viernes, 10 de abril de 2015

¿QUÉ ES “CAMBIO” Y QUÉ ES “RECAMBIO” ACTUALMENTE EN LA POLÍTICA ESPAÑOLA?


            Hace pocas fechas el líder de PODEMOS, Pablo Iglesias, en un alarde de ingenio ha pretendido distinguir “cambio” de “recambio” en política, y como atribuyéndose estar en posesión de las esencias de la legitimidad, el acierto y la renovación de la vida política española ha calificado de “cambio” a su formación (PODEMOS), señalando como “recambio” a CIUDADANOS.
                Tal afirmación, que por ingeniosa no deja de ser ambigua e inexacta, además de arbitraria, hace un alarde de retórica sofista para “barrer hacia su terreno”. Ante lo que parece atribuir, Iglesias, el “cambio” como las esencias nobles de lo alternativo, en un marco de pretendido acierto, en tanto al “recambio” lo refiere como una especie de sucedáneo del cambio, un mal intento de cambio, acaso un repuesto de lo mismo.
                En esa exhibición “trilera” del lenguaje que tanto gusta a los políticos, como a los vendedores de “crece pelo”, en que con una artera y original reflexión se sentencia lo válido como propio y se devalúa lo ajeno. Pero a poco que reflexionemos un poco sobre ese juego de palabras y aún conceptos, podremos apreciar que el argumento falla por su base, especialmente en boca de un político como Pablo Iglesias, que comenzando su andadura política en IU –que era la que se venía presentando públicamente como la opción de cambio político de izquierda, más o menos auténtico- la abandonó para crear una nueva opción política de análoga configuración y discurso, salvo la mayor habilidad de adaptarse al sentimiento de cabreo y frustración de buena parte de la sociedad española en plena crisis económica, pero que en realidad viene a exhibir el discurso político programático de IU (matiz arriba o abajo), de donde cabría evidenciar que PODEMOS sería el “cambio del cambio”, o sea,  un “recambio” de IU, en cuanto a que vendría a representar las mismas políticas de izquierda que esta.
                Pero al propio tiempo, Pablo Iglesias, Monedero, Errejón y todos los líderes de PODEMOS, como los de otras formaciones tienen el perfecto derecho de cambiar de partido e incluso de ideología cuando quieran y como quieran. E incluso sentirse el “cambio del cambio”. Lo cual sería un “recambio”.
                Si bien, lo que no parece serio a estas alturas de la vida democrática española es que nadie se arrogue las esencias ideológicas de nada (entre otras cosas, porque siempre caben matices e interpretaciones tanto en la teórica como en la práxis política), y mucho menos descalificaciones por razones ideológicas, por “pureza de sangre”, etc., pues nadie tiene la patente de ninguna ideología. El pensamiento es libre, también el político y la práxis política, además conlleva muchas veces no pocos ajustes en busca de consensos y mayorías que posibiliten el razonable y pacífico entendimiento social, así como la gobernabilidad del país.
                En la situación actual, precisamente ante la previsible falta de mayorías absolutas en la política española –tras los próximos comicios-, habría que empezar a hacer un profundo ejercicio de diálogo socio-político, con respetuosa escucha, aporte de ideas y solución de problemas en la formación de complicados consensos. Situación en la que esa práxis política requerirá “dejarse los pelos en la gatera” no pocas veces. Tal situación conllevará la virtud del entendimiento, del respeto de las minorías, de la mayor participación de todos los sectores socio-políticos, y de mayor humildad de gobierno, aunque conlleve cierta sensación de inestabilidad, pero será bueno si ello contribuye a evitar actitudes de “despotismo político” e incluso corrupción política como las que han generado las mayorías absolutas del bipartidismo imperante.

                En ese ámbito parece innecesario e inapropiado políticamente hablar de esencias o evocarlas, pues en el fondo de tal evocación subyacen habitualmente tendencias fundamentalistas (esencialistas, dogmáticas, intransigentes) poco respetuosas con el sistema de derechos fundamentales y libertades públicas de las democracias occidentales. Eso también debería de reflexionarlo todo aquel que trate de erigirse en la “copia original” de una determinada ideología, las esencias, los fundamentos de la misma. ¡Error del subconsciente, o arrogancia de principiante!.

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