viernes, 8 de mayo de 2015

LA INSULTANTE HUELGA DE MILLONARIOS


             Se nos anuncia, cual apocalipsis, una inminente huelga de futbolistas profesionales en el fútbol español, las razones que se aducen son tributarias, pues a los “señoritos del balón” les parece excesiva su contribución fiscal al sostén del Estado y los servicios públicos, en un claro ejemplo de individualismo insolidario e incívico.
            Se quejan de que es mucho lo que pagan al Fisco, pero realmente es que es mucho lo que perciben por la profesionalización de un deporte, del ejercicio de algo inicialmente ocioso, que con el devenir del tiempo ha llegado a convertirse en uno de los oficios –pues acaso resulte dudoso denominarle profesión- de las mejor retribuidas del país, especialmente en la máxima categoría en la que a los reconocidos “ases del balón” se les llega a pagar auténticas millonadas, además de agasajarlos, mimarlos e idolatrarlos hasta la extenuación.
            Todo ello ha sido fruto de  la evolución de la sociedad de masas, en su derivación hacia la sociedad de consumo, cuya mezcla resulta alienante para la persona humana, que acaba atendiendo a aquellas famosas demandas de “pan y circo” tan antiguas como actuales en la historia de la humanidad, en las que la expansión hacia el ocio del ser humano y su fuga de la dura e incomprensible realidad, le lleva al ocio en fórmulas idolátricas, que configuran una moderna forma de religiosidad (de adscripción, ritual, pasión irracional, emotividad, congregación semanal, simbología particular, etc.).
            En ese marco neocultural aparecen los “nuevos ídolos” que reportan una exigua felicidad fugaz a las masas de seguidores que los veneran de forma irracional, esos nuevo ídolos a los que se cuida (se les paga extraordinariamente bien –incluso en plena crisis económica con cifras de paro sobre el 26% y 27%-, se les regalan vehículos deportivos costosísimos, se les encarga todo tipo de publicidad –pese a que algunos apenas sepan hablar bien-, viven en chalets mansión en zonas de alta sociedad, custodiados por sus escoltas no pocos de ellos, a los que los clubes les pagan todo tipo de caprichos, de derechos de imagen, etc.), pero a la hora de pagar los impuestos, de contribuir con el país que les acoge, en el que viven y posibilita su alto rendimiento económico, resulta que les parece excesivo, recurriendo algunos de ellos a situaciones denunciadas y sancionadas por la propia Hacienda estatal por defraudación fiscal, ocultamiento de dinero en paraísos fiscales, creación de sociedades instrumentales (SICAV´s) para tributar menos que en rendimientos del trabajo, etc., etc.
            Y cuando en plena crisis económica, con una deuda pública del Estado equivalente al 100% del PIB y un paro del 26%, Hacienda trata de lograr mayores ingresos, evitando la elusión fiscal de algunos de estos personajes determinando el pago por rendimientos de trabajo personal, que en las ingentes cantidades que ganan los futbolistas profesionales –especialmente los “galácticos”-, resulta que a estos les parece excesivo, injusto y montan una huelga.
            En vez de hacer un planteamiento solidario y justo, dado que cada uno ha de contribuir en proporción a sus ingresos (por lo que a más ingresos más contribución), en virtud a la progresividad de los impuestos, lo que lleva implícito no sólo una justa contribución a los gastos comunes, sino al propio tiempo un justo reparto de la riqueza que en virtud del mantenimiento de buenos servicios públicos se propicia una drástica reducción de las diferencias sociales, tan injustas como nocivas para cualquier convivencia social.
            Por consiguiente, ese debería de ser el planteamiento de estos ídolos de masas, que con su buen ejemplo de solidaridad y justicia social, bien podrían posibilitar una progresiva evolución social hacia una cultura nacional más solidaria y respetuosa con lo común, más justa con su entorno socio-político que propicie unas relaciones sociales y económicas más sanas por su justicia de raíz, algo que viene propiciándose en países del norte europeo, sin que nadie cuestione allí el alto gravamen impositivo dado que tienen la experiencia de unos excelentes servicios sociales gratuitos para toda la población, y en su consecuencia, de una sociedad más igualitaria, más justa, más solidaria, que comparte realmente un proyecto común, que difícilmente se puede evidenciar en sociedades individualistas de porte egoísta e insolidario, en los que cada uno va a su propio interés en vez de buscar el logro del interés general.
            Motivo por el cual, la sociedad debería dar la espalda a estas muestras de insolidaridad social, por parte de ídolos de masas hipervalorados hasta el día de la fecha, pues pocos profesionales de primer nivel (cirujanos, médicos, abogados, arquitectos, etc.) logran unos rendimientos de su trabajo profesional tan alto como los futbolistas profesionales, y no por ello han tenido que emplearse a fondo en grandes esfuerzos de años de estudio, de carrera, oposiciones, especialidad, etc., ni mucho menos inferiores al de los “ases del balón”. Algo que resulta desmedido e irracional.

            La actitud de la sociedad ante este tipo de iniciativas de fuerza de personas adineradas que no quieren pagar lo estipulado legalmente, reflejará el nivel de salud social corporativo que tiene nuestro país. ¡Todo un síntoma…!, y ¡todo un reto!.

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