jueves, 14 de agosto de 2014

LA DEFENSA DE LA LEGALIDAD INTERNACIONAL ANTE RUSIA TIENE SU COSTO


Las sanciones económicas adoptadas por EEUU y la UE frente a Rusia por la participación que ha tenido en el conflicto ucraniano, alentando y apoyando a los independentistas ucranianos pro-rusos, que al parecer fueron los responsables del derribo de un avión civil dando lugar a la muerte de casi 300 personas, no parece que vayan a salirnos gratis a los ciudadanos de la UE, por la respuesta rusa en forma de restricciones comerciales a productos de la UE y EE.UU.

En el ámbito que más directamente nos afecta a los españoles, y en particular a los agricultores y ganaderos de levante, van a ser unos de los principales agraviados por las restricciones económicas rusas, que en forma de cancelación de compromisos y previsiones de compras de productos agropecuarios españoles, va a infligir al sector un estimable costo, que se añade al que se viene soportando por los efectos de la crisis económica que venimos padeciendo desde hace varios años.

Tal hecho ha dado lugar a la natural protesta de los afectados, que apelan a Bruselas para que la UE adopte medidas paliativas sobre este revés económico, al tiempo que plantean soluciones al gobierno español, que aún están por determinar, y a saber si llegan. Con lo que nos encontramos en un caso nuevo de tensión Este-Oeste, que recuerdan los de la pasada “guerra fría”, si bien ahora la confrontación pasa del terreno político al económico (en vez del militar como era antaño), algo que con ser también pernicioso, no deja de aparentar ser más civilizado.

De tal manera, que este caso pone de manifiesto a la sociedad occidental que la lucha por los derechos humanos, y por una legalidad internacional respetuosa con los territorios soberanos y sus fronteras, tienen un costo, pues no sale de gratis, como no han salido de gratis las conquistas históricas de derechos sociales y políticos.

En el caso ucraniano y ruso, interviene además otro componente, que viene siendo igual de nocivo para la estabilidad de los pueblos en Europa, que resulta del nacionalismo que exacerba determinadas poblaciones por motivos étnicos, religiosos, o lingüísticos, e irradia un odio sobre la diferencia de lo propio, imposibilitando la convivencia multiétnica o pluricultural, y que ya fueron el combustible violento que activó la guerra balcánica de la extinta Yugoslavia, entre otras.

Si además, como en el caso que nos ocupa, hay una confrontación de intereses políticos y económicos, junto con unas dudosas relaciones de vecindad mal resueltas por la segregación de las Repúblicas de la extinta URSS, el asunto resulta aún más complejo y peligroso para acabar en un conflicto –como realmente está detonando-, pues para Rusia y sus intereses expansivos los ucranianos de origen y  habla rusa que se encuentran próximos a su territorio son terreno a abonar para sembrar el virus nacionalista que acabe descomponiendo al vecino ucraniano, que además arrastra serios problemas económicos y de gobernabilidad. Y de ello se deriva el indisimulado apoyo militar a las milicias nacionalistas ucranianas prorrusas, con lo que Rusia está conculcando la legalidad internacional de no intervención en conflictos de otro país, al tiempo que con su apoyo militar sostiene una guerra más o menos larvada en su patio trasero.

Y si además, sus sicarios ucranianos, como parece, han derribado un vuelo civil internacional por error, tal hecho es demasiado grave –junto a todo lo anterior- como para que la conciencia de la sociedad internacional no haga un serio reproche al ambicioso Putin, que sigue comportándose con el autoritarismo propio de su pasado comunista, y no sólo no atiende a razones, sino que responde de forma igualmente beligerante para con la Comunidad Internacional, especialmente contra quienes ya han denunciado su perversa actuación y los dramáticos resultados que está cosechando.

Ante esta situación no cabe más que una opción, bien asumir los hechos como ajenos a la UE, y por consiguiente –sobre la base de la real politic- no entrar en controversias con el gigante ruso y seguir nuestros propios intereses comerciales; o por el contrario, advertir al ambicioso ruso que no todo es válido, que ya ha cruzado la línea de lo permisible, y que los muertos –especialmente los civiles inocentes de un conflicto que está alentando- no salen gratis. Claro que en este último caso, nos encontramos que él mismo también nos devuelve la jugada y nos pasa una dura factura, pero la dignidad y la legalidad internacional –que posibilitan la paz en el mundo- tienen un precio mayor que el coste que nos pueda repercutir con un cierre temporal de mercados. ¡Todo tiene un límite, también en el terreno internacional..!.

La humanidad tiene numerosos casos de tibiezas y silencios cómplices que acabaron en tragedias humanitarias, por el inmoral e ilegal desbordamiento de un determinado foco de poder expansivo al que no se le puso coto en su debido momento. Pues, en definitiva, como reza el famoso dicho del brigadier Méndez Núñez: “¡más vale honra sin barcos, que barcos sin honra!”.

 

1 comentario:

  1. Si, Domingo, todo tiene un límite!. La dignidad y los valores humanitarios no son valor de mercado, ¡aunque para muchos lo sea!.
    Las leyes de mercado son inmorales dentro y fuera del país, así que DEJEMOS DE VENDER VIDAS.

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