lunes, 13 de agosto de 2012

LA ESCALADA DE LA TENSIÓN EN ORIENTE MEDIO



La guerra civil en Siria, junto con el creciente hostigamiento sobre el Estado de Israel por parte de Irán, y los conatos de enfrentamiento con yihadistas radicales procedentes de Egipto en el Sinaí, está dando lugar a una escalada prebélica en la zona.
El prolongado discurso belicista y antisionista del Estado persa, que ha declarado en varias ocasiones su pretensión de echar a los judíos al mar, en un juego de hostilidades contrarias al Derecho Internacional y a la convivencia pacífica entre los Estados, ha supuesto que los persas acojan una equívoca defensa del islamismo radical chiita –facción no mayoritaria del islám- para alcanzar el desarrollo de su armamento nuclear y procurar cierto grado de liderazgo en esta caliente zona clave en la geoestrategia mundial.
El transcurso del tiempo, con fallidos controles internacionales de la carrera armamentística nuclear iraní, junto con la indecisión de la Administración Obama, han llevado a que el Estado persa se encuentre concluyendo su fase de culminación y transformación como nueva potencia nuclear, lo que conlleva un importante peligro por el desequilibrio geopolítico de la zona tan sensible, sobre todo por la manifiesta hostilidad iraní hacia el Estado de Israel, en lo que pretende justificar su política armamentística y disimular su pretensión de convertirse en un país influyente en la zona de medio oriente.
Por consiguiente, no es extraño que el Estado hebreo –única democracia moderna al modo occidental de la zona- haya tenido que precaver nuevamente ante tanta hostilidad de la vecindad, al punto que en los últimos días se están alcanzando significativas medidas gubernamentales que plantean un ambiente prebélico, de la mano de la concesión de poderes extraordinarios a su jefe de gobierno Benjamín Netanyahu, lo que unido a la adopción de medidas de seguridad civil y provisiones armamentísticas hace que la escalada de tensión esté llegando a un punto de acción militar, para frenar las amenazas iraníes que Israel no se toma en vano.
Además resulta significativa la reciente visita de Hillary Clinton a Turquía –aliado de la OTAN en la zona- que aunque ha tenido un reciente incidente diplomático con Israel, sin embargo es una pieza clave en ese escenario geoestratégico de alta combustión, lo que hace pensar que así Turquía mantendría su posición pro occidental olvidando pequeñas diferencias pasadas con el Estado hebreo. Pues ni a Israel, ni tampoco a Turquía le interesa el crecimiento belicista de Irán, y mucho menos su perniciosa influencia en el conflicto civil sirio, cuya resolución cada vez parece más inclinada hacia una victoria insurgente, si bien genera serias dudas sobre el grado de tensión que podría añadir si se hicieran con el poder radicales islámicos –algo no del todo desdeñable, según las confusas informaciones procedentes de Siria-.
Pero si EEUU e Israel no toman cartas en el asunto del armamento nuclear iraní, pronto contaremos con un nuevo Estado nuclear especialmente hostil hacia Occidente, y lo que representa, con mayor influencia desestabilizadora en la zona de Oriente Medio, crecido  desafiante, lo que entraña un alto riesgo para la paz mundial, y sobre todo para la geoestrategia de la sensible zona petrolífera que podría conllevar un nuevo problema económico mundial. Ello sin contar con el potencial incremento de conflictos locales, latentes en los últimos años como los de Palestina, Líbano, e incluso Egipto –con el giro político que ha tomado, y las tensiones entre el poder político y militar actuales-.
Por consiguiente, ante la cada vez más inoperante ONU –incapaz de tomar la menor decisión, si quiera por humanidad en el conflicto civil sirio, por los vetos ruso y chino-, tendrá que intervenir EEUU junto con la UE y la OTAN para parar el belicismo iraní con su pretensión de ser potencia nuclear. De lo contrario, tendremos una peligrosísima escalada de violencia en la zona con graves repercusiones mundiales. Así las cosas, y sin perjuicio de considerar derechos pretéritos del pueblo palestino, en el momento actual, el Estado de Israel supone un auténtico valladar en Oriente Medio, de avanzadilla de las democracias occidentales, en un mundo árabe que culturalmente aún no ha conectado con la filosofía de las libertades individuales y públicas, y menos aún con su práctica. Consecuentemente, Occidente no debería dejar en la soledad al Estado hebreo –cuya cultura también tiene su origen en Oriente, pero sin embargo, ha sido capaz de evolucionar hacia la modernidad en su conjunto- y cuya situación actual tiene su fundamentación en las normas y acuerdos internacionales. Aunque haya tenido que responder violentamente ante acciones terroristas armadas contra su seguridad y la de sus ciudadanos.
Así convendría que la Comunidad Internacional hiciera ver su firme disposición al mantenimiento del orden, y su decidido compromiso por la paz y el desarme, junto con la defensa determinante de los derechos humanos, para lo cual algunas naciones árabes habrían de evolucionar más en prácticas democráticas respetuosas con las minorías, dejando las teocracias en la historia, para acabar de entrar en la civilización del S. XXI.

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