martes, 8 de julio de 2014

FRACASO EN LOS SISTEMAS DE EDUCACIÓN Y EMPLEO ESPAÑOLES


La OCDE ha venido a denunciar el deficiente sistema educativo español, que sitúa el nivel de los universitarios españoles a la altura de los bachilleres japoneses. ¡Todo un fracaso!. Como también se constata de la inútil programación educativa para dinamizar el sistema de empleo, con el fin de sacar a España de la enorme e insostenible cifra de desempleo que padece.
Ni la LOGSE, ni la LODE, ni los experimentos de los gobiernos de distinto color han dado resultado, sino que han contribuido a incrementar el cambalache en el desnortado e ineficaz sistema educativo español, en el que además afloran últimamente universidades como si fueran academias de barrio, que ofrecen todo tipo de titulaciones con altos importes de matrícula que son cada vez más privativos para la sociedad española que aún pervive en medio de una crisis de la que tampoco se acaba de salir.
Ya se decía que la educación era una cuestión de Estado, en la que tanto PP como PSOE y demás fuerzas políticas deberían haber consensuado un modelo, pero los intereses político-clientelares de una derecha y una izquierda doctrinarias –cada una a su modo-, han hecho imposible ese necesario consenso en materia tan sensible como esta; dando lugar a idas y venidas a modo de “reformas y contrarreformas” que han sembrado la confusión entre familias y alumnado, han desmotivado al profesorado y han dado lugar a estos nefastos resultados.
A todo esto, como si un “complejo atávico” se tratara, la formación profesional –tan necesaria para dar salida al mundo del trabajo, a los jóvenes que no tienen preferencias universitarias- ha sido estigmatizada socialmente, como si se tratara de un fracaso o retroceso social del aspirante a formarse en un buen empleo, tan digno y necesario como una carrera, dando lugar –a través de la presión social- a una devaluación de la enseñanza media y universitaria con la consiguiente inflación de titulados superiores en demanda de cualificados empleos que no demanda nuestro sistema laboral, que finalmente acaban infraempleados –y con ello profesionalmente desmotivados, insatisfechos, cuando no frustrados-.
Ante tal desajuste, reconocido –para sonrojo patrio- a nivel internacional, con un paro estratosférico de los mayores de la UE, seguimos sin reconocer que algo no funciona en nuestro sistema educativo y de empleo. Por tanto, cabría cuestionarse que ¡algo se estará haciendo mal!. Sin embargo, no parece que en nuestro país esto se cuestione, y si por alguien se hace, caemos en el piélago autonómico donde acabamos plenamente perdidos.
Pues esa es otra equivocación, la de no considerar la educación y el empleo como cuestiones de Estado y haberlas repartido por las 17 autonomías, cada una de las cuales ha hecho su particular interpretación de su modelo educativo autonómico (especialmente las autonomías con gobiernos nacionalistas preocupadas por la propaganda nacionalista más que por la formación de sus jóvenes ciudadanos); siendo el resultado tan calamitoso como nos lo muestran los hechos.

Por consiguiente, alguien debería poner cordura y sensatez en España para que se rediseñara con carácter estatal un adecuado sistema educativo, que conectara claramente con el mercado laboral, para servir de preparación y salida laboral a los jóvenes estudiantes (tanto en los tramos medio como superior de la educación), armonizando las necesidades laborales con la preparación educativa, de forma razonable, con rigor y tutela pública estatal, de forma que se acabara de ver en ello un auténtico servicio público, por encima del negocio que se ha instaurado en los aledaños de la formación, ante la desesperación del alto número de demandantes de empleo, que acaban por sumar frustración por el infraempleo a la inicial frustración del desempleo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario