domingo, 23 de febrero de 2014

EL 23-F: UN LAMENTABLE SUCESO QUE JAMÁS DEBIÓ OCURRIR


En este trigésimo tercer aniversario del fallido golpe de Estado, recordamos una efemérides de un lamentable acontecimiento –entre los lamentables de nuestra historia nacional- que jamás debió ocurrir, si bien es el resultado mal gestionado de presiones políticas, económicas y del terrorismo etarra que atenazaba dramáticamente la vida española.
Fue un trágico suceso, que afortunadamente acabó resolviéndose de la mejor manera posible, sin víctimas, lo que facilitó una complicada solución interna en un estamento militar –que tras ser objetivo del terrorismo etarra, y aún con pervivencias franquistas, supo resolver internamente un deshonroso lance en su propio seno- que de esa manera se incorporó definitivamente a la nueva etapa democrática.
No es el momento de entrar en los detalles, causas y participantes en aquella operación, ni siquiera en su tragicómico desenlace, sintetizado por el teniente coronel Tejero cuando supuestamente se le postulaba el General Armada para presidir un gobierno de concentración, cuando le dijo que para eso no hacía falta tomar militarmente el Congreso de los Diputados. ¡Y era una gran verdad!.
De ahí las especulaciones literarias y periodísticas sobre el golpe, sus entretelas, sus autores y copartícipes, aún sus encubridores, y sus diversas variables, a día de hoy no aclaradas del todo, pese al transcurso del tiempo –que posibilita la prescripción de los tipos delictivos, y en que algunos de sus afectados más o menos directos ya fallecieron-.
Tal parece que algunos de los implicados, posteriormente condenados y finalmente indultados, no compartían el mismo guión golpista, lo que da pie a pensar también en los apaños de última hora, o en sumarse a una intervención que no se comparte plenamente para seguidamente reconducirla al propio interés; lo que dio lugar al estrambótico final de la operación militar de fuerza tomando el Congreso.
A día de hoy, se van comprendiendo mejor las circunstancias y hasta detalles que se han ido revelando, con el tiempo, que aparentemente eran contradictorios, pero encajan en esa idea de acumulación de proyectos de golpe, de intencionalidad y alcance del mismo (simple golpe de timón ante lo que parecía estar escapando de las manos del poder fáctico, desahogo de un sector del ejército victimizado excesivamente por ETA sin una respuesta que fuera contundente –según exigían no pocos militares y sectores influyentes de la época; no se olvide que pocos años después nació el GAL y el Batallón Vasco Español-; o marcha atrás de la democracia y vuelta al autoritarismo franquista bajo tutela del ejército y poderes fácticos de la época). Al parecer no existía un consenso en el planteamiento y alcance y así se puso de manifiesto en el discurrir de los acontecimientos. Y tras ellos un pacto de escrupuloso silencio y una “omertad” corporativa bajo el escudo de un honor mal entendido, impropia de un país democrático y libre como se dice que es España.

Pero sobre todo, por higiene democrática, a estas alturas de la historia, transcurridas más de tres décadas, la ciudadanía tiene derecho a conocer los detalles, proyectos, intervinientes directos e indirectos, y la toma de posición de importantes agentes de poder político, financiero y militar. Pues hay quien cuenta la historia a su manera, y existen historias muy contradictorias respecto de determinadas y señaladas personalidades en los aciagos hechos del golpe, ante lo que la historia demanda ya la verdad, para conocer a los auténticos héroes y villanos de los acontecimientos de tal día como hoy de hace treinta y tres años, que hubieran podido cambiar notablemente el curso de la historia de España y la de no pocos españoles.

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