sábado, 15 de marzo de 2014

LAS DIFERENCIAS ENTRE EL TÉCNICO Y EL POLÍTICO


Hay un error común que es confundir la acción política con la gestión técnica, pues aunque esta última sea conveniente herramienta de la agenda política, sin embargo no es la política, no agota su ámbito de acción. Ni el político ha de confundirse con un mero gestor o técnico, tal sería la figura del tecnócrata, variable anómala de la democracia.
Decimos esto, porque no pocas veces el pueblo habla de que a la política lleguen los más capaces, y yo corregiría en el sentido de los más honrados, lo que tengan más espíritu de servicio, que estén dispuestos a atender las demandas de los ciudadanos y representarlos con honor y dignidad, con práxis ética.
Pues las Instituciones Públicas ya tienen sus cuadros funcionariales de técnicos en las diversas materias, que son los que aconsejan a los políticos, por eso los políticos no deberían de invadir los puestos funcionariales –como lo están haciendo en la actualidad-, ni los funcionarios deberían incorporarse –como técnicos- a puestos de naturaleza política representativa, ya que ambas funciones son diferentes en su origen y en su desempeño. Algo que ya puso de manifiesto Max Weber en su conocida obra: “El Político y el Científico” delimitando claramente ambas figuras en el desarrollo de gestión de lo público.
Tal es así, que en estos días cuando hemos conocido los resultados de la denominada “comisión de sabios” que han elaborado una serie de propuestas para la reforma del sistema fiscal español, por encargo gubernamental, comprendemos bien lo que decíamos anteriormente, pues el científico aplica los conocimientos de una ciencia, con su metodología de trabajo, y llega a unas conclusiones, que en parte se pueden compartir, aunque lo que no parecen compartir ni la ciudadanía, ni el gobierno, ni la oposición es la propuesta de incremento de la imposición indirecta (pues proponen una subida generalizada del IVA al tipo máximo del 21%) que acabaría por hundir el consumo, y con ello el comercio, y la propia economía. Además de no respetar los principios impositivos de progresividad con que habría de grabarse la imposición directa (especialmente las rentas del capital, sociedades, transacciones bancarias, etc., de lo que por cierto no se propone nada por esos expertos). Lo que nos lleva a hacer también la consecuente crítica que posiblemente esos “sabios” estén contaminados ideológicamente, pues han seguido un determinado rumbo ideológico como orientación de sus análisis y propuestas, que de esta forma se nos tornan ociosas y desaconsejables por insolidarias e injustas.
En definitiva, no creemos que hayan aportado nada nuevo a lo que el equipo económico del gobierno no supiera ya, salvo que haya sido el pretexto para vender sus recetas neoliberales para seguir hundiendo a la clase media y trabajadora, incrementar las diferencias sociales y acabar de hundir al país.
¡Para ese viaje, no hacía falta alforjas…!.

Si realmente se quiere gobernar para todos los españoles, como gusta decir a los ganadores de las elecciones, habrían de olvidarse de esas recetas, y poner en marcha la intuición política que ha de tener quien ejerce el liderazgo gubernamental de un país para orientarse hacia un rumbo que sea justo, con menor grado de sufrimiento social, y más equitativo, para eso están las soluciones políticas de los que cuentan con el apoyo mayoritario de un pueblo en su conjunto, que no necesitan ampararse detrás de una comisión de expertos para promulgar medidas impopulares e injustas, conforme al recetario ideológico de su peculiar parroquia política.
La ciudadanía no ha votado a ninguna comisión de expertos, sino a unos representantes para que defiendan sus intereses. ¡Que quede claro..!.

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