viernes, 8 de febrero de 2013

ROSELL, PATRÓN DE PATRONOS, EN PLAN PROVOCADOR



            
            Juan Rosell, el presidente de la patronal española, ha hecho hoy unas singulares declaraciones en las que muestra su escepticismo sobre las elevadas cifras de paro del país, y desde el “ingenio” de ingeniero de mejor causa, ha hecho una singular propuesta para fomentar el ahorro de las Administraciones Públicas, sobre la hipótesis de que sobran unos 400.000 funcionarios, propone que se les mande a casa con el percibo de un subsidio para ahorrar en luz, teléfono y material de oficina.
            Naturalmente, la respuesta sindical no se ha hecho esperar, reprobando tan genuina como descabellada propuesta y pidiéndole su rectificación.
            No está mal que personajes públicos hagan declaraciones públicas, emitan sus opiniones, y cual arbitristas decimonónicos propongan soluciones a los “males de España”. Pero lo que no parece de recibo son las propuestas que son auténticas simplezas, por su falta de coherencia y de auténtica maduración, y que no hacen sino subirse al “carro demagógico” en su deambular por una hedionda vida pública española.
            Propuestas como la de Rosell lejos de afrontar problemas, los agravan por lo que supone de encizañar más el “patio público” hispano, donde los errores, golfadas, e incluso delitos de unos –que les han llegado a encumbrar-, hunden a los demás en la mayor de las miserias, sin remisión ni compasión alguna, sino en razones de la más primaria de las codicias y del egoísmo que sólo se ve a sí mismo, y le sobran los demás.
            El Sr. Rosell habría de manifestar más respeto a las Instituciones Públicas –en concreto a las que gestionan el empleo y el desempleo, dando mayor crédito a las cifras oficiales-, debía de tener más respeto por la pobre gente que está en situación de abandono social y pobreza fruto del desempleo –en un tejido económico empresarial, al que representa, incapaz de consolidarse, generar empleo y repartir riqueza-, y sobre todo debería de valorarse mejor a sí mismo antes de dar consejos al sector público, del estilo del que se le ha ocurrido.
            Rosell y algunos de sus colegas de patronal habrían de asumir de una vez para siempre, que este país no puede seguir la senda de la insolidaridad, dentro de un ambiente generalizado de hipocresía empresarial, de la doble contabilidad, de la economía sumergida, de los altísimos índices de paro, que es lo que realmente hace inviable nuestra economía, pero sobre todo, hace inviable nuestro propio sistema de Estado Social de Derecho. Un país con ¼ de la población activa en paro es un fracaso colectivo, por injusto e inviable. Ante lo que la solución no va por la vía de la exclusión –según la genialidad de Rosell-, sino de la inclusión –por imperativos de justicia social-.
           

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