viernes, 6 de enero de 2012

EL “ARCANO” DE RAJOY



El nuevo presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy, está dándole un halo de misterio a su acción de gobierno, pues parece haber contraído una especie de “agorafobia” que lo está empezando a distanciar del común de los mortales, rehúye preguntas  en ruedas de prensa, no comparece para explicar sus medidas políticas, ni siquiera las de subir los impuestos –que representan el primer incumplimiento flagrante de sus promesas electorales-, y aún manda decir que no dará explicaciones de sus nuevas políticas hasta el mes de febrero.
Ya sabíamos que era hermético, pues en la campaña apenas se pudo conocer ninguno de sus planteamientos inmediatos de actuación, o sea, el cómo iba a alcanzar los objetivos que anunciaba; y  de hecho tal nivel de ambigüedad, de imprecisión, cuando no de oscurantismo, para ocultar la severa “cirugía presupuestaria” que se sospechaba.
Y es que consideramos que en una democracia la ciudadanía tiene derecho a que sus representantes le informen de forma completa, auténtica y sincera de sus planes de acción política, y no sólo de los objetivos –en los que puede haber un mayor nivel de consenso, que en los medios para alcanzar dichos objetivos-. No en vano, se dice que un dolor de cabeza también se elimina con la decapitación del paciente; pero naturalmente el remedio es peor que la enfermedad.
Pero además, este hermetismo, acaso miedo escénico, acaso despotismo ilustrado, resulta una estrategia errónea y antidemocrática, impropia de regímenes demoliberales del S. XXI, y más propias del Absolutismo felizmente superado. Pues en definitiva, se viene a deslizar de nuevo la idea de que están trabajando por el pueblo, pero sin el pueblo –pues quizá este molesta, y sea más fácil prescindir del mismo, salvo para que pague los impuestos y que vote-.
Esta tendencia de enclaustramiento, que viene presentando el Presidente Rajoy, no sólo no le favorece, sino que a la larga le acabará pasando factura, además de ser antidemocrática; y por ello, sus asesores de comunicación, deberían de urgirle a un rápido cambio de actitud que le llevara a comunicar más y mejor con la ciudadanía, así como con la sede de la soberanía popular –a la que no tendría nada que temer por su holgada mayoría parlamentaria-, y dar cuenta del estado financiero real del País, de los objetivos y los medios para alcanzarlos; para lo que también nos permitimos recordarle el recorte de parlamentarios que él mismo propuso en el fulgor de la campaña, y del que nunca más se supo.
Además, con este hermetismo sobre la acción pública –de por sí contradictorio-, vemos difícil que Rajoy revalide en el día a día, la amplia confianza que le han mostrado las urnas. Y no creemos que así, sea capaz de llevar a cabo la necesaria regeneración que la vida política española requiere, como “crisis dentro de la crisis económica”.
Así que ese arcano en el que se ha instalado Rajoy –acaso sea por un “síndrome agudo de la Moncloa”- resulta una perversa práctica antidemocrática, que debe corregir rápidamente y dar “luz y taquígrafos” a su acción política. Sabemos que no lo tiene fácil; pero decía tener soluciones…..¡Esperemos que no sea otro reclamo electoral…!.

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