domingo, 3 de agosto de 2014

NUEVA EDICIÓN DEL CONFLICTO JUDÍO-PALESTINO


Asistimos a una nueva escalada de la violencia en Oriente Medio con una reedición del conflicto judeo-palestino, que permanece latente de forma crónica y periódicamente emerge con un nuevo estallido bélico que trae desgracia, sufrimiento y muerte en la Región, especialmente entre los palestinos, a los que Israel castiga de forma inmisericorde ante las no menos belicosas provocaciones de Hamas.

Resulta desgarrador para cualquier conciencia humana contemplar las imágenes de televisión y prensa que nos ofrece el dolor y la muerte de los más débiles (civiles, niños y ancianos), junto con las bajas del combate. Sin embargo, por la cronicidad del conflicto, ateniéndonos a lo sucedido en múltiples ocasiones anteriores, parece que asistimos a la reproducción de la misma historia de odio mutuo, que en un momento determinado se provoca (bien con asentamientos de colonos judíos, bien con atentados de palestinos a ciudadanos israelíes, lanzamiento de misiles o proyectiles de uno a otro lado, etc.), y como consecuencia de ello, se inicia una dura respuesta –que en el caso israelí es a todas luces desproporcionada e injusta al tomar como objetivos núcleos civiles, con las consiguientes víctimas inocentes, algo que deslegitima cualquier justificación a la autodefensa a la que como Estado tiene derecho frente a cualquier agresión externa-. Finalmente, cuando el resultado victimario sea de escándalo la conciencia internacional presionará para que acaben negociando una nueva tregua y acaso un nuevo proceso de paz. ¡Y vuelta a empezar…!.

Las sensibilidades entre las poblaciones de la zona (judía y palestina) están a flor de piel, y cualquier incidente hace estallar un nuevo conflicto. Por ello, parece necesario que tanto unos como otros destierren a los grupos fundamentalistas que practican la violencia –incluso amparándose en la acción divina-, como el auténtico combustible de ese interminable odio que alienta este permanente conflicto.

Inicialmente, del lado israelí –que es una de las pocas democracias homologables de Oriente Medio- con el desarrollo económico y social del Estado de Israel, parece más fácil el poder llevar a cabo esa labor, pero en el lado palestino –que está inmerso en un subdesarrollo grave y preocupante, junto con el gueto en que han sido ubicados con el muro que construyó el Estado judío a raíz de las entifadas de años pasados- no parece que sea fácil, dado que la situación de pobreza y aislamiento social, junto con el hacinamiento de algunos de sus territorios, facilitan que emerja un islamismo intransigente como irrealista, que alienta una beligerancia que prende fácil en un tejido social de desesperación. Tal ha sido el caso de la emergencia de Hamas frente a la antigua OLP, que a su vez a fragmentado el liderazgo político palestino, radicalizando a parte de su población, lo que alienta el conflicto de forma peligrosa, ante lo que Israel se siente en permanente amenaza y responde como gato acorralado de forma desproporcionada.

Por consiguiente, si no se quieren repetir episodios bélicos en la zona, lo primero que tienen que hacer ambas partes es llegar a convenir un acuerdo de paz y garantizar su cumplimiento por parte de su población, algo que no parece garantizado mientras Hamás siga ostentando el poder político y militar que ha alcanzado entre los palestinos –fruto de su frustración ante el desarrollo del litigio con Israel- pero que ha ayudado bien poco a estabilizar una duradera paz en la zona, pues mientras desde sectores de Hamás se inciten provocaciones frente a Israel, este verá propicia la ocasión para arrasar con una situación que verifica como peligrosa para la seguridad de su país. ¿Qué país admitiría que le lanzaran misiles desde territorios vecinos, con alcances superiores a 100 kms?. Otra cosa, es el grado de la respuesta bélica, la desproporción y las consecuencias en víctimas inocentes.

Consecuentemente, como no vemos que los palestinos estén en condiciones de controlar a Hamás, ni de asumir los tratados de paz que reconocían la autoridad palestina, nos tememos que la inestabilidad en la zona seguirá siendo la constante, con una violencia latente que periódicamente detonará en conflictos más o menos abiertos. ¡Tal es la desgracia a la que nos vamos acostumbrando!.

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