuencias de la crisis económica que llevó a concentrarse en la puerta del Sol en un movimiento espontáneo, que tuvo eco internacional, que fue inicialmente ignorado y posteriormente denostado por la oficialidad de la clase política gobernante, hasta el punto que alguna destacada política les retó en el sentido a que si querían aportar ideas o defender sus propuestas se organizaran como partido político y se sometieran al voto ciudadano, en lo que probablemente jamás pensara que le fueran a coger la palabra. De forma que con el discurrir del tiempo, gran parte de esa fuerza espontánea de ciudadanía que protestaba en la calle y pedía alternativas a las políticas en vigor, se ha acabado de organizar en una nueva formación política –que desmarcándose de las tradicionales- ha hecho un diagnóstico certero de la situación económica, política y social del país, saltando a la arena política con una nueva metodología más participativa y democrática que la empleada habitualmente por los partidos tradicionales.
                Aunque cuestión distinta es que sus propuestas políticas sean las más acertadas para tratar los problemas de nuestro país, lo cierto es que han dinamizado una vida política que cada vez se iba alejando más de la ciudadanía, de las bases sociales, interferida por grupos de presión e interés, e incluso por los propios intereses de una elite política de los grandes partidos de la transición (PP y PSOE) que no coincidían con el sentir popular, e incluso con una IU ensimismada, doctrinariamente dogmática, que no estuvo a la altura de las circunstancias (pues Anguita fue el único que lo vislumbró, pero se anticipó una década y no fue entendido por los suyos), y que a lo sumo ha aspirado a ser la bisagra del PSOE allá donde le ha hecho falta. Desdibujándose la izquierda política, dejando en la orfandad a la izquierda social, que por fin se vuelve a reorientar políticamente.
                Si nuestra democracia hubiera alcanzado la madurez que no tiene, si se fuera respetuoso con quien piensa de forma distinta, nos habríamos ahorrado tantísimas descalificaciones interesadas como las que han hecho los partidos del establishment político actual a un PODEMOS dialécticamente combatiente con un sistema “democrático semicerrado” en el bipartidismo que ha gobernado sin apenas oposición, y con escasa trasparencia y control estas tres décadas, pero que se ha mostrado incapaz de solucionar las quiebras sociales derivadas de una crisis grave, en la que los intereses particulares no han coincidido con los generales, a los que no se ha dado pleno respaldo. De forma que en ese ambiente, de semiopacidad, se ha dado gran parte de la corrupción política que por sí misma descalifica una forma de entender y hacer política.
                Ahora la propia dinámica social, expresada reiteradamente desde la calle, impone importantes cambios, más allá de reformas cosméticas o escaparatistas. Y así el discurso de PODEMOS ha ido calando en una ciudadanía defraudada con la clase política tradicional, que ya no goza de la confianza que tenía antes, y que tendrá que hacer verdaderos esfuerzos –incluida la necesaria renovación de sus respectivas elites, junto a un impulso más participativo y democratizador de sus propias organizaciones- para recobrar el crédito perdido.
                Pero sobre todo, se hace necesaria una profunda reflexión sobre el planteamiento actual de la izquierda en España (como también en Europa), dado que la tibieza de la socialdemocracia para contener al capitalismo especulativo en defensa de la clase media y trabajadora, y de los propios “Estados del bienestar” le ha llevado al progresivo desafecto de gran parte de sus habituales votantes, dado que esa socialdemocracia ha llegado a dejarse embriagar por los aires neoliberales y se ha alejado cautelosamente de sus propias convicciones de izquierda o centro izquierda, dando lugar a la emergencia de nuevas formaciones políticas –que sobre el pragmatismo y el realismo de abordar directamente las cuestiones, eluden etiquetarse políticamente- y apelando a la transversalidad evitan calificarse de izquierdas, lo que tampoco parece aconsejable especialmente si pretenden una continuidad política, más allá de una coyuntural participación en momentos críticos.
                A partir de lo cual, habrán de ir mostrando claramente su programa político –como los demás- para ganarse el aval de la ciudadanía, más allá de la muestra del enfado, de lo que no ha funcionado correctamente, y de llegar a convenir una importante reforma política, parece llegado el momento de empezar a exponer propuestas concretas con sus correspondientes aplicaciones políticas y junto a ello un debate ideológico necesario entre los dos grandes modelos actuales en democracia (el modelo conservador, de porte liberal, que en el último cuarto del pasado siglo se reactivó en las corrientes conocidas como “neoliberales”, de marcada defensa de las libertades públicas, reducción del Estado y reducción tributaria, entre otras; y el modelo progresista de izquierdas, en una doble interpretación: la socialdemócrata, de fortalecimiento de servicios públicos, control financiero de la economía, protección social, justicia social y reparto equitativo de la renta, etc; o el propiamente social-comunista más estatalizador, de primacía de la igualdad y control político de la economía). En ese abanico hemos de decidirnos los españoles, y aún los europeos, pues la UE actual se ha escorado excesivamente sobre el modelo neoliberal, con abandono de las posiciones socialdemócratas que trajeron la paz y la estabilidad socio-económica. Otras fórmulas no parecen muy compatibles en nuestro entorno.

                Consecuentemente, con la manifestación de hoy arranca un largo y complejo proceso político en nuestro país, que en este año se enfrenta a elecciones diversas, en diversas convocatorias (elecciones andaluzas, elecciones locales y autonómicas, elecciones catalanas, y probables elecciones generales), y en el que puede que tengamos ocasión de verificar los diferentes alcances esbozados, que esperemos sea para bien del país.

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