viernes, 19 de octubre de 2012

ELECCIONES VASCAS EN PAZ A COSTA DE INCORPORAR AL SISTEMA A SECTORES PROETARRAS



Llegamos a la recta final de la campaña electoral vasca, que tiene como característica diferencial el haberse desarrollado en un clima pacífico, consecuencia del proceso de paz que está desarrollando aquella sociedad, y que conlleva el no menor precio de incorporar al sistema democrático e institucional a sectores proetarras.
Esa es quizá la verdadera y auténtica diferencia de este proceso electoral, pues tras varias décadas de violencia terrorista ETA anunció un armisticio –probablemente definitivo,  aunque no haya entregado las armas, y solo nos conste su anunciada voluntad y la realidad del cese de la violencia, que no es poco-.
Si bien, nos encontramos ante el posible fin definitivo de un largo y violento conflicto que dividió a la sociedad vasca, y sobre todo hizo sufrir a los españoles una violencia terrorista salvaje que no respetó ni a personas, ni ciudades, ni lugares concurridos, en definitiva, no respetó la vida y la dignidad humana, so pretexto de una lucha armada de supuesta liberación de lo que decían sentir como su Nación Vasca (Euskalerría), que tampoco fue entendida por el resto de los españoles, pues hasta que apareció la bestia terrorista aquellas regiones del norte de España fueron, como también lo ha sido Cataluña, territorios privilegiados por el Estado, tanto desde le punto de vista foral, como desde el punto de vista económico-industrial y financiero, siendo polos industriales de excepción en el territorio español.
Pero ese difuso sentimiento nacionalista, que trata de enfatizar las diferencias entre los españoles, no ha contribuido a la unión de España como país, sino que por el contrario ha ido sembrando un espíritu de diferencia y divergencia, en vez de contribuir a la necesaria convergencia a la que ha de tender todo Estado Nacional; y que en el colmo de los despropósitos generó un grupo armado que ha segado la vida a más de un millar de personas en defensa de una utopía, que con el tiempo llegó a tener un apoyo social en el País Vasco en torno a un tercio de su población, y habitualmente las opciones electorales del ámbito nacionalista radical violento ha oscilado sobre los 300.000 votos.
En consecuencia, ante esa realidad social, la fórmula policial contra el terrorismo era necesaria, pero no era plena para resolver el conflicto generado, ya que no se regulariza la convivencia socio-política sólo con medidas policiales, como no puede estabilizarse y hacerse viable un proyecto común de base democrática si no se dialoga y negocia entre todas las posiciones políticamente relevantes, entre las que no se puede ignorar ese estimable sector de la sociedad vasca que se ha posicionado en el ámbito de un nacionalismo abertzale radical. De ahí que se entiendan las discretas negociaciones entre los Gobiernos y los sectores beligerantes para intentar acercar posiciones y llegar a acuerdos viables que normalicen la vida pública de aquel territorio.
Y en esa situación, en que se intuyen acuerdos, más o menos expresos o tácitos, se entiende el armisticio de la banda terrorista, y la bondadosa legalización de algunas agrupaciones políticas, que por de pronto han logrado un amplio periodo de paz sin crímenes terroristas, y la incorporación democrática de sectores antes atrincherados de forma beligerante en los márgenes del sistema, que en la actualidad son recuperados para la paz y la regularización democrática de la política vasca, aunque será trabajo de más de un día el llegar a lograrlo plenamente; pero por de pronto, parece mejor que la vida política excluya el crimen, la amenaza, y la coacción.
Sin embargo, como en otros ámbitos de la vida, casi toda opción conlleva efectos deseables y otros no tan deseables. En el presente caso, la paz merecía el esfuerzo, y si la vida democrática acaba de hacer el resto –como se desea- sería lo ideal. Pero esos sectores siguen siendo potencialmente separatistas, y de un nacionalismo radical que desde las instituciones que consigan en mayoría pueden llevar su intolerancia al resto de la sociedad, que habrá de organizarse para lograr un auténtico equilibrio social que evite situaciones de dominio irrespetuoso, y sobre todo acciones públicas pro-separatistas por simpatía de la euforia nacionalista que se vive en Cataluña que tendría una rápida y fácil propagación al territorio vasco.
Entre tanto, como “cada día tiene su afán”, dejando para análisis futuros esas perspectivas de una potencial deriva separatista de del abertzalismo vasco, nos centramos en la presente consulta electoral para la que todas las previsiones dan una victoria quizá holgada a Iñigo Urkullu del PNV que relevaría de Ajurianea a Patxi López (PSOE), ante lo que habrá que esperar para ver si su actual mensaje contenido, moderado, no acaba por sorprender cuando alcance el poder, y animado por la deriva separatista del nacionalismo catalán de Mas, acabe por desempolvar el “Plan Ibarreche” y genere de nuevo otro grave problema político en la castigada España.

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