miércoles, 1 de mayo de 2013

ESCASA MOVILIZACIÓN EN EL 1º DE MAYO DE MAYOR PARO DE LA HISTORIA DE ESPAÑA



Se ha celebrado en Murcia la manifestación del  1º de mayo con cierto incremento de participación respecto a la tónica habitual de los últimos años. Pero este incremento es poco significativo en relación con el conjunto de la población. Pues ¿qué cabe pensar de una sociedad que en la que no se movilizan ni siquiera los parados el día del trabajo?.
Aunque pensando en un concepto amplio, el mundo del trabajo no sólo conlleva la defensa del empleo, sino también de las justas relaciones laborales (salarios, condiciones de trabajo, seguridad y salud laboral, formación profesional, incentivación, pensiones, y en general las acciones sociales que se derivan de la relación de empleo). Y este año todo este ámbito se ha resentido enormemente con recortes sociales que el gobierno ha puesto en marcha, so pretexto de salvar una economía que lejos de responder se hunde cada día más, porque la terapia empleada no es del todo acertada, ya que la economía responde a fenómenos de mayor complejidad que los recortes de gasto público, y aquellos sin embargo apenas se han llegado a abordar.
Por consiguiente, da la impresión que toda la política de recortes sociales, tal como se ha venido planteando en nuestro país, e incluso en el entorno europeo (Italia, Irlanda, Portugal y Grecia) responden a criterios más ideológicos que propiamente económicos, ya que con la excusa de la crisis se han llevado por delante, prácticamente el “Estado del Bienestar” ante el pasmo social que atónito y cabreado, pero con gran pasividad e individualismo asiste al discurrir de los acontecimientos.
De manera, que este año era importante, para cualquier observador o especialista en estudios sociales, valorar la respuesta ciudadana en forma de movilización ante una fecha histórica del 1º de mayo, en que ya no sólo los desempleados, sino los pensionistas, los usuarios de la sanidad, de la educación y demás servicios públicos, en definitiva el común de la ciudadanía de las clases media y trabajadora que son las que están pagando la crisis, se movilizaran, acudieran a las manifestaciones del día del trabajo y manifestaran pública y libremente su parecer sobre estas políticas de derrumbe del “Estado social”, que se ha quedado en la Constitución como un simple “brindis al sol”, y que en una de estas reformas se lo llevarán por delante también.
Sin embargo, en concreto en el caso de Murcia (dejando de lado la optimista cifra dada por los organizadores, de 25000 personas asistentes, que también se nos antoja escasa por las razones que venimos exponiendo) la estimación más adecuada a la realidad quizá sea la que oscila entre los 10.000 y los 15.0000 participantes. Ante lo que hemos de concluir, que se trata de un ¡fracaso..!, en las condiciones de emergencia social que estamos viviendo.
Según esto en una Región con algo más de un millón de habitantes apenas el 1% se habría manifestado en defensa del trabajo y de los derechos sociales. ¡Desolador…!
Ni los parados (que son en la Región unos 220.000), ni los pensionistas, ni los padres de familia trabajadores que ven recortados sueldos, becas, y demás ayudas sociales han aparecido por allí más allá de lo meramente testimonial. ¿Acaso ha enraizado en Murcia el individualismo insolidario?, el “sálvese quien pueda”. No ha sido la tónica habitual de la sociedad murciana, siempre abierta y generosa. O ¿nos hemos aburguesado y lo que no va conmigo no me interesa?. Eso mismo podrían decirlo los demás, en caso de que se extendiera un individualismo egoísta e insolidario.
En este mundo, parece mentira que aún no hayamos aprendido la lección, todos nos necesitamos (hoy por ti, mañana por mí), y en esta situación de emergencia nacional que supone un paro tan exagerado y una economía en caída libre, se esperaría otra conducta de la ciudadanía.
Puede que haya quien, desengañado de la actual realidad política y sindical, no quiera saber nada de nada. Pero eso es un grave error. Es cierto que no siempre están acertados, que no siempre hay los mejores interlocutores en este tipo de instituciones, pero no es menos cierto, que la democracia requiere este tipo de organizaciones para su normal funcionamiento, y la ciudadanía tiene en ellos los cauces de participación. Aunque en esto haya mucho que mejorar y enmendar, pues los partidos como los sindicatos han de hacer su particular transformación para ser más abiertos, más participativos y democráticos. Todo ello redundaría en mejora de la vida pública, en la que se incluyen los intereses sociales de las clases media y trabajadora que actualmente están sufriendo los mayores embates de la crisis y de las medidas anticrisis. Si bien, eso sería objeto de otra profunda reflexión.

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