miércoles, 24 de diciembre de 2008

EL PERTINAZ COLAPSO FINANCIERO



Desde que este verano se generara la profunda crisis del sistema financiero internacional, como si de una plaga bíblica se tratara, la situación económica no ha hecho más que empeorar, con cierre de empresas, incremento del paro, y considerable bajada del consumo.

Y todo ello sucede, con unos mercados petrolíferos en los que los precios del crudo está a la baja, y los índices de precios al consumo igualmente han descendido, propiciando unas magnitudes económicas favorables, aunque no suficientes para atajar la crisis que padecen las finanzas mundiales.

Rápidamente, en unos casos, y no tan rápido en otros, los gobiernos de los diferentes países occidentales han adoptado medidas drásticas para atajar la crisis, pero tales medidas, además de cuestionables, no están logrando sus objetivos, pues se han centrado básicamente en inyectar dinero público en los mercados financieros, o para mejor decir, entre todos –y con nuestros impuestos presentes y futuros- se les ha dado dinero a los bancos para que recobren la liquidez perdida por malos negocios, y prácticas fraudulentas. Lo que ha venido a representar en la práctica, que los gobiernos le den dinero a los ricos, para que enjuguen sus malos negocios. ¿Y a los demás afectados por la crisis, que han generado ellos mismos, quien les atiende en la pérdida de sus negocios, empleos y hogares hipotecados?. Sería la pregunta lógica a una situación que no responde a más razones de evitar la quiebra de algunos bancos, y el deterioro de una confianza en el sistema que no tienen ni sus propios actores.

Entre tanto, va pasando el tiempo y la situación lejos de arreglarse, sigue su curso destructivo, pues la falta del recurso crediticio ha asfixiado a no pocas empresas, y en su caída, estas han arrastrado a muchos de sus proveedores. Alcanzándose cifras de paro sumamente preocupantes, con entrada en una situación económica recesiva.

De poco han servido las cantidades astronómicas de dinero inyectadas en los mercados bancarios, pues la banca no los ha puesto en circulación con agilidad para dar estabilidad a la situación económica, normalizando el funcionamiento mercantil. Y esta lentitud, cuando no sea una clara inacción bancaria ante la respuesta de los gobiernos, ¿a qué se deberá, porque a la banca también le va en el negocio?; ¿no será que están aplicando ese dinero estatal para sanear sus balances, y poder responder ellos, y sólo ellos, ante sus compromisos de pago?. Pues en concreto se llegó a decir que en la banca española había un déficit de liquidez económica para responder a las deudas contraídas en el mercado interbancario, contraídas en tiempos de bonanza. Y de ser así, ¿esa actitud sería justa?, ¿ha sido con el visto bueno gubernamental, haciendo el “paripé” de que ese dinero llegaría a las pymes y a las familias?.

No podemos evitar las anteriores preguntas, puesto que se evidencia que los caudales de dinero inyectados no están llegando con diligencia a los canales financieros, al decir de muchos empresarios, se sigue manteniendo la restricción crediticia. Conocidos son los numerosos casos, de denegación crediticia, de negociación de aplazamientos de deuda. Incluso los empresarios de la construcción de la Región de Murcia han manifestado públicamente que tienen que dejar de acometer la construcción de más de 2.000 viviendas de protección oficial aprobadas, por falta de colaboración financiera de las entidades de crédito. Y en esto, tanto el gobierno como la oposición tienen la responsabilidad política de controlar el curso del dinero entregado, precisamente para que cumpla la finalidad con la que se entregó.

Además, pese a las ampulosas declaraciones de algunos banqueros y políticos, el tiempo va descubriendo cómo la cadena del mercado financiero internacional ha metido a muchos bancos en “negocios virtuales”, que les ha generado grandes pérdidas económicas, cuando no en auténticas estafas.

Así aunque, dichas medidas, palien la situación financiera, y si acaso algo la económica general, se está constatando que no son ni las únicas a poner en práctica, ni desde luego la solución de la crisis. Entre otras cosas, porque se trata de una situación que deviene de la quiebra de confianza y de solidez en los mercados financieros internacionales, con el consiguiente daño por las pérdidas sufridas, y sobre todo, por el gran socavón que genera en el normal funcionamiento del mismo de cara al futuro, que evidencia la necesidad de una regulación por parte de los poderes públicos de las principales naciones implicadas, aunque ello suponga una mínima intervención en cuanto al control de “salud y fortaleza” económica de los mercados.

¡Nunca se deja a la zorra cuidando las gallinas…!.

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