sábado, 10 de agosto de 2013

LA POLÍTICA DE CAÑONERAS DE LA “PÉRFIDA ALBIÓN”


Inglaterra mantiene con España un secular pulso por el Peñón de Gibraltar, que cíclicamente trae sus propias crisis, la mayoría de las veces auspiciadas por los propios intereses de los habitantes del Peñón, como ha sido el hundimiento de bloques de cemento en la bahía de Algeciras para impedir la pesca en aguas próximas a la colonia, en dañino e inamistoso gesto entre vecinos y socios de la UE y de la OTAN.
A tal atrevimiento, España ha contestado con un recrudecimiento de los controles en la verja, que han ocasionado colas interminables en los accesos a la colonia, que ha determinado una escalada de la tensión vecinal, con agitación de algunos “llanitos” frente a la policía de la verja, y el subsiguiente envío de la Royal Navy a Gibraltar, para exhibir músculo militar, en lo que supone de la conocida “diplomacia de cañonera” habitualmente usada por el Reino Unido en su territorio colonial.
Ante tan arrogante e inamistoso gesto, España no debería de entrar a la provocación militar análoga, pues las armas las carga el diablo. Más bien, debería de activar una política más pragmática y dura de la que viene empleando, especialmente fruto del buenismo de los gobiernos socialistas que facilitaron la unilateral apertura de la verja, le facilitaron los accesos derecho de descolonización a España en el 1969. Por consiguiente, con la baza diplomática a nuestro favor, ¿por qué se han hecho tantas concesiones a los británicos a cambio de nada?; ¿por qué tolera España de forma impasible la arrogancia británica y la agitación populista e inamistosa de grupos de gibraltareños (“llanitos”)?.
La Roca con su escaso espacio territorial en manos británicas, pudo tener su sentido estratégico antaño, pero en la actualidad con las nuevas tecnologías (incluidos los satélites) ha perdido tal virtualidad, además si España aplica el Tratado de Utrecht que estableció las condiciones de la colonia británica en Gibraltar, habría de volver al cierre total de la verja, con el aislamiento terrestre del Peñón, y la consiguiente asfixia económica del mismo, que le costaría muchos millones de euros a Gran Bretaña, a partir de lo cual se plantearía su interés por mantener tan aberrante espacio colonial en la propia Europa.
De tal manera, que más allá de otros enfrentamientos y provocaciones, la “real politic” dicta “mano dura con guante de seda”, algo que los ingleses conocen bien, dada su consustancial hipocresía; y ello pasaría por retirar las líneas telefónicas, cerrar la verja, perseguir a las empresas y capitales españoles que se instalen en la “Roca” para evadir impuestos, y asediar lícitamente a los beneficiarios de esta aberrante situación colonial entre socios desleales, ante lo que habría de estudiarse igualmente más cuestiones de cooperación civil y militar con el Reino Unido, hasta tanto no se normalizara esta situación con la liberación colonial de Gibraltar por parte del Reino Unido, evitando cualquier tipo de exabrupto o desahogo verbal por parte de cualquier representante político español. Pues la dureza ha de ser en los hechos, no en las palabras.

Si bien, previamente a todo ello, y dada la errática política exterior española –según se trate de gobiernos del PP o del PSOE- por parte del Congreso de los Diputados se debería debatir y aprobar mayoritariamente la ulterior política a seguir, como una “política de Estado”, en vez de tratarla de política de partido, que tan perniciosos efectos ha tenido para España desde la apertura de la verja por parte del gobierno socialista de Felipe González.

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