domingo, 9 de noviembre de 2014

RECORDANDO LA CAÍDA DEL MURO DE BERLÍN


La caída del muro opresor en Berlín por las autoridades comunistas de la Alemania del Este, al dictado del Kremlin, en el año 1961 para asegurarse la estancia de la población en el territorio de unos países totalitarios, donde no había lugar al ejercicio del menor derecho personal, y en consecuencia los ciudadanos de esos países regresaban a ser súbditos o menos que súbditos, en una especie de semiesclavitud moderna impuesta por estos Estados Totalitarios.
La instauración del muro de Berlín suponía la constatación de las políticas opresoras del comunismo raíz leninista y estalinista, como también lo fue el de raíz maoísta, o los otros sucedáneos periféricos de comunismo liberticida y criminal.
La evolución de estos regímenes dictatoriales a regímenes policiales sobre la propia población interior, donde no se permitía la menor crítica ni iniciativa distinta de la “verdad o guión oficial”, llevó a la gestación de una sociedad endogámica, cerrada, asfixiante para la mayoría de la ciudadanía, y con ello a un fracaso social en todos sus aspectos, también políticos y no menos económicos, que fue por donde empezó a romperse la férrea cohesión del “telón de acero” instaurado por Stalin tras la II Guerra Mundial sobre los países de su órbita, que conformaron el Pacto de Varsovia en respuesta a la OTAN en la denominada Guerra Fría, que mantuvo la tensión internacional hasta la auténtica y real caída de estos regímenes dictatoriales de porte comunista.
En consecuencia, el recuerdo de la caída del muro de Berlín, que fue la fase final de los estertores del comunismo leninista-estalinista, y la recuperación de la libertad de la Europa del Este, incluida la desmembración de la propia URSS con el nacimiento de nuevos Estados surgidos de la descomposición del “Imperio soviético”, nos debe recordar la gran tragedia que vivieron generaciones de personas en el Este de Europa, y los errores liberticidas de estos regímenes, para que nunca más se reproduzcan.
En concreto, esa diabólica obra de separación de Berlín, se llegó a cobrar más de cien víctimas directas que perdieron la vida intentando cruzar el muro y alcanzar el denominado “mundo libre” para buscarse la vida con la dignidad a la que toda persona humana tiene derecho, y que se le negaba en el Este comunista.

Al propio tiempo este hecho, desencadenó la caída definitiva de los regímenes comunistas de la Europa del Este, con el tránsito democrático –más o menos amplio- de los distintos países de la antigua órbita soviética, y sobre todo, en el plano internacional se perdió la bipolaridad del mundo entre el este comunista y el oeste capitalista, para avanzar a un mundo globalizado, que con sus ventajas respecto al comunismo caído, sin embargo no ha alcanzado la prometida perfección del autoproclamado mundo libre, que al no tener el contrapeso comunista ha radicalizado sus propias tesis capitalistas, apartándose progresivamente de las tesis socialdemócratas y socialcristianas que dieron origen a la Comunidad Económica Europea (actual UE) generando los denominados “Estados Sociales” o del bienestar, que han ido perdiendo entidad con el avance del neoliberalismo económico globalizador, desregularizado que está dando lugar a cíclicas crisis por procesos financieros especulativos desbridados de cualquier control gubernamental, que está poniendo en riesgo la estabilidad de las economías y los sistemas sociales europeos que se dieron cita como respuesta política de estabilidad y concordia tras la II Guerra Mundial, que actualmente están siendo las víctimas de la globalización que vino tras la caída del muro y de los regímenes comunistas.

1 comentario:

  1. Necesitamos frenos, y el comunismo, pese a sus lacras, era una idea reguladora, que frenaba, ponía bridas a este estado globalizado, que no es menos policial ni controlador que aquel, aunque de forma más sutil y difusa.

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